Obama: una mirada sociológica

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De todo lo que se sigue analizando sobre el triunfo de Barack Obama, me parece notable este ensayo de Olga Celle, paisana y colega nuestra que trabaja en la Universidad de Maryland, en la especialidad de Sociología de las relaciones raciales y Sociología urbana. Aquí, Celle cree que la elección de Obama es, a la vez, un triunfo de la esperanza y armonía de los pueblos. Mejor, léanlo ustedes.

Barack Obama en Blanco y Negro

La elección de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos de Norteamerica ha sido una celebración global de la esperanza y armonía entre los pueblos. La raza de Obama no fue abiertamente discutida en los medios hasta el final de la campaña. El mismo candidato evitó convertir su raza en un tema de debate. Recién dos semanas antes de las elecciones los Republicanos McCain y Palin intentaron descalificar a Barack Obama pero no por su raza, sino mas bien con imágenes y estereotipos normalmente asociados con los no-europeos. Este ensayo comenta algunos aspectos raciales de la elección de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos.

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Barack Obama es un abogado de 47 años, graduado en Harvard, la escuela de derecho más prestigiosa de los Estados Unidos. Se inició en la política como activista comunitario en los barrios pobres de Chicago. De ahí, logra ser elegido al Senado por el estado de Illinois en donde se distinguió por su compromiso Liberal con los más pobres, pero sin constituirse nunca en un desafío ideológico dentro de su propio partido. Obama era un joven y brillante senador Afro-Americano por el estado de Illinois, es decir, era parte del Establishment” No nos olvidemos que hasta su triunfo en la primarias Demócratas, Obama tenía problemas para diferenciar su programa del de Hillary Clinton. Y también, que tanto McCain como Obama votaron a favor de la aprobación por el Senado Norteamericano del plan de rescate del sistema financiero en Octubre de este año. Obama no es un revolucionario.

Sus logros en la campaña presidencial han sido varios. El primero es haber logrado ser elegido Presidente sin haber explicado en detalle el programa de política nacional y exterior que piensa implementar en un país con una economía en crisis y cuya amplia clase media no se encontraba cara a cara con la incertidumbre desde la Gran Depresión de los años treinta. Su libro The Audacy of Hope es una visión más que un proyecto concreto.

El segundo logro de Barack Obama explica el primero. Obama es el campeón de la política de bases. Su experiencia como activista comunitario le ha servido para orquestar su campaña por la Internet y dirigirse de manera directa y personal a sus seguidores potenciales por medio de mensajes a celulares. Sus entusiastas seguidores le han retribuido con modestas contribuciones monetarias las que multiplicadas por los millones de sus bases ha hecho que este hábil político lidere la campaña electoral con más recursos económicos en la historia de los Estados Unidos. También, le han sobrado voluntarios de todas las razas y edades que han ido de puerta en puerta recolectando adherencias a su candidatura. A todo esto debe añadirse sus grandes dotes de oratoria e impecable manejo de su imagen pública. Este conjunto de factores explica en parte este fenómeno carismático llamado Barack Obama que en el corto periodo de veinticuatro meses de campaña se ha constituido en el líder de millones de jóvenes, minorías étnicas y raciales, obreros, así como de Liberales recalcitrantes.

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A pesar de ser hijo de una mujer blanca, Obama es considerado el primer presidente negro de los Estados Unidos. Esto es porque en Estados Unidos tanto los Afro como los Europeo descendientes aceptan la “regla de una gota” (One Drop Rule) aun vigente en la sociedad norteamericana aunque fue declarada inconstitucional en 1986. El One Drop Rule significa que solo una gota de sangre no europea te convierte en minoría racial. Hasta muy recientemente, los niños norteamericanos eran clasificados en los registros nacionales con la raza del progenitor que no era de raza europea. Esta era la penalidad institucionalizada a las uniones interraciales. Recién en el 2002 el censo abrió el abanico de opciones incorporando categorías para personas de origen bi- o multi-racial.

