Mes: diciembre 2008

Es muy común que en estos días, finales del año, se hagan una serie de arqueos. Qué fue lo peor o mejor del año que acaba, tarea poco fácil pero, a las finales, grata, según la pregunta o tema que nos planteemos. Me interesa compartir con ustedes el tema que animó a quince renombrados escritores acerca de los mejores libros del año. Aquí las respuestas, según El Clarin, de Argentina.

Pasado el espectáculo navideño y luego de componer la PC que se malogró, vuelvo a esta página para hacer algunos comentarios. La primera tiene que ver con el calificativo que uso para esta fecha, aunque suene profano: espectáculo. Otra cosa no puedo pensar luego de constatar que, a pesar de las cada vez más inútiles advertencias o recordatorios, esta fecha, una de las más importantes del cristianismo y del mundo occidental en general, fue ganada o reemplazada por esa nueva fe que es el consumismo desenfrenado y lo que es peor, cada vez más efímero.

Al principio, la iglesia sólo tenía dos fiestas: la Pascua y el Pentecostés, ambas para conmemorar la muerte y resurrección de Cristo, respectivamente. No existiendo la fiesta de Natividad, se debió, entonces, fijar el nacimiento de Cristo, el cual, después de muchas argumentaciones simbólicas, fue establecida entre el 24 y 25 de diciembre. Esa fecha no era nueva, pues desde tiempos inmemoriales, numerosos pueblos celebraban, esa noche, el culto a varias divinidades que simbolizaban el nacimiento del sol, la renovación permanente de vida. En ese sentido, la Navidad es una promesa de vida, de lucha contra la muerte. La buena nueva significa que Dios se hace hombre para salvar a su pueblo.