“Voy a permitirme contar una anécdota que escuché cuando tenía algo más de veinte años, época en la que acababa de empezar mi propio negocio. Me impresionó tanto que jamás la he olvidado. Se trataba de una gran pastelería de muy buena fama que sólo vendía productos caros y de primerísima calidad. Los clientes eran primordialmente familias de la clase acomodada de la ciudad. Un día, un pobre, de aspecto desaliñado, entró y pidió un manju (dulce de pasta de frijoles). Era muy raro que alguien tan harapiento entrara en ese establecimiento de renombre y el joven aprendiz que lo atendió se mostró confundido en un primer momento. Finalmente le envolvió el manju. Cuando iba a entregárselo, apareció el propietario: “Un momento. Yo le atenderé,” y mientras decía esto, le entregó el paquetito al cliente. Cuando recibió el dinero, se inclinó cortésmente y le agradeció la visita con total amabilidad.
Intrigado y confundido, el muchacho esperó a que se fuera el cliente y luego le preguntó al patrón: “Señor, ¿por qué lo atendió personalmente? Nunca lo había hecho. Siempre es uno de nosotros o el vendedor en jefe quien se encarga de atender a los clientes.”
“Efectivamente”, asintió el propietario, “pero se trataba de un cliente muy especial. Debemos estar muy agradecidos porque hoy entró aquí.”
“¿Qué tiene de especial, señor?” fue la siguiente pregunta del muchacho que seguía tan intrigado como antes.
“Nuestros clientes habituales son gente de clase alta. No tiene nada de extraño que compren nuestros productos. Pero ese hombre tenía tantos deseos de comprar un manju nuestro que probablemente se gastó todo lo que tenía en uno solo. ¿No debemos acaso estarle sumamente agradecidos? Por eso le atendí personalmente. Como empresario, nada puede satisfacerme más que esa clase de clientes.”
Esta historia, que fue escrita por Konosuke Matsushita (fundador de la Matsushita Electric Industrial Co., Ltd., gigante multinacional creadora de numerosos productos bajo las marcas registradas National, Panasonic, Technics y Quasar), nos demuestra con profunda lucidez lo esencial que es la gratitud en la vida misma, esto es, tanto en nuestro quehacer diario, como en el trabajo, los negocios y en todo lo que hagamos.
Pero más aún, invito al lector interesado en profundizar más al respecto a tener también presente la siguiente frase: “…porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene…” (Mateo 13, 10-17).
Finalmente, toda sabiduría, viene de Dios.