Gran Padre San Agustín

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El día de hoy la Iglesia Católica celebra el día de San Agustín de Hipona, uno de los más importantes Padres y Doctores de la Iglesia latina. No voy a ser muy reflexivo en cuanto a su vida, no muy santa, por cierto; (el propio San Agustín hace una crítica muy dura y amarga de esta etapa de su juventud en sus Confesiones); lo que deseo resaltar ahora es parte de su obra, en especial su obra política.

Quisiera compartir algunas ideas al respecto: Para San Agustín, el Estado será justo sólo si es cristiano. La virtud ya no es un fin en sí misma, es el camino para conseguir el cielo. Todo lo que cuenta es llegar a Dios. Existen dos ciudades: la terrena y la divina: “dos amores fundaron dos ciudades: la terrena el amor propio, hasta llegar a menospreciar a Dios, y la celestial, el amor a Dios, hasta llegar al desprecio del sí propio”. Para nuestro santo, toda la historia de la humanidad se comprende por la lucha entre estas dos ciudades: el reino del egoísmo y lo mundano versus el reino del espíritu cristiano: “la ciudad terrena es el reino de Satán, la otra, es el reino de Cristo. La historia es la narración dramática de la lucha entre esas dos ciudades y el dominio final tiene que corresponder a la ciudad de Dios”. San Agustín retoma la idea del zoon politikon de Aristóteles y acepta que en efecto el hombre es, por naturaleza, un ser social y político; también dice que el hombre por naturaleza es libre, si hay esclavitud es porque hay pecado; es éste el que establece la desigualdad entre los hombres. Finalmente, San Agustín nos dice que para ser un verdadero Estado debe defender los principios cristianos, sólo puede ser un verdadero Estado el cristiano, para San Agustín no era Estado, en el cabal sentido de la palabra, ningún Estado pre-cristiano; el Estado para San Agustín era, en realidad, un brazo secular de la Iglesia. San Agustín propone una definición de pueblo: “es la congregación de muchas personas unidas entre sí por la comunión y conformidad de los objetos que ama”.

Para San Agustín no basta ser bueno sino hacerlo por Dios. Todo el bien y la felicidad la subordina a Dios, por lo tanto, considera el paso por la ciudad terrena como un medio imperfecto para llegar al cielo. Como escribiese Enrique Suárez-Iñiguez: “Pobre visión la del obispo de Hipona, como si aquí (ciudad terrena) no se pudiera ser feliz y como si el bien no fuera sino un medio para conseguir algo”.

Publicado el 28 de agosto del 2021, en Diario Viral.

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