Nada parece detener el desarrollo de una economía basada en el uso irresponsable de los recursos naturales. En a medida que los yacimientos en tierra se secan, o se mantienen cerrados por razones estratégicas, la perforación en el mar avanza hacia aguas cada vez más profundas. Los problemas de la Deepwater Horizon, como fueron antes el desastre causado por la plataforma Ixtoc, serán materia estadística, este año según publica el WSJ “salieron 25 nuevas plataformas de aguas profundas de los astilleros, y se espera el despliegue de otras 35 en 2011”. Las empresas siguen haciendo sus trámites para perforar en el Golfo de México, Brasil continua avanzando para comenzar a extraer petróleo de alta mar, un nuevo e importante hallazgo pondría a Israel en la lista de los exportadores de gas que debe extraerse a 1,600 metros en las aguas del Mediterráneo cuando comience la explotación de los yacimientos de Tamara y Leviathan. De acuerdo con las noticias el paisaje de esta zona del mediterráneo podría parecerse cada vez más al del Golfo de México.

Todo esto alimenta la hiperactividad en la industria petrolera que sin embargo debe, esperamos, enfrentar cada vez más regulaciones de seguridad, ambientales y financieras. La tecnología para enfrentar eventuales desastres no parece haber avanzado al mismo ritmo de los potenciales riesgos que implica perforar con más de mil toneladas de presión por centímetro.

De otro lado, el caso de Israel muestra también como las políticas públicas pueden cambiar en sentido más favorable a los estados dueños de las riquezas naturales. Ya Humberto Campodónico señalaba en su columna en La República, que el gobierno encargó a la universidad Hebrea un estudio sobre la política fiscal, regalías e impuestos a la industria petrolera, propone una serie de cambios para elevar sustantivamente los ingresos públicos, y que de acuerdo con el WSJ “se ha desatado un incidente diplomático entre Israel y EE.UU., debido al plan de el primero de elevar los impuestos a las compañías de energía, incluyendo Noble”

Respecto de la minería marina lo que podemos decir es que desde el siglo XIX se conoce de yacimientos importantes en el fondo del mar, “Estos nódulos fueron detectados y dragados por la primera vez, al el sur oeste de las Canarias, el 18 de febrero de 1873, por el navío británico HMS Challenger, denominados impropiamente, ¨nódulos de manganeso¨, en razón del alto porcentaje de este metal (15 a 25 % de manganeso y 15 a 25 % de hierro, el cual dio la vuelta al globo para examinar y determinar la riqueza de los fondos marítimos.” (Orrego, 1976)

Un siglo después se harían mayores prospecciones en el Pacífico norte, incluso se hicieron algunas extracciones, sin embargo, debido a su baja rentabilidad, este tipo de empresa no prosperó. A este asunto se añaden los problemas geopolíticos respecto de la propiedad de los yacimientos, las aguas territoriales y las aguan internacionales. El tema sin embargo sigue vigente. En Julio 2010, la Comisión Permanente del Pacífico Sur, realizó en Ecuador el Seminario sobre “Los recursos minerales de los Fondos Marinos: Desafíos y Oportunidades para la Investigación Colaborativa en el Pacífico Sudeste”

Los problemas de explotación de los recursos marinos enfrentan sin embargo otros problemas derivados de las condiciones de su explotación que pueden afectar severamente los ecosistemas marinos, asunto que es particularmente importante para países como Chile y Perú que poseen la mayor riqueza pesquera del planeta.

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