RAZON de SER DEL PERU.

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20060709diversidad

Fuente de la foto: http://blog.pucp.edu.pe/item/3196/catid/353

Desde los albores de su pasado más lejano, a su presente más feliz o infame; se asoman y se imponen las razones de ser del PERÚ. El PERÚ es una patria antigua, con una identidad histórica, social y cultural, que es  plural y única, como pocos países del mundo actual.

En primer lugar, nunca debe olvidarse que no obstante la PLURALIDAD cultural, étnica y lingüística del Perú, e incluso a través de ella, hay una CONTINUIDAD de posesión histórica y cultural sobre este territorio, que viene desde las primeras sociedades que se forjaron en esta patria, hasta la época actual.

En tal sentido nuestras primeras raíces provienen del hombre andino, que aún existe y que convive en estos espacios. El hombre andino, fue quien creó las primeras culturas que aparecieron sucesivamente en las diversas regiones de nuestra patria; desde CARAL, CHAVIN y KOTOSH, a  los INCAS, que consiguieron forjar la primera unidad política en este país, sometiendo o asimilando a todas las etnias y pueblos andinos, al TAHUANTINSUYO: la única gran sociedad política precolombina que tuvo las características de un imperio,  en lo que hoy es América del Sur; y a su turno los conquistadores españoles se acomodaron y se sustituyeron en la sujeción del territorio ganado por los incas, estableciendo el virreinato del Perú, que continuó la tradición de dominio sobre el suelo hoy peruano y sobre parte del que hoy pertenece a nuestros vecinos. Sin embargo, a diferencia de otros países, el elemento étnico y cultural proveniente de los pueblos indígenas no desapareció ni es minúsculo hoy en día, sino que sigue siendo un elemento esencial de la fecunda pluralidad de la población actual. He allí el gran tema del Perú, su unidad en la diversidad, a través de la POSESIÓN de la patria peruana, no solo desde la conquista española, sino desde los primeros hombres que se asentaron sobre los Andes, sus costas y sus selvas, hace miles de años.

No debemos olvidar nunca, que esta patria, significó un “hallazgo” feliz para los pueblos que llegaron a aposentarse en él: andinos, amazónicos, europeos y asiáticos. ¿Porqué razón?, sencillamente porque aquí encontraron todo aquello que les había sido negado en otros lares (tierras, fortuna, naturaleza para satisfacer sus necesidades y metales preciosos para el disfrute de las sociedades monetarias). Esta patria cobijó así a los ancestros cobrizos, arios, negros y amarillos; en ella se levantaron grandes sociedades de naturaleza imperial como el Tahuantinsuyo o sedes de dominación imperial como el Virreinato de Lima, se forjaron grandes fortunas y se prodigaron riquezas y honores en su nombre; por ello el apelativo de esta patria alguna vez fue sinónimo de oro y plata a raudales y por eso se acuñó aquella estridente y a veces increíble frase colonial: ¡VALE UN PERU!

Del primer encuentro del hombre con la naturaleza pletórica y a la vez difícil y exigente de los Andes, surgieron las primeras culturas peruanas. ¡Y qué clase de culturas! Citaremos dos opiniones, primero las palabras de un conquistador (MANCIO SIERRA DE LEQUIZAMO), que en su lecho de muerte, a punto de morir a los ochenta años, en el Cusco, nos describió el mundo que había hallado cuando entró con Pizarro a los Andes y al cual había contribuido a destruir; leamos lo que dice este testigo directo de nuestra historia, para “descargo de su conciencia” como no se cansa de repetir, en el proemio de su testamento:

“…que entienda su majestad católica, que hallamos estos reinos de tal manera que en todos ellos no había un ladrón ni hombre vicioso, ni holgazán, ni había mujer adúltera ni mala, ni se permitía entre ellos, ni gente mala vida en lo moral y que los hombres tenían ocupaciones honestas y provechosas.

Y que las tierras y montes y minas y pastos y caza y maderas y todo género de aprovechamientos estaba gobernado y repartido, de suerte que cada uno conocía y tenía su hacienda, sin que ninguno otro se la ocupase ni tomase, ni sobre ello había pleitos; y que las cosas de la guerra aunque eran muchas, no impedían las del comercio ni estas a las cosas de labranzas y cultivar de las tierras ni otra cosa alguna; y que en todo, desde lo mayor hasta lo más menudo, tenían su orden y concierto con mucho asiento; y los incas eran temidos y obedecidos y respetados y acatados de sus súbditos como a gente muy capaz y de mucho gobierno y que lo mismo eran sus gobernadores y capitanes…

Y que entienda su majestad católica que el intento que me mueve a hacer esta relación es por el descargo de mi conciencia y por hallarme culpable en ello; pues habemos convertido gente de tanto gobierno, como eran estos naturales y tan quitados de cometer delitos, ni excesos ni exhorbitancias así hombres como mujeres, (…) y así cuando vieron que había entre nosotros ladrones y hombres que incitaban a pecar a sus mujeres e hijas, nos tuvieron en poco; y habiendo venido este reino a tal rotura, en ofensa de Dios, entre los naturales, por el mal ejemplo que les hemos dado en todo, que aquel estremo de no hacer cosa mala, se ha convertido en que hoy ninguna o pocas (cosas)se hacen buenas, y requiere remedio y esto toca a su majestad, y en cuanto no lo pusiere corre sobre su real conciencia y la mía, y de los que la descubrimos y poblamos(…)

