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Señor mío Jesucristo

SEÑOR MÍO JESUCRISTO

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Señor mio, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocaciones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me dareis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.
Amén.

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Novena a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA

La Novena a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa comienza el 18 de noviembre y termina el 26 de noviembre, un día antes de su fiesta, el 27 de noviembre.

Esta es la fecha principal para rezar a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, pero, por tratarse de una Novena, puedes iniciarla en cualquier momento del año para pedir a Nuestra Señora una Gracia que necesites. Incluso, puedes rezar la Novena varias veces al año.

nuestra señora de la medalla milagrosa krouillong comunion en la mano es sacrilegio (3)

Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIONES PREPARATORIAS PARA TODOS LOS DÍAS

Señor mio, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido;  propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocaciones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me dareis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio,
hasta el fin de mi vida. Amén.

JACULATORIA

 ¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!

INVOCACIÓN

Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestro socorro y reclamado vuestra asistencia haya sido abandonado de Vos. Con esta confianza a Vos corremos, oh Virgen de las vírgenes; y. gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos postramos a vuestros pies. Oh Madre del Verbo, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

nuestra señora de la medalla milagrosa krouillong comunion en la mano es sacrilegio (1)

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO

Amemos a María Inmaculada por su celestial hermosura

Una señal extraordinaria apareció en el Cielo: Una mujer vestida del sol, la luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas.
¿Quién es esta mujer vista por San Juan en sus revelaciones sino la Reina de los Cielos, la misma que el 27 de Noviembre de 1830 realizó los deseos y las esperanzas de Sor Catalina de verla en su mayor hermosura? ¿Quién sino la mujer privilegiada, en la cual ha reunido Dios más perfecciones que en todas las obras de sus manos? ¿Quién sino su perfecta, su primogénita, su inmaculada, la que raya en los límites de lo infinito, la que ha alcanzado cierta igualdad con Dios, dice S. Bernardo, por la infinidad de sus perfecciones? Si, pues, tanta mayor influencia ejerce un objeto en nuestro corazón cuanto mas perfecto nos parece, ¿con qué ardor no deberemos amar a esta obra maestra de la omnipotencia divina? ¡Oh Madre del amor hermoso! Tomad de hoy para siempre posesión de mi alma, reinad en ella como en legítimo trono, y arrancad y destruid en sus términos cuanto no se compagine con vuestro amor. No quiero conveniencias ni placeres, ni seducciones que pueden separarme de Vos, sino amaros con todo mi corazón, para tener la dicha de veros algún día, como de vuestra bondad lo espero, en la patria de los escogidos.

Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA SEGUNDO

Amemos a María Inmaculada por su incomparable santidad

¿Qué son todas las perfecciones naturales de María comparadas con su santidad? Llena de gracia la llamó el Arcángel para darnos a entender que la medida de la plenitud de Cristo no se derramó en su alma gota a gota, como sobre las de los demás mortales, sino que desde el primer momento de su existencia vino a envolverla cual en inmenso océano de perfecciones; atreviéndose a decir los Santos Padres que, aun cuando muchas almas justas han acumulado abundantes méritos, a todas sobrepujó María en su Concepción, y aun cuando la perfección de los espíritus angélicos sea una elevada montaña cuya cúspide no alcanzan nuestros ojos, sobre ella se sientan los fundamentos de la santidad de María, y aunque Dios se vea atraído por el perfume de la virtud de sus siervos, ama más la orla del manto de su Madre que todas las gracias y méritos de las demás criaturas. ¿Quién no deducirá de aquí deseos ardientes de amar y venerar a tan excelsa Señora? Yo al menos, Virgen Inmaculada, quiero ser vuestro perpetuo esclavo, no contentándome con un aprecio sensible y estéril, sino procurando hacer en todas mis obras vuestra santa voluntad, para merecer en todo tiempo vuestras bendiciones y participar algún día de vuestra gloria.

Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA TERCERO

 Amemos a María Inmaculada, porque es nuestra corredentora

No es sólo la consideración de las perfecciones y gracias de María lo que nos induce a amarla, es también el agradecimiento al sin igual beneficio que de tales perfecciones se nos ha derivado. Hijos de ira, descendientes de un padre proscrito, aun gemiríamos bajo el más abyecto de los cautiverios, si Dios en su infinita misericordia no hubiese determinado salvarnos, sirviéndose del pie virginal de esta Inmaculada Criatura para asestar el golpe de gracia que derribase de su trono a nuestro infernal tirano. Salve, pues, Virgen invicta, clamaremos una y mil veces, que comenzasteis con vuestra Concepción a triunfar de Lucifer; salve, brillante aurora, que anunciasteis el día de nuestra libertad; salve, arca de la alianza, que guardasteis en vuestro casto seno el alimento que nos había de dar la vida; salve, Madre de Jesucristo, que en el Calvario cooperasteis con vuestra sangre y con vuestros dolores a la obra de nuestra redención. ¿Cómo no amaros, Virgen gloriosa, si por vuestra mediación hemos recibido todos los bienes? ¿ Cómo no sacrificarnos por Vos, si por amor nuestro dejasteis sacrificar a vuestro Hijo, y sufristeis de buen grado los mayores tormentos? Quiero amaros, Señora, quiero ser vuestro en el tiempo y en la eternidad.

 Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA CUARTO

 Confiemos en María Inmaculada, que puede protegernos

Como los pobres y desvalidos, que buscan remedio a su necesidad, se dirigen a los ricos y poderosos, así nosotros, verdaderos mendigos de Dios, que sólo de limosna esperamos las gracias necesarias para nuestra santificación y salvación, recurrimos a María, celestial dispensadora de los tesoros divinos. Sabemos que por ser la Hija predilecta del Eterno Padre, la Madre Inmaculada de Jesucristo y la amantísima Esposa del Espíritu Santo, le corresponde en el Cielo la más encumbrada gloria; sabemos que se acerca al trono de la divinidad, no como sierva que pide, sino como señora, que manda, segura de que su Hijo Santísimo nada le podrá negar; sabemos que Dios ha dividido su imperio, y reservándose para sí propio el ejercicio de la justicia, ha entregado a su Madre la administración de la misericordia; y después de todo esto vemos a nuestra celestial Señora aparecer en la tierra cargada de gracias que se le escapan de las manos. ¿Cómo no confiar en Ella? Oh, sí, diremos con San Bernardo, Vos sois Madre de la misericordia, cuyos insondables abismos abrís, cuando, como y a quien os place, para que nadie tema por muchas que sean sus iniquidades, con tal de que a vuestro valimiento se acoja.

Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA QUINTO

Confiemos en María Inmaculada, que quiere protegernos

¿Qué amor hay comparable al amor de una madre? ¿ Quién así se interesa, así se desvive, así se sacrifica por el más querido de sus prójimos como procura una madre el mayor bien del más ingrato de sus hijos? ¿Y no es María Santísima nuestra Madre celestial? ¿No hemos recibido la vida sobrenatural a costa de la sangre de Jesucristo, que era su propia sangre? ¿No nos adoptó en el Calvario por hijos de su dolor? No extrañemos, pues, que se apareciese a Sor Catalina con las manos amorosamente inclinadas hacia la tierra, y manifestándole deseos de que toda clase de personas se acerquen a Ella en demanda de las infinitas gracias que está dispuesta a conceder, antes bien, entreguemos nuestro corazón a sentimientos de confianza, y repitamos la frase de San Buenaventura: No temas, alma mía, que la causa de tu eterna salvación no se perderá, estando la sentencia en manos de Jesús, que es tu hermano, y de María que es tu Madre.

Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA SEXTO

 Confiemos en María Inmaculada, que siempre nos protege.

Si María es omnipotente por la gracia como lo es Jesucristo por naturaleza; si sus amorosas entrañas de Madre no sufren un infortunio en sus hijos sin tratar de remediarlo; si tiene en el cielo perfecto conocimiento de lo que ocurre en la tierra, ¿cómo no hemos de estar seguros de su protección? ¿No acredita la experiencia de veinte siglos de cristianismo que la ha ejercido admirablemente en todos los países y con toda clase de personas? Desde el tiempo de los Apóstoles hasta hoy, ¿no ha sido siempre María la que ha alentado cuantas empresas redundan en gloria de Dios? ¿No ha fortalecido a los mártires, iluminado a los apologistas, sostenido la virtud de confesores y vírgenes, combatido todas las herejías e impiedades? ¿No ha sido siempre el consuelo de los afligidos, la salud de los enfermos, el remedio de todas las desgracias? ¿Y no acredita la historia de la Medalla Milagrosa que continúa nuestra Madre mostrándose tan pródiga en favor nuestro como en favor de nuestros mayores?. ¡Oh cuánta razón tenemos para repetir llenos de confianza la frase de San Buenaventura!: “Sirvamos siempre a esta celestial Reina, que jamás desatiende a los que en Ella confían.”

 Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA SÉPTIMO

A María Inmaculada deben recurrir las almas fervorosas

¡Dichosa el alma justa, para quien nada hay importante sino el amar a Dios y procurar su gloria, en quien satisfecha mora la augustísima Trinidad, por que ve en ella reflejadas sus divinas perfecciones! Muchos serán los tesoros de méritos que sucesivamente vayas acaparando, con los cuales habrá de coronarte el Juez supremo; pero te será preciso advertir que los llevas en muy frágil vasija, y que mientras estás en pie debes andar alerta para no caer, pues son muchos los enemigos conjurados contra ti. ¿Y quién podrá defenderte de ellos? ¿ Quién podrá sino tu Inmaculada Madre, a cuya protección tienes especial derecho por tu semejanza con su Santísimo Hijo, y porque promete amar a los que le aman? Si, pues, todos deben confiar en Ella, tú, alma fervorosa, que te esmeras en complacerla con el cumplimiento exacto de la divina voluntad, toma al pie de la letra las palabras de San Bernardo: “Encomiéndate a María, y no desconfíes: si su mano te sostiene, no caerás; si te protege, no te perderás; si es tu guía, te salvarás sin trabajo; si te defiende, llegarás indefectiblemente al reino de los bienaventurados.”

Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA OCTAVO

 A María Inmaculada deben recurrir las almas tibias

¡A qué triste estado de postración se ve reducida un alma tibia! ¡Con cuánta verdad puede de ella decirse que es desgraciada y miserable, y pobre, y ciega, y desnuda! Sus buenas obras carecen de mérito por no estar informadas de pureza de intención: sus continuos pecados veniales van secando el manantial de las gracias e incitan a Dios a vomitarla de su boca, y lo más lamentable de todo es que se ve arrastrada, sin sentirlo, al endurecimiento y la impenitencia, como se ven caer en el sepulcro ciertos enfermos atacados de dolencias crónicas que secretamente minan su organismo, sin que se note necesidad de aplicarles conveniente remedio. Abre los ojos, alma tibia; date cuenta de tu terrible enfermedad; acude a la que, con justicia, llamamos salud de los enfermos, suplicándole tu curación, y, a poco que excites tus deseos de amarla con más ardor y generosidad y de animar tu languidez y decaimiento, podrás decir con San Alfonso: “En Vos confío, Madre de Dios; estoy enfermo, pero Vos, Médico celestial, podéis curarme; estoy débil, pero vuestra ayuda, Virgen invicta, me devolverá la fortaleza; todo lo espero de Vos, porque todo lo podéis con Dios.”

Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

DÍA NOVENO 

A María Inmaculada deben recurrir los pecadores

¡Pobres pecadores! ¡Cuán dignos son de compasión! Ilusionados con las apariencias de felicidad que sus culpas les ofrecen, no reparan en las graves injurias que a Dios infieren con su rebeldía, ni en la crueldad con que laceran el corazón de su Inmaculada Madre, ni en la responsabilidad que contraen, haciéndose dignos de los más espantosos castigos del Cielo para el tiempo y para la eternidad. ¿Quién dará luz a su entendimiento para que vean el abismo de males a que se hallan abocados, y energía a su corazón para aborrecer lo que aman y amar lo que miran con indiferencia? ¿Y quién aplacará al Juez supremo, justamente irritado con tantas prevaricaciones? ¿Quién sino nuestra compasiva Madre, llamada con justicia Refugio de pecadores, porque, como dice San Anselmo, acoge con afecto maternal al pobre pecador a quien todo el mundo desprecia? Acudamos, pues, a María, llenos de arrepentimiento y dolor de nuestras culpas; prometámosle sinceramente la enmienda, y Ella nos restituirá a la amistad de su Hijo.

Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión. 

nuestra señora de la medalla milagrosa krouillong comunion en la mano es sacrilegio (1)

ORACIONES FINALES

SÚPLICAS

Oh Madre del amor hermoso, purísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, inflamad nuestros corazones en el amor divino, para que insensibles a las cosas terrenas, solo suspiren por las celestiales y eternas.

Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén

Oh refugio de pecadores, poderosísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, tened piedad de nuestras culpas y miserias y alcanzadnos la gracia de morir antes que pecar.

Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén

Oh puerta del paraíso, dulcísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, concedednos la perseverancia en el bien morir santamente y participar de vuestra gloria en los cielos.

Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén

OFRECIMIENTO

Oh Milagrosa Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, prosternados a vuestras plantas os encomendamos nuestros corazones, nuestros afectos, nuestros intereses, la salud de nuestros cuerpos, la salvación de nuestras almas, la paz de nuestras familias y el bienestar de nuestro pueblo. Velad por nosotros desde los cielos, apartadnos de todo peligro, endulzad nuestros pesares, santificad nuestros trabajos y colmadnos de vuestras gracias y virtudes, oh siempre Virgen y siempre Madre y siempre buena, María.

V. Oh María sin pecado concebida
R. Ro
gad por nosotros que recurrimos a Vos.

ORACIÓN FINAL

Jesús, Dios nuestro, que quisiste esclarecer a tu bienaventurada Madre, la Virgen María, Inmaculada ya desde su origen, con multitud de milagros: Concédenos que por la invocación constante de su patrocinio consigamos las eternas alegrías del cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que Dios les conceda a todos, por la Intercesión de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, las Gracias que necesiten.

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Novena Breve a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

NOVENA BREVE A NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA

La Novena a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa comienza el 18 de noviembre y termina el 26 de noviembre, un día antes de su fiesta, el 27 de noviembre.

Esta es la fecha principal para rezar a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, pero, por tratarse de una Novena, puedes iniciarla en cualquier momento del año para pedir a Nuestra Señora una Gracia que necesites. Incluso, puedes rezar la Novena varias veces al año.

nuestra señora de la medalla milagrosa 1

ORACIÓN PREPARATORIA

Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de que no me veré desatendido. Amén.

ORACIONES PARA CADA DÍA

DÍA PRIMERO 

En una medianoche iluminada con luz celeste como de Nochebuena -la del 18 de julio de 1830- aparecióse por primera vez la Virgen Santísima a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Y le habló a la santa de las desgracias y calamidades del mundo con tanta pena y compasión que se le anudaba la voz en la garganta y le saltaban las lágrimas de los ojos.

¡Cómo nos ama nuestra Madre del Cielo! ¡Cómo siente las penas de cada uno de sus hijos! Que tú recuerdo y tu medalla, Virgen Milagrosa, sean alivio y consuelo de todos los que sufren y lloran en desamparo.

Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA SEGUNDO 

En su primera aparición, la Virgen Milagrosa enseñó a Santa Catalina la manera como había de portarse en las penas y tribulaciones que se avecinaban.

“Venid al pie de este altar -decíale la celestial Señora-, aquí se distribuirán las gracias sobre cuantas personas las pidan con confianza y fervor, sobre grandes y pequeños.”

Que la Virgen de la santa medalla y Jesús del sagrario sean siempre luz, fortaleza y guía de nuestra vida.

Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA TERCERO 

 En sus confidencias díjole la Virgen Milagrosa a Sor Catalina: “Acontecerán no pequeñas calamidades. El peligro será grande. Llegará un momento en que todo se creerá perdido. Entonces yo estaré con vosotros: tened confianza…”

Refugiémonos en esta confianza, fuertemente apoyada en las seguridades que de su presencia y de su protección nos da la Virgen Milagrosa. Y en las horas malas y en los trances difíciles no cesemos de invocarla: “Auxilio de los cristianos, rogad por nosotros”.

Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA CUARTO

En la tarde del 27 de noviembre de 1830, baja otra vez del Cielo la Santísima Virgen para manifestarse a Santa Catalina Labouré.

De pie entre resplandores de gloria, tiene en sus manos una pequeña esfera y aparece en actitud extática, como de profunda oración. Después, sin dejar de apretar la esfera contra su pecho, mira a Sor Catalina para decirle: “Esta esfera representa al mundo entero.., y a cada persona en particular”.
Como el hijo pequeño en brazos de su madre, así estamos nosotros en el regazo de María, muy junto a su Corazón Inmaculada. ¿Podría encontrarse un sitio más seguro?.

Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA QUINTO 

 De las manos de María Milagrosa, como de una fuente luminosa, brotaban en cascada los rayos de luz. Y la Virgen explicó: “Es el símbolo de las gracias que Yo derramo sobre cuantas personas me las piden”, haciéndome comprender -añade Santa Catalina- lo mucho que le agradan las súplicas que se le hacen, y la liberalidad con que las atiende.

La Virgen Milagrosa es la Madre de la divina gracia que quiere confirmar y afianzar nuestra fe en su omnipotente y universal mediación. ¿Por qué, pues, no acudir a Ella en todas nuestras necesidades?.

Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA SEXTO 

Como marco “¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!”.

Y enseguida oyó una voz que recomendaba llevar la medalla y repetir a menudo aquella oración-jaculatoria, y prometía gracias especiales a los que así lo hiciesen.

¿Dejaremos nosotros de hacerlo?. Sería imperdonable dejar de utilizar un medio tan fácil de aseguramos en todo momento el favor de la Santísima Virgen.

 Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA SÉPTIMO

Nuestra Señora ordenó a Sor Catalina que fuera acuñada una medalla según el modelo que Ella misma le había diseñado.

Después le dijo: “Cuantas personas la lleven, recibirán grandes gracias que serán más abundantes de llevarla al cuello y con confianza”.

Esta es la Gran Promesa de la Medalla Milagrosa. Agradezcámosle tanta bondad, y escudemos siempre nuestro pecho con la medalla que es prenda segura de la protección de María.

 Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA OCTAVO 

Fueron tantos y tan portentosos los milagros obrados por doquier por la nueva medalla (conversiones de pecadores obstinados, curación de enfermos desahuciados, hechos maravillosos de todas clases) que la voz popular empezó a denominarla con el sobrenombre de la medalla de los milagros, la medalla milagrosa; y con este apellido glorioso se ha propagado rápidamente por todo el mundo.

Deseosos de contribuir también nosotros a la mayor gloria de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos desde este día apóstoles de su milagrosa medalla.

Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

DÍA NOVENO

Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa constituyen indudablemente una de las pruebas más exquisitas de su amor maternal y misericordioso.

Amemos a quien tanto nos amó y nos ama. “Si amo a María -decía San Juan Bérchmans- tengo asegurada mi eterna salvación”.

Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina Labouré, pidámosle cada día a Nuestra Señora, la gracia de su amor y de su devoción.

Pedir a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa la Gracia que se desea alcanzar en esta Novena

Rezar tres avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

ORACIÓN FINAL

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

nuestra señora de la medalla milagrosa krouillong comunion en la mano es sacrilegio (2)

Que Dios les conceda a todos, por la Intercesión de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, las Gracias que necesiten.

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Oración a Nuestra Señora de todos los Pueblos

NUESTRA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS

Importante y profética aparición de la Virgen en Amsterdam

Nuestra Señora se apareció en Amsterdam a una sencilla mujer, Ida Peerdeman, revelándole una serie de acontecimientos futuros, como la crisis por la que atravesaría el mundo y el gran combate que se desarrollaría dentro de la Iglesia, la liberación de los Países Bajos de la ocupación alemana, futuras guerras como la del Golfo y la de los Balcanes, la catástrofe de Chernobyl y otras profecías que se han cumplido con rigurosa exactitud. Pero lo más importante es el mensaje de esperanza que quiere dejar a sus hijos. La Virgen señala a su Hijo, Jesús, y también la Cruz. Insiste en que sólo regresando a El vendrá la verdadera Paz. Como en sus apariciones anteriores, pide el rezo del Santo Rosario, mostrándolo como el arma más poderosa contra el demonio.

Pero el eje de esta aparición de María es sin dudas su profecía respecto de que el dogma final de “María Corredentora, Mediadora de todas las Gracias y Abogada” será proclamado formalmente por la Iglesia un 31 de mayo. Después, vendrá la verdadera paz.

La aparición comenzó el 25 de marzo de 1945, día en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Anunciación. En total fueron 56 apariciones entre ese año y 1959. María allí ha pedido se le reconozca con el nuevo título de “La Señora de Todos los Pueblos”, se venere la imagen que le mostró a la vidente y se rece una oración a Jesucristo, que Ella misma le dictó.

A través de esa oración María nos pide implorar la Presencia del Espíritu Santo en el mundo, para que descienda sobre nosotros, como en Ella siempre estuvo.

la señora de todos los pueblos krouillong comunion en la mano es sacrilegio

Oración dictada por María a Ida 

Señor Jesucristo,

Hijo del Padre,

manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra.

Haz que el Espíritu Santo habite

en el corazón de todos los pueblos,

para que sean preservados de la corrupción,

de las calamidades y de la guerra.

Que la Señora de todos los Pueblos,

que un día era María,

sea nuestra Abogada.

Amén

Esta aparición, tan poco conocida, es una de las más importantes que María nos ha regalado. Y no es sólo por las profecías que allí se escucharon, o por la oración al Espíritu Santo que Ella nos enseñó, o por la hermosa imagen que nos regaló. Su importancia radica en el pedido de proclamación del quinto y último dogma Mariano, la joya que completa la Corona de María:

María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada

Que Dios les conceda a todos, por intercesión de Nuestra Señora de todos los Pueblos, las Gracias que necesiten.

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Poderosa Oración Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa para obtener la Curación de un Enfermo

PODEROSA ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA PARA OBTENER LA CURACIÓN DE UN ENFERMO 

nuestra señora de la medalla milagrosa krouillong comunion en la mano es sacrilegio

¡Oh María, sin pecado concebida, cuya inmensa bondad y tierna misericordia no excluye el alivio de este amargo fruto de la culpa que se llama enfermedad de la cual es con frecuencia víctima nuestro miserable cuerpo! ¡Oh Madre piadosa, a quien la Iglesia llama confiada ¡Salud de los enfermos! Aquí me tenéis implorando vuestro favor. Lo que tantos afligidos obtenían por la palabra de vuestro Hijo Jesús, obténgalo este querido enfermo, que os recomiendo, mediante la aplicación de vuestra Medalla. Que su eficacia, tantas veces probada y reconocida en todo el mundo, se manifieste una vez más: para que cuantos seamos testigos de este nuevo favor vuestro, podamos exclamar agradecidos: La Medalla Milagrosa le ha curado.

medalla-milagrosa

Busca esta Medalla en tiendas de artículos religiosos en tu país y llévala al cuello siempre con fe y si tienes parientes enfermos ponles una medalla al cuello a ellos también y ora esta milagrosa oración diariamente.

Que Dios les conceda a todos, por la intercesión de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, las Gracias que necesiten.

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El Santo Rosario en Latín

EL SANTO ROSARIO EN LATÍN

misterios del santo rosario krouillong comunion en la mano es sacrilegio

“El que con devoción rezare mi Rosario, considerando sus misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracias, si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna”. (Promesa de Nuestra Señora para los devotos del Santo Rosario)

Explicación gráfica para aprender a rezar el Santo Rosario

Orationes ab inítio Rosárii dicéndæ (Oraciones al comenzar el Rosario)

Per sígnum Sanctæ Crucis ✠ de inimícis nostris ✠ líbera nos, Deus noster ✠. In nómine Patris, et †Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.

Confíteor (Acto de contrición)

Confíteor Deo omnipoténti, beátæ Maríæ semper Vírgini, beáto Michaéli Archángelo, beáto Joánni Baptístæ, sanctis Apóstolis Petro et Paulo, et ómnibus Sanctis, quia peccávi nimis cogitatióne, verbo et opere: mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa. Ideo precor beátam Maríam semper Vírginem, beátum Michaélem Archángelum, beátum Joánnem Baptístam, sanctos Apóstolos Petrum et Paulum, et omnes Sanctos, oráre pro me ad Dóminum, Deum nostrum. Amen.

1 Pater noster
Pater noster, qui es in Cælis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat Regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in Cælo et in terra. Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem, sed líbera nos a malo. Amen.

3 Ave María
Ave María, gratia plena; Dóminus tecum: benedícta tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui Jesus. Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hóra mortis nostræ. Amen.

Gloria
Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.

Oratio Fátima
O mi Jesu, dimítte nobis débita nostra, líbera nos ab ígne Inférni, conduc in Cælum omnes ánimas, præsértim illas quæ maxíme indígent misericórdia tua.

Sýmbolum Apostolórum (Credo de los Apóstoles)
Credo in Deum, Patrem omnipoténtem, Creatórem Cæli et térræ. Et in Jesum Christum, Fílium ejus únicum, Dóminum nostrum: qui concéptus est de Spíritu Sancto, natus ex María Vírgine, passus sub Póntio Piláto, crucifíxus, mórtuus, et sepúltus: descéndit ad Ínferos; tértia die resurréxit a mórtuis; ascéndit ad Cælos; sedet ad déxteram Dei Patris omnipoténtis: inde ventúrus est judicáre vivos et mórtuos. Credo in Spíritum Sanctum, Sanctam Ecclésiam Cathólicam, Sanctórum communiónem, remissiónem peccatórum, carnis resurrectiónem, vitam ætérnam. Amen.

Meditatiónes Rosárii (Meditaciones del Santo Rosario)

I. Mystéria Gaudiósa (Misterios Gozosos- lunes y jueves)

Primo, Beátæ Maríæ Vírginis anuntiatiónem contemplámur, et humílitas pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima)
Secundo, Beátæ Maríæ Vírginis visitatiónem contemplámur, et cháritas ad fratres pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima)
Tertio, Dómini Nóstri Jésu Chrísti nativitátem contemplámur, et paupertátis spíritus pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima)
Quarto, Dómini Nóstri Jésu Chrísti presentatiónem in templo contemplámur, et obediéntia pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Quinto, Dómini Nóstri Jésu Chrísti inventiónem in templo contemplámur, et Déum inquæréndi volúntas pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima)

II. Mystéria Dolorósa (Misterios Dolorosos- martes y viernes)

Primo, Dómini Nóstri Jésu Chrísti oratiónem in horto contemplámur, et dólor pro peccatis nostris pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima)
Secundo, Dómini Nóstri Jésu Chrísti flagellatiónem contemplámur, et córporum nostrórum mortificátio pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Tertio, Dómini Nóstri Jésu Chrísti spinis coronatiónem contemplámur, et supérbiæ mortificátio pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Quarto, Dómini Nóstri Jésu Chrísti crucis bajulatiónem contemplámur, et patiéntia in tribulatiónibus pétitur (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Quinto, Dómini Nóstri Jésu Chrísti crucifixiónem et mortem contemplámur, et súi ipsíus dónum ad animárum redemptiónem pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 

III. Mystéria Gloriósa (Misterios Gloriosos- miércoles, sábado y domingo)

Primo, Dómini Nóstri Jésu Chrísti resurrectiónem contemplámur, et fídes pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Secundo, Dómini Nóstri Jésu Chrísti in Cælum ascensiónem contemplámur, et spes pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Tertio, Spíritus Sáncti descensiónem contemplámur, et cháritas ad Deum pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Quarto, Beátæ Maríæ Vírginis in Cælum assumptiónem contemplámur, et bene moriéndi gratia pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima) 
Quinto, Beátæ Maríæ Vírginis coronatiónem contemplámur, et fidúcia in María Regína Nostra pétitur. (Pater Noster, 10 Ave María, Gloria et Oratio Fátima)

Oratiónes ad fínem Rosárii dicéndæ (Oraciones al finalizar el Rosario)

Memoráre (Acordaos)
Memoráre, O piíssima Virgo María, non esse audítum a sǽculo, quémquam ad tua curréntem præsídia, tua implorántem auxília, tua peténtem suffrágia, esse derelíctum. Ego tali animátus confidéntia, ad te, Virgo Vírginum, Mater, cúrro, ad te vénio, coram te gémens peccátor assísto. Noli, Mater Verbi, verba mea despícere; sed audi propítia et exáudi. Amen.

Sub tuum præsídium
Sub tuum præsídium confúgimus, sancta Dei Génetrix; nostras deprecatiónes ne despícias in necessitátibus; sed a perículis cunctis líbera nos semper, Virgo gloriósa et benedícta. Amen.

Magníficat
Magníficat † ánima mea Dóminum. Et exsultávit spíritus meus in Deo, salutári meo. Quia respéxit humilitátem ancíllæ suæ: ecce enim ex hoc beátam me dicent omnes generatiónes. Quia fecit mihi magna, qui pótens est: et sanctum Nómen ejus. Et misericórdia ejus, a progénie in progénies timéntibus eum. Fecit poténtiam in bráchio suo, dispérsit supérbos mente cordis sui. Depósuit poténtes de sede, et exaltávit húmiles. Esuriéntes implévit bonis, et dívites dimísit inánes. Suscépit Israël púerum suum, recordátus misericórdiæ suæ. Sicut locútus est ad patres nostros: Ábraham, et sémini ejus in sǽcula.
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.  
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.

Salve Regína
Salve Regína, Mater misericórdiæ, vita, dulcédo, et spes nostra, salve. Ad te clamámus éxsules fílii Evæ. Ad te suspirámus, geméntes et fléntes in hac lacrimárum valle. Eia, ergo, Advocáta nostra, illos tuos misericórdes óculos ad nos convérte. Et Jésum, benedíctum frúctum ventris tui, nobis post hoc exílium osténde. O clémens, O pía, O dulcis Virgo María. Amen.
V. Ora pro nobis, Sancta Dei Génetrix.
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus
Deus, cujus Unigénitus per vitam, mortem et resurrectiónem suam nobis salútis ætérnæ prǽmia comparávit: concéde, quǽsumus; ut, hæc mystéria sacratíssimo beátæ Maríæ Vírginis Rosário recoléntes, et imitémur, quod cóntinent, et quod promíttunt, assequámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum. Amen.

Los Misterios del Santo Rosario Lourdes krouillong comunion en la mano es sacrilegio
Litaníæ Lauretánæ

V. Kýrie, eléison.
R. Kýrie, eléison.
V. Christe, eléison.
R. Christe, eléison.
V. Kýrie, eléison.
R. Kýrie, eléison.
V. Christe, audi nos.
R. Christe, audi nos.
V. Christe, exáudi nos.
R. Christe, exáudi nos.

V. Pater de cælis Deus.
R. Miserére nobis.
V. Fílii Redémptor mundi Deus.
R. Miserére nobis.
V. Spíritus Sancte Deus.
R. Miserére nobis.
V. Sancta Trínitas, unus Deus.
R. Miserére nobis.

V. Sancta María.
R. Ora pro nobis.
V. Sancta Dei Genétrix.
R. Ora pro nobis.
V. Sancta Virgo vírginum.
R. Ora pro nobis.
V. Mater Christi.
R. Ora pro nobis.
V. Mater Ecclésiæ.
R. Ora pro nobis.
V. Mater Divínæ grátiæ.
R. Ora pro nobis.
V. Mater puríssima.
R. Ora pro nobis.
V. Mater castíssima.
R. Ora pro nobis.
V. Mater invioláta.
R. Ora pro nobis.
V. Mater intemeráta.
R. Ora pro nobis.
V. Mater amábilis.
R. Ora pro nobis.
V. Mater admirábilis.
R. Ora pro nobis.
V. Mater boni Consílii.
R. Ora pro nobis.
V. Mater Creatóris.
R. Ora pro nobis.
V. Mater Salvatóris.
R. Ora pro nobis.
V. Mater Eucharistíæ.
R. Ora pro nobis.
V. Virgo prudentíssima.
R. Ora pro nobis.
V. Virgo veneránda.
R. Ora pro nobis.
V. Virgo prædicánda.
R. Ora pro nobis.
V. Virgo humílima.
R. Ora pro nobis.
V. Virgo pótens.
R. Ora pro nobis.
V. Virgo clémens.
R. Ora pro nobis.
V. Virgo fidélis.
R. Ora pro nobis.
V. Spéculum justítiæ.
R. Ora pro nobis.
V. Sédes sapiéntiæ.
R. Ora pro nobis.
V. Causa nostræ lætítiæ.
R. Ora pro nobis.
V. Vas spirituále.
R. Ora pro nobis.
V. Vas honorábile.
R. Ora pro nobis.
V. Vas insígne devotiónis.
R. Ora pro nobis.
V. Rosa mýstica.
R. Ora pro nobis.
V. Túrris Davídica.
R. Ora pro nobis.
V. Túrris ebúrnea.
R. Ora pro nobis.
V. Domus áurea.
R. Ora pro nobis.
V. Fœdéris arca.
R. Ora pro nobis.
V. Jánua Cæli.
R. Ora pro nobis.
V. Stella matutína.
R. Ora pro nobis.
V. Salvatiónis arca.
R. Ora pro nobis.
V. Mýstica cívitas Dei.
R. Ora pro nobis.
V. Adorátrix perpétuam Jesus Sacramentátum.
R. Ora pro nobis.
V. Salus infirmórum.
R. Ora pro nobis.
V. Refúgium peccatórum.
R. Ora pro nobis.
V. Consolátrix afflictórum.
R. Ora pro nobis.
V. Auxílium Christianórum.
R. Ora pro nobis.
V. Corredemptóra humánum genus.
R. Ora pro nobis.
V. Mediátrix ómniæ gratiárum.
R. Ora pro nobis.
V. Terror dæmónium.
R. Ora pro nobis.
V. Exterminátrix ómniæ heresíæ.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Immaculáta.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Angelórum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Patriarchárum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Prophetárum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Apostolórum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Mártyrum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Confessórum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Vírginum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Sanctórum ómnium.
R. Ora pro nobis.
V. Regína sine labe origináli concépta.
R. Ora pro nobis.
V. Regína in Cælum assúmpta.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Sanctíssimi Rosárii.
R. Ora pro nobis.
V. Régina clericórum.
R. Ora pro nobis.
V. Regína Ecclésiæ.
R. Ora pro nobis.
V. Regína famíliæ.
R. Ora pro nobis.
V. Regína pacis.
R. Ora pro nobis.

V. Agnus Dei, qui tóllis peccáta mundi.
R. Párce nobis, Dómine.
V. Agnus Dei, qui tóllis peccáta mundi.
R. Exáudi nobis, Dómine.
V. Agnus Dei, qui tóllis peccáta mundi.
R. Miserére nobis.

V. Ora pro nobis, Sancta Dei Génetrix,
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus 
Concéde nos fámulos tuos, quǽsumus, Dómine Deus, perpétua mentis et córporis sanitáte gaudére: et, gloriósa beátæ Maríæ semper Vírginis intercessióne, a præsénti liberári tristítia, et ætérna pérfrui lætítia. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.

