Presentación del libro de ARS

El jueves último, como lo adelante en un post, presenté, junto a Eusebio Quiroz Paz Soldán y Samuel Lozada el libro póstumo de Álvaro Rojas Samanez, Rumbo al 2011, las dos caras del gran elector. Fue un acto casi íntimo, de amigos y familiares de quien fuera, quizá, el más brillante polítólogo y periodista arequipeño de los últimos años. En medio de ese grupo descolló la presencia de su viuda, Gislena Baldini, quien llegó de Lima especialmente para ese evento.

Los grandes ausentes, como también lo notó Eusebio Quiroz durante su intervención, fueros los periodistas locales. Digo grandes ausentes porque, de alguna manera, la actividad fue pensada no sólo como un homenaje a Álvaro en su tierra por su gran carrera, sino también como una forma de incentivar que su obra fuera conocida por los periodistas locales, en especial aquellos que fungen de analistas políticos. Durante las semanas de organización de este acto, se tuvo especial celo en que las invitaciones llegaran a los periodistas, incluso se les llamó personalmente, pero, finalmente, ninguno, sí, ninguno asistió.

Esto evidencia una vez más el nivel de nuestro periodismo local, poblado fundamentalmente por aquellos que han hecho de la radio su principal espacio de dominio, donde las ideas y propuestas están ausentes, pero sí imperan el grito, el insulto y la amenaza radicaloide. Ahora, esto no sólo viene ocurriendo en nuestra ciudad; lamentablemente, ese tipo de actividad chantajista que se esconde bajo el rótulo de periodismo, lo encontramos en varias ciudades del interior del país y parece que continuará robusteciéndose por los buenos réditos personales que se obtienen. Pero dejo este pequeño comentario allí, para presentarles lo que expuse esa noche.

Buenas noches.

Hace seis años, casi exactamente por esta fecha, con Eusebio estábamos en una situación similar, pues junto con Rolando Luque, en aquel entonces Defensor del Pueblo, nos sentamos al lado de Álvaro Rojas Samanez para presentar su libro La historia sin fin, la ley, los partidos y los políticos. Para mi esa oportunidad fue un honor porque yo hasta ese momento sólo conocía a Álvaro, a través de su obra, durante mis épocas universitarias. Su producción intelectual era de consulta obligatoria dentro de los cursos de Estructura y proceso social y Movimientos sociales cuando abordábamos la temática de los partidos políticos. Así, algunos títulos como Los Partidos políticos en el Perú. Manual y registro, Los partidos y los políticos en el Perú, nuevos retos otro rol, se entremezclaban con otros títulos como Sociología política de Maurice Duverger, Los movimientos políticos en el Perú, de Adám Anderle, y el clásico Historia del movimiento obrero peruano, de Denis Sulmont.

Recuerdo que en la presentación de ese libro, La historia sin fin, la ley, los partidos y los políticos, donde Álvaro persistía obsesivamente con el tema de las organizaciones partidaria, exigiéndoles su democratización, su desideologización, transparencia financiera y modernización, yo le reclamaba a Álvaro que se olvidara de ese tema y que su pluma retomara los textos verdaderamente trascendentes, llenos de mensajes esperanzadores que alguna vez nos transmitiera en un libro que tituló Ni siquiera son cuentos.

Por lo visto, la permanente preocupación de Álvaro por el destino de nuestro país le impidió volcarse a los temas realmente trascendentes, esos temas donde se conjugan la imaginación, la creación y la poesía. En lugar de eso, hasta su último respiro, Álvaro se preocupó de la política, de nuestra política que en mi opinión no tiene nada de imaginativo, creativo y mucho menos poético, sino todo o contrario, pues tal como lo demostró Álvaro en varias de sus obras ligadas al tema, el ejercicio político en nuestro país, o mejor dicho, la actuación de nuestros partidos políticos, no son otra cosa que acciones inspiradas por sus espíritus oligárquicos, autárquicos y desconectados de la realidad e interés social.

Comprendo esa preocupación casi eterna de Álvaro, mucho más en una situación como la actual que el autor describe como próspera, y esa es justamente una de las interrogantes que Álvaro quiere responder, cómo garantizar una transición al 2011 con el actual escenario donde conviven una ciudadanía altamente politizada, con partidos débiles y liderazgos regionales en formación.

Sobre esos ejes se asienta el libro póstumo de Álvaro que hoy presentamos, Rumbo al 2011, Las dos caras del gran elector, libro que está dividido en cuatro partes atravesados por una interrogante que los enlaza: ¿es viable nuestro futuro como país? Álvaro cree que sí, pero siempre y cuando sepamos aprender de las lecciones de nuestro pasado, pasado por cierto complicado, atravesado desde 1990 por las candidaturas antisistémicas, donde la experiencia fujimorista fue la más deleznables. Álvaro confía en nuestro futuro como país siempre y cuando, también, sepamos definir rumbos, empezando con la economía, como dice él, una economía que beneficie e integre a la mayoría, con un agro moderno que convierta a nuestros campesinos en exportadores, capacitados y financiados. Es posible nuestro futuro si es que consolidamos polos de desarrollo que sepan aprovechar nuestros recursos y, principalmente, sin dejarse ganar por la impaciencia, léase carreteras bloqueadas, reclamos ensangrentados, y daños incalculables que ponen en peligro nuestra estabilidad presente y futura.

Como ustedes lo podrán percibir, el libro póstumo que nos dejó Álvaro es casi un manual, una agenda de plan de gobierno que debiera guiar el próximo proceso electoral, diagnosticando nuestra situación, a sus actores e imaginando posibles escenarios. Justamente dentro de esa perspectiva me interesa resaltar lo que Álvaro pensó acerca de los actores regionales, pues él se imagina a éstos como uno de los grandes protagonistas en la próxima contienda electoral. Prácticamente, la presencia actual de Yehude Simón es una expresión de su acertado análisis y pronóstico, aunque Álvaro también cree que Simon, junto a Juan Manuel Guillén y Vladimiro Huaroc forman una troika sin futuro. Sin embargo, esa presencia, dice el autor, será fructífera si es que estos nuevos protagonistas superan el discurso populista, la frase encendida, la invasión de calles y tomas de carreteras, etc. Lamentablemente, según Álvaro, el sur andino y el Altiplano justamente está atravesado por ese tipo de prácticas; es más, su diagnóstico es que tanto el electorado como los propios líderes sureños están contaminados (la frase es mía) por la excesiva politización y radicalismo.

Finalmente, rescato lo que el propio autor señala, pues, todo será insuficiente si es que no recordamos que hacer política basada con ese espíritu autárquico, con seudos organizaciones políticas que no soy otra cosa franquicias electorales; si no recordamos que la impaciencia ciudadana nos llevó en el 2006 a experiencias como el llamado nacionalismo, entonces el escenario que se vislumbra es el antisistémico.

Con todo el cariño que le tuve a Álvaro, ojala que en ese pronostico, el intelectual y amigo que hoy recordamos, se haya equivocado totalmente.

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