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CONVERSACIONES CON OJOS DEL SIGLO XX, DE SANTIAGO PEDRAGLIO

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Hoy mientras me daba una vuelta por la tienda del Fondo Editorial PUCP, llamó mi atención el libro que aparece en la imagen, primero porque su autor es Santiago Pedraglio, todo un caballero con quien siempre es un gusto cruzarse por la Universidad e intercambiar uno que otro punto de vista -incluído el fútbol-, y segundo porque es un libro que no recordaba haber visto ni en la última Feria del Libro de Lima ni en la última Feria del Fondo PUCP.

Pues bien, al revisarlo -y esta es una de las mejores cosas que aprecio de esta tienda, porque además hay una mesita en donde si quieres te puedes leer medio libro con absoluta libertad antes de comprarlo- pude notar que su primera edición es de setiembre de este año, siendo su contenido el de una serie de diálogos que su autor ha mantenido con destacadas personalidades de nuestro Perú durante el 2011 y el 2012 (sus nombres se pueden ver en la imagen), esto, como un “homenaje no solo a ellos sino a tantos cuyas vidas enriquecen día a día a nuestro país”.

Conversaciones con ojos del siglo XX

Más, ya en el libro, Santiago nos comenta, que la iniciativa de esta obra nació de ciertas conversaciones que él mantuviera durante varios años con el diplomático e historiador Juan Miguel Bákula (JMB). Y es así como en una de estas conversaciones -que es con la que inicia el libro- el gran diplomático peruano comenta con el autor que desde la época de la independencia del Perú “en ningún caso hubo la noción de generar una nueva forma de vida”. Una muy fuerte declaración ante la cual Santiago replica:

“Cuando dice una nueva forma de vida ¿a qué se refiere? ¿Un Estado? ¿Una nación?”

Y JMB responde:

“Lo digo en broma, ¿no? Aquello de que una mañana Pepe se despierta y Maruja le dice ‘Por favor, Pepe’, ‘¿Qué pasa mujer?’, ‘¿Cómo?, ¿no sabes? Somos independientes…’. Y Pepe le contesta: ‘¿Y eso qué es?’ [risas]…”

Tremenda respuesta la del diplomático. Y no solo por lo potente sino también por lo difícil de objetar, al menos para mí.

Entonces, ante esto, uno se queda pensando y se pregunta, ¿cuántas cosas buenas será que tenemos en la vida y no sabemos qué son?… y por ende, no las sabemos valorar.

¿Cuántas en realidad?

Finalmente, demás está decir que, hasta donde lo voy leyendo, el libro está lleno de una serie de reflexiones. Es así como después de JMB sigue el diálogo con Armando Villanueva del Campo, que comenta sobre el origen de las distancias entre el APRA y el comunismo; siguiendo luego el de Alberto Benavides de la Quintana, quien se confiesa un completo convencido de que la minería puede ser un gran agente “integrador” en nuestro país; seguido por el de Francisco Morales Bermúdez, para el que es muy claro cómo es que un mando militar puede tener el control de cuándo iniciar una guerra, más no así de cómo y cuándo realmente terminarla; y así por el estilo, un conjunto de 18 diálogos más.

En definitiva un texto que… difícilmente se puede dejar de leer.

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CONTEXTO PUCP, ¿EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS?

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Entre 2004 y 2009, murieron en promedio, unos 31 civiles por día en la guerra de Irak, el 63% de todos los muertos confirmados [1]. Del lado estadounidense la cifra total de muertos fue de 36.710 [2] y los que regresaron, lo hicieron “destrozados por las experiencias vividas, incapaces de reemprender una existencia normal” [3].

 

La guerra de Irak, aquella que se fundamentó en “un conjunto de premisas falsas” [4] y a la que Kofi Annan se ha referido como “una ocupación estadounidense arbitraria e ignorante de las complejidades iraquíes” [5]; fue una ocupación que ha llevado a pensar que el objetivo de EE.UU. es utilizar el terrorismo “como un argumento moral y políticamente imparable para organizar el mundo de la manera que le convenga” [6].

