El mundo gira constantemente, y nosotros con él. Gira como las agujas de un reloj, a su tiempo y en su tiempo, haciendo que pasemos de contemplar las estrellas a despertar con el sol, inevitablemente, todos los días. Porque el tiempo también avanza, y cuando lo hace ya no puede retroceder. Girar, avanzar, moverse. Hace muchos años, en las épocas en que el mundo solo podía entenderse bajo la contemplación de aquello que sucedía, aproximadamente por los 250 a.C., Arquímedes, el gran personaje griego, dijo: “Denme un punto de apoyo y podré mover el mundo”. Eso, un punto de apoyo, aunque para entregar algo así primero hay que encontrarlo.
Viajero
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