Irónicamente el ser identificado como negro favoreció a Obama al protegerlo de las acaloradas, bajas acusaciones y chistes de mal gusto que caracterizan las campañas electorales. Si la campaña Republicana se abstuvo de críticas severas a Obama fue por miedo a la reacción negativa de la población pues habría significado una ruptura con el acuerdo tácito de que “a las personas de color no se las insulta o menosprecia públicamente” sin pagar graves consecuencias políticas. Y sin embargo se dieron algunos intentos de desprestigio por parte de Palin que llegaron muy tarde como para pegar en los indecisos o en los Liberales conservadores quienes de todas maneras hubieran preferido un hombre blanco en la Casa Blanca. Una suerte distinta corrió Hillary Clinton quien siendo blanca pero mujer fue maltratada por la prensa al punto que el ex presidente Bill Clinton protestó calificando de despiadada la campaña mediática contra su mujer. En resumen, al no ser estrujada la imagen de Obama durante la campaña, al momento de votación el era el candidato cristalino y transparente.

Pero el tema racial nunca abandonó la mente de los Afro-americanos. Al principio de este año, el Reverendo Jessie Jackson dijo que Obama “no era lo suficientemente negro” como para representar un nuevo pacto social (racial) en los Estados Unidos. De igual manera, un grupo de jóvenes negros le reprochó en público el que no tuviera un programa político centrado en los negros americanos. Obama, con el control escénico que lo caracteriza, les respondió que el estaba postulando al trabajo de Presidente de los Estados Unidos, deletreando la palabra “unidos,” es decir, dándole connotación multicultural a su imagen y a su campaña.

Obama es un hombre elegante. El y su esposa pertenecen al reducido número de Afro-Americanos que han ascendido en la escala social del país. El apoyo que recibió durante su campaña de Opra Winfrey, y de los republicanos Condoliza Rice y Colin Powel no son solamente gestos de solidaridad con la raza sino también con la clase, la clase de negros adinerados. Su impecable inglés carente de los pintorescos giros y acento Afro-Americano que si tiene el mismo Reverendo Jackson, sus movimientos serenos y controlados, su discreto vestir reflejan su crianza Anglosajona, desde el hogar de sus abuelos paternos, pasando por Columbia University hasta Harvard. En realidad Obama pasa los primeros veinte años de su vida sin contacto con la comunidad Afro-Americana. Excepto por su apariencia física, tiene muy poco de negro.

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Pero lo que para muchos Afro-Americanos era una deficiencia se transforma en un capital simbólico que ha hecho que jóvenes universitarios de todas las razas se identifiquen con el: Obama es la imagen del éxito honestamente ganado de las minorías raciales. Y en ese sentido, encarna los ideales estadounidenses de la asimilación y democracia. Su triunfo es la reafirmación de los valores más nobles de la nación.

Obama se ha preparado cuidadosamente para la escena pública. La persona que vemos es el resultado de esa asimilación gradual de la que forman parte el retorno a su nombre africano de Barack (lo conocían como Barry hasta los 24 años) y su selección de esposa Afro americana. Estas decisiones son el producto de un largo viaje en el que un individuo de raza mixta en Estados Unidos es presionado por el medio a asumir una identidad racial. Por ejemplo, Tiger Woods, quien a la temprana edad de 22 años ganó el Campeonato Abierto de Golf de los Estados Unidos, se irritaba cuando lo llamaban negro porque su madre era Tailandesa y que el se sentía “como las Naciones Unidas.” Pero su protesta cayó en oídos sordos. Tanto la comunidad Afro-Americana, siempre escasa de héroes públicos así como los blancos que no comprenden la noción de mestizaje apabullaron sus ideas.

El político Obama proclamó su origen bi-racial como capital social a su favor en su rol de líder de un país multirracial pero obvió el discurso de víctima o de representante de las víctimas del racismo característico de los líderes Afro-Americanos. Más bien habló extensamente de la urgente necesidad de reformar el sistema de salud dando como ejemplo a su madre quien enferma con cáncer pasó sus últimos días peleando con las compañías de seguros que se negaban a cubrir sus gastos de tratamiento, ejemplo este con el que se identificaron los pobres de Estados Unidos, tanto negros como blancos, Latino y Asiaticos.