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Oración de Isabel La Católica

ORACIÓN DE ISABEL LA CATÓLICA

Isabel La Catolica krouillong comunion en la mano es sacrilegio

Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y no saber luchar.
Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y poderte negar.

Yo te pido, Señor,
que en Tu grandeza
no te olvides de mí;
y me des con Tu amor
la fortaleza
para morir por Ti.

Isabel La Catolica reina krouillong comunion en la mano es sacrilegio

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Novena a Nuestra Señora de La Salette

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE

La Novena fue publicada en 1886, y cuenta con la aprobación por parte del Obispado de León (Guanajuato, México). Comienza el 10 de septiembre y termina el 18 de septiembre, un día antes de su fiesta el 19 de septiembre.

Esta es la fecha principal para rezar a Nuestra Señora de La Salette, pero, por tratarse de una Novena, puedes iniciarla en cualquier momento del año para pedir a Nuestra Señora una Gracia que necesites. Incluso, puedes rezar la Novena varias veces al año.

nuestra señora de la salette 15

La novena está conformada por el Acto de Contrición,  Oración Inicial, Meditación y Oración para cada día, Gozos a Nuestra Señora de La Salette, Oración Final.

Por la señal + de la santa Cruz; de nuestros + enemigos líbranos, Señor + Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amen.

 ACTO DE CONTRICIÓN

¡Adorable salvador de nuestras almas! Ya no eres tú el Dios terrible que con voz de trueno hablabas a los hijos de Israel que temían morir: eres el Dios manso y benigno que nos hablas con la suavidad de la brisa, por medio de María tu Madre Virgen para convertirnos. ¡Con qué ternura y caridad nos reprendes!, pues a la vez que nos amenazas con el castigo, nos ofreces tu misericordia para que no perezcamos. Por tanto, humillados profundamente en tu presencia, escuchamos tus llamamientos y te pedimos perdón por nuestros pecados. Venga a nosotros tu misericordia antes que el rigor de tu justicia, y quedemos a ti convertidos, para que sirviéndote fielmente en nuestra vida, merezcamos amarte y bendecirte en el Cielo para siempre. Amén.

ORACIÓN INICIAL

¡Reina de las Vírgenes y Madre de Jesucristo! ¿Cómo es posible contemplarte en actitud de tristeza, sin que nuestra alma quede profundamente conmovida? ¿Cómo podremos verte contristada por nuestros pecados, sin arrepentirnos en lo íntimo de nuestro corazón? Tú lamentas las ofensas que hacemos a tu dulce Jesús, y como una Madre interesada por nuestro bien, quieres evitar nuestra perdición y nos haces escuchar tus avisos maternales. No queremos, pues, verte llorosa y afligida, ni ser más los crueles instrumentos de tu pena. Cese ya nuestra ingratitud, y muera en nosotros el pecado que detestamos con toda la fuerza de nuestras almas: Estos son tus deseos y a este fin te apareciste en la Salette como una celeste Misionera para predicarnos la penitencia y nuestra conversión a Dios. En tus manos, pues ponemos nuestra salvación. Recibe nuestro arrepentimiento y haz que nos sometamos fielmente a la ley de tu santísimo Hijo. Amén.

nuestra señora de la salette 6

MEDITACIÓN DÍA 01

El sábado 19 de septiembre de 1846, víspera de la fiesta de los dolores de María Santísima, que la santa Iglesia celebraba en la tercera domínica de este mes, los pastorcitos Maximino y Melania, el primero de once años de edad y la segunda de catorce años nueve meses, cuidaban sus vacas en un monte de los Alpes llamado la Salette, en Francia. Y he aquí que después de mediodía, vieron junto a una fuente seca una claridad más luciente que el sol, y en su centro una hermosa Señora, sentada en actitud de tristeza. Mientras los dos niños admiraban aquel portento, la Señora cruzando los brazos en forma misionera, se puso en pie y les dijo: “Avanzad hijos míos, no temáis; yo estoy aquí para contaros una gran novedad”. Los niños se acercaron a la vez que la radiante Señora avanzó hacia ellos; y colocada en medio de los dos les dijo llorando: “Si mi pueblo no quiere someterse, yo me veo forzada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado, que ya no puedo sostenerlo” (Relación de Maximino). He aquí las primeras palabras con que María comienza a desempeñar en favor nuestro una misión de paz y de clemencia. En medio de las tinieblas que nos cubren, de pecados, de falsas doctrinas y de impiedad, María como “estrella refulgente cuya claridad apacible ilumina la tierra, fomentando las virtudes y ahuyentando los vicios” (San Bernardo), viene en persona para indicarnos el camino que conduce al Cielo.

Ella ve que olvidados de Dios hemos infringido su santa ley; que apegados al mundo nos hemos disipado y corrompido; y que en vez de trabajar por nuestra salvación, solo buscamos la vanidad y los placeres: y cuando ya estamos llenando la medida con tantos pecados, y la venganza divina está para caer sobre nosotros, María como por último recurso de su caridad, se digna anunciarnos el peligro en que estamos de perdernos, pidiéndonos con lágrimas, que nos sometamos a la ley de su santísimo Hijo; porque de lo contrario, se verá forzada a dejar caer aquel brazo vengador. Y no es que a María le falte poder ni compasión para convertir en clemencia la ira de Dios, sino que nuestra dureza y obstinación le atan las manos para sostener aquel peso formidable; porque cuando la divina Justicia es ofendida por el pecado y no se le quiere satisfacer por la penitencia, es necesario que sea vindicada por el castigo. ¿Vendrá éste sobre nosotros por nuestra pertinacia, a pesar de los esfuerzos que hace María para que lo evitemos? ¿Las lágrimas tan sentidas de este buena Madre, que han convertido en Francia a tantos pecadores, serán para nosotros de ningún interés? ¿Qué más puede hacer una madre cuando ve que su hijo va a ser castigado, sino avisarle que se humille y arrepienta para que evite el castigo? Pues esto es lo que María nos pide con llanto y gemidos. Correspondamos a nuestra buena Madre tanta fineza, y desagraviemos a su Santísimo Hijo con nuestra penitencia y mudanza de vida.

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN PARA EL DÍA 01

¡Con qué sublimes encantos te presentas a nosotros, ¡oh María!, en forma de celeste misionera, para convertirnos a tu Divino Hijo Jesús! ¡Con qué dulcísima caridad nos amonestas para que evitemos el castigo y obremos nuestra salvación! ¿Y quién se resistirá a la eficacia de tus purísimas lágrimas virginales? ¡Oh María! Que estas lágrimas caigan sobre nosotros como el rocío sobre la tierra sin agua, como la lluvia sobre la campiña, como la llovizna sobre la grama, y queden nuestras almas convertidas al eco armonioso de tu saludable predicación, a fin de que, haciendo penitencia por nuestros pecados, desagraviemos, amemos y sirvamos a nuestro Señor Jesucristo. Amén. 

MEDITACIÓN DÍA 02

Dios nos habla por la frecuente predicación de sus ministros en el templo, y por la voz de sus pastores que nos invitan al cumplimiento de la ley divina, nos amonesta por medio de su Vicario el Sumo Pontífice que levanta su voz para despertarnos del sueño de muerte en que permanecemos sin temor; mas no contento con esto, se vale del atractivo más eficaz que atesora en sus bondades para ganarnos, y permite que su augusta Madre nos hable en persona para convertirnos. “¡Cuánto tiempo ha que sufro por vosotros!”, nos dice la Virgen bendita. “Si quiero que mi Hijo no os abandone, estoy encargada de rogarle sin cesar, y vosotros no hacéis caso de ello” (Relación de Melania). María sufre por nosotros en la pérdida de nuestras almas que tanta sangre costaron a su santísimo Hijo, a quien volvemos a crucificar cuando pecamos; sufre en la ingratitud con que correspondemos a sus bondades, renovando sus dolores y sus lágrimas; sufre en la frialdad e indiferencia con que miramos su maternal solicitud. Por esto es que nos dirige sus quejas, como una madre resentida por nuestra indigna conducta.

Nosotros ofendiendo a Dios y María suspendiendo el castigo que merecemos: he aquí la continua lucha que la bondad de María ha entablado con nuestra obstinación y que nos manifiesta con lágrimas de ternura. María ve que nuestra pertinacia atrae el castigo sobre nosotros, y movida a compasión vuela desde luego con las alas de su piedad y misericordia y hace un esfuerzo para salvarnos. Como si dijera a su Santísimo Hijo: “Detén un poco, te suplico, el brazo de tu justicia: Yo misma iré en persona a avisar a mi pueblo para que se convierta. Tu honor y su bien me interesan en el alma, porque no puedo dejar de tener sentimientos de Madre; y, si con esto mi pueblo no quiere someterse, entonces me veré forzada a dejar caer tu brazo justamente airado”. ¿No escuchamos aquí los acentos compasivos del amor maternal de María? ¿No vemos el sumo empeño que nuestra buena Madre tiene para librarnos del castigo? ¿Hemos de quedar envueltos en la venganza divina no obstante el interés que María tiene por nuestro bien? Es ya hora de levantarnos del sueño, y salir del letargo que nos conduce al abismo. Enjuguemos las lágrimas de María con nuestro arrepentimiento y penitencia, y vivamos siempre agradecidos a sus imponderables finezas.

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN PARA EL DÍA 02

¿Qué sería de nosotros, ¡oh María!, si tu no fueras nuestra poderosa Abogada? ¿En dónde estaríamos ahora sufriendo el eterno castigo si no fuera por tu benéfica intercesión? Tú nos has librado de la muerte eterna; tú has suspendido los castigos que nos venían del Cielo; tú nos has amonestado para que no perezcamos; tú nos llamas con ternura maternal. ¿Quién resistirá a tan dulces llamamientos? Nosotros hemos oído tu voz y venimos a ti para ponernos al abrigo de tu manto. ¡Oh cuan dulce es verter a tus plantas las lágrimas de nuestro arrepentimiento! Dígnate recogerlas y presentarlas a tu Santísimo Hijo como fruto especial de tu misión sagrada.

MEDITACIÓN DÍA 03

Cuando ya no se respeta la ley eterna que debe normar nuestra conducta y ajustarla a la voluntad del Supremo dominador de las naciones; cuando a Dios se le niega el culto que se le debe, se olvidan sus beneficios, se profanan sus días festivos, se maldice su santo Nombre; cuando cada quién de nosotros en particular no contamos un solo día de nuestra vida en que no hayamos ofendido a Dios; en vista de tantas ofensas ¿qué debemos hacer para desagraviar al Señor e inclinarlo a que nos perdone? María Santísima nos lo manifiesta en la Salette con estas palabras: “Mucho tenéis que orar, mucho bien que hacer, jamás podéis recompensar las penas que paso por vosotros” (Relación de Melania).

La oración que penetra el Cielo y que vence a Dios, y la práctica del bien en contraposición a tanto mal: He aquí dos remedios eficaces que María nos prescribe en cooperación a sus ruegos para contener el castigo. Por lo demás, si María vierte lágrimas y se manifiesta en actitud da tristeza, si hace mención de las penas que pasa por nosotros, no es que en el estado de gloria en que se encuentra pueda sufrir estos males físicos, puesto que sus sentidos en tal estado son incapaces de toda alteración; sino porque estos sentidos pueden ser movidos por las cosas sensibles de una manera intencional y perfecta en expresión del angélico Doctor Santo Tomás de Aquino: De otro modo sus sentidos estarían ociosos, lo cual sería contra la perfección de su estado (4 contra Gent. q.83) En vista de tales sentimientos que María manifiesta por nuestro bien debemos elevar nuestras almas a Dios por medio de la oración, compungidos por nuestros pecados; debemos pedirle perdón con sentimientos de verdadera penitencia; debemos vencer el mal en el bien, cumpliendo con exactitud los mandamientos del Señor; y de este modo, asociados a las lágrimas de María, calmaremos siquiera su llanto, ya que no podemos recompensar sus penas; escucharemos su voz doliente que dirige a nosotros en la soledad; y secundando sus santos deseos, entablaremos una vida nueva que no desdiga en nada de sus buenos hijos y fieles siervos.

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN PARA EL DÍA 03

Tú, ¡oh María!, Maestra de los fieles y augusta Misionera de los pecadores, que con tanto amor nos invitas a que hagamos penitencia por nuestros pecados, envíanos un rayo de luz que nos ilumine para separarnos de la vía que nos conduce al abismo. Enséñanos a hacer oración y a practicar el bien, para que desprendidos de la tierra, elevemos al Cielo nuestros suspiros, y haciendo la voluntad de tu santísimo Hijo, le desagraviemos con nuestras buenas obras. Esto te pedimos fiados en tu bondad y llenos de confianza en tu protección.

MEDITACIÓN DÍA 04

Después que María se queja en general de la infracción de la ley de Dios, desciende en particular a lamentar la profanación del día del Señor, con estas palabras: “Os he dado seis días para trabajar; dice el Señor; no me he reservado más que el séptimo y no queréis concedérmelo: Esto es lo que hace tan pesada la mano de mi Hijo” (Relación de Melania). La santificación del Domingo es tan sagrada, que el mismo Dios que obró la creación en seis días, quiso descansar el séptimo; y no porque la creación ocasionara a Dios cansancio, sino porque se reservó este día para su gloria y para nuestra santificación. Nada hay más justo que la santificación del Domingo con relación a Dios, ni más útil para nosotros en el orden temporal y espiritual. La profanación de este día es la suprema ingratitud al amor de nuestro Dios y el desconocimiento de su divina influencia y supremo dominio. Como los hijos que gastan la herencia y se echan después sobre los bienes que el padre dejó para sí, con grave injuria de la reverencia y amor que se le debe, así nos portamos nosotros cuando profanamos el día del Señor.

En el orden temporal esta institución es tan necesaria, que a su observancia está vinculada la prosperidad del individuo, de la familia, de los pueblos, de las naciones, porque sabido es que ningún negocio prospera si Dios no lo bendice, y Dios no puede bendecir el trabajo que ha prohibido en el día festivo. ¡Con razón los que trabajan en día festivo, lejos de reportar utilidad de sus afanes, reportan la miseria y la desgracia, porque a su trabajo no desciende la bendición de Dios! Pero no es solo nuestra utilidad temporal lo que debe inducirnos a santificar las fiestas y días del Señor, es principalmente la obediencia que debemos a nuestro Dios, la gratitud que nos exigen sus beneficios, la obligación de confesar nuestra dependencia de sus manos y nuestra propia santificación, es el deber que tenemos de alabar su providencia que nos cuida, su poder que nos mantiene, su paciencia que nos sufre, su misericordia que nos perdona; es, por fin, la confesión que debemos hacer de su existencia como causa primaria de todos nuestros bienes, como fin último de nuestra vida, blanco de nuestros deseos y único objeto de nuestra esperanza. Esto es lo que debe movernos a santificar el día del Señor. Su profanación debe hacernos temblar, así como de su observancia todo lo podemos esperar, la prosperidad, la salud, la gracia y la salvación.

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN DÍA 04

¡Oh María! Compungidos íntimamente por la profanación del día del Señor a quien debemos todo honor y reverencia, nos postramos a tus plantas para que recibas nuestro arrepentimiento y nuestra contrición. Piedad, ¡oh María!, por tan sacrílega profanación. De hoy en adelante queremos honrar al bienhechor de nuestra vida santificando el día que se ha reservado para Sí. Alcánzanos esta gracia por amor de Jesús, y concédenos que tus ruegos aplaquen su indignación.

MEDITACIÓN DÍA 05

No hay cosa más eficaz para ganar nuestro corazón que los beneficios; mas cuando se trata de los beneficios de Dios, parece que estos pierden su eficacia para hacernos amar a nuestro soberano bienhechor. Muy lejos de una gratitud tierna y reconocida, el hombre blasfemo ultraja el nombre del Señor, y de este horrendo pecado propio de los réprobos se queja la purísima Virgen María en la Salette con estas palabras: “Los que conducen carros no saben jurar sin poner en ello el nombre de mi Hijo”; y refiriéndose a la profanación del Domingo y a la blasfemia, añade: “Estas son las dos cosas que cargan tanto la mano de mi Hijo” (Relación de Melania).

¿Y cómo podrá ver con indiferencia la tierna Madre de Jesús, que su amantísimo Hijo sufra de sus redimidos las más negras injurias que solo el recordarlas pone horror aun a las almas menos timoratas? ¡Si estos ingratos conocieran con cuanto amor nos trata nuestro buen Dios, y con cuánta paciencia nos sufre! ¡Si consideraran los inmensos beneficios que continuamente nos hace, si vieran con cuánto anhelo y ternura nos llama, y cómo nos espera con los brazos abiertos, y cómo no cabe de gozo cuando nos convertimos, si supieran que aun los mismos males de la vida son bienes que nos da su mano bienhechora para salvarnos, nunca cometieran el criminal atentado de llamar a Dios injusto y tirano, ni proferirían insultos contra el Señor, tan horrendos que la pluma se resiste a designar! ¡Increíbles parecen tan horribles blasfemias; pero el hecho es que el siglo descreído en que vivimos las ha escuchado y no sin horror! En vista de esto, tenemos que admirar que la justicia de Dios no haya lanzado sus rayos sobre nosotros. Tenemos que ver a toda luz la inaudita paciencia con que Dios nos sufre y la justa reconvención que María nos hace, no con la severidad que debiera, sino con ternura maternal con suavidad incomparable. Aborrezcamos para siempre este pecado de la blasfemia, que hiere profundamente a tan buena Madre y a tan buen Hijo. Detestemos esta ingratitud con toda nuestra alma y en desagravio de tal crimen bendigamos sin cesar a Jesús y a María.