Y con esto suplico a mi Dios me perdone mi culpa, que es la ocasión de ello; yo confieso que la tuve y tengo y me muevo a decirlo, por ver que soy el postrero que muero de todos los descubridores y conquistadores, que como es notorio, ya no hay ninguno sino yo en este reino, ni fuera de él de todos los que a ellos vinimos; y pues en esto entiendo que he descargado mi conciencia, empiezo mi testamento en esta manera…”(1)

Tales son las conmovedoras palabras de uno de los primeros españoles que llegaron al Perú. Señalemos -a continuación- a un riguroso historiador como el británico Arnold Toynbee, quien considera que la civilización andina, surgida en el territorio que hoy ocupa el Perú, fue una de las civilizaciones primigenias que se dieron en el mundo; a la par que Egipto, China o Grecia; siendo que a la llegada de los conquistadores españoles, en la América precolombina solo cuatro sociedades habían alcanzado el grado de civilización: la Andina, la Yucateca, la Mejicana y la Maya.(2)

Establecida la autoridad española sobre el Nuevo Mundo, la Corona fijó en el Perú la sede de la administración colonial más importante del subcontinente, aprovechando la reciente experiencia de sujeción de estos territorios al Tahuantinsuyo y el Perú se convierte en la cabeza de la dominación española en sudamérica. En otras palabras, la llegada del elemento étnico y cultural hispano introduce un nuevo e importante capítulo en nuestra historia y demarca el siguiente hito de la identidad peruana: su vínculación con la cultura hispana, pero no termina con la relativa unidad territorial y administrativa que habían impuesto los Incas, sino que por el contrario la dominación española se asienta sobre lo que ya los incas habían centralizado: el Virreinato del Perú se configura, encima de lo que ya los incas habían ganado y esa tradición la hereda posteriormente la República criolla peruana que es la continuadora de esa soberanía, sobre el mismo territorio que ya habían ganado los antepasados incas y españoles.

Por otra parte, si bien es cierto que la irrupción de la cultura occidental fue: un hecho histórico complejo, violento y crucial para los pueblos andinos, explicable únicamente dentro de la coyuntura de su época; haciendo un balance actual, libre de apasionamientos, de tal hecho histórico, cabe apreciar que con la llegada del elemento étnico español y occidental, se incorporó a estas tierras todo el bagaje cultural, tecnológico, que el resto del mundo había ido intercambiando y desarrollando, en mutuas inter-influencias entre sí, desde las civilizaciones de Mesopotamia, Egipto e Irán, a la China, la India, Grecia, Roma y Occidente en general; y que los hombres andinos desconocían, pues -hasta entonces- esta parte del mundo había permanecido aislada de tales contactos.

Así pues, otro elemento esencial, que define nuestra plural identidad, es la herencia hispánica, que constituye parte fundamental de nuestra peruanidad actual, que nos vincula o entronca con la gran cultura occidental y universal, con su pasado, presente y futuro; con la tradición filosófica y espiritual hispano-europea, con las instituciones y principios del Estado Democrático de Derecho Social, consagrado en nuestra norma fundamental, con el derecho de filiación romano-germánica, con la tecnología e industria modernas, con la economía y la política mundiales y que nos proyecta a todos los peruanos con nuestra comunión de intereses ante el mundo actual, con sus retos de globalización e intercambio. Y todo esto se enriquece mucho más aún con los aportes culturales y étnicos provenientes del resto del mundo, que se han asentado en nuestra patria.

Finalmente, la razón de ser del Perú, se nutre también del legado moral e ideológico de todas aquellas personas que han luchado e incluso se han inmolado por la patria peruana; cada una de ellas enaltece nuestra peruanidad plural, con sus múltiples herencias raciales y culturales. Rememoremos, solo por decir algunos nombres, a: José Gabriel Túpac Amaru, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Francisco de Zela, María Parado de Bellido, José Olaya, Andrés Rázuri, Miguel Grau Seminario, Francisco Bolognesi, Andrés Avelino Cáceres y un gran etcétera. Su vida, acciones o ideas, entregadas de una u otra manera al ideal de la patria peruana, nos vinculan y nos obligan, como sucesores suyos en este territorio.

Por todo lo resumido: pocos países en el mundo tienen tantas razones de ser, como el Perú; las mismas que provienen de su historia dramática y fecunda a la vez, así como de sus raíces culturales y étnicas, empapadas de olor andino e hispano, primordialmente; en fértil y a veces difícil contrapunto.

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(1) Testamento del Conquistador español y vecino principal del Cusco: Mancio Sierra de Leguízamo. Fuentes: PEREYRA, Carlos: CUADROS DE LA CONQUISTA y LA COLONIA, UNAM- Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2001, pp. 82-83. También: VIENRICH, Adolfo: AZUCENAS QUECHUAS, Casa de la Cultura de Junín, Huancayo, Tercera Edición, pp. 70-73.

(2) TOYNBEE, Arnold: ESTUDIO DE LA HISTORIA-Compendio I-IV. ALIANZA EDITORIAL, Madrid, 1971, pp. 65.
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