R.E.M.

De un solo envión, casi directo: del aeropuerto al Estadio Nacional para ver y escuchar a R.E.M., luego de varios meses de espera y preparación, después de confirmar que la noticia de su llegada a nuestro país no era una farsa. Allí estaba, con todos sus súbditos (la prensa dice que fueron 35,000; yo creo que asistió toda la humanidad). Un poco más de las diez de la noche y salió el gran maestro: Michael Stipe.

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