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN DÍA 05

¡Oh María, siempre benigna y misericordiosa! ¿Cómo no agradeceremos tu amor y piedad para con nosotros, cuando viendo a tu santísimo Hijo tan ofendido interpones tus ruegos para que no nos castigue? ¿Como no bendeciremos a nuestro Señor Jesucristo que es tan bueno y a ti que eres tan amable y bendita? ¡Oh María! Lloramos amargamente las blasfemias y profanaciones del santo nombre de Dios, y queremos bendecirlo en todos los instantes de nuestra vida. Alcánzanos la gracia de bendecirlo también en nuestra muerte y en tu compañía en el Cielo. Amén.

MEDITACIÓN DÍA 06

La purísima Virgen María continúa diciendo a los pastores de la Salette estas palabras: “Si la cosecha se pierde, es por vuestra causa”. En seguida les recuerda la pérdida de una cosecha, en vista de la cual, lejos de pedir misericordia, los hombres juraban y profanaban el Nombre de Dios. Les anuncia, además, que la pérdida continuará, que vendrá una gran hambre; que antes que esta llegue, los niños menores de siete años serán acometidos de convulsiones, y que con ellas morirán en los brazos de los que los tengan; y que los demás harán penitencia por el hambre.

El fin de estas predicciones que María Santísima hace a Francia, como a nosotros, es nuestra conversión. ¿Y quién duda que los bienes temporales sean un don de Dios y que la privación de estos por nuestros pecados, es la voz del Señor que nos habla, para que volviendo sobre nuestros pasos, no olvidemos ya por más tiempo el cumplimiento de su santa ley? Dios nos quiere someter a su voluntad santísima por el castigo temporal, que por medio de María se digna anunciarnos con entrañas de padre amoroso, a fin de que lo evitemos clamando a su bondad en medio de la tribulación; porque, como nos ama con amor de Padre, quiere por este medio librarnos del castigo eterno; y este es su fin principal, al amenazarles con el azote de su justicia. Besemos, pues, la mano de nuestro Padre que no nos castiga sino para salvarnos. Oigamos a su voz misericordiosa, y no queramos endurecer nuestro corazón, desatendiendo a sus reconvenciones. Clamemos a Dios en lo íntimo de nuestro pecho y nos oirá: busquemos la gracia y busquémosla por medio de María nuestra insigne Abogada. ¡Con qué prontitud y sumisión debemos oír a María que nos busca para Dios! ¡Con qué cristiana atención debemos escuchar las amonestaciones de nuestra augusta Misionera! ¡Con qué gratitud debemos servir a Dios para amarlo y bendecirlo en unión de nuestra Reconciliadora y dulce Madre!

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN PARA EL DÍA 06

Te saludamos, ¡oh María!, con la pronta sumisión de hijos reconocidos. Te bendecimos con toda la efusión de nuestra alma porque eres nuestra ventura y nuestra reconciliación con Dios. ¡Oh tierna Abogada nuestra! No queremos ofender más a tu Santísimo Hijo Jesús: nos arrepentimos de haber pecado, proponemos la enmienda de nuestra vida y esperamos que nos alcances la gracia de la perseverancia final, y que nos libres de los castigos temporales y de la eterna condenación.

MEDITACIÓN DÍA 07

María Santísima en la Salette no solamente nos anuncia los castigos que nuestros pecados atraerán sobre nosotros, sino también las bendiciones que Dios nos dará, si, oyendo su voz, nos convertimos: “Si ellos se convierten”, dice, “Las piedras y las rocas se cambiarán en montañas de trigo y las patatas se sembrarán por sí mismas en lo ancho de la tierra”.

¡Cuán bueno y misericordioso se manifiesta el Señor cuando nos anuncia el castigo que merecemos para librarnos de él, sin contritos y penitentes invocamos su protección! ¡Pero cuánto más bueno y misericordioso es nuestro Dios cuando nos promete colmarnos de beneficios, si escuchamos su voz y nos convertimos! Cuando sumidos en la miseria y la angustia levantamos al Cielo nuestros ojos llorosos para buscar un auxilio, entonces escuchamos una voz oculta que nos dice: “Convertíos a mí y yo me convertiré a vosotros”. Es la voz de Dios que nos presenta el aliciente de sus beneficios ofreciéndonos su gracia y llamándonos con suavidad a penitencia. Es la voz de Jesús que no quiere nuestra perdición, sino nuestra eterna salud. Es la voz de la divina clemencia que nos busca por medio de María para darnos la salud y la vida, ¿Quién permanecerá sordo a tan dulces llamamientos? ¿Quién no escuchará la voz de María que con entrañas maternales, se interesa por nuestra felicidad? ¿Quién no vendrá a María, en cuyas manos está un tesoro de gracias para enriquecernos y bajo cuyo amparo siente nuestra alma el bienestar de un indecible consuelo? Dirijamos a la Madre de Jesús nuestros suspiros y nuestros votos, animémonos con las promesas que nos hace si nos convertimos, volvamos nuestros pasos a Dios, por medio de una verdadera penitencia, y obtendremos sin duda los bienes temporales que nos convengan para nuestra salvación.

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN PARA EL DÍA 07

Te saludamos, ¡Oh María, Madre de Dios!, causa de nuestra alegría y remedio de nuestros males. Te saludamos, bellísimo encanto de nuestras almas, dulcísimo consuelo de nuestra vida, Madre llena de ternura para nuestro corazón. Te saludamos y venimos a ti para depositar a tus plantas las lágrimas de nuestra contrición. Seas bienvenida, ¡oh Misionera sublime!, seas bienvenida y queden nuestras almas inflamadas en tu caridad. Tu amor purísimo es más que suficiente para premiar nuestra sumisión a Dios, ¿y aún nos ofreces bendiciones temporales? ¡Oh, cuan bueno es tu Dios y nuestro Dios! ¡Cuán buena eres tú, delicia nuestra! Madre amable, conviértenos: defiende nuestra causa y no nos dejes perecer.

MEDITACIÓN DÍA 08

Una vez verificada nuestra conversión a Dios por efecto de su gracia y por los ruegos de María nuestra amada protectora, ¿a qué medio podremos recurrir para perseverar en la virtud? La bendita Virgen María nos lo manifiesta en la Salette con entrañable amor: “¿Hacéis bien vuestra oración, hijos míos?” preguntó a Maximino y a Melania; y estos respondieron: “Casi nada, señora”. La inmaculada Virgen añadió luego: “Es pues preciso hacerla, hijos míos por la mañana y por la noche. Cuando no podáis hacerlo mejor, rezad solamente un Padre nuestro y un Ave María; y cuando tengáis tiempo, rezad más”. La augusta Señora se queja enseguida del menosprecio en que se tiene la Santa Misa, a la cual no van más que determinadas personas; se quejan de la burla que muchos hacen de los actos religiosos; se queja por último de la infracción del ayuno y de la abstinencia. Dos son, pues, los remedios eficaces que la soberana Reina del Cielo nos prescribe para obtener la eterna salud: la oración y el ayuno.

¿Quién duda que el hombre en la actualidad se haya materializado, no buscando su cielo más que en la tierra, y no deseando otra cosa más que pan y placeres? Pues nada más a propósito para desarraigar nuestros afectos de la tierra, que levantar a Dios nuestras almas por medio de la oración; nada más conducente a refrenar los apetitos de la carne que la santa mortificación que trae consigo el ayuno. Tenemos que pelear con aquel género de demonios que, en expresión de Nuestro Señor Jesucristo, solo pueden vencerse con el ayuno y con la oración. La oración, pues, y el ayuno que tanto recomendó el arcángel San Rafael, y que ahora encarece la misma Madre de Dios, son las armas poderosas con que venceremos a nuestros enemigos; son la fuerza vital que nos levantará del estado de postración en que estamos para ver, animados, la luz de la Gracia, y merecer así el premio que Dios tiene reservado a los que le sirven.

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN PARA EL DÍA 08

¡Oh María, Mensajera celeste de la ventura! Con cuánta confianza debemos recurrir a ti que eres tan rica y bondadosa, y que tan de veras quieres salvarnos. Tú eres la repartidora de los tesoros de Dios, nuestra buena Madre, nuestra Maestra y protectora. Por tales privilegios enséñanos a orar y nos desprenderemos de la tierra para elevar nuestras miradas al Cielo, enséñanos a ser mortificados para vencer los estímulos de la carne; y alcánzanos la gracia de una verdadera conversión a Dios, estimando debidamente la oración y el ayuno que tanto nos recomiendas. Amén.

MEDITACIÓN DÍA 09

Una vez que la purísima Virgen María manifestó a los dos pastorcitos sus quejas, sus amenazas, y sus promesas, después que la misma Señora confió un secreto a cada uno de los dos niños, les dijo: “Pues bien, hijos míos, vosotros haréis saber todo esto a mi pueblo”. Y pasando del punto en donde estaba, sin volverse a los niños, les dijo de nuevo: “Pues bien, hijos míos, vosotros haréis saber todo esto a mi pueblo”. Y andando sobre la yerba verde sin tocarla, seguida de Maximino y Melania, se alejó más del lugar en donde estaba y elevada sobre la tierra como más de un metro, fijó su mirada en el Cielo y luego en la tierra, y fue desapareciendo gradualmente, comenzando por la cabeza hasta que desapareció todo su cuerpo, y por último, la claridad que la rodeaba. Maximino y Melania quedaron tristes, sin ver ya la hermosura que contemplaban.

Preguntada Melania sobre cómo estaba vestida la Señora, respondió: “Tenía zapatos blancos con rosas en derredor; las había de todos colores; medias amarillas, un delantal amarillo, un vestido blanco lleno de perlas, una capa, un rodacuello blanco con rosas en derredor, una gorra un poco inclinada hacia delante con una corona de rosas en derredor. Tenía una cadena de la que pendía una cruz con su Cristo, a la derecha de la cruz había unas tenazas, y a la izquierda un martillo; de las extremidades de la cruz colgaba una gran cadena como las rosas que había en su rodacuello. Tenía la cara blanca, prolongada; yo no podía mirarla mucho tiempo, porque nos deslumbraba”. Por lo demás, los niños desempeñaron fielmente la misión que María les encomendó. ¡Jamás el examen más minucioso, ni la investigación más severa, pudieron encontrar en sus narraciones la menor contradicción! ¿Y cómo dos niños que apenas se habían conocido el mismo día del acontecimiento, y que no tenían capacidad para referir circunstanciadamente los hechos más sencillos, hubieran podido fraguar un engaño con circunstancias tan marcadas y de tanto interés, que examinados muchas veces, por separado, y por personas sensatas y perspicaces, ni una sola ocasión llegaron a desdecirse de lo que contaban? La fuente seca que desde la insigne aparición comenzó a manar con abundancia, y cuyos limpios raudales sanaban a los enfermos, ¿no era un testimonio del hecho que referían? ¿Cómo supieron guardar para si los secretos que la Reina del cielo les confió, por más que una tenaz suspicacia pretendió arrancarles su revelación, la cual no hicieron sino a la Santa Sede, y esto, cuando estuvieron persuadidos de que así lo quería la Santísima Señora? ¿Unos niños naturalmente temerosos e interesados, hubieran podido sobreponerse a las promesas y amenazas para descubrir el secreto que cada quien guardaba, o para negar el acontecimiento que uno y otro afirmaba? Preciso es confesar que el dedo de Dios allí se manifestó, y por esto la santa Iglesia, con todo el peso que le da su autoridad divina, declaró la realidad de la insigne aparición de María Santísima en la Salette.

Todo habla en favor de esta verdad; ahí esté el magnífico templo que la piedad cristiana consagró a María, como un recuerdo monumental de este beneficio; está la fundación de los Padres Misioneros, destinados a recibir a los peregrinos que concurren de todas partes, y a convertir a los pecadores; están multitud de enfermos curados milagrosamente con las aguas que brotan de la fuente seca; están, por fin, las Cofradías de Nuestra Señora de la Salette, aprobadas y enriquecidas por la Santa Iglesia con el tesoro de sus gracias. En vista de tales prodigios que María ha hecho por nuestro bien, ¿qué debemos hacer sino someternos a la ley de su Santísimo Hijo conforme a los deseos de tan gran Señora, amar a esta nuestra Madre y Abogada con un amor constante y ardiente, y reconocer llenos de gratitud sus beneficios?

Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria Patri, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena.

ORACIÓN PARA EL DÍA 09

¡Oh bendita María! Tu misericordia es como la lluvia temprana que llena de alegría y de gozo a las campiñas que han sido abrasadas por el calor del estío; tu clemencia, como la suavidad del día sereno que nos anuncia la ventura; tu gracia despide la prodigiosa fragancia del bálsamo puro; y tu hermosura y tu amor son el atractivo de todas las naciones. ¿Quién no quedará rendido contemplando tu belleza? ¿Quién no se someterá a la voluntad del Señor, oyendo el llamamiento de tu voz virginal? Bendita seas porque has derramado en nosotros tu clemencia. ¡Bendita mil veces porque nos has tendido una mano salvadora y compasiva! Líbranos, por tanto de la eterna venganza, ruega por nosotros y dígnate abrirnos las puertas del Cielo. Amén.

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GOZOS EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE

¡Oh María! por tu inocencia
Y por tu llanto y dolor:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

Dos inocentes pastores
De la Salette en la altura,
Te vieron, ¡oh Virgen pura!,
Entre vivos resplandores,
Y admiraron tu presencia
En actitud de dolor:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“¡Oh hijos míos!, avanzad”,
Les dijo tu voz doliente:
“Vengo a contaros clemente,
Una gran novedad”.
Y de tu llanto la fluencia
Reconviene al pecador:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“Si no quiere obedecer
Mi pueblo la ley sagrada,
Yo me veré precisada
A dejarlo perecer.
¡Cuánto su mala conciencia
Carga el divino furor!”:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“¡Oh, si quisierais creerlo!
El brazo de Dios airado
Es tan fuerte y tan pesado
Que no puedo sostenerlo.
Haced todos penitencia
Con temor y con temblor”:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“Yo ruego en la eternidad
Por vuestro bien y salud;
Pero vuestra ingratitud
Se olvida de mi bondad
¡Ay! Vuestra fría indiferencia
Debe causaros pavor”:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“Del Domingo y día festivo
La profanación frecuente,
La blasfemia irreverente
Y la impiedad del altivo:
Esto carga con frecuencia
El brazo de mi Hacedor”:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“De los actos religiosos
Os burláis con artificio,
Y del Santo Sacrificio
Os olvidáis perezosos.
Ni el ayuno y la abstinencia
Queréis guardar con fervor”:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“Si os convertís a mi Dueño,
Os dará dicha cumplida,
Será feliz vuestra vida.
Y tranquilo vuestro sueño.
Pedid piedad e indulgencia
A vuestro Dios y Señor”:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

“Haréis saber esto vos
A mi rebaño, hijos míos:
Que abandone sus desvíos
Y se convierta a su Dios.
Tan bondadosa excelencia
Escuchará su clamor”:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

Dijiste; y en el momento,
Tus facciones escondiendo,
Fuiste desapareciendo
Como astro del firmamento.
Los dos niños en tu ausencia,
Dieron fe de tu primor:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

La fuente que sin raudal
Tocó tu planta serena,
Hoy se mira de agua buena
Convertida en manantial.
Su frescura y trasparencia
Da la salud y vigor:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

Todo el mundo a ti ha venido
Como a su amparo y consuelo,
Porque a su voz se abre el Cielo
En favor del desvalido,
Y tú le prestas audiencia
Y le impartes tu favor:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

Oh María, por tu inocencia
Y por tu llanto y dolor:
Misericordia y clemencia,
Madre del Divino amor.

ORACIÓN FINAL

Compungido nuestro corazón y conmovida nuestra alma por la filial confianza que tenemos en ti, ¡Oh Madre de Jesús!, imploramos tu auxilio para que nos reconcilies con Dios. A este fin te apareciste en la Salette derramando lágrimas por nuestra desgracia, y exhalando tiernos suspiros por nuestra eterna salud. Tú quieres que nos sometamos a la ley de Dios y de la santa Iglesia porque en ello estriba nuestra verdadera felicidad y el honor que se debe a tu Santísimo Hijo. Quieres que vivamos como verdaderos cristianos; que no nos olvidemos de tus piedades; que nos acojamos a tu dulce protección. Por tanto, venimos hoy a tus plantas, ¡oh María!, atraídos por tus finezas y por tu amor. Favorécenos contra el azote de la divina justicia, y haz que obtengamos los saludables efectos de tu misión sublime. Queden grabadas en lo íntimo de nuestra alma tus sentidas quejas para corresponder a tus deseos, temamos los castigos de Dios y obedezcamos su santa ley; confiemos en tus promesas para animarnos a practicar el bien. ¡Oh hermosa Misionera!, dígnate bendecirnos con la imagen de Jesús crucificado que traes sobre tu pecho para que convertidos a Dios, por tu medio consigamos la perseverancia final y la eterna salvación. Amén.

Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

nuestra señora de la salette 7

Que Dios les conceda a todos, por la intercesión de Nuestra Señora de La Salette, las Gracias que necesiten.

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El Milagro Eucarístico de Douai

EL MILAGRO EUCARÍSTICO DE DOUAI

Un prodigioso hecho presenciado por una multitud de fieles y relatado por el Obispo de Cambray, testigo ocular.

El Milagro Eucarístico de Douai

Año 1267, domingo de Pascua, entre 8 y 9 de la mañana. En la ciudad de Douai –norte de Francia, a medio camino entre Amiens y Lille– el párroco daba la comunión a los fieles en la iglesia de los canónigos de San Amado.

De pronto vió una hostia en el piso.