 

Esta idea última es reforzada tanto por Chomsky, cuando dice que el terrorismo no es para los EE.UU. “una alta prioridad comparado con el control de los recursos energéticos mundiales” [7], como por Roger Normand, cuando respondió sin vacilar con aquello de “It’s oil and the military”, la vez que le preguntaron sobre cómo es que había que entender al gobierno de Bush [6].

 

El hecho es que un conjunto de falsas suposiciones fueron suficientes para iniciar una guerra. Volveremos a eso en un momento.

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TIEMPOS Y FORMAS: EL CASO PUCP

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“Hacia 1984, Gates se había ganado la aceptación de todos los medios como la figura líder del software del momento […] Mientras él se centraba en cambiar el mundo, el mundo exterior tomaba cada vez más nota de Microsoft y de Gates. Primero en 1986, cuando Bill Gates tenía 30 años, la empresa salió a bolsa, acontecimiento que hizo multimillonarios a innumerables empleados de Microsoft y a Gates aún más rico de lo que ya era. Después, en 1992, Gates fue declarado el hombre vivo más rico. Tras eso, los medios se centraron menos en Gates como genio de la tecnología y más en su inmensa fortuna y en el fenomenal poder que había acumulado sobre la industria del ordenador personal. Cada vez se referían menos a Gates como el Edison o el Rockefeller actual y más como la encarnación del diablo, como Bill Gates el monopolista y depredador. Como consecuencia de esto y según su propia visión, en los años 90 pasó más tiempo batallando contra cargos legales y siendo el arquitecto de las estrategias legales de su empresa que ejerciendo de arquitecto de su software.” [1]

 

Gates se cargó a sus hombros, todo un problema.

 

Algo que sucedió porque Gates se vio a sí mismo como el más indicado para defender a Microsoft, su empresa, su cultura, cuando bien pudo haber dejado el caso totalmente en manos de los abogados de la compañía. Algo que le habría permitido seguir pasando más tiempo en la estrategia y el desarrollo de nuevos productos. Fue así como la decisión de Gates de involucrarse al 100% en estas batallas legales, tuvo consecuencias adversas para lo que posteriormente sería el futuro de lo que él mismo había soñado. Es así como la batalla “Estados Unidos versus Microsoft”, o mejor dicho, “Gobierno Federal versus Bill Gates” -debido al elevado grado de personalización que el fundador de Microsoft le otorgó a este asunto-, tuvo consecuencias que hasta hoy se pueden observar.

 

“Gates estaba seguro de que estaba luchando por su vida. Él se había enfrentado antes a otros retos, pero lo que había diferenciado el juicio de todos esos otros retos, explicó, había sido un punto fundamental: en el pasado, cuando surgía un reto en Microsoft, la solución era evidente y al alcance de la empresa, si se era suficientemente creativo, si se empleaba suficiente dinero o si se mantenía tenacidad. La solución, dijo Gates, normalmente surgía del mercado. “Siempre hemos tenido retos, pero conocíamos el marco.” […] Pero el juicio presentó un nuevo juego para Microsoft. Con respecto a los problemas legales, Gates comentó que “no estaba claro que se pudiera dilucidar bien el problema. Seguro que se podía pensar, pero no se podía dilucidar…” […] Cuando se supo que Microsoft estaba en el banquillo, Gates convocó a su equipo para una reunión de estrategia. Sentado con los doce miembros del Comité de Estrategia en la sala de conferencias de Microsoft, Gates escuchó, a través de un altavoz, cómo el abogado principal de la empresa William H. Neukon, hablaba desde Washington D.C. Urgía a Gates a que se tomara en serio los cargos del Gobierno federal. Por supuesto, Gates se los estaba tomando en serio, pero lo que Neukon quería decir era que se tomara los cargos suficientemente en serio como para llegar a un acuerdo. Apuntando con el dedo hacia el altavoz, Gates contestó: “Vas a tener que arreglarlo.” “Arreglarlo” significaba ganar el caso incluso si Microsoft tenía que ir a los tribunales, no significaba llegar a un acuerdo. Otros alrededor de la mesa sólo veían el lado oscuro del juicio: podía durar indefinidamente, el oponente en los tribunales era ni más ni menos que el Gobierno federal de Estados Unidos y el perjuicio para la reputación de Microsoft sería inmenso. […] “¿Por qué no llegar a un acuerdo?” preguntaban algunos alrededor de la mesa con tono implorante. Gates no quería saber nada de eso. ¿Por qué? […] Si Microsoft hubiera llegado a un acuerdo, habría pagado una gran multa, pero lo peor de todo es que otros habrían visto el acuerdo como un equivalente a su alegato de culpabilidad.” [1]

 

En realidad, Gates quería dar pelea. Sentía que era su deber.

