Archivo por meses: octubre 2014

8 DE OCTUBRE, ALGO MÁS QUE UN COMBATE

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Transcurría la mañana del 10 de julio de 1879 y el capitán chileno Castleton, al mando del Matías Cousiño, recibía luego de una inútil defensa y posterior diálogo con nuestro héroe Miguel Grau, la siguiente petición de éste último:

“Bien capitán, embárquese en sus botes porque lo voy a echar a pique” [1].

Una solicitud que sería luego agradecida por el oficial chileno en una carta que a su vez Grau respondiera el 14 de agosto de ese mismo año, y en la cual nuestro héroe nacional le señalaba lo siguiente: “[mi conducta] fue inspirada por un sentimiento de humanidad, el mismo que emplearé con todo buque… en caso semejante, no mereciendo por ello ninguna expresión de gratitud” [2].

Una cuestión de humanidad.

Aquella que tuviera también Grau el miércoles 21 de mayo de 1879 cuando durante el Combate de Iquique: “sesenta y dos hombres de las aguas, que unidos a los sobrevivientes del primer y segundo intento de abordaje, totalizaban sesenta y ocho prisioneros. Los náufragos chilenos, que se encontraban ‘completamente desnudos excepto dos ó tres que conservaban la camisa’, fueron formados en cubierta y personalmente Grau dispuso que se atendiera a los heridos y se les proveyese de ropa y alimentos” [3].

La misma humanidad que de igual forma expresara el 2 de junio de ese año, doña Carmela Carbajal viuda de Prat, cuando respondiéndole a Grau la carta que éste le enviara, escribiera:

“…con hidalguía del caballero antiguo, se digna Ud. acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraban sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos de familia, o consagradas por su martirio, como la espada que lleva su adorado nombre… tengo la conciencia de que el distinguido jefe, que arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo, poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de haber sido jamás rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy segura, interpuesto, de haberlo podido, entre el matador y su víctima y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón… es altamente consolador en medio de las calamidades que origina la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua…” [4]

Es decir, una humanidad que se muestra superior a todo resentimiento. Una que permite a quienes la practican la posibilidad de estar en paz.

Y seguir.

Porque en la vida más de una vez se nos presentará la oportunidad en la que optemos por ejercer esta humanidad.

O quizás también, en la que decidamos no profesarla.

“Se perdona pero no se olvida”, más de una vez hemos escuchado decir.

Pero, ¿y cuál es el precio de eso?

“… El principito, que me acosaba a preguntas, nunca parecía oír las mías. Y sólo por palabras pronunciadas al azar pude, poco a poco, enterarme de todo…” [5].

Antoine de Saint-Exupéry dedicó su afamada obra a “León Werth, cuando era niño”, escribiendo lo siguiente:

“Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa […]. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEÓN WERTH
Cuando era niño.”

Quizás y entonces, volviendo a nuestra pregunta, tendríamos que preguntarle al niño que fuimos: ¿por qué perdonar y olvidar?

Quién sabe si con toda su sabiduría, él nos respondiera:

“Para seguir jugando”.

O lo que sería lo mismo:

Para seguir viviendo.

¡Feliz 8 de octubre para todos!

_______

[1] “Miguel Grau, el hombre y el mar” / Jorge Ortiz Sotelo. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2003. p. 223
[2] Ídem, p. 224
[3] Ídem, p. 200
[4] Ídem, p. 204
[5] “El Principito” / Antoine de Saint-Exupéry. Tercera edición. Buenos Aires: Emecé 2012; p.8

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CONVERSACIONES CON OJOS DEL SIGLO XX, DE SANTIAGO PEDRAGLIO

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Hoy mientras me daba una vuelta por la tienda del Fondo Editorial PUCP, llamó mi atención el libro que aparece en la imagen, primero porque su autor es Santiago Pedraglio, todo un caballero con quien siempre es un gusto cruzarse por la Universidad e intercambiar uno que otro punto de vista -incluído el fútbol-, y segundo porque es un libro que no recordaba haber visto ni en la última Feria del Libro de Lima ni en la última Feria del Fondo PUCP.

Pues bien, al revisarlo -y esta es una de las mejores cosas que aprecio de esta tienda, porque además hay una mesita en donde si quieres te puedes leer medio libro con absoluta libertad antes de comprarlo- pude notar que su primera edición es de setiembre de este año, siendo su contenido el de una serie de diálogos que su autor ha mantenido con destacadas personalidades de nuestro Perú durante el 2011 y el 2012 (sus nombres se pueden ver en la imagen), esto, como un “homenaje no solo a ellos sino a tantos cuyas vidas enriquecen día a día a nuestro país”.