Consternado y sin saber cómo había ocurrido el accidente, se arrodilló para recoger la sagrada partícula. Pero ésta se elevó por sí misma y fue a posarse sobre el purificador (toallita de lino usada para secar el cáliz). Mientras tenía los ojos piadosamente fijos en la Sagrada Eucaristía, la vio transformarse en un niño encantador.

El celebrante dió un grito y llamó a los canónigos, que se hallaban en el coro de la iglesia. Al llegar, notaron que sobre el paño sagrado estaba el Niño lleno de vida. Los fieles presentes también fueron invitados, y todos juntos disfrutaron de la celestial visión.

La aparición duró como una hora, y luego desapareció, sin quedar en el altar más que la blanca hostia consagrada; el párroco la guardó en el tabernáculo y cada uno de los felices asistentes salió publicando el milagro por la ciudad y sus cercanías.

La noticia llegó a oídos del Obispo de Cambray, Mons. Tomás de Cantimpré, que marchó inmediatamente a Douai. Llegado a la casa del Deán de los canónigos, muy conocido suyo, le preguntó si podría ver la hostia milagrosa, a lo que éste accedió, acompañando al Prelado hasta la iglesia. El toque de la campana reunió en corto tiempo a una numerosa muchedumbre de fieles.

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Lo que sigue es el relato del propio Obispo, testigo ocular de los hechos.

Narración del Obispo de Cambray

Se abre el sagrario. El pueblo se aproxima. Al destaparse el copón, cada uno empieza a exclamar:

–Ahí está, ¡lo veo!

–¡He ahí a mi Salvador!

Yo estaba de pie, lleno de admiración: no veía más que la forma de una hostia muy blanca, aun cuando mi conciencia no me reprochara ninguna falta que me impidiera ver, como los demás, al Cuerpo sagrado.

Este pensamiento no me inquietó mucho tiempo, porque pronto vi claramente el rostro de Nuestro Señor Jesucristo en la plenitud de su edad. En su cabeza había una corona de espinas, y dos gotas de sangre caían de la frente a cada lado de la cara. Me puse instantáneamente de rodillas y, llorando, lo adoré.

Cuando me incorporé, ya no vi la corona de espinas ni las gotas de sangre, sino el semblante de un hombre, venerable más allá de todo cuanto se pueda imaginar. Estaba vuelto hacia la derecha, de manera que su ojo derecho poco se llegaba a notar. La nariz era larga y recta, las cejas arqueadas, los ojos bajos y dulcísimos. Una larga cabellera caía sobre sus hombros. La barba, nunca cortada, ondulaba bajo el mentón, y cerca de la boca, que era muy elegante, se hacía más fina, hasta acabar en dos pequeños espacios a cada lado del mentón, como suele suceder a los hombres jóvenes que la dejan crecer desde la adolescencia. La frente era ancha, el rostro delgado y la cabeza, al igual que el largo cuello, se inclinaba ligeramente.

Tal es el retrato y tal la belleza de esa dulcísima faz.

Por espacio de una hora, los fieles podían ver al Salvador bajo formas diferentes: unos, extendido sobre la cruz; otros, como llegado para juzgar a los hombres; otros, y en mayor número, bajo la forma de un niño.

Un milagro de varios días

Infelizmente no quedaron otros relatos de testigos oculares. Pero el autor de los “Anales de Flandres”, fallecido en Lille el año 1626, informa que el milagro siguió por varios días, renovándose cada vez que la santa hostia era expuesta. Todos cuantos entraban a la iglesia presenciaban el prodigio.

La milagrosa transfiguración se producía siempre bajo distintas formas.

En opinión del canónigo Capelle, de Cambray, probablemente las almas puras contemplaban a un Niño dulce y encantador; los pecadores veían a Jesús crucificado; y a los herejes el Señor se mostraba con el talante de un juez irritado.

A su vez, una tradición incuestionable ratifica la veracidad del prodigio.

En 1356 –un siglo después de la aparición– Douai celebraba la fiesta del Santo Sacramento del Milagro; el documento que contiene este registro añade que tal solemnidad era ya cosa antigua.

La hostia milagrosa, reverenciada durante generaciones, se conservó en la iglesia canonical de San Amado hasta la época de la Revolución Francesa.

En 1790 la basílica fue clausurada y tres años después entregada al saqueo.

Los vasos sagrados fueron destruidos. Reliquias veneradas ahí por casi diez siglos fueron quemadas. Algunos exaltados atacaron el altar, rompieron el tabernáculo y abrieron la teca de plata que guardaba la hostia del milagro.

Pero Dios no permitió ese supremo sacrilegio. La teca estaba vacía.

Manos piadosas habían puesto a salvo el augusto Sacramento.

Fuente: HERALDOS DEL EVANGELIO
Publicado 2009/03/31
Autor: Redacción

© 2008 2008 Associação Arautos do Evangelho do Brasil.

¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

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La Hostia Milagrosa de Saint-Amé (Douai. Año 1254)

LA HOSTIA MILAGROSA DE SAINT-AMÉ – AÑO 1254
eucaristia

En el siglo trece, la ciudad de Douai, lo mismo que la Flandes, estaba desolada por las blasfemias de los Stadingues, que no contentos con rebelarse contra toda autoridad legítima mezclaban a sus errores antisociales los errores religiosos, negando entre otros el dogma de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. No solamente profesaban las falsas doctrinas esparcidas por el heresiarca Berengario a fines del siglo XI, sino también, y este hecho está comprobado por la bula de Gregorio IX que los condenó,“recibían en la iglesia el Cuerpo del Salvador en la santa Comunión, y llevándolo hasta sus habitaciones cometían en él toda clase de abominaciones sacrílegas.”

   He aquí cual fué la respuesta del cielo a estos excesos de la herejía: tomamos la relación del milagro de un testigo ocular, Tomás de Cantimprato, de la orden de los Frailes Predicadores, obispo sufragáneo de Cambrai.

“En el tiempo de Pascua, dice, un sacerdote que acababa de dar la comunión al pueblo en la iglesia de los canónigos de Saint-Amé vió con espanto que una Hostia estaba caída en el suelo. Arrodillóse para recoger el Cuerpo de Jesucristo, pero inmediatamente la Hostia se elevó en el aire por sí misma y fué a colocarse sobre el purificador”

“El Sacerdote exhala un grito, llama a los canónigos, y estos acudiendo a su vez miran sobre el lienzo sagrado un cuerpo lleno de vida bajo la forma de un precioso niño. Convócase al pueblo a que vengan a contemplar el prodigio, y todos los asistentes, sin distinción gozan de esta visión celestial.”

“Instruido del acontecimiento, pues muy pronto se divulgó la noticia por todas partes, me dirigí a Douai. Llegado a la casa del deán de Saint-Amé, de quién era yo muy conocido, le supliqué me hiciera ver el milagro; consintió en ello y dió sus órdenes para satisfacerme. Descubren el copón; el pueblo acude, y a poco de abierto el copón exclaman todos: “Helo aquí, yo le veo yo ¡veo a mi Salvador!” Yo estaba en pie atónito y conmovido: no miraba más que la forma de una Hostia blanquísima, y no obstante, mi conciencia no me reprochaba ninguna falta que pudiese impedirme el ver como los demás el Cuerpo Sagrado.”

“Más este pensamiento no me inquietó mucho tiempo, porque a poco ví distintamente la faz de Nuestro Señor Jesucristo en la plenitud de la  edad: en su cabeza tenía una corona de espinas, y de la frente corrían dos gotas de sangre que bajaban por sus mejillas. Al instante me arrojo de rodillas en su presencia, y le adoro llorando.  Cuando me levanté ya no ví ni corona de espinas ni gota de sangre: sino un rostro de hombre venerable más allá de todo lo que puede imaginarse: estaba vuelto hacia la derecha, de suerte que el ojo derecho apenas se veía: la nariz era larga y recta, las cejas arqueadas, los ojos dulcísimos y bajos; una larga cabellera le caía sobre las espaldas, la barba que el hierro no había tocado se doblaba hacia abajo, y cerca de la boca que era muy graciosa, se adelgazaba dejando de cada lado de la barba dos espacios pequeños sin pelo, como sucede ordinariamente a los jóvenes que han dejado crecer la barba desde su adolescencia.

La frente era ancha, sus mejillas hundidas, y la cabeza, asi como el cuello que era bastante largo, se inclinaba ligeramente. He aquí el retrato y tal era la hermosura de esta dulcísima faz.”

“En el espacio de una hora veíase ordinariamente al Salvador bajo diferentes formas: unos lo han visto extendido en la cruz; otros como viniendo a juzgar a los hombres; otros, en fin, y es el mayor número, lo vieron bajo la forma de un niño.”

* Tomas de Cantimprato. Bonum universale de Apibus, lib. II, cap. 40.

Observemos con el abate Capelle, en sus Indagaciones sobre la historia del Santísimo Sacramento del Milagro de Douai, si algunas de las relaciones que contiene la obra de Tomás de Cantimprato no parecen de una autenticidad completa: el autor tiene cuidado de decir que las tiene de otras personas a las cuales deja la responsabilidad de ellas: más aquí procede de otra manera: no habla bajo la fe de algunos religiosos o de una tradición particular; sino como testigo de un hecho que ha visto con sus propios ojos. (se refiere a Tomás de Cantimprato).

No ha quedado otra relación contemporánea del milagro: pero el autor de los Anales de Flandes, Buselin, muerto en Lille en 1626, nos hace conocer algunos detalles que Tomás de Cantimprato pasa en silencio. Consultó como dice, los manuscritos de la Colegiata, y allí vino a saber que el milagro aconteció en el día mismo de la Pascua, que el sacerdote que distribuía la santa comunión era el cura de la parroquia, que en el momento del prodigio los canónigos estaban en coro, y por consiguiente eran como las ocho o nueve de la mañana. Cuando Tomás de Cantimprato quiso ver la Hostia milagrosa, se llamó al pueblo a toque de campana y en presencia de una multitud numerosa se descubrió el copón.

El milagro tuvo lugar, no en el altar mayor, sino en la capilla lateral a la derecha, entrando por la puerta mayor; y duró muchos días renovándose cada vez que la santa Hostia era expuesta al descubierto: todos los que estaban en la iglesia eran testigos del milagro; pero la transfiguración milagrosa no se verificaba para todos bajo la misma forma: las almas puras lo veían bajo la figura de un niño gracioso y hermosísimo; a los ojos de los pecadores se mostraba Jesús crucificado; y a las miradas de los herejes aparecía como un Juez irritado.

*Indagaciones acerca de la historia del Santísima Sacramento del Milagro de Douai, por el Abate Capelle, canónigo de Cambrai, Douai. 1855.

Aun cuando la autenticidad del milagro no estuviera apoyada por el testimonio de Tomás de Cantimprato y el de Buselin, la tradición sola bastaría para establecer una prueba perentoria de él. Un monumento incontestable de esta tradición es la Hostia milagrosa cuyo culto constante y tan popular no puede tener otro origen que el suceso de 1254. Es verdad que en el año de 1356, es decir, un siglo después de la aparición, la memoria del Santísimo Sacramento del Milagro se celebraba ya; la fiesta tenía lugar el miércoles de Pascua, y el documento que da fe de él, indica que este uso existía hacía largo tiempo. Además, la Cofradía instituida en recuerdo del prodigio, y que se llamaba Cofradía del Santísimo Sacramento, es igualmente monumento tradicional de valor innegable. Es pues imposible oponer una duda por pequeña que sea, contra la verdad del milagro de 1254.

Más ¿qué ha sido de la Hostia milagrosa que recibió los homenajes de tantas generaciones? Conservóse en la Colegiata de Saint-Amé hasta la época de la Revolución. “Los últimos testigos oculares acababan de desaparecer (leemos en un opúsculo publicado en 1875) (1); pero en la última procesión jubilar de 1855 muchos vivían todavía; y se encuentran por millares en Douai personas que les han oído referir que ellos, como sus antepasados, habían venerado la Hostia milagrosa ofrecida a sus homenajes todos los años durante la Octava de las fiestas, sobre una mesa colocada en medio de la nave de la Colegiata, en una caja de plata que se llevaba fija a la custodia en las procesiones.”

(1) Peregrinación nacional al Santísimo Sacramento del Milagro, de Douai, 17 de mayo de 1875. Por el abate Marchant.

La Revolución rompió violentamente las santas tradiciones eucarísticas de la Colegiata de Saint-Amé. En 1790, fué cerrada la iglesia y tres años después fue entregada al pillaje: rompieron los vasos sagrados, y las reliquias conservadas allí por espacio de diez siglos fueron presa de las llamas. Los bandidos se arrojaron sobre el altar, despedazaron el tabernáculo y abrieron el relicario de plata que encerraba la Hostia del milagro: más Dios no permitió este último sacrilegio; el copón estaba vacío, pues manos piadosas habían salvado el augusto Sacramento. En cuanto a la antigua basílica fué vendida a los baratilleros de Lille en 1798, que la demolieron.

Cuando fué devuelta la paz a la Iglesia, restauraron con honor el culto del Santísimo Sacramento en la parroquia de Santiago; y cada año, en el día asignado por el Ordinario, los fieles de Douai se hacen una piadosa obligación de acompañar la adorable Eucaristía que va a ocupar por unos instantes un lugar sobre el altar levantado en el sitio mismo donde en otro tiempo estuvo el santuario de la iglesia de Saint-Amé.

En 1854 se creyó haber encontrado la Hostia milagrosa, entre otras reliquias encerradas en un pequeño cofre de madera que servía desde 1805 de pedestal al crucifijo de una capilla de la iglesia de San Pedro. La Hostia, teniendo todas los caracteres de la edad media, estaba acompañada de un billete que testificaba ser verdaderamente el Sacramento del Milagro, salvado en 1793: más la firma del billete está ilegible, La comisión encargada de la información dirigió a Monseñor el arzobispo de Cambrai una relación larga y detallada. “El prelado, después de un maduro examen, declaró no poder reconocer la autenticidad de la Hostia; más no obstante, ordenó que continuaran las investigaciones con prudencia, persuadido que la divina Providencia haría se descubrieran nuevos documentos que permitieran declarar si así fuese, que esta hostia es verdaderamente la Hostia milagrosa que se ha transfigurado en Saint-Amé en 1254, que se ha conservado durante seis siglos, y sustraído en los días de desgracia a las manos de la impiedad. Entre tanto, Su Grandeza quiso que fuese guardada en un lugar decente (1), en un tabernáculo de la iglesia de San Pedro. Quiera el cielo que bien pronto se haga luz completa acerca de este asunto, y que no se deje ya por más tiempo en las tinieblas y el olvido este objeto tan precioso a los ojos de la fe, monumento de una de las más grandes maravillas eucarísticas, y prenda de gracias celestiales, muy especialmente para la ciudad de Douai. (2)

(1) Recuerdo del Jubileo secular del Santísimo Sacramento del Milagro en 1855, por el Abale Capelle, p. 20.

(2) Véase en un opúsculo de 16 páginas publicado en 1875 en Douai, en la casa Dechisté la exposición de las razones que permiten esperar que la Hostia de San Pedro pueda ser reconocida como auténtica, cuando la autoridad diocesana lo juzgue oportuno.

“LOS MILAGROS VISIBLES DE LA EUCARISTÍA”

Atravez de los tiempos y lugares

PADRE EUGENIO COUET

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Memorare – Fray Luis de Granada, O.P. (1504-1588)

Fray_Luis_de_Granada krouillong comunion en la mano es sacrilegio

MEMORARE
Fray Luis de Granada, O.P. (1504-1588)

No me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá?
Si tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí?
Si tú, que eres Estrella de la mar
y guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a parar?
No me dejes tentar del enemigo,
y si me tentare, no me dejes caer,
y si cayere, ayúdame a levantar.
¿Quién te llamó, Señora, que no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no le otorgases?

nuestra señora del monte carmelo krouillong comunion en la mano es sacrilegio (4)

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Invocación al Patriarca San José de S.S. Juan XXIII

INVOCACIÓN AL PATRIARCA A SAN JOSE DE S.S. JUAN XXIII

papa-juan-XXIII

“San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.
Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges.
Tu también conociste pruebas, cansancio y trabajos.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría
por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios,
el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre.
Amén.” – S.S. Juan XXIII

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Existe un Dios

EXISTE UN DIOS

existe un dios krouillong comunion en la mano es sacrilegio

Cuando el sol, con sus rayos, adorna la tierra,
Y dora los mares y pinta la hierba,
Me dice al oído, muy suave, una voz:
Existe un Dios

Cuando brilla la luna, y su luz blanquecina
Bañando lo creado, al mundo da vida,
Se deja sentir a mi lado una voz:
Existe un Dios

Cuando aves, en bosques, entonan sus trinos
Y alaban alegres al Ser que las hizo,
Me dicen gozosas con célica voz:
Existe un Dios

Cuando aspiro el perfume que exhalan las flores,
Tan bellas al día, tan puras de noche,
En tono armonioso me dice una voz:
Existe un Dios

Cuando elevo hacia arriba mi vista y contemplo
Los mundos millares que pueblan los cielos,
Me encuentro pequeño, y escucho la voz:
Existe un Dios

Cuando veo los cielos, obra de tus manos,
La luna y estrellas que Tú has formado…
Cuán grande es tu nombre >> -escucho la voz,
¡Cuán grande, oh Dios!

Cuando pienso, oh buen Padre, en tu amor tan inmenso
Que has dado a tu Hijo a morir cual cordero,
Te alabo, oh Eterno, y voy de tí en pos,
¡Te alabo, oh Dios!