 

La investigación antimonopolio contra Microsoft, que había empezado en 1993, llegaba así a sus momentos más tensos, cuando de hecho Microsoft bien pudo optar por hacer las cosas de otra manera con el fin de evitar toda esta situación, tal y como bien lo mencionara Kornel Marton, un director de programación de Microsoft Word en los años 90: “El problema comenzó con  Netscape en 1994 y, francamente, estaba todo muy bien orquestado por los partidarios de Netscape, que se las arreglaron para pinchar a algunos ejecutivos estúpidos de Microsoft para que hicieran algunas estupideces… Microsoft tenía a algunas personas en la división de Windows que no eran tan brillantes y que hicieron algunas cosas realmente estúpidas. Por supuesto, teníamos una política en la que intentábamos sacar del mercado a WordPerfect (un programa anterior de procesador de texto) y clonar sus características, aunque nunca escribirías eso en un e-mail. Pero había algunas personas que querían avanzar en Microsoft demostrando ante Bill y Steve que tenían más pelotas que nadie, así que escribieron en duros e-mails, cosas como, ‘Deberíamos cortar el suministro de aire a Netscape’…” [1]

 

Ante todas estas evidencias, bien se podía pensar en un acuerdo, con Microsoft admitiendo que era capaz de hacer mejor las cosas. Pero por el contrario, Gates mostraba su posición al mundo de la siguiente manera:

 

“…nosotros estamos sacando la cara por la innovación. Estamos luchando por mantener la capacidad de poner nuevas características en nuestros productos. Lo que tenemos aquí, en esencia, es esto: el gobierno de Estados Unidos dice que nuestros productos son demasiado capaces… Están intentando que nosotros no integremos Internet en Microsoft Windows. Está perfectamente claro. Sí, es sorprendente, pero está perfectamente claro…” [2]

 

A la vez que añadía:

 

“Es interesante ver al Departamento de Justicia solicitando en uno de sus requerimientos para celebrar un proceso de revisión judicial el examen de todo producto nuevo que fabriquemos. Y eso suena a verdadero intervencionismo sobre los productos.” [3]

 

Además, para Gates, Microsoft no incurría en ninguna práctica monopolista:

 

“Tal como es sabido, monopolista es, por definición, la empresa que tiene capacidad para impedir la entrada al mercado de nuevas empresas y para controlar el precio unilateralmente. Microsoft no puede hacer ninguna de estas dos cosas.” [3]

 

Justificaba su argumento, con las siguientes cifras:

 

“Hoy en día el coste del sistema operativo representa el 5% del costo total de una PC. Si yo tuviese el monopolio, el precio del sistema operativo habría llegado al 25% ó 30% del precio total de la máquina.”[3]

 

En tanto que a su turno, James Barksdale, CEO de Netscape por ese entonces, respaldaba la posición del gobierno cuando declaraba: “Microsoft dejó en claro que si Netscape no estaba de acuerdo con sus planes entonces Microsoft aplastaría a Netscape, usando su monopolio del sistema operativo.” [4]

 

Fue así que, “el 18 de mayo de 1998 el Departamento de Justicia y 20 estados entablaron procesos antimonopolio contra Microsoft. La fiscal general Janet Reno, acusó a la empresa de aplicar una “estrangulación” al mercado de software de Internet, y de utilizar ilegalmente su poder monopolístico para limitar las opciones del consumidor.” [3]

 

La guerra estaba así declarada, y con un 1998 que se convertiría además, en un año para recordar.

