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La reverencia de comulgar de rodillas y en la boca

LA REVERENCIA DE COMULGAR DE RODILLAS Y EN LA BOCA

La causa de la degeneración de la Iglesia ha sido casi siempre imputable a la negligencia y abuso hacia el Santo Sacramento del Altar (San Juan Fisher, mártir. Corpus Christi).

El obispo Atanasio Schneider es conocido por su determinación en defender la Sagrada Comunión en la boca. Participó como auditor en el Sínodo sobre la Eucaristía del año 2005 (La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia). En su relación habló del respeto hacia la Sagrada Eucaristía, recordando, para ello, el respeto que su propia madre le inculcó en los tiempos de la Iglesia perseguida en la Rusia comunista. Son múltiples sus intervenciones en coloquios y conferencias, siempre defendiendo con valentía y profundo amor a la Iglesia la dignidad y reverencia que supone recibir el Señor de rodillas y en la boca.

Tras su primer libro Dominus est, Reflexiones de un obispo de Asia central sobre la Sagrada Comunión (Librería Editrici Vaticana. 2009), ha aparecido en enero de 2014 su segundo libro: Corpus Christi. La Santa Comunione e il rinnovamento della Chiesa (Librería Editrici Vaticana).

Deseo comentar dos puntos del libro de gran interés y que ayudarán a ilustrar y a formar una idea lo más correcta posible sobre ellos; uno, sobre las funestas consecuencias del actual rito de la Comunión en la mano; y el otro, las razones teológicas y litúrgicas para recibir la Sagrada Comunión de rodillas y en la boca.

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En primer lugar, La práctica moderna de la Comunión en la mano supone una profunda llaga (profonda piaga) en el Cuerpo Místico de Cristo, práctica que difiere esencialmente del rito análogo de los primeros siglos, donde al poner la Sagrada Hostia en la mano (en las mujeres sobre un paño), el fiel se inclinaba reverentemente y comulgaba directamente con la boca. Debido a la confusión y abusos respecto a la Sagrada Comunión, a partir del siglo VIII, por lo menos, se daba la Comunión directamente en la boca de los fieles, y de esta forma se conseguía poner más de manifiesto que la Santa Comunión no es una comida común, sino realmente el Cuerpo de Cristo, la sacralidad en persona.

El actual rito de la Comunión en la mano nunca ha pertenecido (mai appartenuto) al patrimonio litúrgico de la Iglesia católica. Esta práctica actual de la Comunión en la mano es un invento calvinista (inventato dai calvinisti), y difiere sustancialmente del rito de la Iglesia de los primeros siglos, y ha causado y continúa causando un daño de proporciones verdaderamente preocupantes, además de un daño a la recta fe (recta fede) eucarística, a la reverencia (riverenza) y al cuidado hacia los fragmentos eucarísticos (cura verso i frammenti eucaristici).

Las consecuencias son devastadoras para la fe eucarística:

  • Se ha llegado a un sorprendente minimalismo (minimalismo) en los gestos de adoración y de reverencia.
  • Se trata de un gesto reservado a la comida común (cibo comune), que causa a una gran cantidad de fieles, en especial a los niños, las percepción que en la Hostia Santa no está presente la Persona Divina de Cristo, sino más bien un símbolo religioso, en cuanto podemos tratarle como tratamos la comida común.
  • Se causa una abundante pérdida de fragmentos (perdita di frammenti) de la Hostia Santa, que al caer al suelo son pisados inadvertidamente por los que comulgan.
  • Se ha aumenta de forma de forma alarmante el robo (furto) de Hostias consagradas.

No hay en la Iglesia ni sobre la tierra algo tan sagrado (sacro), ni tan divino (divino), ni tan vivo y personal (vivo e personale) como la Santa Comunión, porque la Comunión es el mismo Señor eucarístico.

Es incomprensible como dentro de la Iglesia no haya personas que reconozcan esta llaga (piaga), considerando, por el contrario, este asunto como secundario (secundaria), y todavía muchísimo más incomprensible es que haya personas que dentro de la Iglesia la defiendan (difendono) y propaguen (diffondono).

Recuerda el Obispo Schneider que los temores del beato Papa Pablo VI en la Instrucción Memoriale Domini, del 29 de mayo de 1969 se han cumplido:

  1. Disminución de la reverencia hacia el augustísimo Sacramento del Altar.
  2. Profanación del mismo Sacramento.
  3. Alteración de la recta doctrina de la fe eucarística.

En segundo lugar, veamos las razones teológicas y litúrgicas para la recepción de la Sagrada Comunión de rodillas y en la boca. Para ello recuerda que no basta el culto interior, pues Dios se ha hecho hombre y por tanto visible. Por lo que un culto esencialmente interior no es coherente con la Encarnación. Tal culto sería un culto “platónico”, protestante y esencialmente gnóstico. El culto debido al Cuerpo Eucarístico de Cristo debe ser necesariamente exterior e interior. Ambas formas son inseparables.

Partiendo de lo anterior, añade que la simbología de la boca expresa de un modo convincente el contenido espiritual y religioso: el beso tiene la imagen de un acto de amor interior y espiritualizado (Por ejemplo, en el Cantar de los Cantares); en el Salmo 84, 11: la Justica y la Paz se besan, podemos pensar también en el beso litúrgico o santo beso fraterno (1 Cor 16, 20 etc.). La palabra adoratio se compone de os ad os (es decir, boca a boca). La palabra fuera de la boca: es imagen de aquella PALABRA Eterna que procede de Dios, y de Jesús que de Su boca insufla el Espíritu Santo (Gn 20, 27).

Además, Las palabras Accipite et manducate, se traducen literalmente como Recibid y comed, que fueron dichas directamente a los Apóstoles, sacerdote de la Nueva Alianza, no a la totalidad de los fieles. Si esto no fuera así, las palabras Haced esto en memoria mía se dirigirían, en consecuencia, a la totalidad de los fieles, que en virtud de estas palabras, hoy podría participar del sacerdocio ministerial. Por otro lado, la palabra accipite no significa tocar con la mano sino más bien la acción de recibir. La palabra accípere, por ejemplo, se encuentra en: recibid el Espíritu de verdad (Jn 14, 17): Recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 22), etc.

La recepción de la Sagrada Comunión no se trata de de un acto externo de poder tocar con la mano, sino de un acontecimiento profundamente espiritual: se trata de un poder recibir el sacramento eucarístico con el corazón, con el alma, pero evidentemente también con el cuerpo convenientemente, esto es con la lengua y de rodillas.

La Iglesia vive de la Eucaristía. El Cristo eucarístico en el verdadero centro de la Iglesia, y por serlo lo es también la adoración. Lo primero es la adoración. Nunca podrá haber progreso espiritual, tanto personal como general en la Iglesia sin no hay una verdadera actitud de reverencia y adoración al Santísimo Sacramento. El rito actual de la Sagrada Comunión en la mano se ha revelado como una práctica no pastoral, que conlleva un gran perjuicio a la fe y a la piedad de los fieles.

Debería surgir una gran movimiento entre los fieles que unidos a la llamada de TODOS DE RODILLAS iniciaran la renovación de la Iglesia, desde abajo, recibiendo la Sagrada Comunión de rodillas y en la boca. Bastaría que algunos fieles o amigos se pusieran de acuerdo y juntos comulgaran de esta forma, ayudándose espiritualmente unos a otros. La práctica demuestra que cuando unos empiezan a arrodillarse otros los siguen.

Adoro te devote latens Deitas. Te adoro con devoción Dios escondido.

Todos de rodillas.

Autor: Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

Fuente: ADELANTE LA FE

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Comunión Espiritual

COMUNIÓN ESPIRITUAL

A veces nos encontramos ante el Señor Sacramentado y pasamos momentos de aridez, sin percibir su voz ni llegar a decirle nada. ¿Qué hacer? He aquí una manera excelente de ocupar parte del tiempo en las visitas al Santísimo: hacer una comunión espiritual.

Llamamos comunión sacramental el recibir el cuerpo de Cristo bajo las especies eucarísticas en la Santa Misa o fuera de ella. Es este un momento inefable de unión e intimidad con Dios, por cierto el momento (o el acontecimiento) más importante del día o de la semana.

Pero resulta que además podemos encontrarnos con Nuestro Señor haciendo una comunión espiritual que podrá tener tanto o hasta mayor fruto que la misma comunión eucarística, dependiendo del fervor con que uno se empeñe y de la liberalidad de Dios.

La comunión sacramental se puede recibir hasta dos veces por día, si la segunda vez que comulgo lo hago participando de la Santa Misa, según estipula el Código de Derecho Canónico, canon 917.

En cambio, la comunión espiritual puedo hacerla en todo momento, en cualquier lugar, tantas veces cuantas quiera.

¿En qué consiste la comunión espiritual?

San Alfonso María de Ligorio nos lo explica muy claramente: “consiste en el deseo de recibir a Jesús Sacramentado y en darle un amoroso abrazo, como si ya lo hubiéramos recibido”.

Esta devoción es mucho más provechosa de lo que se piensa y muy fácil de realizar. Hay fórmulas que nos ayudan a hacerla como, por ejemplo ésta, que es de la pluma del mismo santo:

“Oh Jesús mío, creo que estas presente en el Santísimo Sacramento, te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti, No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte. Amén”

Pero cada uno pude meditar y realizar la comunión espiritual sin necesidad de acogerse a una receta específica, aunque para que sea bien hecha, se recomienda que se haga:
– un acto de fe en la Eucaristía (creo que estás presente en la Eucaristía)
– un acto de amor (te amo sobre todas las cosas)
– un acto de deseo (deseo recibirte en mi alma)
– Por fin, un pedido: (ven espiritualmente a mi corazón, permanece en mí y haz que nunca te abandone).

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Cuantas veces pensamos y hasta soñamos con cosas que queremos o que nos gustan. Es un imperativo de nuestro ser racional y volitivo. ¿Y cómo no vamos a tener en vista esa presencia tan benéfica que es, además, prenda de vida eterna?

Puede decirse que la comunión espiritual es un termómetro de nuestra fe y de nuestro amor a la Eucaristía. Y si no teníamos claro la factibilidad de esta práctica devocional, se comprende que no hayamos recurrido a ella; pero una vez que hemos comprendido cuán beneficiosa es para el alma, no tenemos más que hacerla parte de nuestros hábitos cotidianos.

Dice Jesús en el Evangelio que es preciso “orar en todo tiempo y no desfallecer” (Lc. 18, 1). La comunión espiritual es una forma excelente de oración que está siempre a nuestro alcance.

“Ecclesia de Eucharistía” es el título de una encíclica de San Juan Pablo II. “La Iglesia vive de la Eucaristía” y sin ella no puede existir. De forma real o virtual, debemos comulgar siempre con el Señor. La Eucaristía fue hecha para los cristianos y los cristianos para la Eucaristía.

Un pagano como el centurión romano (Mt. 8, 5-17) vivió la experiencia de la comunión espiritual cuando dijo: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa pero decid una sola palabra…”. La comunión con el Mesías, a través de un acto de fe, de esperanza y de amor, obtuvo su conversión y la cura de su siervo.

Creer, desear y adorar… ¡ya es comulgar!

Autor: Padre Rafael Ibarguren, EP
Fuente: Gaudium Press

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Coronilla del Santísimo Sacramento del Altar para los Adoradores

CORONILLA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR PARA LOS ADORADORES

Oración para rezar frente al Santísimo Sacramento.

1.- Credo

Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

2.- Pésame

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos; antes querría haber muerto que haberle ofendido, y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia, no pecar mas y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Con un rosario normal se rezan cinco misterios de diez decenas cada uno.

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3. Meditar los cinco misterios

Primer misterio: La oración de Jesús en el Huerto

Meditación:

Después de la Última Cena, Jesús tiene una inmensa necesidad de orar. Su alma está triste hasta la muerte. En el Huerto de los Olivos cae abatido: se postró rostro en tierra (Mateo 26, 39), precisa San Mateo. “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea yo como quiero, sino como quieres Tú”. En Jesús se unen a la tristeza, un tedio y una angustia mortales.

Buscó apoyarse en la compañía de sus amigos íntimos y los encontró durmiendo; pero, entre tanto, uno no dormía; el traidor conjuraba con sus enemigos. Él, que es la misma inocencia, carga con los pecados de todos y cada uno de los hombres, y se ofreció, con cuánto amor, como Víctima para pagar personalmente todas nuestras deudas… y de cuántos solo recibe olvido y menosprecio.

¡Cuánto hemos de agradecer al Señor su sacrificio voluntario para librarnos del pecado y de la muerte eterna! En nuestra vida puede haber momentos de profundo dolor, en que cueste aceptar la Voluntad de Dios, con tentaciones de desaliento. La imagen de la Agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos nos enseña a abrazar la Voluntad de Dios, sin poner obstáculo alguno ni condiciones, aunque por momentos pidamos ser librados, con tal de que así pudiésemos identificarnos con la Voluntad de Dios. Debe ser una oración perseverante.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

la flagelación de jesús krouillong comunion en la mano

Segundo misterio: La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo

Señor Jesucristo, me pregunto qué fue más doloroso: ¿las heridas de los látigos, o la tormentosa tristeza de sentir el odio de la gente y los soldados?  Además la fría soledad del momento, más difícil que aceptar el dolor de tus heridas.  Y a pesar de que Pedro aseguró que “Aunque tenga que morir contigo yo no te negaré” , “todos huyeron y te abandonaron” – incluso Pedro.  Fue tu infinito amor el que te trajo al mundo en primer lugar, a una vida de trabajo y sufrimiento, a una muerte atroz.  ¿Puedo apoyarme en tus heridas y aprender la lección?  “Ellos lucharán en tu contra, pero no te vencerán, por cuanto yo estoy aquí para liberarte, dice el Señor”.