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Súplica y Adoración a Nuestro Señor

SÚPLICA Y ADORACIÓN A NUESTRO SEÑOR

adoracion eucaristica krouillong comunion en la mano es sacrilegio (3)

Tú eres, ¡Oh Cristo!,
mi Padre Santo, mi Dios Misericordioso,
mi Rey Poderoso, mi Buen Pastor,
mi único Maestro, mi mejor ayuda,
mi amado hermosísimo, mi Pan Vivo,
mi Sacerdote por la eternidad,
mi guía hacia la patria celestial,
mi luz verdadera, mi dulzura santa,
mi camino recto, mi Sabiduría preclara,
mi humilde simplicidad, mi concordia pacífica,
mi protección total, mi rica heredad,
mi salvación eterna…

¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo!
¿Por qué habré deseado durante la vida
Algo fuera de Ti, mi Jesús y mi Dios?
¿Dónde me hallaba cuando no pensaba en Ti?
Anhelos todos de mi corazón,
Inflámense y desbórdense desde ahora
hacia el Señor Jesús;
corran, que mucho se han retrasado;
apresúrense hacia la meta,
busquen al que buscan.

¡Oh Jesús! ¡Anatema el que no te ama!
¡Rebose de amargura quien no Te quiera!

¡Dulce Jesús!
¡Que todo buen corazón dispuesto a la alabanza
Te ame, se deleite en Ti, se admire ante Ti!

¡Dios de mi corazón!
¡Herencia mía, Cristo Jesús! Vive, Señor, en mí;
Enciéndase en mi pecho
la viva llama de tu amor; acrézcase en incendio;
arda siempre en el altar de mi corazón,
queme en mis entrañas,
incendie lo íntimo de mi alma,
y que en el día de mi muerte
comparezca yo del todo perfecto en tu presencia.

Amén.

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Letanía de Reparación a Nuestro Señor en la Eucaristía

LETANÍA DE REPARACIÓN A NUESTRO SEÑOR EN LA EUCARISTÍA

sagrada eucaristia krouillong comunion en la mano

Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Óyenos.
Cristo, Benignamente óyenos.

Dios Hijo, Redentor del mundo, R. Ten piedad de nosotros
Santa Trinidad, un solo Dios,
Sagrada Hostia, ofrecida por la salvación de los pecadores,
Sagrada Hostia, anonadada en el altar para nosotros y por nosotros,
Sagrada Hostia, despreciada por los cristianos tibios,
Sagrada Hostia, signo de contradicción,
Sagrada Hostia, entregada a los judíos y herejes,
Sagrada Hostia, insultada por los blasfemos,
Sagrada Hostia, Pan de los ángeles, dado a los animales,
Sagrada Hostia, tirada en el lodo y pisoteada,
Sagrada Hostia, deshonrada por los sacerdotes infieles,
Sagrada Hostia, olvidada y abandonada en tus iglesias.

Sé misericordioso con nosotros. R. Perdónanos, Señor.
Sé misericordioso con nosotros. R. Escúchanos, Señor.

Por el ultrajante desprecio de este maravilloso Sacramento, R. Te ofrecemos nuestra reparación
Por tu extrema humillación en tu admirable Sacramento,
Por todas las comuniones indignas,
Por las irreverencias de los malos cristianos,
Por la profanación de tus santuarios,
Por los copones deshonrados y llevados a la fuerza,
Por las continuas blasfemias de los hombres impíos,
Por la impenitencia y traición de los herejes,
Por las conversaciones indignas en tus santos templos,
Por los profanadores de tus iglesias, a las que han profanado con sus sacrilegios,

Para que plazca aumentar en todos los cristianos la reverencia debida a este adorable Misterio, R. Te suplicamos, óyenos.
Para que te plazca manifestar el Sacramento de tu amor a los herejes,
Para que te plazca que los insultos de aquellos que te ultrajan sean más bien dirigidos hacia nosotros,
Para que te plazca misericordiosamente recibir esta nuestra humilde reparación,
Para que te plazca hacer nuestra adoración aceptable a Ti.

Hostia Pura, R. Escucha nuestra oración.
Hostia Santa,
Hostia Inmaculada.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, R. Perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, R. Benignamente óyenos, Señor

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, R. Ten misericordia de nosotros

Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Mira, oh Señor, nuestra aflicción,
R. Y da gloria a tu Santo Nombre.

Oremos

Señor Jesucristo, que te dignas permanecer con nosotros en tu maravilloso Sacramento hasta el final del mundo, para darle a tu Padre, por la memoria de tu Pasión, gloria eterna, y para darnos a nosotros el Pan de vida eterna: concédenos la gracia de llorar, con corazones llenos de dolor, por las injurias que Tú has recibido en este Misterio adorable, y por los muchos sacrilegios que cometen los impíos, los herejes y los católicos. Inflámanos con deseo ardiente de reparar todos estos insultos a los que, en tu infinita misericordia, has preferido exponerte antes que privarnos de tu Presencia en nuestros altares. Tú, que con Dios Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén

¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

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Himno de Laudes

HIMNO DE LAUDES

Ángel santo de la guarda,

compañero de mi vida,

tú que nunca me abandonas,

ni de noche ni de día,

Aunque espíritu invisible,

sé que estás a mi lado,

que escuchas mis oraciones,

y cuentas todos mis pasos.

En las sombras de la noche,

me defiendes del demonio,

tendiendo sobre mi pecho,

tus alas de nácar y oro.

Ángel de Dios, que yo escuche

tu mensaje cada día,

que vaya siempre contigo

hacia Dios, que me lo envía.

Testigo de lo invisible,

presencia del cielo y guía,

gracias por tu fiel custodia,

gracias por tu compañía.

En presencia de los ángeles,

suba al cielo nuestro canto:

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Amén.

Oremos:

Oh Dios, que en tu providencia amorosa te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos ángeles, concédenos vernos siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Amén

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“Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. Respétalo y obedécelo.” (Ex.23, 20-21)

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Calma mi paso, Señor

CALMA MI PASO, SEÑOR

calma mi paso señor krouillong comunion en la mano es sacrilegio

Desacelera los latidos de mi corazón, calmando mi mente.

Disminuye mi ritmo apresurado con una visión de la eternidad del tiempo.

En medio de las confusiones del día a día, dame la tranquilidad de las montañas.

Retira la tensión de mis músculos y nervios con la música tranquilizante de los ríos de aguas constantes que viven en mis recuerdos.

Ayúdame a conocer el poder mágico y reparador del sueño.

Enséñame el arte de tomar pequeños descansos, reducir mi ritmo para contemplar una flor, charlar con un amigo, acariciar a un niño, leer un poema, oír una música preferida.

Calma mi paso, Señor, para que yo pueda percibir en medio de la incesante labor cotidiana, de los ruidos, luchas, alegrías, cansancios o desalientos Tu presencia constante en mi corazón.

Calma mi paso, Señor, para que yo pueda entonar el cántico de la esperanza, sonreír para mi prójimo y hacer silencio para escuchar Tu Voz.

Calma mi paso, Señor, e inspírame a enterrar mis raíces en el suelo de los valores duraderos de la vida, para que yo pueda crecer hasta las estrellas de mi destino mayor.

¡Gracias Señor! por el día de hoy, por la familia que me diste, por mis hermanos de la vida, mi trabajo y, sobretodo, por Tu presencia en mi vida.

Amén

Calma tu paso y aligera tu carga haciendo una buena confesión de vida.

Confiesa tus pecados al sacerdote de manera recta y honesta, clara y puntual, con una sinceridad “salvaje”, sin miedo ni culpas, sé valiente y ¡Confiésate bien! con ayuda de tu GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓNGUIA PARA UNA BUENA CONFESION.

Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado en el mundo pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado.

Consejor de Confesor: “SI NO SABES LO QUE ESTÁ BIEN O MAL DEBES REFLEXIONAR SI ESO QUE QUIERES HACER ES ALGO QUE HUBIERA HECHO JESÚS”

Ayúdate con los CONSEJOS DEL PADRE CARLOS CANCELADO PARA HACER UNA BUENA CONFESIÓN

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Tarde te amé

TARDE TE AMÉ

 san agustin krouillong comunion en la mano sacrilegio 3

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.
Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti, no existirían.

Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;
brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseo con ansia paz que procede de ti

Agustín de Hipona
Las Confesiones

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Oración tomada del Calendario Mariano de 1862

ORACIÓN EXTRAÍDA DEL CALENDARIO MARIANO DE 1862

Presentacion en el Templo Niña Maria krouillong comunion en la mano

La niña María

– ¡qué gracia en su vuelo!-

paloma del cielo,

al templo subía

y a Dios ofrecía

el más puro don:

sagrario y mansión

por él consagrada

y a él reservada

en su corazón.

¡Oh blanca azucena!,

la Sabiduría su trono te hacía,

dorada patena, de la gracia llena,

llena de hermosura.

Tu luz, Virgen pura,  niña inmaculada,

rasgue en alborada nuestra noche oscura.

Tu presentación, princesa María,

de paz y alegría llena el corazón.

 

De Dios posesión y casa habitada,

eres la morada de la Trinidad.

A su Majestad la gloria le sea dada.

Amén.

Hermosa doncella, Delicia de Dios,

¿A dónde caminas con paso veloz?

¿A qué vas al templo del Rey Salomón,

Y tórtolas llevas de pardo color?

Decid a esta Virgen con santo fervor,

Al aire soltando la plácida voz:

Bendito el instante que Dios te crió:

Bendita la hora que el mundo te vio.

¿Por qué va cubriendo tu frente el rubor,

Si más pura eres y hermosa que el sol?

A Ti de la mancha de Adán pecador,

A Ti sólo quiso librar el Señor.

Placer inefable al punto que vio

tu rostro gracioso el cielo gozó.

La saña divina y antiguo rigor en paz y clemencia,  por Ti se trocó.

Y el Dueño del orbe prendado de amor,

Albergue en tu seno Dulcísimo halló,

Y al mundo le diste sin ay, ni dolor,

cual brota de mayo la cándida flor,

Y llevas al pecho ¡Divino favor!

Colgada la prenda que vida nos da.

Pues no, no te obliga la ley de rigor,

que Tú eres la Madre del sumo Hacedor.

Mas ya lo comprendo, que vas al Señor

a dar de virtudes riquísimo don.

Bendita obediencia y humilde oración,

Y en uno enlazados

Pureza y amor.

Permite, Señora,

que yo vaya en pos,

Siguiendo tus pasos al templo de Dios.

Vosotras las hijas que sois de Sión,

Salid al camino, corred con ardor.

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Novena a Nuestra Señora de Lourdes

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

La Novena a Nuestra Señora de Lourdes comienza el 2 de febrero y termina el 10 de febrero, un día antes de su fiesta, el 11 de febrero.

Esta es la fecha principal para rezar a Nuestra Señora de Lourdes, pero, por tratarse de una Novena, puedes iniciarla en cualquier momento del año para pedir a Nuestra Señora una Gracia que necesites. Incluso, puedes rezar la Novena varias veces al año.

nuestra señora de lourdes krouillong comunion en la mano es sacrilegio (24)

Esta bellísima novena a la Virgen de Lourdes de autor anónimo, incluye oportunas reflexiones históricas donde se detallan los principales sucesos acaecidos durante las apariciones. Fue escrita para el uso de los miembros de una cofradía dedicada a esta advocación mariana, cuyo ejemplar data de 1907.

Está conformada por el Acto de Contrición, la Oración preparatoria, una Meditación, Reflexión histórica y Oración para cada día, seguidas de 3 Avemaría cada uno con su Jaculatoria, la Oración de San Bernardo “Acordaos” y una Oración de Súplica final.

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío, en
quien creo, en quien espero y a quien amo sobre
todas las cosas; humildemente postrado
ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis
todas las ofensas e ingratitudes que he
cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy
indigno de comparecer ante vuestra presencia;
por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra
amantísima Madre, a la que ruego interceda
por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados
que yo de corazón aborrezco, y propongo
con vuestra gracia no volver a cometer.
Amén.

Oración preparatoria

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen
de Lourdes! deseando hacer esta novena con
la mayor devoción de mi alma, y responder al
llamamiento que en persona de la humilde
Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos,
me postro a vuestros pies para escuchar
con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades
y solicitar vuestros amorosos cuidados.
No me desechéis, Madre mía, a pesar
de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento
que tengo por haber afligido vuestro
maternal corazón y renovado la pasión de
vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda
durante esta santa novena, en la cual me propongo
purificar mi alma y conseguir por vuestra
intercesión el favor especial que solicito
de la Divina Majestad y dar gracias a la misma,
por todos los beneficios recibidos (y especialmente
por el que es motivo de estas súplicas).
Amén.

nuestra señora de lourdes krouillong comunion en la mano es sacrilegio (12)

MEDITACIONES, REFLEXIONES Y ORACIONES PARA CADA DÍA

DÍA 01 

Meditación 

Los designios de Dios son incomprensibles. Precisamente en un siglo de soberbia y orgullo, en un siglo de racionalismo, que pretendía haber concluido con todo lo sobrenatural y divino; en una nación donde más se trabajaba por extender y propagar todos los errores, que tiene por fundamento no admitir más que el orden puramente natural, razón por la cual se negaba no sólo el pecado original, sino hasta la elevación de la naturaleza humana; donde no se quería admitir la intervención divina en las cosas de los hombres; precisamente en esa época y en esa nación, es donde Dios Nuestro Señor quiso destruir el fundamento de todos los errores; y para ello, se sirvió del instrumento al parecer más despreciable. De una niña pobre, débil e ignorante, que no sabía otra cosa que rezar el Santo Rosario, es de quien se valió Dios para vencer al mundo, confundir a los soberbios, humillar a los sabios y conseguir tan señalada victoria. En Lourdes el hecho sobrenatural es permanente, puesto que la fuente misteriosa que allí brota y los efectos asombrosos que sus aguas producen lo evidencian; allí ha recibido el naturalismo su más rudo golpe y la fe una confirmación maravillosa. Guardémonos de todos los errores, que puedan mancillar en lo más mínimo nuestra fe, avivémosla más y más cada día y repitamos con el Profeta respecto de la Iglesia, lo que él decía de Jerusalén: ¡Séquese, Señor mi mano derecha y quede pegada mi lengua al paladar antes que dejar de amarte y alabarte,  oh Iglesia Santa!

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

Hace pocos años apenas era conocida en el mundo una población situada en la falda de los Pirineos; nadie la nombraba, permaneciendo en la oscuridad del olvido y entre las nieves
que coronan sus montañas. Pero ¡qué cambio más asombroso no se ha verificado! Hoy su nombre corre de boca en boca, ha traspasado los montes, ha salvado las distancias, y es pronunciado con entusiasmo y amor en América como en Europa, en África como en Asia, y en la dilatada Oceanía. ¿Qué prodigio se ha obrado?
Era el 11 de febrero de 1858, cuando una sencilla y humilde niña, por nombre Bernardita,
al intentar pasar el río Gave que corre al oeste de Lourdes para recoger, como su hermana
María y otra amiga de ésta, un poco de leña, entre las sinuosidades de las rocas de Massabielle, oyó un ruido como de suave brisa, que lentamente agitaba las ramas de los árboles. Levanta su vista, y sus ojos no distinguen objeto alguno; se reproduce la agitación en las ramas y vuelve a mirar; a sus ojos aparece entonces una visión celestial. Una Señora rodeada de una claridad que brilla más que el sol, pero que ni daña ni ofusca como éste, sino que por el contrario atrae y admira; una Señora de incomparable hermosura, cubierta con un velo blanquísimo, más que la nieve que se halla en la cima de las próximas colinas, y ceñida con un cinturón azul. Los pies de tan admirable hermosura descansan en la roca, rozando ligeramente el ramaje de un rosal silvestre, dejando ver sobre cada uno de ellos una rosa de oro. Sus manos cruzadas tenían un rosario, cuyas cuentas de alabastro, engarzadas con cadena de oro, se deslizaban entre sus dedos, guardando, sin embargo, un silencio misterioso. Los ojos de la excelsa Señora se habían fijado llenos de benignidad en la niña, que se hallaba asombrada, extasiada y como fuera de sí. Aquella hizo la señal de la cruz, y la niña entonces tomando su rosario, empezó a rezarlo, durando la visión celestial hasta que lo terminó; y concluido, la celestial Aparición volvió a la eterna morada, de donde había venido, dejando en pos de sí un rayo luminoso, que al poco tiempo también se desvaneció.

Oración para este día

¡Oh Inmaculada María! Os pido humildemente la gracia de que se acreciente más y más cada día nuestra fe, y que obtengáis un rayo de luz divina para los que están sentados en las tinieblas del pecado. Extended más el reino de Dios, desterrad de entre nosotros todos los errores, y haced que nuestra Patria, y esta ciudad principalmente, tengan siempre como su mayor gloria vivir en la fe de vuestro Smo. Hijo y que sus habitantes permanezcan unidos a la Santa Iglesia Romana hasta el último suspiro. Con este objeto os ofrezco las siguientes avemarías y jaculatorias.

 Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 02

Meditación

Uno de los consejos más importantes para la vida cristiana es la práctica de la oración.
Ella es el medio ordinario que Dios ha puesto en manos del hombre para conseguir el remedio de todas sus necesidades. Sube al cielo nuestra oración y baja sobre nosotros la divina compasión y misericordia en forma de mil favores y gracias soberanas. “Pedid y recibiréis”, nos ha dicho nuestro Divino Salvador, “Buscad y encontraréis, llamad, y se os abrirá”. No hay cosa que así purifique de ignorancias el entendimiento y de afectos desordenados el corazón como la oración, la cual inflama a este con el fuego del divino amor y llena a aquel de divina claridad y luz celestial: es agua de bendición, cuyo riego hace reverdecer y florecer las plantas de los buenos deseos, y lava nuestras almas de las pasiones que tiene el corazón.
“Recemos el rosario” —dijo Bernardita. Oremos también nosotros con ella y seamos constantes en la oración, pues sólo así podremos vernos libres de los lazos y asechanzas que continuamente nos está armando nuestro infernal enemigo. Oremos sin interrupción, como nos lo aconseja el Apóstol, y oremos con fervor, porque los tiempos en que vivimos son malos, y la tempestad arrecia por momentos y sólo con la oración podremos salir ilesos de entre tantos peligros a que estamos expuestos.

