El fin de los tiempos
En esta ocasión, las causas de terror de Night Shyamalan no son fantasmas o extraterrestres. Su propuesta es ahora más original: la naturaleza se venga del hombre por haberla destruido sistemáticamente, para ello despide un gas que hace que nosotros caigamos como pollos indefensos (la introducción de la cinta es soberbia).
Pero luego de esos primeros minutos, el director retorna a sus estampas que le han dado cierta marca: grupos humanos aislados, angustiados e incomunicados; gente, como dirían The Beatles, “que no saben de dónde vienen ni adónde van”, o que en todo caso, sólo consiguen refugiarse en la familia, ante la inseguridad del mundo contemporáneo. Cuando uno se empieza a enganchar con la cinta para el inusitados desenlace (muy a lo Night Shyamalan), ésta finaliza, sin ton ni son. Automáticamente, el recuerdo del El sexto sentido regresa, y uno termina pensando que esa valla aun sigue muy alta para su propio creador.