Jesús escondido de María, tú recibiste los duros golpes de los latigazos de los soldados, de aquellos que obedecen ciegamente a la autoridad de la época.  Y dicha autoridad fue ciega a su vez al plan original de Dios.  Perdona todas las veces que hemos seguido ciegamente el camino del pecado, y no hemos sido obedientes a la gentil invitación de nuestro Salvador.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

jesus coronacion de espinas krouillong comunion en la mano

 

Tercer misterio: La coronación de espinas

Meditación:

Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran. Y los soldados le pusieron en la cabeza una corona de espinas que habían trenzado y lo vistieron con su manto de púrpura. Y se acercaban a él y le decían: -Salve, Rey de los judíos. Y le daban bofetadas.

¡Mi amado Jesucristo Agonizante, Hijo del Altísimo! Me postro a Tus pies en medio de mi nada. Recuerdo todas mis ofensas hacia Ti. Te ruego, Señor, ten misericordia de mí. Mis pecados te han mantenido en agonía por estos miles de años. Te contemplo aun vivo, colgado en la Cruz, con esa terrible corona de espinas, la sangre bañando Tu rostro, y las espinas punzando Tu Santa Faz. Me arrepiento por ese regalo que te di: la corona de espinas. Deseo quitarte la corona de espinas, y ofrecerte con amor una corona de oro.

Mi Agonizante Jesús, recuerdo como yo golpeé Tu Sagrada Cabeza con una varilla de hierro, para que te penetraran aún más las espinas en Tu cerebro. Sentiste un dolor como si fuera un rayo que estremeciera todo Tu Cuerpo virginal. ¡Oh cuanto te ha hecho sufrir mi maldad!

Mi Jesús, que sufres místicamente el dolor y la agonía de mi terrible corona de espinas en Tu Sagrado Corazón, Ten misericordia de mí, y perdona al mundo.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

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Cuarto misterio: Jesús carga con la cruz acuestas

Meditación:

Después de haberse burlado de Jesús, los soldados le quitaron el manto de púrpura que le habían echado encima, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar la cruz detrás de Jesús.

Lo seguía una gran multitud del pueblo y también unas mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos…».

Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados a un lugar llamado Gólgota, que quiere decir Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores.

Señor, te has dejado escarnecer y ultrajar. Ayúdanos a no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles. Ayúdanos a reconocer tu rostro en los humillados y marginados. Ayúdanos a no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a tu voluntad. Tú has llevado la Cruz y nos has invitado a seguirte por ese camino. Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla; para no lamentarnos ni dejar que nuestros corazones se abatan ante las dificultades de la vida. Anímanos a recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzar la verdadera alegría.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

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Quinto misterio: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación:

Llegados al Calvario, crucificaron a Jesús y a los dos malhechores. Los soldados se repartieron los vestidos de Jesús por lotes, y la túnica, tejida de una pieza, sin costura, la echaron a suerte. Pilato redactó una inscripción que decía: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos», y la puso sobre la cruz. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el Templo y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy Hijo de Dios”». También los soldados se burlaban de él, y hasta uno de los malhechores crucificados con él le injuriaba, mientras el otro decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino»; Jesús le respondió: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

En el desarrollo de los acontecimientos, Jesús dijo también otras palabras: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen»; «Tengo sed»; «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?»; «Todo está cumplido»; «Padre, en tus manos pongo mi espíritu».

Al mediodía quedó la tierra en tinieblas y se produjeron otros fenómenos extraordinarios.

Hacia las tres de la tarde, habiendo dado perfecto cumplimiento a todos los designios divinos, Jesús se encomendó a su Padre con voz poderosa e inclinando la cabeza entregó el espíritu.

¡Amoroso y Divino Jesús crucificado, que lleno de amor a los hombres te ofreciste ante el Eterno Padre por víctima expiatoria de los crímenes del mundo! Ya que me concediste la gracia de inspirarme que me ofrezca contigo en holocausto, como víctima que une sus dolores a los tuyos en desagravio de tantas culpas…, yo, criatura indigna y miserable, postrada delante de tu Cruz y con la ayuda de tu gracia, confirmo y ratifico mi promesa de querer padecer con los mismos fines que Tú en ella padeciste… Recibe todo mi ser en holocausto y haz de mi lo que quieras. Sobre los brazos de tu Cruz abro los míos para perdonar y abrazar a todos mis enemigos, cuyo bien y salvación deseo y prometo solemnemente procurar cuanto sea de mi parte, así como el alivio de sus penas e infortunios.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

La coronilla termina rezándose Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Amén.

Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten

Karla Rouillon Gallangos

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Pedidos de Oración

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Registre y rellene en el siguiente formato, los datos que se le piden (en tema poner: pedido de oración) y escriba sus pedidos de oración. Recuerda que no hay nada imposible para Dios, siempre que lo que pidas esté conforme a Su voluntad. Tu pedido de oración nunca caducará diariamente estarás presente en nuestras oraciones. Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten.

Intenciones para la Santa Misa

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Registre y rellene en el siguiente formato, los datos que se le piden (en tema poner: intenciones para la santa misa) y escriba sus Intenciones para la Santa Misa dominical, la cual haré llegar cada domingo a los sacerdotes celebrantes. No olvide pedir por los sacerdotes, obispos y cardenales, así como por todas las Benditas Almas del Purgatorio y por la conversión de los pecadores del mundo entero. Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten.

Jueves Santo: Renovación de los Votos Sacerdotales

RENOVACIÓN DE VOTOS SACERDOTALES

El Jueves Santo la Iglesia conmemora la Institución de la Eucaristía, privilegio dado por Dios exclusivamente a los Sacerdotes, para que la consagren y entreguen a los fieles, por ello, la Iglesia conmemora también la Institución del Sacerdocio, en señal de este privilegio exclusivo.

Sacerdotes del mundo entero, aprovechen este Jueves Santo para renovar sus votos sacerdotales, renovando las promesas que hicieron durante su ordenación sacerdotal y reafirmando su deseo de vivir para el servicio de Dios.

¿Recuerdas el día de tu ordenación sacerdotal? ¿Recuerdas tus emociones de ese día? Pregúntate cuánto cambiaste como Sacerdote desde ese día hasta hoy, y analiza las cosas positivas y negativas que han sucedido desde entonces en tu sacerdocio para mejorarlas, con la ayuda de Dios.

Renueva tus Votos Sacerdotales

Puedes hacerlo en la Misa Crismal del Jueves Santo o en el silencio de un Sagrario, solo necesitas un momento a solas delante del Sagrario y calentar de amor tu corazón para decirle a Jesús que lo amas y que amas ser Su Sacerdote, que deseas unirte cada día a Cristo, ser su fiel Ministro, ofrecer el Santo Sacrificio en Su nombre y enseñarlo a los más jóvenes que quieran ser sacerdotes también.

Renueva tus votos sacerdotales frecuentemente y verás como Dios te hará un Santo Sacerdote.

Que el Espíritu Santo siga iluminando su camino de santificación en bien de las almas y el Reino de Dios y que Dios les conceda a todos los Sacerdotes del mundo las Gracias que necesiten.

Karla Rouillon Gallangos

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Los Demonios creen y tiemblan

LOS DEMONIOS CREEN Y TIEMBLAN

Encontrábase San Bernardo en Milán, encargado por el Papa Inocencio II de restablecer la tranquilidad en esta ciudad, desolada como el resto de la Italia por el cisma del antipapa Anacleto.

Al mismo tiempo que combatía las pasiones políticas, el santo abad encontró muchas veces ocasión de conseguir grandes victorias sobre los espíritus infernales.

Un día que se preparaba a celebrar la Santa Misa en la basílica de San Ambrosio, (la misma que había sido en otro tiempo testigo de la conversión de San Agustín), le trajeron una mujer grande de edad, de una familia honorable de Milán, que hacía muchos años estaba poseída del demonio. A cada instante su perseguidor la sofocaba; a fuerza de torturas le había hecho perder el oído, la vista y la palabra; rechinaba los dientes y sus facciones contraídas causaban espanto; los ojos fuera de sus órbitas y el aliento corrompido indicaban bastante la presencia del espíritu de tinieblas.  Cuando San Bernardo vió con atención a esta desgraciada, comprendió que el demonio estaba íntimamente unido y como incorporado a ella, y que no saldría fácilmente de una habitación que había ocupado tan largo tiempo.

Vuélvese entonces el hombre de Dios hacia el pueblo que llenaba la basílica; invita a los fieles a orar con fervor, y rodeado de  sacerdotes y religiosos que le acompañaban, baja del altar, ordena que hagan acercarse a la pobre mujer y la sostengan sólidamente; mas ella resistía, impulsada por una fuerza sobre humana y diabólica, se debatía con horribles convulsiones en medio de los que la guardaban, y aun golpeó con el pie al siervo de Dios: más Bernardo permaneció tranquilo sin inquietarse de la audacia del demonio; luego subió al altar y comenzó la celebración del Santo Sacrificio. Más todas las veces que hacía la señal de la cruz sobre las oblaciones se volvía hacia la poseída, y por la misma señal divina empeñaba la lucha con el espíritu del mal: inmediatamente Satanás manifestaba por un redoblamiento de furor y con horribles aullidos, cuán vivamente sostenía el aguijón de esta arma poderosa.

Acabada la oración dominical, San Bernardo se prepara a tocar de más cerca al enemigo; toma en la mano la patena en la cual ha depositado el Cuerpo Sagrado del Señor y la eleva sobre la cabeza de la desgraciada, diciendo: “He aquí tu juez, espíritu del mal, he aquí al Omnipotente; resiste ahora si puedes; combate si te atreves contra Aquel que estando a punto de morir por nuestra salvación, dijo: Ha llegado el tiempo en que el príncipe de este mundo será arrojado de su imperio. He aquí el cuerpo adorable que fue formado en el seno de una Virgen, clavado en el madero de la Cruz, depositado en el sepulcro; que por su Resurrección venció la muerte y que en fin subió triunfante al Cielo en presencia de sus discípulos. Por el poder de esta terrible Majestad te ordeno, espíritu infernal, que salgas del cuerpo de esta sierva de Dios y jamás vuelvas a entrar en él.”

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El demonio obligado a obedecer y soltar su presa, quiso por lo menos antes de confesarse vencido manifestar su furor y atormentar a su víctima con mayor violencia. El santo abad, seguro del éxito, vuelve a subir al altar, prosigue el sacrificio, hace la fracción de la Hostia y da la paz al diácono quien la comunica a toda la asamblea; en el mismo instante recobró la pobre mujer la tranquilidad y la salud; porque Satanás huyó dando gritos de rabia, y demostrando por su derrota la eficacia y el poder del Sacramento de nuestros altares.

No debe creerse que tales milagros son debidos, más bien a la santidad de los taumaturgos que a la virtud del Sacramento: el mismo San Bernardo reconocía lo contrario y dió testimonio público de ello en la iglesia de San Ciro en Pavía.

Presentáronle una energúmena poseída por un demonio furioso, que ya había resistido a la invocación de San Ciro y se burlaba de los exorcismos diciendo:––El pequeño Ciro no pudo arrojarme de aquí, mucho menos podrá Bernardo —Es verdad, respondió el santo abad; mas lo que no harán ni las reliquias ni Bernardo, Nuestro Señor Jesucristo tu Amo y el mío lo hora: ¡sal de su presencia! Y el demonio espantado al solo nombre de Jesucristo, huyó al instante.

“MILAGROS EUCARÍSTICOS”

Fuente: SAN MIGUEL ARCÁNGEL BLOGSPOT

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Acto de Súplica

ACTO DE SÚPLICA

Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.

Que persevere siempre en tu amor.

Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar, y en la hora de mi muerte.

Que no permitas que jamás me aparte de Ti.

Que sepa padecer con resignación por Ti.

Que no me preocupe sino de amarte.

Que ame también a mis prójimos.

Que ame mucho a los pecadores.

Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.

Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas del Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.

Que ampares a Tu Iglesia.

Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.

A los Prelados y a los Sacerdotes.

A los Religiosos y Religiosas.

A los que mandan en tu nombre.

A los que gobiernan nuestra nación

A nuestra querida Patria.

A mis amados parientes y allegados.

Que pagues a mis bienhechores

Que favorezcas a los que ruegan por mí.

Que bendigas a los que me miren con indiferencia y no me quieran.

Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte.

Que me concedas una muerte santa.

Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!

Que me lleves al cielo cuando muera.

Amén.

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Comunión Espiritual

COMUNIÓN ESPIRITUAL

Creo Jesús mío, que estáis presente en el Santísimo Sacramento del altar; os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros dentro de mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos; no permitáis Señor que jamás que me separe de Vos. Amén.

sagrada eucaristia krouillong comunion en la mano

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Acto de Fe y Adoración

ACTO DE FE Y ADORACIÓN

Creo, oh Jesús, con mi más viva fe, que estás realmente presente, aquí, delante mío, bajo las especies Eucarísticas; Tú, el Verbo eterno del Padre, engendrado desde todos los siglos y encarnado luego en las entrañas de la Virgen Madre, Jesucristo Redentor y Rey. Creo, realmente, que estás presente en la verdad inefable de Tu Divinidad y de Tu Humanidad.

Jesús, eres el mismo de Belén, el divino Niño que aceptara por mí, el aniquilamiento, la pobreza y la persecución. Eres el Jesús de Nazaret, que por mi amor abrazó el ocultamiento, las fatigas y la obediencia. Eres el Divino Maestro, aquel que vino para enseñarme las dulces verdades de la fe, a traer el gran mandamiento del amor: Tu mandamiento. Eres el Salvador Misericordioso, el que te inclinas sobre todas mis miserias con infinita comprensión y conmovedora bondad, pronto siempre a perdonar, a curar, a renovar. Eres la Víctima Santa, inmolada para gloria del Padre y bien de todas las almas. Eres el Jesús que por mí sudó sangre en el Huerto de Getsemaní; quien por mí sufrió la condenación de tribunales humanos, la dolorosísima flagelación, la cruel y humillante coronación de espinas, el martirio cruel de la crucifixión. Eres quien quiso agonizar y morir por mí. Tú eres Jesús Resucitado, el vencedor de la muerte, del pecado y del infierno. Quien está deseoso de comunicarme los tesoros de la vida divina que posees en toda su plenitud.

