DE LA PACIENCIA Y BENIGNIDAD DE DIOS PARA CON LOS PECADORES
Meditación para el lunes veintiuno
PUNTO PRIMERO. Considera cómo hallándose alcanzado en las cuentas este siervo, se arrojó a los pies de su rey, pidiéndole con lágrimas que le diese espera, y le pagaría la deuda. Este sólo medio te queda para tu remedio en las deudas que debes a Dios, imposibilitado de pagarle, que es arrojarte a sus pies, y pedirle con lágrimas de verdadera contrición, que alargue los plazos y te espere a penitencia, y te dé tiempo para satisfacer por tus pecados y pagarle lo que le debes; híncate de rodillas y pídele con este siervo: Señor tened paciencia, esperadme como esperáis a tantos, que yo prometo la enmienda y serviros de manera, que pueda con vuestra gracia satisfacer vuestras deudas.
PUNTO II. Considera cómo mandó el rey confiscarle todos los bienes temporales, la mujer, los hijos y la hacienda para cobrar su deuda: con que nos enseña Cristo, que nos confisca Dios los bienes de la tierra para que le paguemos los que le debemos espirituales y del cielo: la pérdida de los parientes que nos quita, la de la salud, la de la honra y la de la hacienda, son prendas que nos saca Dios para que abramos los ojos y le paguemos las deudas que le debemos por nuestros pecados, hasta que nos cite de remate y nos embargue a nosotros mismos. ¡Oh alma mía! Atiende a tu particular, y mira las voces que te ha dado Dios y las prendas que te ha sacado, y saca cada día por las deudas que le debes y no le pagas, y mira que se van abreviando los plazos, y que muy presto te citará de remate y mandará venderte a ti mismo y entregarte a los tormentos, hasta que pagues en tu persona el más mínimo cuadrante: despierta y no esperes a más plazos, sino procura desde luego satisfacer a tu rey y hacer cuenta con pago.
PUNTO III. Considera la benignidad del rey, que sin más intercesores que sus lágrimas, le dio espera y tuvo paciencia en él: y pondera, que no solamente le esperó como pedía, sino que le perdonó todo el débito; cosa tan grande que no se atrevió a pedirla: en que declara la infinita piedad de Dios para con los pecadores, que no solamente los espera a penitencia, sino que les perdona liberalísimamente todo cuanto le han ofendido: bendito sea tan buen Dios, tan liberal, tan piadoso y misericordioso por siempre jamás. Amén. Saca aquí una grande confianza en Dios y un propósito firme de amarle y servirle eternamente. Contempla la paciencia con que sufre y espera a tantos pecadores como hoy le están ofendiendo en el mundo, y la que ha tenido y tiene en sufrirte a ti, y en esperarte tantos años a penitencia y nunca acabas de venir y rendirte a su servicio: llora tu obstinación y rebeldía, y rompe las cadenas que te tienen y no le hagas esperar más tu conversión, no sea que irrites con la dilación su ira, y venga sobre ti su indignación.
PUNTO IV. Pondera últimamente que este rey dilató la cuenta, para que multiplicándose la deuda del criado campease más su liberalidad, dándole mayor perdón: en que se descubre la liberalidad de Dios que espera a los pecadores muchos años, sabiendo que se multiplican sus ofensas, para darles mayor perdón y ostentar más su piedad: de lo cuál has de sacar dos cosas: la primera, es alabar y engrandecer la benignidad y misericordia de Dios, que tiene por caso de menos valer ser vencido de nuestras ofensas, y por timbre perdonar más, y a más que le hayan ofendido. La segunda no desmayar por muchos que sean tus pecados, antes cobra nueva confianza en su piedad de que la tendrá de ti, y no sólo te perdonará, sino que te recibirá en su gracia y te hará muchas mercedes por su infinita bondad, que sea alabada y ensalzada por todos los siglos de los siglos, sin fin.
Padre Alonso de Andrade, S.J
Fuente: ADELANTE LA FE
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