 

Por un lado, entre 1998 y 2002, “los ingresos de Microsoft aumentaron de 15,26 mil millones de dólares a 28,37 mil millones de dólares y sus beneficios aumentaron, en el mismo período, de 4,49 mil millones de dólares a 7,83 mil millones de dólares. Una indicación posterior de que Gates no habría ralentizado el ritmo de la empresa, fue que su número de trabajadores creció de 27.055 en 1998 a 50.621 en 2002.” [3]

 

Más, las dificultades legales habían empezado cinco años antes, y lo peor aún estaba por llegar. El juicio duró unos interminables 3 años y en realidad no se extendió mucho más porque al llegar George W. Bush a la Casa Blanca el 20 de enero de 2001, dejó en claro “que a él le gustaba Microsoft, que le gustaban los grandes negocios y que no deseaba perseguir casos de antimonopolio” [3], razón por la cual no causó ninguna sorpresa que el Departamento de Justicia alcanzara finalmente un acuerdo con Microsoft que además sería ratificado en el 2002, poniendo punto final a toda esta historia.

 

Una historia llena de situaciones complejas que encontraron su solución con la firma de un acuerdo, aquel que al principio Microsoft quiso evitar, pero que a fin de cuentas, tuvo que aceptar. Empero, habían transcurrido así cerca de 10 años en los que si bien las últimas cifras económicas mostraban que en números financieros nada malo estaba sucediendo, lo cierto era que “hacia el final, la empresa estaba en estado de shock, su gente desmoralizada, abatida y humillada, y su capacidad de funcionar con eficacia era una gran interrogante.” [3]

 

Una interrogante que el propio Bill Gates respondería cuando en una presentación realizada ante el Foro Económico Mundial en el 2004, dijera respecto de Google y sin pelos en la lengua, lo siguiente: [5]

 

“Ellos nos patearon el culo.”

 

Y decía esto en clara referencia a la manera en que Google “había superado por completo todos los intentos que había realizado Microsoft por insinuarse en el negocio de los motores de búsqueda.” [6]

 

Ante esto cabe recordar que Microsoft introdujo MSN Search en 1998 -aquel año para recordar-, momento en que Larry Page y Sergey Brin fundaban Google pero con una gran diferencia, lo hacían de la mano de un buscador que venía al mundo pensado para ser una herramienta rápida, innovadora, y especialmente buena en la obtención de resultados relevantes, un hecho que se contrastaba fuertemente con el “esfuerzo” de Microsoft, para quienes el desarrollo de un motor de búsqueda propio no había resultado estratégico, razón por la cual solo se limitaron a utilizar los resultados de Inktomi, un motor de búsqueda existente. Y es que en realidad, durante aquella década de los 90 Microsoft había estado más enfocada en derrotar legalmente a Netscape Navigator y al Departamento de Justicia estadounidense, que en desarrollar mejores y nuevos productos.

 

Esto fue por demás obvio cuando en Microsoft se dieron cuenta que para el año 2002, Google ya había ganado $ 348 millones en ingresos, en tanto que solo un año más tarde, habían casi triplicado sus ingresos [7]. Una situación tan inesperada que obligó a Microsoft a desarrollar su propio buscador; sin embargo, lo cierto era que la compañía ya había perdido bastante terreno frente a sus competidores de cara al futuro, pues pasó de ser una compañía que marcaba el paso a una que solo seguía lo que otros ya hacían mucho mejor.

 

Un hecho que quedó demostado cuando en el 2006 lanzaron Windows Live Search, un remedo de buscador que no pudo ni siquiera competir con el de Google. Luego, en 2009 volverían a la carga con Bing, una “solución inteligente” que fue lanzada con bombos y platillos pero que a la luz de las cifras no resultaba una gran decisión, pues para junio de 2011, Bing todavía costaba $ 2.5 mil millones más de lo que había generado en ganancias [7].

 

Pero, con el veredicto no termina todo.

 

“Con el fin de cumplir con las nuevas reglas, el 5 de noviembre de 2002 Microsoft nombró un comité para el cumplimiento de leyes antimonopolio y le encargó la supervisión del trabajo del agente que había sido enviado a Microsoft para desarrollar y supervisar sus programas internos así como sus procesos para asegurar el total cumplimiento del acuerdo.” [1]

 

Con esto, Microsoft volvía además a intentar ser la empresa que pudiera recuperar el camino perdido, dejando en manos de un comité todo lo concerniente a este tema, como quizás comprendiendo, aunque tarde, que siempre debió ser un grupo de especialistas quienes vieran todo este complejo asunto, desde sus inicios hasta la implementación del acuerdo, esto en lugar de tener a lo mejor de la compañía en un desgaste constante producto de los enredos propios que se suceden con estos temas legales, aquellos que además, resultan totalmente innecesarios.