Jesús mío, Te encuentras aquí, presente en la Hostia Consagrada, Santa, con un Corazón desbordante de ternura, un Corazón que ama infinitamente. En Tu Corazón, Jesús, encuentro el Amor Infinito, la Caridad divina: Dios, principio de vida, existente y vivificante. ¡Qué dulce me es, Dios mío, Trinidad Santísima, adorarte en este Sagrario en el que ahora estás!

Por ello me uno a los Ángeles y Santos quienes, invisibles pero presentes y vigilantes junto a Tu Sagrario, Te adoran incesantemente. Me uno, sobre todo, a Tu Santísima Madre y a los sentimientos de profunda adoración y de intenso amor que brotaron de Su alma desde el primer instante de Tu Encarnación y cuando te llevaba en Su seno inmaculado.

Y mientras Te adoro en este Sagrario, lo hago en todos los del mundo y, especialmente, en aquellos en los cuales estás más abandonado y olvidado. Te adoro en cada Hostia Consagrada que existe entre el Cielo y la tierra.

Te adoro, Dios Padre, porque por medio de Cristo has descendido hasta mi humanidad y porque, por Su Corazón adorable, Te has unido tan estrechamente al hombre, a mí, pobre criatura ingrata. Te adoro en este templo, santificado por la presencia siempre actual de Tu Ser divino; me postro hasta la nada, en adoración delante de Tu Majestad Soberana pero, al mismo tiempo, el amor me eleva hasta Ti.

Te adoro, Dios Padre, y te amo; el amor y la adoración están totalmente confundidos y mezclados en mi alma, tanto que no sabría decir si más adoro que amo o si más amo que adoro… Te adoro porque encuentro en Ti todo poder y toda santidad, justicia y sabiduría; porque Tú eres mi Creador y mi Dios. Te amo porque encuentro en Ti toda belleza, toda bondad, toda ternura y toda misericordia. Te amo porque me has hecho el regalo de un tesoro invalorable.

Jesús es mi tesoro, es mío y a cada instante puedo sacar de Él gracias a manos llenas, pues lo encuentro siempre abundante. De Él tomo cuanto necesito para pagar mis deudas, para remediar mis necesidades, encontrar delicia, ganarme una corona. ¡Qué don inefable es este Jesús con Su Corazón desbordante de ternuras! Un tesoro que jamás se agota: mientras más saco, él más aumenta.

Oh, Dios Padre, tanto has amado a tus criaturas que les diste a Tu único Hijo y, para que la Majestad de Tu Verbo no nos infundiese temor y nuestras almas se pudieran dirigir a Él con confianza, lo revestiste de una carne semejante a la nuestra. Lo has embellecido con las gracias más atrayentes y, sobre todo, le has dado un Corazón infinitamente perfecto; tanto que debía ser la morada de Tus delicias, porque Tu divina plenitud vive en El y la más humilde de las criaturas tiene allí su lugar de privilegio.

Ese adorado Corazón, inmenso como Tú, Dios mío, porque te contiene, es también mi morada, pues me ama. En Él me encuentro con Tu divinidad y, al verme en este Sagrado asilo, Tu justa ira se aplaca y Tu justicia se desarma.

Te adoro, Dios Padre, por Jesús y en Jesús. Adoro a Jesús, Tu Hijo, quien por Su Humanidad es mi hermano y por Su Divinidad es mi Dios. Te amo por Jesús y con Jesús. Te amo por el Corazón de Jesús, que el amor hizo mío. Te amo en Jesús. Por Él Te llega mi amor, por Él puedo alcanzarte y abrazarte.

R/: Dios mío, reconozco que Tú eres la Bondad Infinita y creo en Tu amor por mí.

  • En el misterio sublime de la Unidad de Tu Naturaleza y de la Trinidad de Tus Personas,R/.
  • En la armonía de Tus perfecciones innumerables, R/.
  • En la riqueza inagotable con que haces los seres de la nada, R/.
  • En la pacífica posesión de Tu eterna Bienaventuranza, R/.
  • En la sabiduría infinita con que gobiernas todas las cosas, R/.
  • En la bondad inefable con que elevas al hombre a la dignidad de hijo Tuyo, R/.
  • En la Misericordia infinita con que toleras y conservas al pecador, R/.
  • En el misterioso decreto que estableció la Redención, R/.
  • En el infinito abajamiento de Tu Encarnación, R/.
  • En las humillaciones, en los ocultamientos, en los trabajos de Tu vida terrena, R/.
  • En los oprobios de Tu Pasión y muerte, R/.
  • En la gloria de Tu Resurrección, de Tu Ascensión y de Tu triunfo en los Cielos, R/.
  • En Tu divino Corazón, abierto por la lanza en el Calvario, R/.
  • En Tu divino Corazón revelado a Tus Santos en el transcurso de los siglos, R/.
  • En Tu divino Corazón que late de amor por nosotros en Tu pecho adorable y presente en nuestros Sagrarios, R/.
  • En Tu divino Corazón, desbordante de misericordia para los pobres pecadores, especialmente en el Sacramento de la Penitencia, R/.
  • En Tu Sacerdocio, que a través de los siglos continúa Tu obra de Misericordia y de salvación, R/.
  • En Tu Vicario, que te representa visiblemente en la tierra, R/.
  • En la Iglesia, que conserva y dispensa a las almas los tesoros de Tu divina gracia, R/.
  • En su magisterio infalible, en su sabio gobierno, en su inefable poder de santificación,R/.
  • En María Santísima, Tu Madre, enriquecida con tantos privilegios y constituida también Madre, Corredentora y Abogada nuestra, R/.
  • En la exhuberante fecundidad con que produces Santos, R/.
  • En la conmovedora generosidad con que dispensas tus dones, R/.
  • En el misterioso trabajo de la gracia en la intimidad de las almas, R/.
  • En el don purificador de tu Cruz, R/.
  • En la maravillosa providencia con que sigues a cada criatura en el curso de su vida, R/.
  • En Tu gloria infinita, que comunicas a Tus elegidos haciéndolos eternamente felices en el Cielo, R/.

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Señor: La Iglesia, en la recitación del Gloria de la Santa Misa, me invita a darte gracias por Tu gran gloria, me invita a agradecerte, glorificarte y alabarte por lo que Tú eres, Dios mío. Por este motivo, me es grato repetirte: Te doy gracias, porque eres el Amor Infinito.

Después de haberme postrado para adorarte en el Sagrado Corazón de Jesús, quiero agradecerte. Te agradezco, mi Dios, porque Tú eres el Amor y te agradezco por los dones de Tu amor. Y ya que los dones más preciados, los de la vida sobrenatural, nos los diste por Jesús, es también por Él, con Él y en Él que quiero elevar hasta Ti el himno de reconocimiento.

En unión con Jesús te agradezco, Dios Padre, por todas las gracias personales que me has concedido. Tú me diste la vida, sacándome de la nada y me la conservaste día a día hasta este momento. Pero Tú me has dado otra vida más valiosa, la de la gracia, que me hace partícipe de Tu misma vida divina y, después de la primera gracia con la que me santificaste en el día del bautismo, ¡cuántas gracias me han sido concedidas, que conservaron, aumentaron y, tal vez, reconquistaron la vida sobrenatural!

Pienso en los dones de tu amor de los que tanto he gozado:

  • En la Iglesia, que me has dado para que sea mi maestra y guía hacia la eternidad.
  • En los Sacerdotes, que me han otorgado los dones de Tu amor.
  • En los perdones continuadamente renovados.
  • En la Eucaristía, que ha sido para mí, alimento, sostén y consuelo.
  • En la Virgen, que es mi buena Madre, mi consoladora, mi ayuda, mi especial protectora en cada instante de mi vida.
  • En el Paraíso, que me has preparado y que con Tu gracia espero alcanzar.

Contemplo mi vida sembrada de alegrías y dolores y comprendo que todo en ella ha sido amor. Todo, oh mi Dios, porque de Tu Corazón amante no puede salir nada que no sea gracia y amor.
Por todo ésto:

R/: Te doy gracias, Dios mío.

  • Por las alegrías que me has permitido gozar, así como por los dolores y las pruebas con que has sembrado mi camino, R/.
  • Por las gracias conocidas y por las desconocidas, R/.
  • Por los favores del pasado y los del futuro, R/.
  • Por todo lo que has hecho en mí y por mí, y por todo lo que todavía querrás hacer en el futuro, R/.
  • Sobre todo, por haberme llamado al conocimiento de Tu Amor y a consagrarme a Él, R/.
  • Por la luz y la alegría Tuyas, que estoy tan lejos de merecer, R/.
  • Por la luz y la alegría que el conocimiento de Tu Amor trajo a mi vida, R/.
  • Por la posesión de Tu amor que Te hace mío y a mí me hace Tuyo, R/.

Pero no quiero y no puedo darte gracias sólo por mí. Te doy gracias también por todos los dones que Tu Amor ha derramado en la Iglesia. Por los beneficios otorgados a los Ángeles y a los Santos, alabanzas perennes de Tu Amor. Y sobre todo, por los beneficios innumerables que has hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre. Te doy gracias por haberla hecho tan grande, tan santa, tan hermosa. Te doy gracias por los privilegios que le concediste, por el trono de gloria sobre el cual la colocaste, por la misión que le confiaste. Te doy gracias por haber hecho de esta criatura predilecta, una madre en la que puedo y debo colocar todas mis esperanzas.

Para que mi reconocimiento sea más eficaz me permito, oh Señor, vivificarlo con el amor. Por eso Te digo y Te repito: que Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas.

R/: Te amo, Dios mío.

  • A Ti, que eres el amor infinito, R/.
  • A Ti, que me has salvado por Tu amor, R/.
  • A Tí, que me ordenas amarte, R/.
  • Con todo mi corazón, R/.
  • Con toda mi alma, R/.
  • Con todo mi espíritu, R/.
  • Con todas mis fuerzas, R/.
  • Por encima de todos los bienes y honores, R/.
  • Por encima de todos los placeres y las alegrías, R/.
  • Más que a mí mismo y que a todo cuanto me pertenece, R/.
  • Más que a mis padres y que a mis amigos, R/.
  • Más que a todos los hombres y ángeles, R/.
  • Por encima de todas las cosas creadas en el cielo y en la tierra, R/.
  • Solamente por Ti mismo, R/.
  • Porque Tú eres el Sumo Bien, R/.
  • Porque Tú eres infinitamente digno de ser amado, R/.
  • Porque Tú eres infinitamente perfecto, R/.
  • Aunque no me hubieras prometido el Paraíso, R/.
  • Aunque no me amenazaras con el infierno, R/.
  • Aunque me probases con la miseria y la desventura, R/.
  • En la abundancia y en la pobreza, R/.
  • En la prosperidad y en el infortunio, R/.
  • En los honores y en los desprecios, R/.
  • En las alegrías y en los dolores, R/.
  • En la salud y en la enfermedad, R/.
  • En la vida y en la muerte, R/.
  • En el tiempo y en la eternidad, R/.
  • En unión al amor con que todos los Santos y Angeles Te aman en el Cielo, R/.
  • En unión al amor con que Te ama la Bienaventurada Virgen María, R/.
  • En unión al amor infinito con que nos amas eternamente, R/.

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Oh, Dios mío, que posees en una abundancia incomprensible todo cuanto puede haber de perfecto y digno de amor, extingue en mí todo amor culpable, sensual y desordenado hacia las criaturas, y enciende en mi corazón el fuego purísimo de Tu amor, a fin de que ame sólo a Ti, por Ti, hasta el punto que, consumido en Tu santísimo amor, pueda yo ir a amarte eternamente en el Cielo, con los elegidos. Amén.

Señor, ahora quiero hacer ante Ti reparación. Oh, Jesús, Víctima divina de nuestros altares, grande y único Reparador, yo también me uno a Ti para cumplir, contigo y por medio Tuyo, el oficio de pequeña alma reparadora.

Y me dirijo también a ti, oh Madre mía, para que así como en el Calvario ofreciste al Padre a Tu Jesús, que se inmolaba por su gloria y por la salvación de las almas, así renueves en este momento el místico ofrecimiento en mi lugar.

En el cáliz de Tu Corazón Inmaculado ofrece, oh Virgen dulce, los dolores de Jesús junto a los Tuyos, para invocar la Divina Misericordia sobre mí y sobre el mundo entero. Después de haberte dado gracias por Tus dones sin fin, ¿cómo puedo no confundirme a la vista de mis culpas y de mis infidelidades? ¡Con cuánta ingratitud y frialdad he respondido a tus beneficios!
Postrado ante Ti, que tanto me has amado, lleno de confusión y de arrepentimiento, invoco Tu perdón y Tu Misericordia.

R/: Oh, Jesús, ¡ten piedad de mí!

  • Por el mal uso que hice de los dones naturales recibidos: mi vida, mis energías, mi tiempo, mis sentidos, mi inteligencia, mi lengua, R/.
  • Por las desobediencias, pequeñas y grandes a Tu ley, R/.
  • Por los deberes descuidados o mal cumplidos, R/.
  • Por el bien que pude hacer y no hice, R/.
  • Porque dejé triunfar muchas veces en mí las malas inclinaciones del orgullo, de la vanidad y del egoísmo, R/.
  • Porque no practiqué el mandamiento de caridad, como Tú lo ordenaste, R/.
  • Porque dejé estériles en mí tantas gracias, R/.
  • Por la tibieza con que practiqué mi vida de piedad, R/.
  • Por la indiferencia y frialdad con que respondí a los dones de Tu amor, R/.
  • Por haber preferido muchas veces a las criaturas y las satisfacciones humanas, en lugar de Ti y de tus consolaciones, R/.
  • Por la poca fidelidad y generosidad con que he vivido mi consagración, R/.
  • Por la falta de fe y abandono en tu amor, R/.
  • Por la falta de dedicación a las almas y a la Iglesia, R/.
  • Por mis rebeliones y mi poco amor a Tu Voluntad y a Tu cruz, R/.

