¿Qué esperas del mensaje?

Es la pregunta que más me han hecho estos días previos al Mensaje Presidencial, en calidad de un supuesto papel de opinólogo que me ha atribuido los medios locales, y probablemente es la interrogante que ha rondado en todos los diálogos cotidianos estos últimos días, pues querámoslo o no, como lo planteara el viejo Durkheim, lo que obligatoriamente diga o deje de decir nuestro mandatario este 28 de julio, es un hecho social en la medida que termina afectando nuestras vidas.

¿Qué he venido respondiendo ante esta pregunta; es decir, qué deseo escuchar de nuestro mandatario en su mensaje presidencial? En primer lugar brevedad, pues me aterra los mensajes que pasan los cuarenta minutos. Cuando eso ocurre, siento que el mandatario encarna una de las taras de la cultura peruana y que se evidencia más en nuestros políticos: el floro; es decir, la charlatanería ampulosa para terminar diciendo nada.  En segundo lugar, espero del Mensaje Presidencial concreción, especificidad en sus objetivos y metas, nada más.

Recordemos que el año pasado, al asumir el mando e iniciar su gestión, PPK trazó lo que sería su Plan de Gobierno y a la vez el norte con el revolucionaría el país: agua, infraestructura, educación, salud pública, formalización y lucha anticorrupción; es decir, seis política de Estado que incrementaron ostensiblemente las expectativas de un buen gobierno, mucho más sabiendo del desastre que heredábamos de la aventura nacionalista. El saldo, luego de un año de ppkausismo, es que seis políticas son deseos gigantescos para un gobierno tan débil.

Luego de un año, ninguna de esas políticas han logrado, ni siquiera, dar muestras de voluntad política para ponerlas en marcha; al contrario, en objetivos como luchar contra la corrupción, por ejemplo, muestran que este gobierno ya estaría embarrado hasta la médula. Lo único que ha demostrado el ppkausismo, a un año de su gestión, es alejarse del mote de “gobierno de lujo”. Más que “lujo”, lo único demostrado hasta el momento, es ineptitud, torpeza y acojudamiento.

Probablemente muchos creen que lo ocurrido en este primer año ppkausista, le pasa a todo  gobierno que recién se inicia, a lo que habría que sumarle el desastre del Niño o la oposición férrea de un Congreso dominado por el fujmorismo. Creo lo contrario; es decir, la desazón aumentó al constatarse que la proclama de un presidente y su equipo de gobierno con experiencia técnica mundial, cosmopolita, etc. caía por los suelos y descubrir que estamos ante un gobernante y un gobierno que muchos ya han calificado como la continuación del humalismo, lo que más que una evaluación política es un insulto; es decir, estaríamos hablando que estamos frente a un gobierno de aventureros, inútiles y corruptos.

En ese marco, lo único que espero del Mensaje Presidencial de este 28, es que además de breve, PPK ya no nos hable de seis grandes políticas, ni de cuatro, menos de dos. Sólo una, unita.  Por ejemplo, sólo me gustaría que nos diga cómo va a reconstruir el norte, nada más.  Los cuatro años que le queda, serán cortos para ese objetivo. ¿No espero ningún anuncio para el sur y Arequipa? No, y mejor que no lo haga, pues debemos darnos cuenta que estamos, nuevamente, ante un presidente que le ha dado la espaldas al sur, a pesar que aquí es donde logró el espaldarazo que el que llegó a Palacio de Gobierno. Si escucho eso; es decir, un solo anuncio presidencial, volveré a creer que estamos ante un mandatario serio, y podré sentirme feliz este 28.

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