En los meses pasados, producto de un trabajo que se viene realizando desde hace muchos años, hemos visto cómo la demanda y acción por un trato equitativo hacia la mujer ha venido creciendo. Vemos cambios de comportamiento y actitud incluso en algunos medios, miles de mujeres, hombres y niños valientes que salieron a levantar su voz de protesta, muchas más personas que se indignan cuando quienes son responsables por impartir justicia y proteger a un pueblo, menosprecian la violencia y llaman “lesiones menores” en lugar de quedarse callados. Eso es un avance.
¿Y qué hace la escuela frente a ello? ¿Está la escuela cumpliendo su rol de formación y transformación de nuestra sociedad?
Probablemente algunos piensen que ello es un tema que se debe tratar en casa, que tiene que ver con los valores de cada familia. Otros pensarán que la escuela debe tener un rol objetivo y que no se puede comprometer con un tema como este. Pero no. No comprometerse no es una opción. Sobre todo cuando la escuela muchas veces ayuda a reforzar prejuicios y actitudes discriminatorias.
Desde el tema de asistencia a clases, que no se considera prioritaria para las niñas en zonas rurales, hasta desalentar las aptitudes académicas en las niñas en las escuelas urbanas y rurales. Ello sin considerar los tratos diferenciados ante una misma situación como podría ser el embarazo adolescente, donde las sanciones sociales suelen ser más fuertes hacia las mujeres que hacia los hombres, sin mencionar que las probabilidades de que las mujeres no concluyan sus estudios son mayores con respecto a los hombres.
Una artículo en “La República” dice lo siguiente:
“Para reforzar la idea, Josué Rodríguez, profesor de Ucayali, indica que a raíz de que las niñas salen embarazadas, los padres piensan que ya no necesitan estudiar, y a los 14 años la familia entrega a la muchacha al hombre para que sea su marido. “Piensan que la niña va a fracasar en los estudios y le dan preferencia al varón”, agrega el maestro.
En Lima, la situación no es distinta, por ejemplo Laura y Ana, de 16 años, y algunas niñas ejercen roles de madre en sus casas, asumen responsabilidades adultas y estudian en la escuela al mismo tiempo. En todos los casos el varón cuenta con más oportunidades.”
Según Maria Luisa Fornara, representante de Unicef en el Perú, la violencia de género es una de las principales causas de fracaso y abandono escolar, dado que cuatro de cada cinco denuncias de violación sexual contra mujeres tiene por víctima a una menor de 18 años.
La desigualdad en educación en cuanto a temas de género no son exclusivas de la escuela. Los prejuicios con respecto a las capacidades académicas prosiguen hasta la universidad. Jared Mauldin, un estudiante del último año de la carrera de ingeniería mecánica de la Universidad de Eastern Washington, denunció este tema y citó un ejemplo:
“Holly superaba ampliamente mis calificaciones en los exámenes y en las tareas extras; entendía los conceptos a un nivel que yo no era capaz. Sin embargo, a menudo veía como otros hombres pasaban de largo por su lado y se buscaban otra pareja. Si llegaban a trabajar con ella, eran muy críticos, la interrumpían al hablar o directamente se dirigían a mí como si ella no estuviese allí. Si Holly mostraba su desacuerdo con una respuesta, en lugar de comparar ambas respuestas para ver quién de los dos había hecho algo mal – algo habitual cuando he trabajado con otros hombres – los veía llegar directamente a la conclusión que quien debía haberse equivocado era ella”
Dicho sea de paso, hay áreas en la educación donde pareciera haber un desaliento sistemático hacia las mujeres: ciencias, matemáticas y deportes. Por ejemplo, en un grupo especial mixto de estudiantes muy interesados en las matemáticas, de 10 niños solo iba una niña. En sesiones conjuntas, cuando un niño se equivocaba al dar una respuesta, otros niños decían simplemente “¡No, esa no es! Yo la sé, ¿puedo decirla?” Mientras que cuando una niña se equivocaba salían en ocasiones frases como “¡No seas tonta/bruta!”
Los indicadores de matrícula, calidad y culminación de la primaria y la secundaria rurales han mejorado, pero no llegan al 100%. Quienes no culminan la escolaridad probablemente repitan la historia de sus madres y abuelas: escasas posibilidades de desarrollo personal; menos oportunidades de empleo formal; menor salario que el de los varones y mayor exposición a la violencia.
A veces, en cosas tan simples como alentar actitudes competitivas en los hombres y más bien desalentarlos en las mujeres, realizar actividades diferenciadas entre niños y niñas sin brindar la oportunidad de probar independientemente del género, entre muchas otras formas sutiles que promueven las prejuicios de género.
La educación no puede quedar de espaldas a lo que sucede en su sociedad. Las escuelas no pueden ignorar que somos un país muy violento e inequitativo. Y ningún maestro puede negar la existencia de actitudes y creencias de desigualdad, sin importar la edad de sus alumnos. Muy por el contrario, es nuestro deber como educadores transformar y apostar por construir una sociedad con equidad de género.
Fuentes:
Unicef: Niñas en el Perú superan duros desafíos para tener una educación
http://larepublica.pe/26-03-2014/unicef-ninas-en-el-peru-superan-duros-desafios-para-tener-una-educacion
La discriminación a las mujeres en las carreras científicas en formato carta
http://www.elobservador.com.uy/la-discriminacion-las-mujeres-las-carreras-cientificas-formato-carta-n685572
Escuela, un espacio para la igualdad de género
http://www.elperuano.pe/noticia-escuela-un-espacio-para-igualdad-genero-40855.aspx
Niñas y abandono escolar en Perú
http://periodismohumano.com/mujer/las-ninas-peruanas-y-los-obstaculos-para-que-no-abandonen-la-escuela.html
La situación de las mujeres y la niñas: hechos y cifras
http://www.unicef.org/spanish/gender/3984_factsandfigures.html