Me confundo en Tu presencia, oh mi Dios. Me arrodillo a Tus pies.
Me postro junto a Ti, oh Jesús, Hostia Divina, Redentor y Salvador mío, como un día la Magdalena. Y si bien es cierto que soy indigno de Tu amor, estoy seguro que tendrás para mí, la misma ternura misericordiosa.

Amén,

LO QUE DEBES SABER:

La comunión en la mano se regula por una excepción dada por la diócesis, según el juicio del obispo respectivo. La comunión en la boca siempre ha sido y sigue siendo ley de la Iglesia y por tanto no debe ser considerada desechada por los católicos como forma válida de recibir la comunión.

La Santa Iglesia -en su sabiduría- ha dejado indicado en la excepción que regula la comunión en la mano que es “solo para el fiel que lo desea”, lo que significa que nadie, ni sacerdote, ni párroco, nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano.

La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.

Si cedes a las presiones, estiras las manos y recibes la comunión en la mano es porque tú lo quieres así y, por tanto, tu responsabilidad, tu pecado, tus consecuencias.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano pregúntate si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios y cometer sacrilegio.

Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado por Dios. Recuerda que todo te es lícito, pero no todo te edifica.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás. Los católicos hoy en día blasfeman contra la Sagrada Eucaristía cuando dicen y consienten la idea de que “les da asco que les contagien una enfermedad con la saliva de otro fiel por comulgar en la boca” y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía al recibirla en las manos, y con estos pecados se comen su propia condenación.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

 

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Oración para Antes de la Comunión

ORACIÓN PARA ANTES DE LA COMUNIÓN

Señor, concédenos poder participar con verdadero amor, atención y piedad de esta Eucaristía que te ofrecemos, primero, para adorarte y agradecerte todos los beneficios que nos has hecho; segundo, para pedirte perdón de nuestros pecados y los de todos los hombres; tercero, para suplicarte las gracias que nos son necesarias para nuestra vida y para este día en concreto.

Te suplico que nos ayudes a prepararnos para recibirte dignamente y te ofrezco la Sagrada Comunión que voy a recibir por tus Santas intenciones, el alivio de las Benditas Almas del Purgatorio y la salvación de las almas.

Concédenos, Señor, asistir a esta Santa Misa con los mismos sentimientos de amor y piedad de tu Madre al pie de la Cruz. Con el espíritu y fervor con que la vivieron los santos.

Amén.

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LO QUE DEBES SABER:

La comunión en la mano se regula por una excepción dada por la diócesis, según el juicio del obispo respectivo. La comunión en la boca siempre ha sido y sigue siendo ley de la Iglesia y por tanto no debe ser considerada desechada por los católicos como forma válida de recibir la comunión.

La Santa Iglesia -en su sabiduría- ha dejado indicado en la excepción que regula la comunión en la mano que es “solo para el fiel que lo desea”, lo que significa que nadie, ni sacerdote, ni párroco, nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano.

La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.

Si cedes a las presiones, estiras las manos y recibes la comunión en la mano es porque tú lo quieres así y, por tanto, tu responsabilidad, tu pecado, tus consecuencias.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano pregúntate si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios y cometer sacrilegio.

Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado por Dios. Recuerda que todo te es lícito, pero no todo te edifica.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás. Los católicos hoy en día blasfeman contra la Sagrada Eucaristía cuando dicen y consienten la idea de que “les da asco que les contagien una enfermedad con la saliva de otro fiel por comulgar en la boca” y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía al recibirla en las manos, y con estos pecados se comen su propia condenación.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

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Devoción de los Cien Réquiem en sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio

Devoción de los Cien Réquiem en sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio

Esta piadosa devoción carmelita es antigua y muy efectiva para ayudar a las Benditas Almas del Purgatorio. Es una oración sencilla que fácilmente puede hacerse a diario en beneficio de las Benditas Almas del Purgatorio.

Deben saber que el ofrecimiento desinteresado que uno hace por las Benditas Almas del Purgatorio es tan valioso para Dios que, aún pidiendo solo por aquellos que no conoces, Dios le concede Sus Gracias también a tus familiares, amigos y conocidos. Por ello, les recomiendo pedir por todas las Benditas Almas del Purgatorio y no solo por sus familiares, pidan por todas en general, que Dios sabe a qué alma darle Sus Gracias dado que hay muchas almas por las que nadie reza, ya sea porque sus familiares no creen en Dios o porque -como muchos hoy en día- creen que después de muerto uno llega automáticamente al Cielo por la infinita misericordia de Dios, y pues, en el Cielo ya no necesita ni oraciones ni Santa Misa; finalmente Dios dará Sus Gracias a las almas más necesitadas y a aquellas que a ustedes más le interesan, pero necesita de nosotros para poder concederlas puesto que las Benditas Almas del Purgatorio no pueden rezar por ellas mismas, pueden pedir a Dios por ti, por sus familiares, pero no por ellas mismas.

Al no tener su oración eficacia sobre ellas mismas, no pueden salir del Purgatorio, es por ello, que nos corresponde a nosotros los vivos rezar por ellas. Con ayuda de sus oraciones, la Santa Misa y los sufrimientos que ofrezcan por ellas les serán de mucha utilidad para purgar más rápido sus faltas y alcanzar pronto la Luz Perpetua. En esto se basa la comunión de los santos, en que todos los santos del Cielo, las almas del Purgatorio y de fieles que aún peregrinamos en la Tierra, nos encontramos unidos en común unión con Jesucristo. Los santos del Cielo interceden por los vivos en la Tierra; los fieles en la Tierra ofrecen sus oraciones, la Santa Misa y sus penitencias y sufrimientos por los difuntos que se encuentran en el Purgatorio y se encomiendan a la intercesión de los Santos; los difuntos en el Purgatorio también interceden y ofrecen sus oraciones en favor nuestro.

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No existe comparación entre este sufrimiento y las penas del infierno. El purgatorio es temporal y por eso lleva consigo la esperanza de ver a Dios.

Las Benditas Almas deben permanecer el tiempo indicado por Dios en el Purgatorio hasta que hayan purgado todo aquello que les impide estar en presencia de Dios. Esta decisión divina es resultado del juicio personal de cada alma. Para algunos son días, semanas, meses, años o hasta el final de los tiempos, pero debido al sufrimiento que ahí se padece a causa del conocimiento de Dios pero no poder verlo ni estar en Su presencia todavía, es que un minuto en el Purgatorio parece una eternidad.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña la doctrina acerca de la existencia del Purgatorio.

1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación,sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro(San Gregorio Magno, dial. 4, 39).

1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: “Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado” (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos: Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1 Cor 41, 5).

1472. “Para entender esta doctrina y esta práctica de la Iglesia es preciso recordar que el  pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave nos priva de la comunión con Dios  y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama la “pena eterna”  del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las  criaturas que tienen necesidad de purificación, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en  el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación libera de lo que se llama la “pena  temporal” del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como una especie de  venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturaleza  misma del pecado. Una conversión que procede de una ferviente caridad puede llegar a la  total purificación del pecador, de modo que no subsistiría ninguna pena”.

No existe ningún Santo que hoy esté en los altares de la Iglesia que no haya ofrecido sus oraciones, sufrimientos o la Santa Misa para aliviar el sufrimiento de las Benditas Almas del Purgatorio.

San Efrén (306-373) en su testamento deja indicado: “En el trigésimo de mi muerte acordáos de mí, hermanos, en las oraciones. Los muertos reciben ayuda por las oraciones hechas por los vivos (Testamentum).

San Agustín (354-430):  “Durante el tiempo que media entre la muerte del hombre y la resurrección final, las almas quedan retenidas en lugares recónditos, según es digna cada una de reposo o de castigo, conforme a lo que hubiere merecido cuando vivía en la carne. Y no se puede negar que las almas de los difuntos reciben alivio por la piedad de sus parientes vivos, cuando por ellas se ofrece el sacrificio del Mediador o cuando se hacen limosnas en la Iglesia” (Enquiridión, 109-110: PL 40,283).

Santa Catalina de Bolonia (1413-1463) (religiosa Clarisa, mística, autora espiritual y artista) dejó escrito, que muchas veces se obtiene más fácilmente las gracias que deseamos por medio de las almas buenas que están el purgatorio, que por la intercesión de los santos.

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Santa Gema Galgani (1878-1903) tenía hecho el voto de ánimas a favor de las almas del purgatorio y todos los días pedía especialmente por ellas. Cuando murió la religiosa pasionista Madre María Teresa, el 16 de julio de 1900, ella rezó mucho por su alma. Dice en su Diario: “Hoy el ángel de la guarda me ha dicho que Jesús quería que sufriera esta noche unas dos horas… por un alma del purgatorio. Sufrí, de hecho, dos horas como quería Jesús por la Madre María Teresa” (9-8-1900). “El día de la Asunción de María me pareció que me tocaban en la espalda. Me di media vuelta y vi a mi lado una persona vestida de blanco. Esta persona me preguntó: ¿Me conoces? Yo soy la Madre María Teresa. He venido para darte gracias por lo que me has ayudado. Prosigue aún. Unos días más y estaré eternamente feliz… Finalmente, ayer por la mañana, después de la santa comunión, Jesús me dijo que hoy, después de medianoche volaría al cielo…  efectivamente, así fue… Vi llegar a la Virgen acompañada de su ángel de la guarda. Me dijo que su purgatorio había terminado y que se iba al cielo… Estaba muy contenta ¡Si la hubiera visto! Vinieron a buscarla Jesús y su ángel de la guarda. Y Jesús al recibirla le dijo: Ven, oh alma, que me has sido tan querida. Y se la llevó” (Cartas a Mons. Volpi, 10-8-1900).

Santa Gema Galgani rezaba cada día cien “réquiem” por las almas del purgatorio. Su ángel la estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un día le dijo: “Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la mañana no había rogado por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia, sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las alivia” (Diario, 6-8-1900).

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Santa María Magdalena de Pazzi (1566-1607) (religiosa carmelita, gran mística que frecuentemente caía en éxtasis) Durante un éxtasis previo a su muerte Santa Magdalena de Pazzi tuvo la gracia de ver y visitar el Purgatorio. Recorriendo las diversas estancias preparadas por la Misericordia y Justicia divinas, la santa de la pureza comprendió la Santidad de Dios, la maldad del pecado y del porque Dios le había revelado los sufrimientos del Purgatorio.

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He aquí cómo la Santa nos describe este santo lugar.

Contaré un suceso que aconteció a Santa Magdalena de Pazzi tal como fue relatado por el Padre Cepari en la historia de la vida de la Santa.

“Un tiempo antes de su muerte, que tuvo lugar en 1607, la sierva de Dios, Magdalena de Pazzi, se encontraba una noche con varias religiosas en el jardín del convento, cuando entró en éxtasis y vio el Purgatorio abierto ente ella. Al mismo tiempo, como ella contó después, una voz la invitó a visitar todas las prisiones de la Justicia Divina, y a ver cuan merecedoras de compasión son esas almas allí detenidas.

En ese momento se la oyó decir: “Si, iré”. Consintió así a llevar a cabo el penoso viaje. De hecho a partir de entonces caminó durante dos horas alrededor del jardín, que era muy grande, parando de tiempo en tiempo. Cada vez que interrumpía su caminata, contemplaba atentamente los sufrimientos que le mostraban. Las religiosas vieron entonces que, compadecida, retorcía sus manos, su rostro se volvió pálido y su cuerpo se arqueó bajo el peso del sufrimiento, en presencia del terrible espectáculo al que se hallaba confrontada.

Entonces comenzó a lamentarse en voz alta, “¡Misericordia, Dios mío, misericordia! Desciende, oh Preciosa Sangre y libera a estas almas de su prisión. ¡Pobres almas! Sufren tan cruelmente, y aún así están contentas y alegres. Los calabozos de los mártires en comparación con esto eran jardines de delicias. Aunque hay otras en mayores profundidades. Cuan feliz debo estimarme al no estar obligada a bajar hasta allí.

Sin embargo descendió después, porque se vio forzada a continuar su camino. Cuando hubo dado algunos pasos, paró aterrorizada y, suspirando profundamente, exclamó” ¡Qué! ¡Religiosos también en esta horrenda morada! ¡Buen Dios! ¡Como son atormentados! ¡Oh, Señor!”. Ella no explicó la naturaleza de sus sufrimientos, pero el horror que manifestó en contemplarles le causaba suspiros a cada paso. Pasó de allí a lugares menos tristes. Eran calabozos de las almas simples y de los niños que habían caído en muchas faltas por ignorancia. Sus tormentos le parecieron a la santa mucho más soportables que los anteriores. Allí solo había hielo y fuego. Y notó que las almas tenían a sus Ángeles guardianes con ellas, pero vio también demonios de horribles formas que acrecentaban sus sufrimientos.

Avanzando unos pocos pasos, vio almas todavía más desafortunadas que las pasadas, y entonces se oyó su lamento, “¡Oh! ¡Cuán horrible es este lugar; está lleno de espantosos demonios y horribles tormentos! ¿Quiénes, oh Dios mío, son las victimas de estas torturas? Están siendo atravesadas por afiladas espadas, y son cortadas en pedazos”. A esto se le respondió que eran almas cuya conducta había estado manchada por la hipocresía.

Avanzando un poquito más, vio una gran multitud de almas que eran golpeadas y aplastadas bajo una gran presión, y entendió que eran aquellas almas que habían sido impacientes y desobedientes en sus vidas. Mientras las contemplaba, su mirada, sus suspiros, todo en su actitud estaba cargada de compasión y terror.

Un momento después de su agitación aumentó, y pronunció una dolorosa exclamación. Era el calabozo de las mentiras el que se abría ante ella. Después de haberlo considerado atentamente, dijo, “Los mentirosos están confinados a este lugar de vecindad del Infierno, y sus sufrimientos son excesivamente grandes. Plomo fundido es vertido en sus bocas, los veo quemarse, y al mismo tiempo, temblar de frío”.

Luego fue a la prisión de aquellas almas que habían pecado por debilidad, y se le oyó decir: “Había pensado encontrarlas entre aquellas que pecaron por ignorancia, pero estaba equivocada: ustedes se queman en un fuego más intenso”.