 

Así también, hay que tener en cuenta que en nuestro país, hace poco vivimos una situación algo similar, en la que tanto nosotros como el hermano país de Chile, hicimos uso de nuestros respectivos cuerpos diplomáticos para la definición de un grupo de connotados especialistas que atendieran nuestras controversias ante un tribunal internacional. Siendo además esta sensatez de tal magnitud, que dichos equipos trascendieron períodos de gobierno manteniendo de esa manera una única, coherente, invariable y sólida postura, durante todo el tiempo que duró el proceso. Equipos que además siguen trabajando en la implementación de las soluciones establecidas por el Tribunal de La Haya. [8]

 

Porque en definitiva, este tipo de situaciones, complejas por demás, no es que se solucionen de la noche a la mañana, sino que más bien implican tiempos y formas debidos que son propios de su naturaleza, aspectos que deberían siempre descansar sobre instituciones y no así, sobre personas. Además, resulta difícil imaginar a un Presidente que se dedique por encima de todo a dirigir las estrategias legales, atienda a los tribunales, y que a la vez se pueda tomar tiempo para gobernar. Y que no se mal interprete, pues esto no tiene nada que ver con una cuestión de capacidad, sino más bien de sentido común, objetividad y debida institucionalidad. Cada cosa en su lugar.

 

Finalmente, escribo todo esto, porque al igual que lo hice hace un tiempo respecto de la controversia entre la Iglesia y la PUCP [9], hoy es sabido que  “el Santo Padre Franciso ha constituido una Comisión Cardenalicia con la misión de encontrar una “solución consensual definitiva”, enmarcada en la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, a la cuestión pendiente entre el Vaticano y la PUCP” [10], hecho ante el cual, considero que nuestra Universidad tendrá una vez más la oportunidad de mostrar todo su sano juicio y mayor voluntad, quizás y considerando un poco todo lo que a través de estas líneas hemos expresado. Esto es, nombrando una comisión de especialistas a la que le sea posible sobrellevar los tiempos y formas que se requieran para este proceso, incluyendo el mismo tanto su solución como posterior implementación; un equipo de trabajo que de ser necesario no esté sujeto a los períodos rectorales pero que a su vez guarde estrecha comunicación con la comunidad universitaria y las autoridades de turno, permitiendo a estas últimas el seguir orientando a tiempo completo el continuo desarrollo de nuestra Universidad, una loable labor que se espera sea siempre respaldada por el mayor ejercicio de responsabilidad de todos aquellos quienes entendemos a cabalidad lo que significa ser de la PUCP. Hacerlo de otra manera sería pues, ser ajenos a ese significado.

 

 

 

REFERENCIAS

 

[1] 2007. ROBERT SLATER. “El relanzamiento de Microsoft. Cómo reinventaron su empresa Bill Gates y Steve Ballmer”. Traducción de Rafael Aparicio Aldazábal. Ediciones Deusto

 

[2] 1998. CHRISTOPHER BARR. “Gates lashes out at press”, CNET News, 27 de enero.

http://news.cnet.com/Gates-lashes-out-at-press/2100-1001_3-207548.html

 

[3] 2006. JANET LOWE. “Bill Gates habla. Opiniones e ideas”. Traducción de Germán Orbegozo Ituriarte. Ediciones Deusto

 

[4] 1998. DAVE WILSON. “U.S. Opens Case Against Microsoft The Government Used The Company’s Words To Bolster Its Case. At Issue Is Supremacy In Internet Browsers”,  Philly.com, 20 de octubre

http://articles.philly.com/1998-10-20/news/25762805_1_market-for-web-browsers-microsoft-jim-barksdale

 

[5] 2004. THE INQUIRER. “Google kicked our butts, Bill Gates admits”, 24 de enero

http://www.theinquirer.net/inquirer/news/1023983/google-kicked-our-butts-bill-gates-admits

 

[6] 2004. GEEK. “Bill Gates: “Google kicked our butts””, 26 de enero

http://www.geek.com/news/bill-gates-google-kicked-our-butts-555322/

 

