(A propósito del Juicio a Fujimori )
Cuando tengo la oportunidad de escuchar algunas de las sesiones del mega juicio a Fujimori se me vienen a la memoria con gran facilidad palabras como: totalitarismo, banalidad, desolación, racismo, negación del otro, asesinatos, impunidad.
(A propósito del Juicio a Fujimori )
Cuando tengo la oportunidad de escuchar algunas de las sesiones del mega juicio a Fujimori se me vienen a la memoria con gran facilidad palabras como: totalitarismo, banalidad, desolación, racismo, negación del otro, asesinatos, impunidad. Luego de leer el libro: “Juicio a Fujimori: subjetividades, negación y juegos de poder”, aparecen expresiones como: mentiras, armado de historias, olvidos, amnesia selectiva, encubrimiento, ninguneados. Y resulta que ambos grupos de expresiones están inevitablemente asociados al personaje que ahora está en el banquillo: Alberto Fujimori Fujimori.
Obviamente el mega juicio a Fujimori, que empieza a transitar su fase definitoria, es motivo de apasionamientos y, todo lo que se diga o escriba, puede ser rebatido y discutido. Debemos sí lamentar que este debate no sea alimentado con la transmisión en directo de los canales del Estado y en ese sentido volvemos a desperdiciar otra oportunidad de educación en ciudadanía.
– La vida de las personas y el mega juicio a Fujimori habría que colocarlos en el contexto creado por el acusado y al que bien puede ser llamado como “el mundo de la oscuridad” que es el mundo propicio para el abuso, para los excesos, para el delito, para la muerte. Este mundo que era el propuesto por el terrorismo como apuesta política, fue también propuesto desde el Estado y para crearlo se promovieron medidas como: golpe de Estado, chuponeos telefónicos, sobornos, control de los medios de comunicación, talk shows, psicosociales, escuadrones de la muerte, impunidades. Con ello se eliminaba las posibilidades de actuación libre y civilizada de la población, espacio iluminado en que el debate, la discrepancia y la denuncia son posibles. Es decir Fujimori y su gran socio apagaron las luces de la democracia (débil, embrionaria, excluyente es cierto, pero democracia al fin) y se generaban dos mundos de oscuridades.
– Las instituciones son los espacios en que es posible y se concreta la convivencia de los seres humanos; en donde el hombre, viviendo en comunidad, puede discutir los asuntos públicos y puede expresar su palabra (Arendt). Las instituciones, entonces, no eran compatibles con ese mundo de oscuridad y ello explica la destrucción de los partidos (y la creación notarial de otros), se quebró a los sindicatos, se intervino a las universidades o a sus rectores se los convirtió en candidatos, se cooptó a muchos empresarios y a líderes de sociedad civil, se digitó y se hirió de muerte al Congreso, se sobornó a los medios de comunicación y se combatió a los organismos de derechos humanos. Hay dos frases famosas que epitomizan esta postura: “yo no leo Caretas” que explicita ese menosprecio por el periodismo independiente, y “los derechos humanos son una cojudez”.
– La violencia desenfrenada – cuyo principal responsable es Sendero Luminoso y el MRTA como lo dice en Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación – que envolvió también al gobierno y a las fuerzas armadas y policiales puede ser explicada también porque, aprovechando viejas divisiones sociales y étnicas, se identificó al otro, al distinto como enemigo al cual habría que eliminarlo físicamente, no importando el costo ni las condiciones. Esto explicaría la ausencia de heridos o prisioneros en los enfrentamientos abiertos, todos era exterminados. Pero también explica que estos niveles de violencia se exacerbaran en zonas rurales y quechua hablantes (que son “los otros” más notorios que tenemos en el país). También esta tesis puede explicar la barbarie con que se actuó en los casos de La Cantuta y en Barrios Altos. Estos no son simples crímenes, atribuidos a iniciativas particulares o a excesos identificables – como lo propone la defensa de Fujimori – se trata de crímenes contra la humanidad no por ser casos excepcionales de violencia, sino por que significan “una negación de la diversidad y de la pluralidad” que son la esencia de la humanidad.
– En este mundo de oscuridad que fue el menos adecuado para responder la violencia terrorista, sin instituciones que nos dieran algo de seguridad, con medios de comunicación amordazados o auto amordazados, con la consideración del otro como enemigo a destruir, se dieron las condiciones para que la muerte entrara en el juego del poder: Fujimori ordenaba o daba luz verde a la matanza de Barrios Altos para decirle, al otro, que ya no debiera contar con las polladas como espacios de coordinación senderista; mientras que Abimael ordenaba la matanza de Tarata para decirle, al otro, que tenía la capacidad para atacar en donde quisiera. La muerte – poco importaba los inocentes – fue convertida en mensajera de sus egos, de sus juegos de poder.
Por ello, afirmamos, que en el mega juicio se está procesando, principalmente, a los “tiempos de oscuridad”.
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* Estas reflexiones recogen los comentarios realizados por el suscrito en la presentación del libro “Juicio a Fujimori: subjetividades, negación y juegos de poder” (Comisión Nacional de Derechos Humanos. Lima, 2008) en la que compartimos la mesa de comentaristas Luis Falla Rosado, con Luis Montenegro y con Rosa Chambergo. La presentación del libro estuvo a cargo de COSDEJ.