Conversaciones con ojos del siglo XX

Más, ya en el libro, Santiago nos comenta, que la iniciativa de esta obra nació de ciertas conversaciones que él mantuviera durante varios años con el diplomático e historiador Juan Miguel Bákula (JMB). Y es así como en una de estas conversaciones -que es con la que inicia el libro- el gran diplomático peruano comenta con el autor que desde la época de la independencia del Perú “en ningún caso hubo la noción de generar una nueva forma de vida”. Una muy fuerte declaración ante la cual Santiago replica:

“Cuando dice una nueva forma de vida ¿a qué se refiere? ¿Un Estado? ¿Una nación?”

Y JMB responde:

“Lo digo en broma, ¿no? Aquello de que una mañana Pepe se despierta y Maruja le dice ‘Por favor, Pepe’, ‘¿Qué pasa mujer?’, ‘¿Cómo?, ¿no sabes? Somos independientes…’. Y Pepe le contesta: ‘¿Y eso qué es?’ [risas]…”

Tremenda respuesta la del diplomático. Y no solo por lo potente sino también por lo difícil de objetar, al menos para mí.

Entonces, ante esto, uno se queda pensando y se pregunta, ¿cuántas cosas buenas será que tenemos en la vida y no sabemos qué son?… y por ende, no las sabemos valorar.

¿Cuántas en realidad?

Finalmente, demás está decir que, hasta donde lo voy leyendo, el libro está lleno de una serie de reflexiones. Es así como después de JMB sigue el diálogo con Armando Villanueva del Campo, que comenta sobre el origen de las distancias entre el APRA y el comunismo; siguiendo luego el de Alberto Benavides de la Quintana, quien se confiesa un completo convencido de que la minería puede ser un gran agente “integrador” en nuestro país; seguido por el de Francisco Morales Bermúdez, para el que es muy claro cómo es que un mando militar puede tener el control de cuándo iniciar una guerra, más no así de cómo y cuándo realmente terminarla; y así por el estilo, un conjunto de 18 diálogos más.

En definitiva un texto que… difícilmente se puede dejar de leer.

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LIMA, HOY Y EL 2025

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En el 2012 el Grupo de Estudios sobre Globalización y Ciudades Mundiales (GaWC, por las siglas en inglés de Globalization and World Cities) de la Universidad de Loughborough en Londres, clasificó a Lima y a Santiago como ciudades mundiales del tipo Beta+. Esta distinción fue superada en la región por ciudades como Buenos Aires, clasificada como Alpha–; y por Ciudad de México y Sao Paulo, que fueron consideradas como Alpha. Así también, en dicha clasificación las dos únicas ciudades en el mundo de tipo Alpha++ resultaron ser Nueva York y Londres [1].

Luego, en el 2013 la Unidad de Inteligencia de The Economist publicaba una investigación en la que proyectaba un 2025 con Lima en el puesto 75 dentro de la lista de las ciudades más competitivas a nivel mundial. Una ubicación ocho posiciones mejor que la alcanzada en el 2012. Similar al caso anterior, dentro de la región nuestra ciudad era ubicada por debajo de otras cuatro ciudades, a saber: Sao Paulo (puesto 36), Santiago (60), Buenos Aires (67) y Ciudad de México (72). Así mismo, para este ranking, Nueva York, Londres y Singapur ocuparían en el 2025 las tres primeras posiciones respectivamente [2].

Posteriormente, durante este 2014, el Índice de Ciudades Mundiales (CGI por las siglas en inglés del Global Cities Index) de la consultora A.T. Kearney, ubicaba a Lima en el puesto 61 a nivel mundial. Más, similar a los casos ya mencionados, dentro de la región nuestra ciudad figuraba por debajo de Buenos Aires (20), Sao Paulo (34), Ciudad de México (35), Bogotá (52), Río de Janeiro (56) y Santiago (58). Así también, este índice, que considera 26 métricas agrupadas en 5 dimensiones (capital humano, actividad empresarial, intercambio de información, experiencia cultural y compromiso político), situaba a Nueva York, Londres y París en las tres primeras posiciones, respectivamente [3].

Del mismo modo, este año CityPopulation ubicaba a Lima en el puesto 33 a nivel mundial como la aglomeración urbana más poblada del mundo. Nuevamente, dentro de la región era superada por Ciudad de México (puesto 10), Sao Paulo (12), Buenos Aires (20) y Río de Janeiro (26). En este ranking, Tokio se encontraba en la primera posición para el año en curso [4].

Pues bien, todo esto no hace más que confirmar que nuestra querida Lima es una de las cinco ciudades más importantes de la región, a la vez que con posibilidades de mejorar su estatus de “ciudad global”.

Sin embargo, ¿debería esto sorprendernos?

Para nada, lo cierto es que Lima nació global y fue para muchos la ciudad más grande e importante de América del Sur durante la época del Virreynato. Una distinción que debería siempre de mantener e incluso mejorar si es que tuviéramos plena conciencia de lo que implica consolidar a Lima como una “ciudad global”.