Barack Obama contrae nupcias en 1992 con Michelle Robinson, otra Afro-Americana también ex alumna de la Escuela de Derecho de Harvard. Ya para estas alturas su vocación pública era clara y su entorno social había cambiado. De haberse casado con una mujer blanca, habría ofendido a sus benefactores y sufrido el ostracismo tanto de la comunidad negra como de los blancos, muchos de los cuales aun perciben los matrimonios interraciales como un pecado contra la naturaleza. Es así que la poderosa comunidad Afro-Americana de Chicago lo premia promoviendo su candidatura a la senaduría del estado de Illinois en el 2004.

En lo que resta de este ensayo discutiré el éxito de Barack Obama sobre el de Hillary Clinton, y el impacto de Obama como símbolo generador de esperanza a nivel mundial.

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La esclavitud en los Estados Unidos fue abolida antes de darle el voto a la mujer. Esto habla de la manera en que las jerarquías sociales de raza y género se entrecruzan. Obama es un hombre negro y como tal recibe un nivel de estima social superior al de una mujer blanca de la misma clase social. Esta era justamente la intención del concepto de Matriz de Dominación lucidamente desarrollado por Patricia Hill Collins en su famoso libro Black Feminist Thought: Knowledge, Consciousness and the Politics of Empowerment (1990). La intersección de raza, clase y etnia, dice Hill Collins, genera un sistema jerárquico con múltiples niveles de opresión. Siguiendo esta lógica se podría argumentar que a pesar de la superioridad profesional de Hillary Clinton sobre todos los candidatos a la presidencia y de su exitosa e intachable carrera política como senadora del estado de Nueva York, la sombra del escándalo de su esposo la siguió hasta el final de la campaña por la nominación Demócrata.

La identidad de la mujer está siempre ligada a un Otro y ese otro es siempre un hombre, sea padre, marido o hijo. El estatus de “esposa-de-presidente-moralmente-cuestionable” ensombreció la candidatura de Hillary Clinton. La gente común y los medios de comunicación se preguntaban si “Hillary sería capaz de ‘controlar’ a Bill,” es decir, como un hombre es capaz de ‘controlar’ a su mujer. Sin embargo, los dos términos de gobierno de Bill Clinton fueron económicamente exitosos; él llega a balancear el presupuesto del país que había sido seriamente mermado en doce años consecutivos de administraciones republicanas. Así que esta crítica no podía referirse al buen criterio de los Clintons para manejar la economía. Sin duda, el inconveniente que sentían los votantes era más profundo y probablemente menos racional.

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O tal vez la interrogante era, si Hillary no pudo controlar la sexualidad desmedida de su esposo, como podría “controlar” a la nación… Y es que en una nación que ha tallado su éxito sobre una economía de guerra, es difícil imaginarse a una mujer dirigiendo los ejércitos imperiales. La economía estadounidense es estructuralmente dependiente de las guerras y su presidente es el Comandante y Jefe (Commander in Chief) de las fuerzas armadas. Aunque el número de mujeres en las fuerzas armadas estadounidense va en aumento, el soldado sigue siendo identificado como un rol masculino. El fracaso de Hillary Clinton revela pues que, a pesar de los grandes avances hacia la igualdad logrados por las mujeres en los Estados Unidos, ser mujer y Presidente de los Estados Unidos es todavía una inconsistencia en el ideario nacional.

Pero Hillary era la candidata preferida para ocupar la presidencia hasta que aparece Obama. (Algo parecido al caso de Lourdes Flores y el fenómeno Humala en las últimas elecciones presidenciales en el Peru). La explicación a este enigma merece un análisis empírico complejo enfocado en las extraordinarias y novedosas estrategias mediáticas de la campaña de Obama que hemos esbozado en la primera parte de este artículo. Al respecto solo quiero avanzar una idea: Tanto Hillary Clinton como John McCain dirigieron sus campañas a los votantes tradicionales, es decir, blancos de clase media (al final, solo 45 por ciento de todos los hombres blancos votaron por Obama). Si ninguno de estos candidatos pensó en movilizar a las masas de obreros, pensionistas y sobretodo de jóvenes fue básicamente porque estos grupos comúnmente no votan. Obama logra venderle su mensaje de cambio a una población desilusionada con la política. El apoyo de los obreros blancos viene de su promesa de atacar la globalización en cuanto ésta significa la reducción de trabajo en Estados Unidos, un ideal defendido sin éxito por todos lo sindicatos desde la época de Ronald Reagan. El triunfo de Obama va parejo al nivel de desilusión con el sistema de partidos y de desesperación económica de los estadounidenses en el momento de las elecciones. Pues, al final de cuentas, esta elección ha sido un plebiscito sobre el rol del estado en la economía y la guerra.