Mas adelante, ella percibió almas que habían estado demasiado apegadas a los bienes de este mundo, y habían pecado de avaricia.

“Que ceguera”, dijo,” ¡las de aquellos que buscan ansiosamente la fortuna perecedera! Aquellos cuyas antiguas riquezas no podían saciarlos suficientemente, están ahora atracados en los tormentos. Son derretidos como un metal en un horno”.

De allí pasó a un lugar donde las almas prisioneras eran las que se habían manchado de impureza. Ella las vio en tan sucio y pestilente calabozo, que la visión le produjo náuseas. Se volvió rápidamente para no ver tan horrible espectáculo.

Viendo a los ambiciosos y a los orgullosos, dijo “Contemplo a aquellos que deseaban brillar ante los hombres; ahora están condenados a vivir en esta espantosa oscuridad”.
Entonces le fueron mostradas las almas que tenían la culpa de ingratitud hacia Dios. Estas eran presas de innombrables tormentos y se encontraban ahogadas en un lago de plomo fundido, por haber secado con su ingratitud la fuente de la piedad.

Finalmente, en el último calabozo, ella vio aquellos que no se habían dado a un vicio en particular, sino que, por falta de vigilancia apropiada sobre si mismos, habían cometido faltas triviales. Allí observó que estas almas tenían que compartir el castigo de todos los vicios, en un grado moderado, porque esas faltas cometidas solo alguna vez las hacen menos culpables que aquellas que se cometen por hábito.

Después de esta última estación, la santa dejó el jardín, rogando a Dios nunca tener que volver a presenciar tan horrible espectáculo: ella sentía que no tendría fuerza para soportarlo. Su éxtasis continuó un poco mas y conversando con Jesús, se le oyó decir: “Dime, Señor, el porqué de tu designio de descubrirme esas terribles prisiones, de las cuales sabía tan poco y comprendía aun menos…” ¡Ah! ahora entiendo; deseaste darme el conocimiento de Tu infinita Santidad, para hacerme detestar mas y mas la menor mancha de pecado, que es tan abominable ante tus ojos”.

Pobres almas las de los católicos de hoy que creen que cuando un familiar fallece ya está con Dios -error en el que creen muchos sacerdotes también- ya que cuando estén en presencia de Dios el día de su juicio personal verán lo ciegos que han estado en su vida y ahí ya no podrán hacer nada: ni rezar por ellos mismos, ni ir a la Santa Misa, ni hacer alguna penitencia por ellos mismos, nada. Lo que hayan hecho en vida les acompañará. Si no tienen obras, nada podrán presentar a Dios en este momento, y si por Gracia de Dios llegan al Purgatorio, ojalá hayan dejado en sus familiares la semilla de la fe para que sean ellos los que recen por ustedes y les ofrezcan la Santa Misa por sus almas. Ojalá, pues los sufrimientos en el Purgatorio son grandes, lo bueno es que son temporales y una vez ahí, todo dependerá de sus familiares y amigos que queden vivos… o de algún alma que rece por todas las Benditas Almas del Purgatorio… oración que finalmente les incluirá si sus familiares no lo hacen.

MODO DE PRACTICAR ESTA PIADOSA DEVOCIÓN

Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un Rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem.

Se comienza:

Por la Señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos líbranos, Señor + Dios nuestro.

Se empieza rezando un Padrenuestro.

Luego, en cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda:

JACULATORIA
Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso.

OFRENDA
Padre Eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.

Y luego las decenas de Réquiem en esta forma:

Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.

En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande.

Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará:

DE PROFUNDIS

Salmo CXXIX de David

Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.

Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.

¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?

Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.

Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.

¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.

Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.

Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.

Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:

¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.

¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las Benditas Almas del Purgatorio!

Esta oración de los Cien Réquiem es tan sencilla que puedes rezarla diariamente, pero recuerda que el mes de Noviembre es el mes especialmente dedicado a las Benditas Almas del Purgatorio. Aprovecha las Gracias que Dios concede en este mes a las Benditas Almas del Purgatorio y reza por ellas.

Haz a otros lo que te gustaría que te hagan a ti. Mañana podrías ser tú quien necesite que alguien rece por tu alma purgante.

Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten.

Karla Rouillon Gallangos

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Estas son nuestras redes sociales, donde puedes encontrar audios y videos de oraciones y devociones.

 

La Purificación de la Santísima Virgen y la Presentación de su divino Hijo en el Templo

La Purificación de la Santísima Virgen y la Presentación de su divino Hijo en el Templo.

La Purificación de Nuestra Señora y la Presentación de su divino Hijo en el templo nos la refiere el sagrado Evangelio por estas palabras: “Cumplidos los cuarenta días (del nacimiento de Cristo) y llegado el día de la purificación de la madre, según la Ley de Moisés, José y María llevaron el Niño a Jerusalén para presentarle el Señor, conforme está escrito en la ley del Señor: Todo varón que nazca el primogénito, será consagrado al Señor, y para ofrecer un par de tórtolas, o dos palominos. Vivía a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba de día en día la consolación de Israel y la venida del Mesías prometido. Y el Espíritu Santo estaba en él con gracia de profecía, y le había revelado que no había de morir antes de ver al templo, y al entrar con el Niño Jesús sus padres José y María, para cumplir lo prescrito por la ley, Simeón tomó al Niño con grande gozo en sus brazos, diciendo: Ahora, Señor, dejas a tu siervo en paz, según la promesa de tu palabra; porque ya han visto mis ojos al Salvador que has enviado para que, manifiesto a la vista de todos los pueblos, sea la lumbre de las naciones y la gloria de tu pueblo de Israel. Escuchaban admirados y gozosos José y María las cosas que decía del Niño, y Simeón bendijo a entrambos, y dijo a la Madre: Mira que este Niño está destinado para caída y para levantamiento de muchos en Israel y para señal a la que se hará contradicción, lo cual se será para ti una espada que atravesará tu alma, a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Hallábase asimismo en Jerusalén una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel de la tribu de Asser, la cual era ya de edad muy avanzada. Habíase casado en su juventud y vivido con su marido siete años; pero después se había conservado en su viudez hasta los ochenta y cuatro años, no saliendo del templo y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones. Esta, pues, llegándose en aquella hora, prorrumpió en .alabanzas de Dios, y en hablar maravillas de aquel Niño a todos los que esperaban la Redención de Israel. (S. Luc. II)”

 Reflexión: Represéntanos cada año la santa Iglesia el misterio de este día en la procesión que hace hoy con las candelas encendidas, que es ceremonia antiquísima y de grande devoción, instituida por instinto del Espíritu Santo para enseñarnos a tomar a Cristo y llevarle en nuestras manos como luz del mundo y hacha encendida; suplicándole que alumbre e inflame con su divino amor nuestros corazones. Recibamos, pues, con sencillez de niños, la luz de su santa doctrina, y practiquémosla con buena voluntad porque contradecirla y despreciarla es señal de reprobación; creerla humildemente y practicarla es prenda de eterna vida. En este misterio es muy digna de ponderarse aquella profecía del venerable anciano Simeón, el cual, teniendo en los brazos al divino Infante, dijo que aquel Niño sería para unos salud, y para otros piedra de tropiezo y escándalo. Estas dos cosas se han visto cumplidas en todos los siglos, y se verán hasta el fin del mundo. ¡Tremendos juicios de Dios!

Oración: Todopoderoso y sempiterno Dios, rogamos humildemente a vuestra Majestad, que así como vuestro unigénito Hijo fué presentado hoy en el templo, vestido de nuestra carne, así nos concedáis la gracia de presentarnos a Vos con la pureza que debemos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

“FLOS SANCTORVM”

De la Familia Cristiana

Fuente: SAN MIGUEL ARCÁNGEL BLOGSPOT

 

 

 

 

Novena de Aguinaldos (Novena de Navidad)

NOVENA DE AGUINALDOS (NOVENA DE NAVIDAD)

Fuente: EL PERÚ NECESITA DE FÁTIMA

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Al aproximarse el Adviento, los católicos acostumbramos decorar las casas con diversos adornos navideños, como la estrella de Belén, el árbol de Navidad, y por supuesto, el nacimiento, ideado en la Edad Media por San Francisco de Asís.

Para enriquecer la celebración, es sin duda importante preparar de antemano el espíritu de todos los miembros de la familia, grandes y pequeños, para la idea de que el Niño Dios, el “esperado de las Naciones”, habrá de venir esa Nochebuena a redimir la humanidad del pecado y abrirle las puertas del Cielo. Y que por lo tanto, el día de Navidad estaremos conmemorando el acontecimiento culminante de la historia humana, cuando el Verbo de Dios “se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Esa preparación en familia, que incluye crear en el hogar una atmósfera de gozosa expectativa, es sumamente favorecida por la tradicional Novena de Aguinaldos, escrita a comienzos del siglo XVIII por Fray Fernando de Jesús Larrea y adaptada por la M. María Ignacia Samper. Consiste en evocar, a lo largo de nueve días, los acontecimientos previos al Nacimiento de Jesucristo y su significado, siguiendo el itinerario de la Sagrada Familia desde Nazaret hasta Belén.

Se debe comenzar a rezarla el día 16 de diciembre y terminar el 24 de diciembre, momentos antes de Nochebuena. Es recomendable rezarla en familia, con vecinos o amigos, delante del nacimiento. Después de hacer la señal de la cruz, se rezan primero las oraciones para todos los días; luego uno de los presentes lee la “Meditación” y la “Jornada” para el día respectivo; se continúa con las inspiradas “Aspiraciones” para la venida del Niño Jesús, rezadas en coro por todos los presentes; y se termina con la oración final. Después se suelen cantar villancicos.

La Novena de Aguinaldos es una práctica muy piadosa, propia a prepararnos dignamente para la fiesta más grandiosa de la Cristiandad, lejos del mercantilismo y las frivolidades de nuestros tiempos.

Forma de rezarla:

1.- Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre… (3 veces)

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y las de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Dios te Salve María… (9 veces)

Oh, Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego que por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

2.- Consideraciones y jornadas para cada día

Primer día

En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos; allí era la causa, a la par que el modelo de toda la creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén antes de que se dignara bajar a la tierra y tomara visiblemente posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos buscar sus principios que jamás han comenzado; de allí debemos datar la genealogía de lo eterno, que no tiene antepasados, y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.

La vida del Verbo Eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa; y sin embargo, ¡misterio sublime!, Él busca otra morada, una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de Adán había ofendido a un Dios; y esa ofensa infinita no podría ser condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era pues necesario, para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la tierra y con la obediencia a los designios de su Padre, expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía. Era necesario en las miras de su amor que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas del hombre; que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñarle a morir a sus pasiones y a su orgullo; y por eso el Verbo Eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre también y así redimir al culpable.

* * *

Ésta es la primera jornada, y es en el Monte Tabor, donde obró el Divino Niño el misterio de la Transfiguración en su crecida edad, manifestando su gloria a los tres discípulos, donde contemplarás la humildad y pobreza con que emprendió su viaje nuestra purísima Reina, y no llevando otra cosa que un poco de pan y fruta para tan dilatadas jornadas, caminando por aquellos montones de nieve, en un pobre y humilde jumento. Y al Santísimo Esposo hecho paje de estribo de la Reina Madre llevando en sus hombros el fardito de ropa, y ajuar del Divino Niño, guiando el jumento por las veredas más suaves. Contempla también cómo, llegando a aquel alto monte, le formó el Santo José entre las ramas un pabellón con su humilde capa, para resistir los aires fríos del riguroso invierno. Mira, también, al Divino Niño, en aquel virginal tálamo, donde teniendo muy presente el misterio de la Transfiguración, miraba los pocos que le habían de seguir por las sendas del camino de la cruz, para llegar a la posada eterna de la gloria. Los muchos que habían de perderse en la peregrinación y viaje a la eternidad, por el camino ancho de la perdición; y mira qué camino llevas para llegar al alto monte de la gloria; y pídeles a nuestros peregrinos sagrados que te admitan en su compañía, para llegar con seguridad al Belén de la gloria.

Segundo día

El Verbo Eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazareth, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del secreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó inopinadamente: antes de presentarse envió un mensajero, que fue el Arcángel San Gabriel, para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la Encarnación. El creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia de su criatura.

Aquel momento fue muy solemne: era potestativo en María el rehusar… Con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el “fiat” que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina.

La Virgen inmaculada ha dado su asentimiento. El arcángel ha desaparecido. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo angélico estallaba un júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le hubiera prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba sumida en un silencio que se asemejaba al de Dios. El Verbo se había hecho carne y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya sólo el Verbo Eterno; era el Niño Jesús, revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso de los hijos de los hombres.

* * *

Ésta es la segunda jornada, y es la ciudad de Naín, donde resucitó el Niño Dios al hijo de la viuda, en su crecida edad. Contempla en esta jornada los trabajos de Nuestra Reina y Señora experimentando las lluvias del cielo, los aires fríos, las penalidades del camino; a su santo esposo caminando a pie, y apartando el jumento de las veredas ásperas, limpiando los caminos pedregosos, cansado, hasta llegar a la ciudad. Donde puedes considerar en este Patriarca Santo, la vergüenza que pasaría en las puertas de los mesones, buscando posada para su fatigada esposa; las palabras ásperas y desabridas con que le despedían los mesoneros como gente interesada; el desconsuelo con que se quedaría en el rincón del portal, aumentando la pena de ambos esposos el ver a Dios a las puertas de un mesón, sin dar entrada a la misma luz: y mira tú cuántas veces has hecho la mismo, despidiendo a Dios de tu corazón con el pecado, por tener tu alma hecha un mesón público de los demonios. Abre en este día las puertas de tu corazón, y oye qué te dice el vientre de su madre: mira, alma mía, en cuya busca vengo para llevarte a mi gloria, que estoy llamando a las puertas de tu corazón, ábreme que no tengo dónde reclinar la cabeza.

Tercer día

Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirando en primer lugar el alma de ese divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porvenir con todos sus arcanos conocimientos. No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse, aún cuando no fuesen necesarias para grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad a no hacer sino lo que Él quiere y en servicio suyo.

Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo. Que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma: era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo del divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.

* * *

La tercera jornada de nuestra purísima Reina, desde la ciudad de Naín hasta los campos de Samaria, donde le salieron al Niño Dios en su crecida edad, aquellos diez leprosos. Considera cómo siendo mucha la gente que cruzaba aquel camino, para cumplir con el edicto del César, al ver a nuestros sagrados peregrinos en tan suma pobreza, unos los atropellaban, otros los apartaban como a gente humilde y despreciable; y de esta suerte, míralos llegar a los campos de Samaria, y sin tener dónde alojarse, y qué sentiría el Santo Patriarca alojándose en aquel despoblado campo, todo sembrado de nieve, sin poder aliviar la pena que padecería con los aires fríos la más tierna y delicada niña, y qué padecería el Divino Niño en sus entrañas, cuando vio así tratada a su Santísima Madre; y mira cuántas veces atropellas al Niño Dios traspasando su Santa Ley, apartándole de tu corazón y de tu alma, por hacer tu gusto y voluntad; y procura en esta posada salir al encuentro del Divino Niño, para que te sane como a los leprosos manifestándole tus llagas, pues no viene a otra cosa que a curar la lepra de todo el linaje humano.

Cuarto día

Desde el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión? ¿Quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados, y a hacernos sentir toda la criminalidad y desórdenes del orgullo.

Deseamos hacer una verdadera oración; empecemos por formarnos de ella una exacta idea contemplando al Niño en el seno de su madre. El divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado con la intención de honrar a Dios, es su oración y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado de nosotros.

Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos a su profundo abatimiento y sea éste el primer efecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a Dios, no para ser algo como lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino para ser nada, para quedar enteramente consumidos y anonadados, para renunciar a la estimación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza aunque sea espiritual, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sólo sea todo para nosotros.

* * *

Ésta es la cuarta jornada, y el pozo de Siquem, donde se contemplan los nuevos trabajos de nuestra Reina y Señora caminando unos ratos a pie y otros en el jumentillo, y el Santo José tirando de la bestezuela, los pies descalzos y ampollados; donde habiendo llegado puedes considerar este día cómo teniendo a la vista aquella fuente de agua nuestra soberana Reina, viendo que se acercaba su dichoso parto, la devoción con que desenvolviendo el fardito del ajuar del Divino Niño, hincada de rodillas, lava la camisita y los pañitos en que había de envolver aquel rico tesoro de los cielos. Mira y contempla aquel fuego de amor en que se abrasaba su corazón, con los deseos de ver entre sus brazos a aquel Verbo hecho carne, para nuestro remedio.

Quinto día

Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hay de que nos detengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de la encarnación y el modo como hemos de corresponder a ellos.

María no cesaba de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre: la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos cuyos rayos deberían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, cada instante, durante muchos años. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura… Haría todo lo que de aquella faz divina quisiera; podría estrecharla contra la suya con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios que deberían pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla a su gusto durante su sueño o despierto, hasta que la hubiese aprendido de memoria… ¡Cuán ardientemente deseaba ese día!

Tal era la vida de expectativa de María… era inaudita en sí misma, mas no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana. No nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino pensemos que en nosotros también reside por esencia, potencia y presencia.

Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir, y por nuestra cooperación a la gracia; por la manera que el alma del que se halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin. Después de la comunión Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios y como hombre, porque el mismo Niño que estaba en María está también en el Santísimo Sacramento. ¿Qué es todo esto sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una expectativa llena de delicias como la suya?

* * *

Camina, alma mía, en compañía de nuestros sagrados peregrinos sin perderlos de vista, y contempla en esta quinta jornada qué hizo nuestra purísima Reina desde el pozo de Siquem hasta el llamado Necmas; contempla lo que dice la venerable Madre María de Jesús de Ágreda; que muchas veces se hospedaba la Santísima Virgen entre los corrales de la ovejas, porque no le daban otro mejor lugar los hombres; pues considera este día en que, no hallando en este corto lugar posada, se retira a la montaña; entrando por las puertas de la cabaña, se elevan alegres los corderillos y las ovejas, y con sus balidos le ofrecen aquel humilde lugar, retirándose, como dice la venerable Madre, a un rincón, reconociendo a su Señor y Creador. Considera, pues, la humildad de la Santísima Virgen y Reina de los ángeles, mírala apearse del jumentillo, acogerse entre los espinos; y contempla cuáles serían los pensamientos de aquel divino Pastor en las entrañas de su Madre, que vino a buscar la perdida oveja, qué lágrimas derramaría por las veces que se le había de tener entre las espinas de los pecados.

Sexto día

Jesús había sido concebido en Nazaret, domicilio de San José y de María, y allí era de creerse que había de nacer, según todas las probabilidades. Mas Dios lo tenía dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese esa predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a saber: la orden dada por el emperador Augusto de que todos los súbditos del Imperio Romano se empadronasen en el lugar de donde eran originarios. María y José, como descendientes que eran de David, no estaban dispensados de ir a Belén, y ni la situación de la Virgen Santísima, ni la necesidad en que estaba José del trabajo diario que les aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso viaje, en la estación más rigurosa e incómoda del año.

No ignoraba Jesús en qué lugar debería nacer e inspiraba a sus padres que se entreguen a la Providencia, y que de esta manera concurrían inconscientemente a la ejecución de sus designios. Almas interiores, observad este manejo del divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual: aprended que quien se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de querer en cada instante sino lo que Dios quiera para él; siguiéndole ciegamente aun en las cosas exteriores, tales como el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle. Ocasión tendréis de observar esta dependencia y esta fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y éste es el punto sobre el cual se han esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad.

* * *

Contempla la sexta jornada que hicieron estos príncipes soberanos hasta llegar al lugar donde perdieron al Divino Niño Jesús, a los doce años de su edad; donde podrás considerar los trabajos que padecería esta tierna y delicada niña en aquella doblada tierra, ya subiendo los montes altos, cubiertos de nieve, ya pasando la serranía, hasta llegar a aquel despoblado sitio, donde viéndole el Santo Patriarca atormentada por las inclemencias del tiempo, le rogó tomase algún descanso y refresco para proseguir su jornada, y mientras el santo esposo buscaba alguna sombra para Aquella que a todos hace sombra con su intercesión, contempla el dolor que padecería el Niño Dios en sus entrañas, teniendo muy presente la que había de padecer su santísima Madre, perdiéndolo en aquel sitio, y el poco sentimiento que habían de tener los hombres perdiendo a Dios, su amistad, gracia y amor.

Séptimo día

Figurémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador del universo hecho hombre. Contemplemos la Humanidad y la obediencia de este divino Niño que, aunque de raza judía y habiendo amado a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para Él en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento que venía al mundo. ¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la cosa creada que tenga más atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud?

¡Ah…! que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama por este feliz acontecimiento. El mundo, sumido en la oscuridad y el malestar, buscando y no encontrando el alivio de sus males, suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de María, son cosas que no se puede expresar en el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si nos es lícito emplear esta expresión, adorablemente impaciente por dar a su Hijo único al mundo, y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esta santa humanidad tan bella que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero. En cuanto al divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mismo que hacia Belén. Apresuremos con nuestro deseo el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas para que sean su mítica morada, y nuestros corazones para que sean su mansión terrenal; que nuestros actos de mortificación y desprendimiento “preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos”.

* * *

Ésta es la sétima jornada y es la ciudad santa de Jerusalén, donde se contempla la inmensidad de penas que padecería nuestra Reina y Señora, cuando pasando por aquellas calles contemplaba, como quien sabía lo mucho que en aquella ingrata ciudad había de padecer su Divino Jesús, las penosas jornadas que había de hacer de Tribunal en Tribunal, y en las posadas tan malas que había de hallar, y en aquellos Pretorios y Tribunales, consideración que le sacaba las lágrimas a los ojos. Contempla el tormento que el Niño Dios padecería en sus entrañas; allí, diría, me darán la bofetada, y en aquella casa abrirán un calabozo para ponerme aprisionado; en aquel palacio se abrirán las puertas para atormentarme con más de cinco mil azotes; y en aquel Tribunal me tratarán como a loco simple. Con esta consideración llegaría al Monte Calvario.

Octavo día

Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones; pero no lo encuentran, ya por hallarse todo ocupado, ya porque se les desechase a causa de su pobreza. Empero nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba tristeza, cuando eran rechazados de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también con tanta tranquilidad cuando fijaba sus miradas en su casta esposa. El Niño aún no nacido regocijábase de aquellas negativas, que eran el preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana.

¡Oh divino Niño de Belén! Esos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, han sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay!, el espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios… ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro! ¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia la puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita a convertirnos, o a santificarnos o a conformarnos con su voluntad? ¿No hacemos mal uso de nuestra penas, desconociendo su carácter celestial, aunque cada uno, a su modo lo lleva grabado en sí? Dios viene a nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz, no le conocemos sino cuando nos vuelve la espalda y se aleja, después de nuestra negativa.

Pónese el sol del 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran las cimas de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental, y cierran sus puertas al ver a su madre. La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más, y aparecerá el Verbo Eterno.

* * *

Contempla la octava jornada desde Jerusalén hasta llegar a Belén, donde habiendo llegado nuestros peregrinos sagrados a las cuatro de la tarde, cuando pensaba el Santo Patriarca hallar segura posada para la Madre de Dios, entre sus deudos, parientes y conocidos, poniendo fin y término a sus trabajos; entonces se le multiplicaron las penas, porque habiendo cumplido con el edicto del César, llegaron a las puertas de los parientes a buscar posada y todos les dieron con ella en la cara. Considera el sentimiento grande que padecería su atribulado corazón en aquellas calles buscando en las puertas de los mesones un portal o pajar para la Emperatriz de los cielos. La mortificación que padecería con las palabras ásperas y desabridas con que los despedían, tratando al santo esposo de ocioso y vagabundo, al verla con tanta humildad y pobreza: ¡Qué lágrimas no derramarían sus ojos! Y más cuando habiendo entrado la noche y desgajándose la niebla, corriendo los aires fríos y no teniendo dónde volver los ojos, miraba a su santísima esposa desamparada y llorosa con el desprecio de los hombres. Considera también, qué sentiría el Divino Niño al ver a su Madre, traspasada con tan sangriento cuchillo de dolor, ¡qué lágrimas derramaría en sus entrañas, al ver sus amorosos llamamientos despreciados! La sordera voluntaria de los hombres, el recibimiento que le hizo el mundo. Y después de haber trasegado todos los mesones y casas de los poderosos sin hallar un portal para su descanso; míralos salir a las nueve de la noche, tristes, llorosos, afligidos y desamparados, a buscar entre los irracionales la piedad que los hombres les negaron.

¿Qué haces, alma mía, que no se abren las puertas de tu corazón de dolor, para dar posada a la Santísima Virgen María y el Niño Dios? Procura salirles al encuentro y llevar al Divino Niño a tu alma, recibiéndole sacramentado este día, para que al fin de tu jornada te abra las puertas de su gloria.

Noveno día

La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo María y José han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la Reina de los ángeles el jumento que le había servido de humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado allí probablemente por alguno de los caminantes que habían ido a buscar hospedaje en la ciudad. El Divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales, va a tener que acudir a las irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto y con su humilde actitud el respeto y adoración que le había negado Belén. La rojiza linterna que José tiene en la mano ilumina tenuemente ese pobrísimo recinto, ese pesebre lleno de paja, que es figura profética de las maravillas del altar y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en oración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterio.

Pero ha llegado la medianoche, y de repente vemos dentro de ese pesebre, poco antes vacío, al Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefable anhelo. A sus pies se postra su Santísima Madre, en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imponderable oficio de padre putativo del Redentor de los hombres. La multitud de ángeles que desciende del cielo a contemplar esa maravilla sin par, dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los aires las armonías de ese Gloria in excelsis, que es el eco de la adoración que se produce en torno del Altísimo hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al recién nacido y presentarle sus humildes ofrendas. Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son símbolos de la caridad, de la adoración y de la mortificación.

¡Oh adorado Niño! Nosotros también, los que hemos hecho esta novena, para prepararnos el día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración: ¡no la rechacéis! Venid a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor. Encended en ellos la devoción a vuestra santa infancia; no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fielmente practicada y celosamente propagada, nos conduzca a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.

* * *

Hemos llegado, alma mía, a la última posada y palacio que le previno el Eterno Padre a su Unigénito Hijo para su nacimiento; y es una humilde cueva y pesebre de animales, donde puedes considerar cómo habiendo llegado los peregrinos sagrados dan gracias al Eterno Padre por aquel humilde y despreciado hospicio; después lo barren y lo asean, y a su imitación los ángeles que de guardia asistían a nuestra Reina y Señora; mira y contempla cómo el santo esposo desdoblaba el fardo, y de la humilde ropa forma el pesebre que sirvió de lecho al parto de la Reina Madre, una cama para su descanso y, habiendo hecho lumbre con los instrumentos que llevaba, se retira a un rincón del portal, y llegando la medianoche sintiendo nuestra gran Reina y Señora que llegaba la hora de su dichoso parto, hincada de rodillas, puestas las manos en el pecho, los ojos levantados al cielo, elevadas las potencias y sentidos y toda divinizada, dio al mundo al Unigénito del Eterno Padre y suyo, Cristo Jesús, Dios y hombre verdadero, a quien en brazos de San Miguel Arcángel adoró, y recibiéndolo con profunda humildad y reverencia en sus santísimos brazos, le adoraron los santos ángeles como en el altar sagrado, como a su verdadero Dios, Señor y Creador. Contempla el gozo del Señor San José cuando, despertando de aquel dulce sueño en el que estaba mirando tan soberano misterio, vio en brazos de la Aurora al divino Sol de Justicia desterrando las sombras de la noche, con su inaccesible luz, alegrando al mundo con su venida; y aquella humilde cueva hecha un abreviado cielo, y viéndole tiritar de frío y hacer pucheros a su Santísima Madre, quien le envuelve en aquellos humildes pañales, le abriga entre sus pechos y le regala con su dulce néctar, y le pone entre la paja y el heno, donde le adoran los animales como a su Hacedor y Señor.