Por tanto, la pregunta que en realidad deberíamos hacernos es la siguiente: ¿los limeños nos conducimos como ciudadanos de una urbe mundial?

Para dar respuesta a esta interrogante miremos primero con mayor detenimiento el reporte del GCI. Allí notaremos que Nueva York, Londres y París marcan una notable diferencia del resto de ciudades en el mundo debido a la experiencia cultural que ellas significan. Así también, la dimensión relacionada con el compromiso político le aporta una cierta diferenciación, aunque comparativamente en menor grado que la cultural. Además, si bien estas tres ciudades tienen una actividad empresarial y capital humano importantes, esto es algo que no les resulta exclusivo, pues ciudades como Beijing y Shangai presentan una actividad similar a la vez que Hong Kong, Tokio, Los Angeles y Chicago, un equivalente capital humano. Así mismo, en cuanto al intercambio de información, la cuestión resulta muy pareja entre las diez primeras ciudades mundiales.

Con todo esto, se refleja entonces que las dimensiones cultural y política constituyen dos aspectos claramente diferenciadores para una ciudad global.

Ahora bien, en relación a nuestra pregunta, pensemos en cuánto nos gusta a nosotros, ciudadanos de Lima, el consumir cultura, o mejor aún, intentemos sincerar nuestras expectativas para determinar si es que estamos esperamos exigirle al próximo alcalde un cambio cultural que -por donde se le mire- nos corresponde en primer lugar, a cada uno de nosotros.

Luego, en cuanto al compromiso político, ¿entendemos bien lo que significa tal compromiso? Porque cuando uno se compromete a algo, lo hace pensando básicamente en dar, y no tanto en recibir. ¿O es que se debe entender de otra manera? Volveremos a esto luego.

Y…¿hay algo más?

Sí.

Lima, nuestra querida ciudad, tiene tantos problemas que a veces ya uno ni sabe cuál es el mayor de todos. El tráfico nos abruma, tanto ruido nos aturde, la seguridad nos reduce, el desorden nos guía, la basura nos rodea, la cultura del miedo nos gobierna, la necesidad inmediata de solución a tanto problema mezcla nuestras prioridades, y así, vemos solo en lo inmediato y ya no en el horizonte. El futuro no es más una consecuencia de nuestro presente. Y entonces, solo nos quejamos. Y nos quejamos de todo. Pero eso sí, la culpa siempre es del otro. Siempre.

Por ello, repasemos un poco nuestras decisiones. Cuando elegimos a Alan, queríamos un cambio, pero él solo quería el poder. Giramos a Fujimori, el cambio llegó pero el poder se compartió con quien no se debía. Y se nos hipotecó la conciencia. Paniagua nos ayudó, pero luego nosotros, muy poco a él. Aprovechó Toledo, la economía mejoró pero nuestra conciencia no.

Vino entonces el mal menor. Ollanta lo peor, Alan ya no tanto. Y nos volvimos a equivocar. Un período después, elegíamos al primero de los nombrados. ¿Algo aprendimos?

A Susana Villarán la eligió una mayoría, y si bien en reñida disputa con Lourdes Flores, hoy parece que ya nadie se acuerda de ello. No tenía experiencia pero una mayoría la respaldó. Y experiencia es algo que le ha faltado, pero claro, la culpa solo es de ella.

De otro lado, hay que reconocer que la lógica economicista del “there’s no such thing as free lunch” (no hay lonche gratis) está muy arraigada en nuestro sistema. Pero cuidado, esa lógica no implica para nada un compromiso. Pongámoslo en un ejemplo, la responsabilidad de la crianza de un hijo es el compromiso que todo padre y madre asumen; sin embargo, nadie en su sano juicio podría imaginarse una sociedad en la que padres y madres criaran a sus hijos bajo la lógica del “no hay lonche gratis”, es decir, esperando algo a cambio. Entonces, que un candidato ofrezca cinco hospitales, más escaleras y semáforos, no implica necesariamente que asume un compromiso prioritario con el ciudadano y mucho menos con la ciudad.

Menciono esto porque lo que Lima necesita es un verdadero compromiso político. Compromiso y no cálculo. Y está claro que de ambos lados, esto es, Lima, nuestra ciudad, necesita que tanto el candidato como el ciudadano estén comprometidos con ella. Resulta en vano que el candidato esté comprometido con el ciudadano y viceversa si es que Lima no está presente en dicha ecuación. No verlo así implica el grave riesgo de dar plena licencia a aquello de “no importa que robe (a Lima) mientras que haga algo (por mí)”.

