[Visto: 1499 veces]
Las últimas semanas han estado muy movidas en el ambiente social y político nacional. Cabe destacar la famosa campaña “Chapa tu choro y déjalo paralítico” que días después se cambio solamente a “Chapa tu choro”, dada la presión social y la inconsistencia en los planteamientos de la señorita que promueve esta campaña y cuyo nexo político con el fujimorismo no hace más que confirmarla como futura candidata al Congreso.
No se justifica dicha campaña, pero se puede explicar en términos del gran descontento de la población hacia un Estado que hace poco o nada en materia de seguridad ciudadana, ante la creciente criminalidad y delincuencia que aqueja a la población. Este es el perfecto caldo de cultivo para que propuestas violentistas, que no hacen más que mostrar la verdadera condición humana, tengan amplia aceptación entre los sectores más aquejados por la inseguridad: los sectores populares.
Sin embargo, esta forma de ajusticiamiento popular no es nueva en nuestro país. Debemos recordar el triste episodio de Ilave. Las protestas de la población se iniciaron la primera semana de abril del 2004, cuando pobladores de comunidades campesinas e indígenas del Collao exigían la renuncia del alcalde Cirilo Robles Callomamani, acusándolo de actos de corrupción, nepotismo, malversación de fondos, etc., sin embargo, las autoridades hacían oídos sordos a los reclamos. Alberto Sandoval, quien fue uno de los organizadores de la huelga, convocó a radicalizar la medida de lucha. El 26 de abril el alcalde fue sacado por la turba enfurecida a empujones del domicilio donde se encontraba escondido, fue llevado a la plaza principal donde el linchamiento con palos, fierros y piedras terminó con su vida, su cuerpo inerte fue tirado debajo de un puente.
¿Cómo nos puede ayudar la sociología a explicar este tipo de acciones?
Desde el punto de vista sociológico, para contextualizar el fenómeno de este linchamiento, podemos usar algunos escritos de Émile Durkheim, gran sociólogo francés, quien en uno de sus escritos desarrolla el tema del derecho y hace una distinción entre el derecho represivo y el derecho restitutivo.
En una sociedad primitiva, caracterizada por la solidaridad mecánica, le corresponde el derecho represivo cuya función consiste en castigar todo lo que la sociedad considera o define como criminal. El predominio de este tipo de derecho es expresión de una fuerte repugnancia hacia todo lo que constituye una amenaza para la unidad y existencia del grupo social, y un castigo típico de este tipo de derecho es la pena de muerte. Por otro lado, en las sociedades modernas, caracterizadas por la solidaridad orgánica, existe el derecho restitutivo, cuya finalidad no consiste en castigar, sino en poner nuevamente a las partes en la situación en las que deberían estar normalmente, de no mediar falta alguna. Un ejemplo claro son las leyes, códigos, etc. El progreso del derecho restitutivo permite medir el grado evolutivo de una sociedad, indica que la división del trabajo está más especializada, etc.
Lo que viene sucediendo en las últimas semanas (se informa de 3 muertes producto de la campaña “Chapa tu choro”) corresponde claramente a una sociedad primitiva; la sanción que se debería imponer a las personas que linchan a los presuntos delincuentes corresponde a una sociedad moderna.
Este triste ejemplo debe dejarnos algunas cosas en claro: mucho cuidado a aquellos seudo líderes sociales que aprovechan estas situaciones para generar el caos y muerte; mucho cuidado a la población que cree que, bajo esa absurda frase “Fuente ovejuna todos a una”, pueden quedar exentos de responsabilidad ante crímenes tan graves como el asesinato.
La justicia tarda pero llega, para cualquiera de los dos lados.