La razón de mi incomodidad fue sencilla: leer… ¿para qué? Es decir, todo el mundo habla de lo importante que es leer, pero me pregunto porque es importante para todas esas personas. Dicen que porque deberían invertir su tiempo en algo más enriquecedor que la televisión que es tan violenta. Entonces, me acuerdo de “El túnel”, de algunas obras de Vargas Llosa, entre otras y me pregunto si estas personas son conscientes de la gran predominancia del sexo, la violencia y sentimientos de depresión y patetismo que hay en la Literatura. No me malinterpreten, me encantan todas esas obras, pero no se puede ocultar que muestran a veces la gran crudeza de la humanidad, naturalmente, con sus posibilidades de redención.
Entonces, no falta quien diga que lo que los chicos deben leer son los clásicos. Entonces te mandan a leer con 14 años de vida, “El Quijote”. A mi también me sometieron a ello y detesté terriblemente ese libro. Y eso que apenas llegué a los primeros 20 capítulos. Años después, ya adulto, decidí darle una oportunidad a Cervantes y fue otra mi experiencia: entre reflexiones y carcajadas.
La mayoría, incluyendo muchos profesores, quieren que las personas amen la lectura porque sí, porque siempre ha sido así, porque les enseñaron del modo más conductista que era importante y punto.
Creo que en esta época en la que muchos colegios inician su labor de programación anual, se replanteen la necesidad de la lectura, qué es lo que persiguen con ella. Porque el enfoque detrás de la búsqueda de la iniciación a la lectura es percibido inconscientemente como parte del currículo oculto. Así, si el alumno detecta un vacío en las acciones, naturalmente no encontrará valor en ello. Asímismo, si la lectura es una obligación irracional en lugar de un placer a los sentidos.
¿Para qué leer?
Cierto, leer inspira e inspirar significa poder crear…Luego de leer Corazón, de niña, La Palabra del mudo, aún pequeña, Rojo y Negro, ya adolescente, Humillados y Ofendidos, Un mundo para Julius y Mi amigo Fritz,etc etc ,etc amé la lectura, la amé y la amo con el amor más puro porque me dio mundos increíbles, imágenes imborrables que me marcan y me ayudan a crear y lo mejor de todo es que esos libros yo los encontré, los escogí, los disfruté sin imposición alguna y si La ciudad y los perros, los cuadernos de Don Rigoberto, Poe, entre otros me mostraron violencia, sexo, temas aún un poco prohibidos para mi edad, pude entender y pocesar todo en su contexto y sin trauma alguno. La tele nos llena de imágenes, pero las que te da un buen libro son tuyas, propias, nuevas y hasta a veces mejores que una adaptación en cine.