Una cosa más, ya es momento de darnos cuenta de que existen candidatos cuyo único compromiso es con el poder, y nadie más. Como también de otros tantos que son los oportunistas de turno, aquellos que no tienen nada que perder pero sí mucho que ganar.

Es por todo esto que lamenté el último domingo que Susana Villarán no propusiera con mayor énfasis acciones concretas alineadas con su visión de “una Lima que se atreve a cambiar con honestidad”. Algo que nos involucra a todos. Y lo lamenté porque considero que ese es el punto de partida. Porque como yo mismo lo escribiera por aquí a mitad de año con motivo de la puesta en marcha del Corredor Azul, Lima necesitaba hace buen rato recuperar el principio de autoridad, algo que no se ha logrado del todo, pero que nuestra alcaldesa ha tenido la virtud de empezar. Está claro que no podremos avanzar si es que cada quien hace lo que quiere o lo que le conviene. Una vez más, las cosas se tienen que hacer porque están bien, a la vez que se tienen que dejar de hacer si es que están mal. Así de simple.

Ahora bien, no podemos pensar en un cambio mágico, Lima no va a mejorar de un día para otro. Apuntemos por ejemplo, al 2025. Y dentro de esa idea, lo primero que tenemos que hacer es cimentar las bases en ambas caras de esta moneda, que por un lado lo constituye la autoridad municipal mientras que por el otro, el que corresponde a cada uno de nosotros. Por ello, como explicara al término del debate último, este domingo 5 de octubre, son dos las elecciones las que debemos hacer, una, la del alcalde que queremos y otra, la del ciudadano que queremos ser.

Y esto hay que hacerlo con compromiso y no así con cálculo político. Es decir, comprendo a quienes en su afán de buscar un equilibrio de poderes, han salido a decir que ya debemos dar por ganador a Castañeda y que por tanto solo nos queda votar porque resulten elegidos regidores que equilibren la balanza municipal. Entiendo esta postura pero no la comparto, porque en principio, si por conciencia propia no somos capaces de darnos cuenta de que Castañeda no es la mejor opción entonces menos vamos a poder pensar mayoritaria o igualitariamente en fiscalizarlo. Y porque aún más, si un alcalde, cualquiera que fuese, partiera con el ojo de nuestra desconfianza, pues ya estamos perdiendo porque de antemano estamos poniendo en tela de juicio la capacidad de gobierno de la institución que hoy conocemos como el municipio limeño.

Esto es, debemos ser capaces de poder ir a votar por un alcalde y un equipo que pueda gobernar una ciudad que merece seguir siendo de categoría mundial, más no así ir a las urnas pensando de antemano en que nuestra elección debe ser lamentablemente en favor de un grupo que pueda fiscalizar. Imaginemos por ejemplo a nuestro seleccionado de vóley, si tuviéramos que elegir entrenador, ¿no elegiríamos acaso a Natalia?. Y lo haríamos porque es la mejor, porque creemos en ella, porque nos la jugamos por ella, porque habrán partidos que se perderán pero sabiendo que a futuro será lo mejor. Pero si no pudiéramos elegirla, ¿buscaríamos acaso tener un grupo de asistentes técnicos que griten como ella, o que sufran como ella, para que el entrenador principal también lo haga? ¿De verdad, en serio lo haríamos?

Es por ello que a mi manera de ver, pensar de esta última forma es ser ciudadanos ajenos a una ciudad que nació para ser de categoría mundial. La idea en el fondo es muy simple, el alcalde que sea elegido debe poder gobernar sino simplemente no debería ser elegido.

Más, hay veces en las que uno se encuentra con textos que parecieran estar escritos con la tinta de las verdades absolutas. Tal vez sea por la coyuntura del momento. Sin embargo, no encontrarán en estas líneas semejante propósito. Y esto porque el pensamiento debe ser propio, para que la decisión sea también propia. Es posible por tanto que estas líneas, por mejor intención que tengan, merezcan de una mayor reflexión y entendimiento, y que por ende sean además perfectibles. Pues bien, bajo esa idea, bienvenidas sean las réplicas y objeciones.

Finalmente, cuando la verdad llega, es menester de uno, el saber contrastarla. Pero si esta vez no la encontramos, quizás sea que todavía debemos continuar buscándola. Y en el camino, seguir aprendiendo. Pero todo con fe, si hacemos las cosas bien, el bien nos acompañará.

 

REFERENCIAS

[1] http://www.lboro.ac.uk/gawc/world2012t.html
[2]  [http://www.citigroup.com/citi/citiforcities/pdfs/hotspots2025.pdf]
[3] http://www.atkearney.com/documents/10192/4461492/Global+Cities+Present+and+Future-GCI+2014.pdf/3628fd7d-70be-41bf-99d6-4c8eaf984cd5
[4] http://www.citypopulation.de/world/Agglomerations.html

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