[7] 2012. NICK SCHEIDIES. “The 4 Biggest Mistakes of the World’s 4 Biggest Entrepreneurs”. Incomediary

The 4 Biggest Mistakes of the World’s 4 Biggest Entrepreneurs

 

[8] CONGRESO DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ. “Grupo de Trabajo de seguimiento de la demanda presentada por el Perú ante la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya por el diferendo marítimo con Chile”

http://www.congreso.gob.pe/comisiones/2013/rree/GT-seg-demandaHaya-2013/cronologia.html

 

[9] 2012. ALBERT DIAZ. “PUCP e Iglesia: El bien común con sentido común”. Blog PUCP, 28 de julio

http://blog.pucp.edu.pe/item/163171/pucp-e-iglesia-el-bien-comun-con-sentido-comun

 

[10] 2014. PUCP. “Comunicado a la comunidad universitaria”, PuntoEdu, 28 de abril

Comunicado a la comunidad universitaria

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PUCP e Iglesia: El bien común con sentido común

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«En la época en la que los hermanos Wright inventaron el aeroplano, las leyes estadounidenses establecían que el dueño de una propiedad presuntamente poseía no solo la superficie de sus tierras, sino todo lo que había por debajo hasta el centro de la tierra y todo el espacio por encima, hasta “una extensión indefinida hacia arriba” […] En 1945, […] cuando Thomas Lee y Tinie Causby, granjeros de Carolina del Norte, empezaron a perder pollos debido a aeronaves militares que volaban bajo (los pollos aterrados aparentemente echaban a volar contra las paredes de los cobertizos y morían), los Causby presentaron una demanda diciendo que el gobierno estaba invadiendo sus tierras. Los aviones, por supuesto, nunca tocaron la superficie de las tierras de los Causby. […] El Tribunal Supremo estuvo de acuerdo en oír el caso de los Causby. El Congreso había declarado públicas las vías aéreas, pero si la propiedad de alguien llegaba de verdad hasta los cielos, entonces la declaración del Congreso podría ser vista como una “incautación” ilegal de propiedades sin compensación a cambio. El Tribunal reconoció que “es una doctrina antigua que según la jurisprudencia existente la propiedad se extendía hasta la periferia del universo”. Pero el juez Douglas no tuvo paciencia alguna con respecto a la doctrina antigua. En un único párrafo, cientos de años de leyes de propiedad quedaron borrados. Tal y como escribió para el Tribunal:

[La] doctrina no tiene lugar alguno en el mundo moderno. El aire es una autopista pública, como ha declarado el Congreso. Si esto no fuera cierto, cualquier vuelo transcontinental sometería a los encargados del mismo a innumerables demandas por allanamiento. El sentido común se rebela ante esa idea. Reconocer semejantes reclamaciones privadas al espacio aéreo bloquearía estas autopistas, interferiría seriamente con su control y desarrollo en beneficio del público, y transferiría a manos privadas aquello a lo que solo el público tiene justamente derecho» (2005, Lawrence LESSIG, «Free Culture: How Big Media uses Technology and the Law to lock down Culture and control Creativity». Traducción de Antonio Córdoba / Elástico, corregida por Daniel Alvarez Valenzuela. Chile: LOM Ediciones).

Empiezo el presente texto con la presentación de un caso a todas luces complejo para aquella época y que bien pudo culminar en una solución injusta al día de hoy si es que no se hubiese recurrido al sentido común. Digo esto último, pues el Tribunal ya había reconocido que a los Causby les asistía la razón. Sin embargo, habiendo transcurrido unas décadas de aquella posición del Tribunal, nos queda claro que el buen criterio hizo bien en rebelarse ante esto, porque al hacerlo impidió que intereses particulares se antepongan a lo que sin lugar a dudas constituía una ganancia pública, incluso si para ello era necesario actualizar la ley.

Así como en el ejemplo anterior, cualquier disputa, por más simple o compleja que sea, pierde su capacidad de justa solución si las partes en disputa dejan de lado el sentido común. Es claro además, que las leyes se dan en un contexto, pero cuando el contexto cambia, es necesario revisar la ley, siempre con sano juicio y en aras de un bien común. Sigue leyendo