Y con la noticia que tuvieron los pastores por un ángel, con júbilo y alegría vienen en busca de luz, entran en la cueva, y dando el parabién a la Santísima Madre, reciben al Niño en los brazos con singular regocijo y alegría de ver a Dios hecho niño en un establo, ceñidos los brazos, envuelto en mantillas, y al León de Judá hecho cordero humilde en una cueva.

3.- Aspiraciones para la venida del Niño Jesús

Dulce Jesús mío
mi niño adorado.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, sapiencia suma
del Dios Soberano
Que a infantil alcance
te rebajas sacro!
¡Oh, Divino Niño
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah!, ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada
de Jessé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
Dulcísimo Niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella Flor del Campo,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio,
¡Sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano.
Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño,
Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo.
¡Ven hermoso Niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven, que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano.
Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado,
Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos.
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto:
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

4.- Oración final

Acordaos, oh dulcísimo Niño Jesús, que dijisteis a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento y en persona suya a todos vuestros devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Vos, oh Jesús, que sois la misma Verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada.

Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra Encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, oh Niño Omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Adoración Eucarística: Visita Diaria al Santísimo

ADORACIÓN EUCARÍSTICA: VISITA DIARIA AL SANTÍSIMO

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.

Amén.

1. ORACIÓN PREPARATORIA.

Aquí estoy en vuestra divina presencia, Jesús mío, para visitaros.

He venido, Señor, porque me habéis llamado.

Vuestra presencia real en la Sagrada Eucaristía, es el eco de aquellas palabras que nos dirigís en el Evangelio: “Venid a Mí todos los que estáis cargados con vuestras miserias y pecados y Yo os aliviaré”. Aquí vengo, pues, como enfermo al Médico, para que me sanéis; como pecador al Santo, para que me santifiquéis; y como pobre y mendigo al rico, para que me llenéis de vuestros divinos dones.

Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo Sacramento del Altar, tan real y verdaderamente como estabais en Belén, como estabais en la cruz y como estáis ahora en el Cielo.

Espero en Vos, que sois poderoso y bueno, para santificar mi alma y salvarme.

Os amo con todo mi corazón, porque sois la Bondad infinita, digno de ser amado de todas las criaturas del Cielo y de la tierra; y me habéis amado hasta derramar vuestra sangre y dar vuestra vida en la cruz por mí.

Vengo aquí a buscar un refugio contra la corrupción del mundo. En el mundo todo es falsedad y mentira; vengo a Vos que sois la Verdad eterna. El mundo está lleno de abismos de iniquidad; vengo a Vos que sois el único Camino de la felicidad. En el mundo todo es sensualidad y pecado; vengo a Vos que sois Vida y Santidad de las almas.

¡Dadme luz, Señor! ¡Que yo os vea presente en el Sagrario con los ojos de la fe; y que mi corazón beba hasta saciarse de la fuente del Amor divino que brota de vuestro Corazón Sacramentado!

2. LECTURA REPOSADA DEL DÍA CORRESPONDIENTE.

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3. COMUNIÓN ESPIRITUAL.

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti.

Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

4. ESTACIÓN AL SANTÍSIMO.

Está constituida por el rezo de cinco veces un Padrenuestro, un Avemarías y un Gloria, en honor a las cinco llagas de Jesucristo.

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre alabado.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un pobre a su gran Señor; dame, Señor Tu Gracia.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia: como un servidor ante su Dueño; dame, Señor, el sustento de Tu Cuerpo y líbrame de mi gran pobreza.
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un enfermo a su Médico; sana, Señor, las heridas de mi alma con el bálsamo de Tu divina Sangre.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como el discípulo ante su Maestro; enséñame, Señor, a aceptar Tu divina voluntad.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un hijo ante un Padre; no me prives, Señor, de la herencia paterna que es la patria celestial.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como una oveja ante su Pastor; guarda Señor de tu Santa Iglesia y recibe benignamente las súplicas de nuestro Santo Padre.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

5. JACULATORIAS CONTRA LA BLASFEMIA.

Bendito sea Dios.

Bendito sea su Santo Nombre.

Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.

Bendito sea el Nombre de Jesús.

Bendito sea su Sacratísimo Corazón.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.

Bendita sea María Santísima, la excelsa Madre de Dios.

Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.

Bendita sea su gloriosa Asunción a los Cielos.

Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.

Bendito sea San José, su castísimo Esposo.

Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

no existe ningún lugar en el mundo donde haya más amor adoración eucarística krouillong comunion en la mano

6. ORACIÓN FINAL.

Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me habéis recibido y permitido gozar de vuestra presencia y compañía amorosas.

Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece vuestra amistad divina.

Dadme vuestra bendición y concédeme todas las gracias, que necesito, para amaros y serviros con la mayor fidelidad.

Bendice, Señor, a nuestro Santísimo Padre el Papa, vuestro Vicario en la tierra; ilumínale, santifícale y líbrale de todos sus enemigos.

Bendice a vuestra Iglesia Santa y haced que su luz brille en todas las naciones; y que los paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.

Bendice a vuestros sacerdotes, santifícalos y multiplícalos.

Bendice y protege a nuestra nación.

Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.

Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.

Bendice a todos nuestros familiares y haced que vivan todos en vuestra gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria.

Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.

Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos vuestro divino amor, para que la fe que nos impide ahora ver vuestro santísimo rostro se convierta un día en luz esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos. Amén.

No dejes de saludar también a la Santísima Virgen, o con el rezo del Santo Rosario, o al menos de diez Avemarías y una Salve.

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Gracias, Jesús Eucaristía

GRACIAS JESÚS EUCARISTÍA

¡Gracias, Jesús Eucaristía, por tu bondad, que tan generosamente derramas en mi vida!

Gracias, Señor, porque no obstante mis infidelidades, faltas y pecados, tu amor y misericordia no cesan de auxiliarme y bendecidme. Gracias, Señor, es la expresión sincera que brota de mi ser al experimentar vivamente tu amor vivificando y colmando mi existencia.

Gracias mil, te repetiré constantemente, pues no tengo otra forma de manifestar mi gozo, mi admiración, todo ese cúmulo de nobles sentimientos que intensamente experimento desde lo más profundo de mi ser.

¡Jesús Eucaristía! Sé tú mismo quién dé gracias por mí, con tu corazón de hombre perfecto, de supremo adorador del Padre, de dócil instrumento en la acción santificadora del Espíritu Santo.

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Concédeme que, desde hoy en adelante, toda mi vida sea una constante alabanza de acción de gracias. A imitación de la Virgen María, proclamaré desde lo más íntimo de mi corazón.
¡Alaba mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en el Dios que me salva, porque ha hecho en mí maravillas !

¡Gracias, Jesús Eucaristía! porque tu misericordia ha colmado de gozo mi existencia.

Amén.

¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

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Oración Oficial de los Beatos Mártires Peruanos – Conferencia Episcopal Peruana

sacerdotes mártires de Pariacoto krouillong comunion en la mano

Señor, Tú que ungiste con el don del sacerdocio
a tus hijos Miguel, Zbigniew y Sandro
y los enviaste como mensajeros
de la Buena Nueva en el Perú.

Te damos gracias por haberles otorgado
la palma del martirio
y te pedimos que los glorifiques también
con la corona de los santos.

Por su sangre derramada por Ti
danos fidelidad en la fe,
haznos testigos de la esperanza,
guarda nuestras vidas
y concede a nuestra patria
el don de la paz.

A las víctimas inocentes de la violencia,
recíbelas en tu Reino
y concédeles el premio eterno.
Amén.

EL PERÚ TIENE 3 NUEVOS BEATOS

La comunión en la mano simplemente no funciona

LA COMUNION EN LA MANO SIMPLEMENTE NO FUNCIONA

La comunión en la mano simplemente no funciona… Señores Cardenales y Obispos prohíban la comunión en la mano. Por favor actúen ahora, antes de que se sucedan los imitadores al sacrilegio de Pamplona.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos siempre ha corregido en estos temas relacionados a la comunión (incluso al mismo Papa), pero la escuchan solo los que quieren escuchar.

Y es precisamente la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos quien también repite y repite que la forma recomendada de recibir la comunión es en la boca y de rodillas y que recibir la comunión en la mano debilita la fe…. pero como los católicos hoy en día se creen eso de que “si el Papa lo aprueba por qué tu no? y como la falta de fe no les ayuda (y como quieren hacer lo que quieren), los errores dentro de la Iglesia se repiten como una enorme bola de nieve que rueda cuesta abajo.

sacrilega comunion en la mano krouillong

La comunión en la mano se basa en una montaña de mentiras.

Y cada mentira tiene su por qué y su para qué. Algunas son:

La mentira de que “los apóstoles recibieron la comunión en la mano” es una mentira creada para que los sacerdotes asimilen más rápidamente el entregar la comunión en la mano, a imitación de los Santos Apóstoles, los primeros obispos, el ejemplo a seguir. Esta mentira fue sembrada dentro de los seminarios y de ahí salen muchos sacerdotes que solo quieren entregar la comunión en la mano por este exclusivo motivo y se lo creen como si fuera cierto ignorando los dos milenios de tradición de la Iglesia y el respeto que siempre se dio a la Sagrada Eucaristía. El padre de la mentira logró crear una mentira seductora exclusiva para los sacerdotes y logró su propósito… en muchos. Pidamos a Dios que nos dé santos sacerdotes.

La mentira de que “si el sacerdote entrega la comunión en la mano tú no puedes reclamarle porque debes obedecerle”. Esa mentira es difundida por católicos que promueven la comunión en la mano, de la cual son partidarios. El padre de la mentira logró crear una mentira bajo la apariencia de obediencia para difundir su sacrílega obra y logró su propósito… en muchas parroquias. Todos los católicos que leen la excepción que permite la comunión en la mano pueden leer claramente que dice: “solo para el fiel que lo desea”, significa que si yo no quiero recibirla en la mano nadie me puede obligar. Y en este tema la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha reiterado que no se puede negar la comunión a un fiel por querer recibirla, por ejemplo, de rodillas o en la boca. Es cierto que se le debe respeto al sacerdote, pero el sacerdote no puede ir contra la norma de la Iglesia, hacerlo es un abuso de su parte y el fiel tiene el derecho de presentar su queja formal y con carta ante el obispo de su Diócesis. Pero estas son verdades que no se difunden a conveniencia.

La mentira que muchos católicos dicen a otros de que “así se recibe aquí la comunión” o “así reciben la comunión todos aquí” e imponen la comunión en la mano en las primeras comuniones de los niños, cuando la excepción que regula la comunión en la mano estipula claramente que es solo para el fiel que lo desea. Si yo no quiero recibirla en la mano, nadie puede obligarme a recibirla en la mano y si tú engañas a otros haciéndoles creer que es la única manera de recibirla en la parroquia, estás mintiendo. El padre de la mentira logró crear una mentira bajo la apariencia de guardar el orden en la Santa Misa -todos iguales como borregos- para difundir su sacrílega obra y logró su propósito… en muchas parroquias. ¿Qué la mentira no es pecado grave contra el Octavo Mandamiento y comulgar en pecado acaso no te lleva al infierno? Ese es el estado de muchos católicos, pero ahí no termina. Si te atreves a ir en contrario del statu quo de la parroquia -regresando los reclinatorios y recibiendo la comunión en la boca- entonces los mismos católicos te dicen que te falta caridad y te sobra soberbia.

No tengan miedo de ir contracorriente. Como verán hay mucha cizaña sembrada en medio del trigo. Pero no dejaremos que se ahogue el trigo y aguantaremos hasta que sea separada toda la cizaña y sea echada al fuego.

Otro aspecto -y una gran verdad- que tampoco se difunde lo suficiente es que la comunión en la mano es de origen protestante. Sabemos -supongo que los católicos sabemos- que los principales exponentes de la Reforma Protestante fueron Martín Lutero y Juan Calvino, siendo Lutero quien la inició en 1517.

Juan Calvino fue el primero en negar la Presencia Real de Cristo en la Sagrada Eucaristía, en rechazo a la Transustanciación de la Sagrada Eucaristía y afirmando que “en la Eucaristía, Cristo está presente pero de un modo espiritual “por virtud” y totalmente insustancial, de modo que no hay modificación absoluta de las sustancias”. Es decir, que el pan es pan y el vino es vino. ¿Ustedes se imaginan que a un católico del siglo XV le digan que reciba a Cristo en la mano? Pues no era fácil de calar esta idea, pero no siendo Cristo y siendo pan y vino (y habiendo dejado de ser católico, para ser protestante) entonces es más fácil… y así cayeron muchos.

De Lutero tampoco se difunde lo suficiente las revelaciones divinas dadas a la Beata  Sor María Serafina Micheli (1849-1911), fundadora del Instituto de las Hermanas de los Ángeles, y que todos los católicos deberíamos conocer.

En plena celebración del cuarto centenario del nacimiento de Lutero en Eisleben, ciudad de Sajonia, lugar donde nació Lutero, debido a la oscuridad se arrodilló delante de un templo para orar y acompañar a Jesús Sacramentado y su Ángel de la Guarda y le dijo: “Levántate, porque esta es una iglesia protestante”. Y añadió: “Yo quiero que veas el lugar donde Martín Lutero está condenado y la pena que paga en castigo de su orgullo”.

Entonces tuvo la visión de un horrible abismo de fuego, en el cual eran atormentadas una innumerable cantidad de almas. En el fondo vio a un hombre, Martín Lutero, que se distinguía entre los demás condenados pues estaba rodeado de demonios que lo obligaban a estar de rodillas y todos (los demonios), armados de martillos, mientras se esforzaba en vano, le clavaban en la cabeza una gran clavo. 