A Obama lo apoya una generación de jóvenes universitarios con una actitud relajada respecto a otras razas y a las uniones interraciales. ¿Pero esto significa a caso que el racismo ya no existe en Estados Unidos? ¿O que está en vías de desaparecer? Unas cuantas cifras ayudan a pintar el escenario de las relaciones interraciales en este país:
– Sólo en el año 2005 mas de 7,400 crímenes de odio fueron reportados a las autoridades, la mitad de los cuales eran de origen racial.
– Negros y latinos constituyen el cincuenta por ciento de todos los pobres.
– El ingreso de las familias Afro-Americanas es el 60% del ingreso de las familias blancas y el desempleo de los negros es el doble del de los blancos. La posición de las mujeres Afro-Americanas sin calificaciones es aun peor.
– No más de un 4 por ciento de la comunidad Afro-Americana se ubica entre la clase media y la clase alta. Y de estos, no todos comparten una posición asistencialista a favor de la mayoría Afro-Americana en la pobreza.

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Es imposible que Obama no intente ayudar a la comunidad Afro-Americana que tanto realmente lo necesita y lo ha apoyado abiertamente. Pero es probable que no pueda embarcarse en un plan millonario de ayuda dada las condiciones actuales. Lo que intentará serán políticas de generación de empleo mediante obras públicas u otras estrategias keynesianas. Pero estas políticas beneficiarán también a otras razas. En base a lo que conocemos en este momento, Obama no es líder de ningún movimiento étnico-racial

Fue conmovedor ver la reacción internacional popular al conocer la elección de Barack Obama. El pueblo global lo ve como el “emperador bueno” que gobernará el mundo con sabiduría. Pero Obama es un americano y como tal su conocimiento del contexto internacional es escaso. Cuando viajó a Afganistán obligado por las críticas a su falta de experiencia internacional, era su primer viaje fuera del territorio de los Estados Unidos… (Obama nació y vivió en Hawai, ésta sería su experiencia internacional solo que Hawai es parte de la Unión, es decir, no es ni una economía emergente ni parte del mundo subdesarrollado). El responsable de la política exterior norteamericana será su vice-presidente, John Biden. El furor global fue principalmente una celebración del fin de la temida y odiada era de George W. Bush. El que Obama sea negro no va a cambiar mucho ni los lineamientos Liberales de su política nacional ni menos la naturaleza imperial de las relaciones internacionales de los Estados Unidos.

En un artículo reciente Immanuel Wallerstein comenta:

“En lo que respecta a los ciclos hegemónicos, Estados Unidos fue un contendor por la hegemonía (mundial) desde 1873, logra la hegemonía dominante en 1945, y desde los años setenta ha declinado lentamente. Los errores de George W. Bush han transformado esta lenta decadencia en una precipitada. Hemos entrado en, lo que normalmente sucede, un mundo multipolar. Los Estados Unidos continuaran siendo un poder fuerte, tal vez el más fuerte, pero continuará declinando en relación a otros poderes en las décadas futuras. Nadie puede hacer mucho para cambiar este tendencia”.
(I. Wallerstein, “The Depression: A Long-Term View.” Commentary No. 243, Oct. 15, 2008)

En el contexto global en el que se desenvolverá Obama su promesa de un rol mas activo del estado en la economía estaría respondiendo no solo a la crisis actual sino también a la crisis hegemónica que se anuncia como inevitable. Sus rol histórico podría ser el de preparar a los Estados Unidos para el futuro. Sus propuestas no son solo típicas recetas Keynesianas para la recuperación económica sino que también podrían leerse como el reacomodo de los esfuerzos nacionales para suavizar el descenso y preparar la nación para una nueva era. Este es el nuevo nacionalismo de Obama y lo que lo diferencia del de F.D. Roosevelt.

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