(Pintura de Francisco Abril de Vivero).
Para muchísimos peruanos, casi para todos, este día pasará totalmente desapercibido. No, por mala fe, sino por desconocimiento. De repente, algunos estudiosos, historiadores o fanáticos del tema, se detendrán un instante a meditar sobre el suceso que el día de HOY deberíamos recordar todos los peruanos. Porque hay algo que resulta una verdad insoslayable: hay efemérides, fechas, recuerdos, remembranzas, que comúnmente son totalmente ignoradas por la mayoría y que resultan muy incómodas para otros.
Un día como hoy: 4 DE NOVIEMBRE, hace apenas doscientos treintiocho años, nada más y nada menos, en TINTA – Cusco, José Gabriel Túpac Amaru, descendiente directo de Manco Inca y de su hija JUANA PILLCOHUACO, conforme a la tradición que ostentaba la familia Condorcanqui, daba inicio junto a su familia secundado por su primo Diego Cristóbal Túpac Amaru, a una guerra total contra el imperio español.
Mucho se ha discutido, sobre si José Gabriel TÚPAC AMARU era Fidelista o Separatista; que si era Reformista o Revolucionario. La verdad es, que un día como hoy JOSÉ GABRIEL TÚPAC AMARU ordenó a sus seguidores, a sus indios fieles: apresar al Corregidor (Gobernador Español) a cargo de su provincia. Para luego someterlo a un juicio público y finalmente ejecutarlo mediante el ahorcamiento. Seguidamente, se lanzó contra los Obrajes españoles y contra todos los demás Corregidores de Cusco, Puno, Apurímac, Arequipa y el Alto Perú (Bolivia) levantando en armas a un enardecido ejército quechua- aymara, liberando esclavos negros y derrotando al primer ejército realista que salió a combatirlo en la Batalla de Sangarará, donde perecieron aproximadamente 600 soldados realistas (indios y mestizos en su mayoría) que estaban bajo el mando de oficiales criollos y europeos, bajo las banderas de España.
Con todo ello, José Gabriel Túpac Amaru nunca pudo pretender ser leal al Rey de España. Y así lo dice la SENTENCIA que dictaron los Jueces españoles, en su contra:
PÁRRAFOS de la SENTENCIA DICTADA CONTRA JOSÉ GABRIEL TUPAC AMARU
“En la causa criminal que ante mí pende y se ha seguido de oficio de la Real Justicia contra José Gabriel Túpac Amaru, cacique del pueblo de Tungasuca, en la Provincia de Tinta, por el horrendo crimen de rebelión o alzamiento general de los indios, mestizos y otras castas, pensado hace mas de cinco años y ejecutado en casi todos los territorios de este virreinato y el de Buenos Aires, con la idea (de la que está convencido) de quererse coronar Señor de ellos y Libertador de las que llamaba miserias de estas clases de habitantes que logró seducir..…creyéndole del tronco principal de los Incas, como se ha titulado, y por eso dueño absoluto y natural de estos dominios y su vasallaje… (…) …el que llamaban su Inca; quien al mismo tiempo que publicaba, en las innumerables convocatorias, bandos y órdenes suyos (de los que hay bastantes originales en estos autos) que no iban contra la iglesia, la privaba , como va dicho de sus mayores fuerzas y potestades, haciéndose legislador… privando a una y a otra alta potestad de sus más particulares prerrogativas y poder: pues ponía en las doctrinas curas, se recibía en las iglesias bajo palio, nombraba justicias mayores en las provincias, quitaba los repartimientos o comercio permitido por tarifa a sus jueces, levantaba las obvenciones eclesiásticas, extinguía las aduanas reales y otros derechos que llamaba injustos: abría y quemaba los obrajes, aboliendo las gracias de mitas…mandaba embargar los bienes de los particulares habitantes de ellos y no contento con esto quería ejecutar lo mismo tomando los caudales de las arcas reales: imponía pena de vida a quien no le obedecía…. Se hizo pintar y retratar en prueba de estos designios torpes, con insignias reales de unco, mascapaicha y otras… desde el principio de su traición mandó y mandaba como rey, bajo el frívolo y bajo pretexto de ser descendiente legítimo y único, según va indicado, de la sangre real de los emperadores gentiles, y con especialidad del Inca Felipe Túpac Amaru, cuya declaración se usurpó desde luego sin facultad, pues el tribunal de la Real Audiencia de Lima, donde pendía esta causa, no le había declarado ningún derecho a esta descendencia, antes por el contrario había fundamentos bien seguros para denegársela, cuyas presunciones de entroncamiento, no obstante de hallarse en este tan dudoso estado, han hecho tal impresión en los indios, que llevados de ésta le hablaban y escribían en medio de su rudeza, con la mayor sumisión y respeto, tratándole a veces de Señoría, Excelencia, Alteza y Majestad, viniendo de varias provincias a rendirle la propia obediencia y vasallaje…”[1]
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He allí la trascendencia de TÚPAC AMARU II. El haber organizado y dirigido junto a su familia, el primer proyecto de liberación del yugo colonial español. Proyecto que obedecía a los intereses de una élite indígena aculturada, que levantaba la figura del INCA- REY. Y si este proyecto fue derrotado, se debió a que no todos los líderes indígenas lo siguieron. El virreinato finalmente logró después de una sangrienta guerra, aplastar a José Gabriel y a Diego Cristóbal Túpac Amaru, solamente apelando a la traición y al apoyo de jefes indios rivales de los Túpac Amaru como Mateo García Pumacahua. Más de cien mil muertos dejó la guerra[2], en una época en que la población del Virreinato apenas superaría el medio millón de personas. Lo cual no resulta de poca importancia, en modo alguno, para la historia de nuestra patria.
NOTAS
[1] Sentencia dictada contra JOSÉ GABRIEL TÚPAC AMARU II. Ver, entre otros, en: ANTOLOGÍA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ, editada por Denegri Félix, Nieto S.J. Armando, Tauro Alberto y Durand Luis, Lima, 1972, pp.16.
[2] CORNBLIT, Oscar: “Levantamientos de masas en Perú y Bolivia durante el siglo XVIII”; en: TÚPAC AMARU II-1780- Compilación de FLORES GALINDO, Alberto; Retablo de Papel, Lima, 1976, pp. 180. VEGA, Juan José considera 100,000 muertos, en su obra:”José Gabriel Túpac Amaru”, Universo, Lima, 1969, pp.6. GLAVE, Luis Miguel, coincide con esto en HISTÓRICA, Revista de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Vol XIV, N°01, Julio de 1990, pp. 27.