Medítese sobre lo leído y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

El domingo siguiente al primer día de la aparición, habiendo obtenido el permiso la niña Bernardita de su piadosa madre, para volver a la gruta, se dirigió a ella a la hora de medio día, acompañada de su hermana y otras niñas.
El grupo juvenil comenzó por entrar en la Iglesia para orar un instante y llenar de agua bendita un frasquito que llevaban preparado. Se ponen después en camino y llegan al sitio tan deseado; el sol estaba radiante: “Recemos el rosario…” —dijo Bernardita. De repente, su rostro aparece transfigurado, su mirada se ilumina, se conmueven sus facciones: era que la maravillosa aparición acababa de manifestarse a sus ojos. Veía a la misma Señora resplandeciente de una gracia celestial, de una belleza sin igual. Sus pies descansaban en la roca dentro del nicho.
“Mirad —exclama Bernardita— ahí está”. Pero ¡ay! a sus amigas no les era dado contemplar tanta hermosura, y no pudieron ver lo que extasiaba a Bernardita. Recibiendo esta de una de sus amigas el agua bendita, roció a la Aparición, diciendo: “Si venís de parte de Dios, acercaos”. A estas palabras, la Virgen graciosamente se inclina varias veces y se adelanta casi hasta el borde de la roca, pareciendo que se sonreía.
“¡Si venís de parte de Dios, acercaos!” repetía Bernardita; y luego prosternándose, como subyugada por aquella inefable hermosura, continuó rezando el rosario, que la Virgen parecía escuchar, deslizando ella también el suyo entre sus dedos. Concluido el rosario, la visión desapareció.

Oración para este día

¡Oh Virgen Inmaculada, Santísima Madre mía! Ya veo las lecciones de vida eterna que me dais en la gruta de Lourdes. Me enseñáis la práctica de la oración tan recomendada por vuestro Santísimo Hijo; y en la especial complacencia con que pasáis las cuentas del rosario que pende de vuestras manos, mientras Bernardita pasa devotamente las del suyo, me dais a entender el agrado con que miráis esta hermosa devoción y cuánto os place que vuestros siervos os honren e invoquen con ella.
Así lo haré Señora, y desde hoy me propongo no pasar día alguno sin rezar una parte al menos del santo rosario. Os ruego me mantengáis constante en este mi propósito y que lo rece siempre con fervor y devoción, ofreciéndoos ahora las siguientes avemarías y jaculatorias.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 03

Meditación

Grande y sublime es el interés y solicitud de María para con los hombres. “No solo no me opongo —le dice a Bernardita— a que vengan contigo tus compañeras, sino que deseo venga mucha gente”. La criatura más excelsa, la Reina de los Cielos, la Madre de Dios, llama a los hombres, les invita y desea que se le acerquen y le expongan sus necesidades con la más viva confianza, porque poderosa es ante su Santísimo Hijo para obtener el remedio de todas ellas. Hijos de los hombres ¿os negaréis a acudir al llamamiento de tan amorosa madre? Si vuestra inteligencia está ofuscada por las tinieblas del error, si vuestra voluntad está aficionada a objetos pecaminosos, si vuestro corazón es juguete de viles y abominables pasiones, si os halláis en grandes necesidades y aflicciones o gemís bajo el peso de molestas e importunas tentaciones, ¿por qué no acudís a María que os llama con aquellas dulcísimas palabras de su Divino Hijo: “Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cansados, que yo os aliviaré”.  Mas aunque la Virgen Santísima llama a todos los hombres, y a todos los ama, Ella ha manifestado especial predilección por los congregantes que la honran conformando su vida con las reglas de las asociaciones o cofradías a que pertenecen; y ciertamente pueden prometerse de Ella especiales favores y más particular protección. Afiliados a sus banderas, mostrémonos en todo tiempo verdaderos siervos suyos, no nos avergoncemos jamás de parecer devotos de esta Señora ni de ostentar visiblemente en las ocasiones oportunas el distintivo de tales, pues en verdad no nos rebaja ni envilece, antes sí nos ensalza y dignifica. Ella lo ha dicho: “Yo amo a los que me aman. Los que me resplandezcan, obtendrán la vida eterna”.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta novena.

Reflexión histórica

Después de oír la Santa Misa el día 18 de febrero a las seis de la mañana, Bernardita se dirigía a la gruta con una señora de Lourdes y una joven de la Congregación de María. Llegada primera la niña, se arrodilla, empieza a rezar el rosario, y al poco tiempo ve una luz clarísima que iluminaba el hueco de la peña, y al momento la celestial visión. Oye la voz que llama, y ve que la aparición con su mano le hace señas para que se aproxime. “Ahí está, dice a sus compañeras (que ya lo habían imaginado, al ver su rostro transfigurado por el éxtasis), y me hace señas para que me acerque”.
—“Pregúntale si le molesta que estemos aquí contigo”.
Bernardita mira a la Virgen y después de breve rato contestó: “Podéis quedaros”. Las dos mujeres se arrodillaron y encendieron un cirio bendito, que habían llevado consigo.
Adelantándose la niña, a instancia de sus compañeras, recibiendo de estas el papel, la tinta y
la pluma que le daban presentó estos objetos a la Aparición, diciéndole: “Señora mía, si tenéis algo que comunicarme, quisiera que tuvieseis la bondad de escribir en este papel quién sois y qué deseáis”. La Virgen se sonrió al oír tan sencilla petición y entreabriendo sus labios dijo: “Lo que tengo que deciros no es necesario escribirlo. Hacedme únicamente el favor de venir aquí durante quince días”. — “Os lo prometo”, respondió Bernardita. “Y yo a mi vez te prometo hacerte dichosa -repitió la Virgen- no en este mundo, sino en el otro”. Bernardita, sin perder de vista la Aparición, se volvió hacia sus compañeras, pero notó que la Virgen fijó su mirada y detuvo largo rato su vista con complacencia en la joven que pertenecía a la Congregación de María. “La Señora te mira en este momento”. Antonia, así se llamaba la joven, oyó con sumo gozo y como enajenada estas palabras y vivió siempre con este recuerdo.
“Pregúntale si le molestará que vengamos a acompañarte”.
“Pueden venir contigo —respondió la Santísima Virgen—, no sólo ellas sino otras personas; deseo ver aquí mucha gente”.

Oración para este día

¡Virgen Santísima de Lourdes! agradecido por los innumerables beneficios que por vuestra mediación he recibido, y especialmente por el de haber descendido del cielo a la tierra para llamarme, me ofrezco de nuevo a vuestro servicio, y os consagro mis potencias y sentidos,
prefiriendo mil veces morir antes que ofender a vuestro divino Hijo, mi Redentor y todo mi bien. Confirmad Señora este mi buen deseo, y haced que sea fiel devoto vuestro en la tierra, para reinar eternamente con vos en el cielo. Y a fin de alcanzar este favor, os ofrezco las siguientes avemarías y jaculatorias.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 04

Meditación

Deseo grande es el de la Santísima Virgen, que se ruege por los pecadores. Y ciertamente no puede menos de ser así: creado el mundo por Dios para su gloria; hecho el hombre a su imagen y semejanza, y redimido después a costa de la sangre preciosísima de su Santísimo Hijo, está en el deber de honrarle, servirle y reverenciarle; pero, ¡oh dolor!, los hombres se han vuelto contra su Dios y Señor y continuamente le ofenden. No se puede oír sin angustiarse tantas blasfemias horribles; no se puede mirar, sin exhalar un grito de dolor, la profanación de los santos días del Señor, convertidos hoy por la perversión de los hombres, en días de labor, de bacanales inmundas y orgías sangrientas. Las naciones se han levantado contra Cristo y su Iglesia: el error y la impiedad dominan por todas partes, y la sensualidad sube como una ola, sobre la generación presente, amenazando sumergirla. ¿Qué hacer? Rogar a Dios… Se pierden tantas almas todos los días… y ¿habremos de estar ociosos? Este es uno de los deberes de cada
cristiano: pedir a Dios por los pecadores. ¿Lo cumplimos fielmente? ¿Dedicamos todos los
días un rato de oración por la disminución de las culpas? Meditemos en la tristeza que demostró en esta Aparición la Santísima Virgen, y propongámonos disminuir los pecados
en nosotros y en nuestros prójimos y especialmente la blasfemia y la profanación de los días
festivos.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

La noticia de las apariciones, así como la promesa que había hecho Bernardita de ir al lugar de las manifestaciones durante quince días, se había extendido por toda la comarca.
De todas partes acudían a la gruta, y millares de personas al salir el sol, el día 21 de febrero se hallaban reunidas, esperando ver lo que en las rocas de Massabielle se verificaba.
La niña por su parte, cumpliendo la promesa hecha a la Señora, y atravesando por medio de la multitud, sin afectación pero también sin perturbarse, llega a las proximidades del nicho. A los pocos momentos su rostro se desfigura, volviéndose radiante; todas sus facciones se elevan, y como si penetrase en una región superior, expresaban sentimientos que no son de este mundo. La boca entreabierta, estaba como petrificada de admiración; sus ojos fijos y bienaventurados contemplaban una hermosura divina que ningún otro veía pero que todos presentían, viéndola, por decirlo así, en la reverberación de la cara de la niña.
A su lado se hallaba el Dr. Dozous y al verla en esta situación, la observa detenidamente,
le toma el pulso, y después de un rato exclama: “No, esta no es la rigidez de la catalepsia;
aquí no hay excitación febril, ni el éxtasis inconsciente de los alucinados; aquí hay un hecho completamente extraordinario para la medicina”.
En aquel momento, la niña arrodillada da algunos pasos, y avanza en esta actitud, hacia el interior de la gruta. La Madre de la misericordia pareció recorrer con mirada triste la tierra. Bernardita, al verla llena de dolor, exclama: “¿Qué tenéis? ¿Qué es preciso hacer?”
Responde la excelsa Madre de Dios: “Rezar por la conversión de los pecadores”.
Entretanto el corazón de la inocente pastorcilla se llena de amargura, por ver el dolor que manifiesta la Santísima Virgen; y la fisonomía que antes aparecía radiante, se cubre de una
indecible tristeza, al tiempo que de sus ojos se desprenden dos gruesas lágrimas que ruedan
por sus mejillas, donde se detienen sin caer al suelo.

Oración para este día

¡Oh Madre del amor hermoso, del temor y de la santa esperanza! A vuestros pies vengo lloroso, avergonzado y confuso. Yo soy el que con mis pecados llené de amargura vuestro corazón y de tristeza vuestro rostro. Mas no quiero desesperar sabiendo que sois toda benigna y que recibís con entrañas de misericordia a todo el que acude a Vos arrepentido. A Vos acudo, Señora, con el corazón desgarrado por el dolor de mis culpas y resuelto a morir mil veces antes que volver a cometerlas.
Volved hacia mí esos vuestros ojos misericordiosos y salvadme. Mirad también compasiva a todos los pecadores y atraedlos a la gracia de vuestro Santísimo Hijo. Por la conversión y salvación de los pecadores.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 05

Meditación

Ya nos lo ha dicho Jesucristo. “Si el mundo os aborrece, sabed que antes me aborreció a Mí”. Todo el que quiera vivir y ser de Cristo, ha de pasar por la tribulación y por las amarguras de la persecución. El mundo no puede conformarse con las máximas del Señor porque son opuestas a las suyas. De aquí las ironías y escarnios de que son objeto de parte de los mundanos los que se entregan a la devoción, y procuran santificar su alma llevando una vida conforme a los principios del Evangelio. No obstante, en esta lucha del mal contra el bien, no habemos de desmayar; si el mundo nos critica, nos ridiculiza y zahiere, tenemos en cambio en nosotros mismos el testimonio de la buena conciencia y la aprobación y complacencia de Dios y de toda la corte celestial.
Nunca miró la Virgen a Bernardita con ojos más benignos y complacientes, que cuando la vio perseguida y calumniada. El Señor envía a sus siervos las tribulaciones para probar su fidelidad, para purificarlos más y más de sus imperfecciones y para darles ocasión de ganar mayores méritos para la vida eterna. Las penas y trabajos de esta vida son como el sello de las complacencias de Dios sobre un alma. Nadie amó a Dios en el mundo ni de Dios fue tan amado como Jesús y María, pero nadie tampoco sufrió en esta vida tanto como ellos sufrieron.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

Los sucesos acaecidos en la gruta eran tan públicos y extraordinarios que nadie pudo permanecer indiferente. La impiedad, viendo progresar el entusiasmo religioso, y deseosa de
concluir con aquella manifestación de lo sobrenatural, que eran su palmaria condenación, quiso valerse de la fuerza y de la amenaza, como en efecto lo hizo llevando a Bernardita por los tribunales y conminándola con penas y castigos incluso con encerrarla en la cárcel. A la edad que tenía la niña, bien podía creer la impiedad seguro su triunfo; pero ignoraba lo que es el poder y la gracia de Dios, que se complace en escoger la más débil para confundir lo más fuerte según el mundo. Así es, que a pesar de las prohibiciones que se habían hecho a la niña, sintiendo esta una fuerte inspiración que la llamaba hacia la gruta, en la mañana del 23 de febrero, se dirigió a ella. Arrodillada, con un cirio en una mano y el rosario en la otra, empezó a rezarlo, cuando al poco tiempo, la multitud advierte la súbita transformación de su rostro. La augusta Soberana del Paraíso detuvo sobre la pobre niña una mirada llena de inexplicable ternura, pareciendo amarla más desde que había sufrido. Luego la llamó amorosamente por su propio nombre: —“¡Bernardita!” —“Aquí estoy”, respondió la niña. Y la Virgen Santísima entabló con ella una conversación íntima, y aun pudiera decirse familiar. En aquella misteriosa intimidad le reveló un secreto para ella sola. “Y ahora —le dijo— id a decir a los sacerdotes que quiero se me edifique aquí una capilla”. Y al pronunciar estas palabras, la fisonomía de la Virgen Santísima, su mirada y su ademán parecían prometer que allí repartiría incontables gracias. Bernardita cumplió fielmente el encargo que se la había hecho.

Oración para este día

¡Santísima Virgen María, Madre mía! A vos me llego fatigado y sin fuerzas de tanto luchar con las adversidades de la vida. Mi corazón, cual frágil navecilla, es llevado por los vientos de las tribulaciones a merced de las olas desenfrenadas de los vaivenes del mundo y corre a cada momento peligro de dar en los escollos del pecado o en el abismo de la desesperación.
A vos levanto mis ojos que sois la Estrella de los mares; mostradme el rumbo seguro, guiad vos misma la nave para que no naufrague en el mar proceloso de las tentaciones y trabajos, sino que llegue al feliz puerto de la salvación eterna. Para conseguir esta gracia os ofrezco las siguientes avemarías y jaculatorias.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 06

Meditación

Después de recomendarnos que roguemos por los pecadores la Santísima Virgen nos recomienda también que nos arrepintamos y hagamos penitencia de nuestros pecados. Es muy digna de consideración aquella insistente repetición de la palabra: “Penitencia, penitencia, penitencia”. Es como el grito amoroso de alarma salido del corazón de una madre, que ve en grave peligro a su amado hijo. Viendo en efecto desde la eterna morada los pecados e iniquidades que continuamente se cometen en el mundo; oprimido su corazón, de un lado por las ofensas que se hacen a Dios, y de otro por los castigos a que se hacen acreedores los hombres; viendo ya la divina diestra levantada para descargar el golpe sobre los miserables pecadores, se adelanta, baja a la tierra y nos advierte con solicitud maternal que hagamos penitencia de nuestros pecados, pues sólo haciéndola muy humilde y dolorosa, podremos vernos libres de los castigos que nos amenazan. Tal vez a ninguna otra época se puedan aplicar con más propiedad que a la presente las palabras del Bautista: “Haced penitencia, porque ya está el hacha puesta a la raíz del árbol, y todo árbol que no lleve buen fruto será cortado y arrojado al fuego”. Grabemos en nuestro corazón estas palabras del Bautista, y hagamos una verdadera y digna penitencia de nuestros pecados.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

Los sucesos milagrosos se imponían a todos en Lourdes y sus cercanías. La multitud que acudía continuamente a la gruta y las admirables transformaciones que se referían de Bernardita, habían excitado la curiosidad aún de aquellos que hasta entonces por un soberano desdén hacia lo que ellos llamaban superstición, no habían querido mezclarse con la multitud para examinar de cerca los hechos; resolvieron, pues, acudir en adelante a la gruta, siquiera fuese para presenciar la decepción popular. Uno de esos espíritus fuertes o librepensadores, que no creía en nada de lo sobrenatural acudió a la gruta el día siguiente a aquel en que la Santísima Virgen había encargado se le edificase una capilla. El mismo nos va a referir sus impresiones nada sospechosas.
“Llegué —dice el Sr. Estrade— muy dispuesto a examinarlo todo, y para ser franco a burlarme y reírme, esperando encontrarme con una comedia o con una farsa grotesca. Una inmensa multitud se iba reuniendo poco a poco alrededor de aquellos lugares, admirándome interiormente la sencillez de tantos necios y riéndome de la credulidad de una
porción de mujeres que se habían arrodillado devotamente delante de las rocas. A la hora acostumbrada, hacia la salida del sol llegó Bernardita. Gracias a los esfuerzos que hice,
pude, no sin harto trabajo, ponerme en primera fila, cerca de ella. Se arrodilló con naturalidad sin turbarse ni aturdirse por la muchedumbre que la rodeaba, sacó un rosario y comenzó a rezarlo. Bien pronto sus ojos parecieron recibir y reflejar una luz desconocida, quedándose fija, y deteniéndose maravillada, extasiada, radiante de felicidad, en la abertura de la roca. Miré en aquella dirección y nada vi, a no ser las desnudas ramas del rosal silvestre. Y no obstante ¿qué os diré? Ante la transfiguración de la niña, todas mis preocupaciones anteriores, todas mis objeciones filosóficas, todas mis negaciones preconcebidas cayeron de un golpe, haciendo lugar a un sentimiento extraordinario que me sobrecogió a mi pesar. Sentí la certidumbre de que allí se encontraba un ser misterioso. Súbita y completamente transfigurada Bernardita, no era ya Bernardita; era un ángel del cielo. Su actitud, sus movimientos, sus menores ademanes,
su manera, por ejemplo, de hacer la señal de la cruz, tenían una nobleza, una dignidad, una grandeza tan admirable, que si en el cielo se persignasen, solo pueden hacerlo como Bernardita en éxtasis. Yo estaba profundamente conmovido; procuraba retener el aliento para oír el coloquio entablado entre la Virgen y la niña, expresando esta de ordinario, a la par que un profundo respeto, una inmensa alegría, aunque a veces una nube de tristeza venía a velar momentáneamente su rostro. Durante todo aquel tiempo conservaba su rosario en la mano, ora inmóvil abismada en la contemplación de aquel ser divino, ora pasando sus cuentas irregularmente entre sus dedos, o ya tomando el movimiento ordinario”. Hasta aquí el Sr. Estrade. En un momento dado Bernardita se adelantó andando sobre sus rodillas desde el punto donde rezaba, es decir, desde las orillas del Gave hasta el fondo de la gruta, que se hallaba a unos quince metros. Mientras subía aquella pendiente algo escarpada; oyó de los labios benditísimos de la Virgen Santísima estas palabras: “Penitencia, penitencia, penitencia”, las cuales repetidas por Bernardita, fueron oídas con toda claridad por las personas que se hallaban a su lado.