(..) La beata estaba convencida firmemente que Martín Lutero estaba condenado en el infierno sobre todo por el primer pecado capital: LA SOBERBIA. El orgullo lo hizo caer en pecado mortal, y lo condujo a la rebelión abierta contra la Iglesia Católica. Su conducta, su posición para con la Iglesia y sus herejías fueron determinantes para engañar y conducir a muchas almas superficiales e incautas a la perdición eterna.

Los protestantes son -aunque muchos no lo crean- grandes difusores de la comunión en la mano entre los católicos. El mayor deseo de todo protestante es hacer que el católico deje su Iglesia para arrastrarlo hacia sus “templos” y qué mejor manera que lograr que los católicos se comporten como protestantes, invitándolos incluso a sus reuniones protestantes. Y muchos católicos se preguntan ¿si es malo asistir a reuniones protestantes? Pues si, es malo. Los protestantes son herejes y “quien reza con herejes, es un hereje” lo dijo el Papa San Agatón.

Si no te basta con ello, cuando Nuestro Señor Jesucristo dictó a Santa Faustina la Novena a la Divina Misericordia en el quinto día le pidió oración por los herejes y cismáticos y los señala como aquellos que desgarraron Su Cuerpo y Su Corazón durante Su amarga Pasión. La misma Santa Faustina nos dice que las palabras originales de Nuestro Señor son aquí “herejes y cismáticos”, ya que Él habló a Sor Faustina según el contexto de su tiempo pero hoy -por causa de los malditos respetos humanos- son llamados “hermanos separados” y no bastando con ello se ha modificado a “los hermanos que creen en Cristo”.

Pues bien, muchos católicos -comenzando por los carismáticos de la década de los 70´s y 80´s- imitan las reuniones protestantes, porque la misa es aburrida, porque no “sienten” el Santo Espíritu, etc. y la comunión en la mano tuvo su puerta de acceso a través de ellos. Hoy en día, generaciones después, hay una gran cantidad de católicos que ya no son carismáticos sino que hacen y creen lo que quieren. Si los católicos quieren imitar a Juan Calvino y, las costumbres protestantes de Lutero, es bueno que sepan de antemano que también van a imitar su destino.

Responsables de muchos sacrilegios en el mundo entero

La comunión en la mano ha provocado tal cantidad de sacrilegios en el mundo que el número de sacrilegios es mayor que el número de defensores de la comunión en la mano dentro de la Iglesia Católica.

Los sacrilegios hoy en día no son exclusividad de los satánicos, que antes hacían el esfuerzo de robar de noche una parroquia para obtener las Hostias. Hoy en día gracias a la comunión en la mano cualquiera puede hacer lo que quiere con la Sagrada Eucaristía.

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El sujeto de las imágenes, abiertamente homosexual y cuyo negocio es el escarnio a la Iglesia Católica, ha cometido solo uno más de los muchos sacrilegios que se cometen a diario.

En las fotos -que él mismo ha tomado- pueden ustedes ver (y él mismo lo afirma) cómo se sacó de la boca todas las Sagradas Eucaristías para este fin: su exposición sacrílega en una España cada vez menos católica. 242 en total, según sus palabras.

Un católico indignado con esta sacrílega exposición ingresó y se llevó todas las Sagradas Formas y las llevó a una parroquia para ser depositadas en el Sagrario. Ahora, el sujeto de la foto está recolectando nuevamente las Sagradas Eucaristías ¿cómo? Simple, pues yendo a comulgar.

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Este sujeto evidentemente odia a la Iglesia Católica, pero los católicos que apoyan la comunión en la mano son los responsables de que estos hechos ocurran.

¿Saben ustedes que el Concilio Vaticano II no aprobó ni normó la comunión en la mano? Y eso se puede leer en la Instruction Memoriale Domini donde se deja en claro que “El Papa otorga, que en todo el territorio, correspondiente a su Conferencia, cada obispo pueda de acuerdo a su juicio prudente y a su conciencia, autorizar en su diócesis, la iniciación del nuevo rito para dar la comunión en la mano, con la condición de que se evite completamente, cualquier causa que pueda escandalizar a los fieles, y cualquier peligro que pueda generar, irreverencia hacia la Eucaristía. ¿Dónde está el juicio de los obispos y sacerdotes y por qué no actúan?  “¡Bestias del campo, fieras de la selva, vengan todas a devorar! Sus guardianes son todos ciegos, ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, incapaces de ladrar. Desvarían acostados, les gusta dormitar. Esos perros voraces nunca terminan de saciarse, ¡y ellos son los pastores! No saben discernir, cada uno toma por su camino, todos, hasta el último, detrás de su ganancia.” Isaías 56, 9 – 11

Ahora lo vemos en las fotos… ¿y todos los sacrilegios que no vemos en fotos y que suceden a diario?

¿Acaso la comunión en la mano no es en sí misma, motivo de escándalo entre los fieles y de irreverencia hacia la Eucaristía? ¿Acaso no vemos cómo se la pasan de mano en mano durante las JMJ que se han dado en los últimos años? ¿Qué esperan para prohibir la comunión en la mano si en los últimos 50 años no se ha respetado la condición dada por el Papa Paulo VI?

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No todo edifica.

Si, la Iglesia permite la comunión en la mano como excepción “solo para el fiel que lo desea” pero no olvides la Palabra de Dios: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” y para el caso de la comunión en la mano no solo no edifica sino que destruye.

Tú no estás obligado a recibir la comunión en la mano y nadie puede obligarte a recibirla en la mano, pues la excepción que la permite dice claramente que la comunión en la mano “es solo para el fiel que lo desea”. 

Muchos católicos también son blasfemos.

Una de las excusas de los católicos para tomar la comunión en la mano es que les da asco recibir la comunión en la boca porque pueden pasarle la saliva de otra persona y contagiarse una enfermedad. Si tú piensas así estás blasfemando contra la Sagrada Eucaristía.

Si, es una blasfemia (*) decir esto y tú lo dices y otros te escuchan. Asumirás tus consecuencias de difundir esta blasfemia y lo verás el día de tu juicio personal.

(*) Blasfemia: irreverencia desafiante, maldecir a Dios, degradar intencionalmente las cosas concernientes a Dios, atribuir algún mal a Dios, negar algún bien que deberíamos atribuir a Dios.

Los católicos hoy en día han perdido el Temor de Dios y de blasfemos contra la Sagrada Eucaristía, se convierten en sacrílegos al tomar la Sagrada Eucaristía en la mano y con este pecado se comen su propia condenación.

“Por reverencia a este Sacramento, nada lo toca sino lo que está consagrado” – Santo Tomás de Aquino

Y los mal llamados “ministros” extraordinarios de la comunión -que con un simple cursillo de parroquia y la pompa respectiva para recibir su medalla al cuello creen que ya igualan los años de estudios de Teología del sacerdote- son también parte de este problema.

Muchos santos nos hablan de reverencia. ¿qué será eso? Lamentablemente, el paso generacional hace que muchas cosas buenas sean olvidadas. La consecuencia de ello son niños y jóvenes sin respeto a los demás y sin reverencia a Dios, recibiendo la comunión como si fuera chicle. Parece lógico que si no respetan al que ven con los ojos es imposible que muestren reverencia al que no ven con los ojos. Si los padres no les enseñan a amar a Jesús Eucaristía nadie lo va a hacer ¿y cuál es la situación espiritual de esos padres? Los padres deberían recordar la Palabra de Dios que dice que los pecados de sus hijos, pecados suyos son.

A muchos católicos hoy en día no les interesa leer libros santos y menos orar, ya que no pueden despegar la ceja de las redes sociales y por esa razón ignoran la herencia de los santos, santos a los que no quieren imitar, hombres y mujeres como todos nosotros, comunes, que se ganaron su Cielo -y su lugar en los altares- con las rodillas, la comunión en la boca con devoción y con la Santa Misa en latín: la misa de los santos. Ningún santo recibió la comunión en la mano. Ninguno.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás.

Yo no recibo la Eucaristía en la mano y me voy a proponer que todo el mundo sepa que la comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás porque primero los católicos blasfeman contra la Sagrada Eucaristía diciendo que les da asco recibir la comunión en la boca porque se pueden contagiar una enfermedad si les tocan con la saliva de otra personas, y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía recibiendo la comunión en la mano, y con ese pecado se comen su propia condenación….. y lo repetiré hasta que lo sepan todos -y será traducido en varios idiomas- para que, luego de su muerte, el día de su juicio personal cuando estén en presencia delante de Dios , no puedan decir que no lo sabían… ya lo saben, vayan viendo que le van a decir a Él.

Recordatorio para todos.

La norma de la Iglesia dice -y siempre ha dicho porque nadie la ha cambiado- que la comunión se recibe de rodillas y en la boca. Nos han quitado los reclinatorios para difundir la sacrílega comunión en la mano…. y no hemos hecho nada.

La excepción dice que “solo el fiel que lo desea” puede recibir la comunión en la mano. Nos imponen la comunión en la mano como forma única… y no hacemos nada.

Ambas maneras de recibir la comunión se permiten hoy en día, la decisión es solo tuya. Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano piensa si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios.

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

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Vivir como Dios

VIVIR COMO DIOS

Seguimos escuchando a Jesucristo hablarnos desde el Evangelio acerca de la Eucaristía. ¿Qué dice sobre eso? “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. ¿Sabías que cuando recibes la comunión estás recibiendo a Cristo mismo? Él quiere habitar en ti, vivir en ti. Y puesto que Jesucristo es la vida, si vive en ti, consecuentemente te transmite su vida.

Y eso, ¿para qué me sirve? Pregunta típica de nuestra sociedad tan utilitarista y práctica. Todo sirve para algo: bueno o malo. Todo tiene una utilidad. Recibir el cuerpo de Cristo bajo la apariencia (solo apariencia) de pan (en realidad es Cristo mismo) sirve para darte vida en este mundo y para prepararte para entrar en la vida eterna. “Un momento, no corras”, puedes pensar. “¿Un trozo de pan sin levadura, que tú dices que es el cuerpo de Cristo, puede darme vida aquí y prepararme para la vida eterna?”. Así es. Pero esto no trates de explicarlo científicamente, de encontrar los procesos químicos por los que se produce esa transformación. Porque no es una transformación material, terrenal. No es algo que fabriquemos los hombres. Es algo que hace Dios, una consagración. Lo que era pan, Dios lo transforma en su cuerpo, lo que era vino, Dios lo transforma en su sangre.

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“¿Ah, sí? Pues yo no lo veo”. Claro, porque nuestros ojos físicos no tienen la capacidad de ver la acción directa de Dios. Solo vemos y experimentamos las consecuencias. Si Dios ha creado todo es que está por encima, luego lo pequeño no puede contener lo que es más grande y lo supera. La relación entre Dios y el hombre está fundamentada en la fe. Tienes que creer que es así, que Cristo te espera en la comunión para habitar en ti. Para vivir dentro de ti. Por eso no puedes acercarte a comulgar de cualquier manera. Primero tienes que creer que vas a acoger a Jesucristo mismo, en su cuerpo. Si no lo crees no vayas a comulgar. Y segundo, antes de ir, debes prepararte. Cuando recibes a alguien muy importante en tu casa, procuras tenerla limpia y ordenada para que se encuentre más a gusto y disfrutéis mucho más de ese encuentro. Lo mismo con Jesucristo. La Iglesia te pide que dejes que Dios mismo limpie y ordene tu vida mediante el sacramento de la reconciliación o la confesión. Así él mismo te hará digno de recibirlo en tu vida. Y así tú aprovecharás mucho más ese encuentro con él. En pecado mortal no puedes comulgar. ¿Vas a meter a Dios en una pocilga?

Él purifica y limpia tu vida. La llena de luz y de paz, en medio de tus sufrimientos, de tus amarguras, en medio de tu desesperación. Confesión y comunión son dos momentos sucesivos de una misma acción: experimentar con toda la fuerza la misericordia y el amor que Dios siente por ti. Ahora sí, el señor habita en ti.

Fuente: La Opinión de Zamora.es

Autor: David Villalón

16.08.2015

Santa María, Madre de la Eucaristía

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SANTA MARÍA, MADRE DE LA EUCARISTÍA

Ave María, dulce Madre de la Eucaristía.

Con dolor y mucho amor,

nos has dado a tu Hijo Jesús

mientras pendía de la Cruz.

Nosotros, débiles criaturas,

nos aferramos a Ti para ser hijos dignos

de este gran Amor y Dolor.

Ayúdanos a ser humildes y sencillos,

ayúdanos a amar a todos los hombres,

ayúdanos a vivir en la Gracia

estando siempre listos

para recibir a Jesús en nuestro corazón.

Oh María, Madre de la Eucaristía,

nosotros, por cuenta propia,

no podremos comprender este gran misterio de Amor.

Que obtengamos la luz del Espíritu Santo,

para que así podamos comprender

aunque sea por un solo instante,

todo el infinito amor de tu Jesús

que se entrega a Sí mismo por nosotros.

Amén

–/–

¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

LO QUE DEBES SABER:

Nos han quitado los reclinatorios y no hemos hecho nada.

Nos imponen la sacrílega comunión en la mano y no hacemos nada.

La comunión en la mano se regula por una excepción dada por la diócesis, según el juicio del obispo respectivo. La comunión en la boca siempre ha sido y sigue siendo ley de la Iglesia y por tanto no debe ser considerada desechada por los católicos como forma válida de recibir la comunión.

La Santa Iglesia -en su sabiduría- ha dejado indicado en la excepción que regula la comunión en la mano que es “solo para el fiel que lo desea”, lo que significa que nadie, ni sacerdote, ni párroco, nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano.

La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.

Si cedes a las presiones, estiras las manos y recibes la comunión en la mano es porque tú lo quieres así y, por tanto, tu responsabilidad, tu pecado, tus consecuencias.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano pregúntate si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios y cometer sacrilegio.

Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado por Dios. Recuerda que todo te es lícito, pero no todo te edifica.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás. Los católicos hoy en día blasfeman contra la Sagrada Eucaristía cuando dicen y consienten la idea de que “les da asco que les contagien una enfermedad con la saliva de otro fiel por comulgar en la boca” y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía al recibirla en las manos, y con estos pecados se comen su propia condenación.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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