Oración para este día

Postrado ante el trono de vuestra majestad, Dios mío, yo imploro vuestra piedad y misericordia. Vengo a Vos arrepentido, como el hijo pródigo, por haberme alejado de Vos por el pecado, y quisiera borrar con mis lágrimas y aún con mi sangre las ofensas que os he hecho. ¡Perdón! Señor; no lo merezco, porque muchas veces he despreciado vuestra gracia y reincidido en mis culpas; pero en este día siento movido mi corazón con especial arrepentimiento de mis pecados, y deseos de no volverlos a cometer jamás. Vos, Madre de misericordia, que no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; Vos que me amonestáis por medio de Bernardita que haga penitencia de mis pecados, Vos ayudadme a hacerla digna y cumplida de todos ellos. Y para que me alcancéis la gracia de no volverlos a cometer, os ofrezco las siguientes avemarías y jaculatorias.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 07

Meditación

Muy grande y soberano es el premio que está prometido a la obediencia. Bernardita ve el agua cenagosa, que en pequeña cantidad manaba en el hoyo que había hecho en la tierra; oye el mandato de la Visión de beber aquella agua y lavarse con ella y cumpliéndolo fielmente merece que la Virgen fije en ella una mirada benignísima pagándole así con creces el esfuerzo que hizo al cumplir su mandato. Nada costará quizás tanto a nuestro orgullo, como habernos de humillar a confesar nuestros pecados al ministro de Dios. Mas, ¡Oh! Si los pecadores supiesen las delicias que están escondidas en la piscina saludable de la penitencia, ciertamente se apresurarían a lavarse en ella y purificarse de todas sus culpas; si conociesen el riquísimo don que Jesús les ofrece; si acudiesen a la invitación que les hace Jesús diciéndoles: “bebed de esta agua”, se convencerían de que la alegría y paz interior que se halla en el sacramento de la penitencia, excede a toda paz y alegría humana, y que los consuelos que proporciona, son sobre todo encarecimiento. Haced la prueba, pecadores, y lo experimentaréis. Que sea el principal fruto, que saquemos de esta Novena, el hacer en obsequio a la Virgen Santísima una buena confesión antes de terminarla.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

Cada día crecía el inmenso oleaje de personas, que acudían a la gruta. Arrastrados por la universal admiración habían ido muchos escépticos, librepensadores y curiosos, con el objeto de burlarse o de hallar alguna superchería indigna. En esta disposición de ánimo se hallaban, cuando el 25 de febrero se presentó Bernardita, en cumplimiento de la promesa que había hecho a la celestial Visión, de ir a la gruta durante quince días; y sobrecogidos por una emoción inexplicable, al ver a la niña, se descubrieron y se arrodillaron como todos los demás. La favorecida pastorcilla, sin cuidarse de nada de cuanto la rodeaba, y pensando sólo en la celestial aparición, se arrodilló y se puso en oración. Al poco tiempo su faz se transforma y todos creen ver a la Santísima Virgen en los rayos de luz que se reflejaban en las facciones de Bernardita, a la manera que por los rayos de luz que iluminan las cumbres de las montañas conocemos que el sol está presente en nuestro horizonte.
Una misteriosa conversación se advierte entre la Reina de los cielos y la humilde pastorcita de la tierra, no desdeñando aquella comunicar a esta un tercer secreto. “Y ahora —añadió la Virgen después de una pausa— ve a beber y lavarte en la fuente y come la yerba que brota junto a ella”. Bernardita se quedó suspensa al oír la palabra fuente, y sin apartar los ojos de la Virgen, se dirigió hacia el río, pues por aquellos parajes no había más agua que la que arrastraba el Gave a algunos pasos de las rocas. Una palabra y un ademán de la aparición la detuvieron en su camino. “No es ahí —le dijo— yo no te he dicho que bebas en el Gave sino en la fuente que está aquí”. Bernardita empezó a escarbar en la tierra, en el lugar que le indicaba la aparición. De improviso el fondo de aquella cavidad abierta por la niña tornó se húmedo. Un agua misteriosa comenzó a filtrarse gota a gota bajo las manos de Bernardita, y a llenar aquel hueco del tamaño de un vaso que acababa de formarse. Aquella agua, al mezclarse con la tierra removida por las manos de la niña, no formaba en un principio más que barro. Bernardita trató por tres veces de llevar a sus labios aquel cenagoso líquido; pero por tres veces fue tan fuerte su aversión, que lo arrojó sin tener fuerzas para tragarlo. No obstante quería ante todo obedecer a la radiante aparición, y a la cuarta vez, venció su repugnancia, bebió, se lavó, y comió un poco de la planta campestre que brotaba al pie de la roca. Cuando Bernardita cumplió todas las órdenes que había recibido, la Virgen fijó en ella una mirada llena de satisfacción y a los pocos instantes desapareció.

Oración para este día

Santísima Virgen María, ¡Madre mía!
Acercándome ya al final de esta novena que estoy celebrando en obsequio y honor vuestro, no quiero resistir más a los llamamientos interiores que me incitan a sellarla con una buena confesión de todas mis culpas. Sí, quiero confesarme bien para recibir dignamente a Vuestro Santísimo Hijo el último día de la Novena. Vos, Señora que me inspiráis este deseo, alcanzadme la gracia para practicarlo, a fin de que mi confesión sea grata a los divinos ojos, y mi alma quede enteramente purificada, y lleve en adelante una vida perfectamente cristiana y conforme con los preceptos de la ley divina. Con este objeto os ofrezco las siguientes avemarías y jaculatorias.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 08

Meditación

Digna de consideración es la manera de brotar el agua de la fuente milagrosa. Primeramente empieza el agua a abrirse paso gota a gota, poco después es ya un hilito apenas perceptible; y creciendo sin cesar llega a formarse una fuente que arroja diariamente más de cien mil litros de agua. La oración tiene que ser perseverante. Por eso dejan de recibirse muchas veces las gracias y favores que se piden al Señor y a la Santísima Virgen, porque no se piden con constancia, pues por razones misteriosas no se conceden de ordinario sino después de instar y de perseverar en la oración. Las gracias que uno recibe a la manera de la fuente milagrosa, generalmente no producen cambios repentinos, por cuya razón se ha dicho que nadie de repente se hace santo, así como ninguno llega de un solo golpe a ser sumamente malo. Puede Dios nuestro Señor en un solo momento concedernos gracias eficacísimas, que produzcan en nosotros una transformación súbita, pero de ordinario nos las concede según es nuestra cooperación y correspondencia a ellas. En todos los días ¡cuántas veces habrá Dios tocado nuestros corazones!… ¿Y será posible que permanezcamos sordos y no acudamos a sus llamamientos…? Una fuente abundante de todas las gracias la tenemos en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Es el Autor de todo bien, Jesús, quien desde la sacratísima Hostia nos dice: “Venid a Mí todos”. Acerquémonos a esta fuente del amor divino para apagar la sed que sentimos por las cosas de la tierra, y no desear sino las celestiales y eternas.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

El agua que al principio tan tenuemente brotaba de las entrañas de la tierra iba paulatinamente aumentándose hasta llegar a ser una fuente caudalosa. Las gentes, impulsadas por una secreta inspiración, acudían a beber de aquella agua, y hasta los enfermos, reputados por la ciencia muchos de ellos, incurables, al ser bañados, sanaban de sus dolencias. Con estos prodigios, el entusiasmo religioso y la devoción se acrecentaban por momentos; y el pueblo, a pesar de que la aparición no había dicho quién era, creía que no podía ser otra que la Madre de Dios. Bernardita, que ansiaba también saber quién era la hermosa Señora, al verla el 25 de marzo, como siempre, rodeada de luz indescriptible y con una bondad sin igual, se atrevió a decirle: “Señora, ¿tendréis la bondad de decirme quién sois y cuál es vuestro nombre?”
La bendita aparición sonrió sin contestar, Animada por su benevolencia, Bernardita insistió.
Los resplandores de la aparición aumentaron, como si fuese creciendo en alegría; pero tampoco respondió. Bernardita, extasiada ante esta hermosura, redobló sus instancias, pronunciando por tercera vez aquellas palabras. A pesar de tantas instancias, la aparición permanecía silenciosa. La niña, como si una inspiración superior la guiara, por cuarta vez dijo: “¡Oh Señora! os lo suplico, queréis tener la bondad de decirme quién sois y cómo os llamáis?” A esta última súplica, la aparición desplegó las manos, suspendió del brazo derecho el rosario, abrió los brazos y los inclinó al suelo, como para indicar las bendiciones que derramaría sobre la tierra. Después elevándolos hacia el cielo, pronunció con una gratitud indecible: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.

Oración para este día

¡Oh Inmaculada María; toda hermosa, pura y sin mancha desde el primer instante de vuestra Concepción! Alcanzadme la pureza de alma y cuerpo, y la limpieza de toda culpa, para que pueda acercarme dignamente al Santísimo Sacramento del altar. Si el ciervo sediento corre presuroso a las aguas cristalinas para apagar su sed, sedienta se halla mi alma, por acercarse a ese Sacramento de bondad y de amor. Obtenedme, Virgen Santa, tal gracia al recibir a vuestro Santísimo Hijo en la comunión, que jamás llegue a echarlo de mi alma por el pecado, porque sin Jesús, que es mi vida, mi dicha y todo mi consuelo, no puedo vivir, ni tener paz en mi corazón. Para conseguir esto os saludo con las siguientes avemarías y jaculatorias.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

DÍA 09

Meditación

Gran consuelo es para nosotros el considerar la solicitud maternal de María para conlos hombres. Nadie puede llegar a comprender en esta vida, todo lo que María ha hecho y hace para salvarnos. Siendo Ella la Madre de la misericordia, como la llama la Iglesia, es el medio por donde nos vienen todas las gracias que Dios quiere dispensarnos.  Con gran ternura las comunica al justo, para que persevere en el servicio del Señor; con gran solicitud las procura y se las envía al pecador, para que, aún en medio de sus extravíos, no se endurezca su corazón, y vuelva en sí, y se convierta y se salve. Si alguno se pierde, no eche a nadie más que a sí mismo la culpa de su perdición, porque Dios nos ha descubierto en su Madre en estos últimos tiempos por medio de Bernardita, todos los tesoros de su gracia y de su amor. Nosotros que tenemos la dicha de ser el objeto de la solicitud maternal de María y que nos hemos consagrado a Ella, conduzcámonos como verdaderos hijos y devotos suyos, cumpliendo con las obligaciones que contrajimos al ser regenerados en las aguas del bautismo; pues en esto consiste la verdadera y principal devoción a María. Huyamos con sumo cuidado y diligencia de todo aquello que puede apartarnos del recto camino que nos conduce al cielo; de las malas lecturas, de los falsos amigos, de las reuniones peligrosas, pues guardándonos a nosotros mismos, Dios también nos guardará y los sostendrá para que no caigamos de su divina gracia.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Reflexión histórica

Dieciocho veces se había aparecido la Santísima Virgen a Bernardita, siendo la última en el día que la Iglesia dedica en honor de Nuestra Señora del Carmen. Multitud de gentes en muchas ocasiones habían presenciado la admirable transformación, que causara en la niña la aparición. Una fuente misteriosa había brotado bajo las manos de la pastorcita, guiada por las indicaciones de la Señora; muchos enfermos de alma y cuerpo habían recobrado la salud; y a pesar de todo, los librepensadores se obstinaban en negarlo todo sin someterse a las pruebas, a que los católicos les provocaban. Siempre han sido los mismos los impíos; ellos que tanto claman por los fueros de la razón, son los que menos los respetan en cuanto dejan de serles favorables. Mas en, lo que a la aparición de la Santísima Virgen de Lourdes se refiere, aún cuando hubiesen querido perseverar en seguir su sistema sobredicho, de nada les hubiera servido, pues los sucesos se habían verificado de una manera tan prodigiosa, que sin remedio tuvieron que verse humillados y confundidos sin recurso de apelación.
Desde el fondo de una roca desierta, y anunciada por la voz de una niña, lo sobrenatural se había abierto camino, derribando todos los obstáculos, arrastrando a las muchedumbres y conquistando a su paso todos los corazones que de buena fe buscaban la verdad.
El Sr. Obispo de Tarbes, después de la más escrupulosa depuración de los hechos confirmó la verdad de las apariciones por un decreto del 18 de enero de 1862. Desde entonces el mundo entero católico, ansioso de corresponder a los deseos de la Santísima Virgen, ha acudido a su llamamiento y todos los años llegan a Lourdes millones de peregrinos de las cinco partes del mundo. Nosotros en esta Novena hemos procurado también honrar a la que descendió de los cielos para nuestro bien.

Oración para este día

¡Inmaculada y Santísima Madre de Dios!
Altísimas lecciones me habéis dado en esta Novena; saludables y amorosas invitaciones he recibido; no quiero ser ingrato ni obstinado. Decididamente me propongo servir a Dios
con fidelidad, amarle con todo el afecto de mi alma, y honraros a Vos como a Madre mía
queridísima. Imprimid estos efectos en mi corazón para que jamás los olvide; obtenedme la
gracia de perseverar constantemente en estos santos pensamientos hasta exhalar el último
suspiro de mi vida, mereciendo, ahora y siempre vuestra protección, hasta que tenga la dicha
de gozar en el cielo de las infinitas delicias, que Dios tiene preparadas para los que le aman. Y a fin de que estos mis propósitos os sean más aceptables, os ofrezco las siguientes avemarías y jaculatorias.

Al terminar cada día se rezan tres avemarías con jaculatorias, el acordaos y la oración final: Inmaculada Señora.

nuestra señora de lourdes krouillong comunion en la mano es sacrilegio (7)

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DIAS

Se rezan tres Avemarías, añadiendo después de cada una
la jaculatoria “Virgen de Lourdes, ruega por nosotros”

Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén

“Virgen de Lourdes, ruega por nosotros” 

Oración de San Bernardo (Acordaos)

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir que ninguno de los
que han acudido a vuestra protección, implorado
vuestra asistencia y reclamado vuestro
socorro, haya sido abandonado de Vos; animado
con esta confianza a Vos también acudo,
y aunque gimiendo bajo el peso de mis
pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra
presencia soberana; no desechéis, Madre de
Dios, mis humildes súplicas, antes bien
escuchadlas y dignaos acogerlas benignamente.
Amén.

Súplica final para todos los días

Inmaculada Señora y Madre mía, por el
gran amor que mostrasteis a los hombres, dignándote
aparecer en una tosca gruta e instruir
a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me
hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras
influencias soberanas. Y así, Señora, como
hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel
manantial riquísimo de cristalinas y saludables
aguas, para remedio del cuerpo, derramad
sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles
aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las
cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para
que sea digno de los goces purísimos del cielo.
Amén.

Santa Bernadette Soubirous krouillong comunion en la mano es sacrilegio
Santa Bernardita Soubirous

Aldeana vestida con decencia y sensata simplicidad, en la cual se nota una compostura que, más que en el traje, se hace patente en la mirada serena, firme, profunda, pura y equilibrada hasta el más alto grado: su nombre llenó su siglo, se perpetuó en el nuestro, y brillará mientras el mundo sea mundo. En el Cielo los ángeles lo cantan con loor. ¡Es Bernardita Soubirous, incluida por el Santo Padre Pío XI en el catálogo de los santos! Ella no es burguesa, no quiere ser burguesa, no quiere parecer burguesa ni quiere extinguir la burguesía. Pero pocas burguesas, y hasta pocas princesas tienen tanta dignidad y decoro personal.

PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA
El Perú necesita de Fátima

Fuente: FATIMA.PE

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