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Vínculos

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Solemos pensar que los problemas que se dan dentro de las relaciones (que no siempre son de pareja, sino de todo tipo), se abordan de esta manera: Se sigue o se corta.

Realmente el mundo de las relaciones, de los vínculos, no se puede reducir simplemente a blancos y negros, existe una cantidad impresionante de grises, que dependen de las características de quienes vivencian la relación. Es por ello que, si realmente queremos  mantener ese vínculo (si es lo que realmente se quiere), es muy recomendable poner límites, mantener comunicación fluida, esforzarse de manera recíproca y equitativa, y un largo y muy variado etcétera.

Hay que tener muy en claro que esto no aplica cuando hay maltrato, dependencia emocional insana o alguno de los miembros de la relación quiere romper el vínculo existente.

Sin embargo, cuando la relación que queremos mantener (aplica para parejas, familia, amigos o personas importantes para nosotros) nos hace sentir bien porque me aporta algo importante y no quiero romperla; es probable que ayude  poner distancia (lo cual desde ya, es un límite claro), para no afectarnos (ni quemarnos ni congelarnos).

Nuevamente, cada vínculo es muy particular, por eso el tratamiento de cada caso se tiene que hacer de manera individual, encontrar soluciones y sentirnos plenos con la relación que tenemos.

¡Que siempre busquemos estar bien!

Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.
¿Hablamos?

Psic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026
Cel.: +51 998 810 240

Cosas que NO tienen nada de malo

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En el pasado se pensaba que era de “buenas personas” responder a las expectativas de los demás, incluso en base a nuestra vida, ser eternamente pacientes, siempre estar dispuestos, no objetar a los demás y un largo y triste etcétera.

Ahora, gracias a todo lo sagrado del mundo, entendemos un poco más que nuestras decisiones y, por tanto, nuestra vida, está exclusivamente en nuestras manos. Al parecer, nos encontramos en el proceso de normalizar la importancia de responder a nuestras propias necesidades, mirando para ello dentro de nosotros y dejando en segundo o tercer plano, o más, las opiniones de los demás.

Eso es muy bueno.

Obviamente, también es buena idea escuchar a quienes sabemos bien que quieren lo mejor para nosotros, seguramente aquellos que pueden ver y/o entender cosas que nosotros no; teniendo en cuenta que somos nosotros quienes tenemos la última palabra.

¡Que siempre busquemos estar bien!

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Lo que realmente depende de ti

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El mundo agitado y complejo en el que nos movemos, hace que a veces, no podamos controlarlo todo, muchas cosas de nuestro día a día pueden depender de otros… pero, no todo.

Hay cosas que solamente está en nuestras manos por cambiar, no depende de los demás o del mundo, sí de nosotros y nuestro esfuerzo para buscar la tranquilidad.

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Para iniciar el año

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Ya empezamos un nuevo año, lleno de esperanzas, sueños y metas por cumplir.

¡Eso es buenísimo! 

Tener un motivo en la vida y trabajar por él, además de hacernos sentir plenos, es una muestra de nuestro bienestar emocional.

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De las cosas que nos pasan

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La vida nos ofrece diferentes experiencias todos los días, ya dependerá de nosotros qué valoración le demos a estos hechos, también el impacto que genera en nosotros estará en función a muchos factores, de los personales y de los propios del entorno en el cual nos desarrollamos.

En tal medida, si pasamos por un momento difícil y conseguimos superarlo (con o sin ayuda profesional), es esperable que en algún momento de la vida, esta emoción que nos generó ese evento (que puede ser tristeza, miedo, inseguridad, dolor emocional, etcétera) “regrese” a nosotros y nos vuelva a impactar.

OJO, esto no es que necesariamente estemos en franco retroceso, y que todo lo avanzado y/o superado se vaya por donde llegó, NO, pues hay que siempre tener en claro que todo en la vida es un proceso, un camino que nunca es lineal, que es normal que demos pasos hacia adelante, como también es muy normal que demos pasos hacia atrás, y eso… está bien.

Es importante siempre recordar que, si por algún momento sentimos que “retrocedemos”, entendamos que ahora podemos enfrentar ese aparente retroceso con todo lo que aprendimos y nos ayudó a salir de ahí, en su momento. La capacidad para el aprendizaje que tenemos las personas es muy pero muy grande; pero también, es cierto que a otros nos cuesta aprender de nuestras experiencias, y esto… si es recomendable que sea abordado por un profesional en salud mental.

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La ira

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Todos hemos sentido ira en algún (o algunos, o muchos) momentos de nuestra vida, lo cual es perfectamente natural. La ira es una emoción humana que, cuando se trata de manera adecuada, es hasta saludable; lo que no es adecuado ni saludable es no controlar nuestro temperamento y arremeter en contra del otro, en nombre de la necesidad de la simple expresión de nuestras emociones. Entonces …

¿Cómo hacemos para controlar nuestra ira?

Creo que casi todos hemos escuchado alguna vez el término “control de ira”. Bueno, se refiere a la habilidad que necesitamos para reconocer que estamos muy molestos, que la sentimos; incluso, es importante poder reconocerla en los demás. El siguiente paso sería cómo hacemos para manejar esa situación o persona que nos generó la ira, de una manera positiva, sin que nadie salga lastimado (incluye nosotros).

Además

Esto no quiere decir que debemos suprimirla, sino reconocer qué es lo que la desencadena, también nuestros signos de ira y, además, encontrar otras maneras adecuadas para expresar aquello que sentimos, sin llegar a excesos.

SIEMPRE hay que entender que esta manera de auto controlarnos no lo hacemos necesariamente por los demás, sino por nosotros mismos; pues cuando desatamos nuestra ira sin control, no sólo afectamos nuestras relaciones interpersonales (¡a los que más queremos!), sino también nuestra salud física y emocional.

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Dato psicológico

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En muchas ocasiones, todos nos hemos visto abatidos emocionalmente por un hecho que nos dejó muchos días sumidos en la pena, el dolor, la vergüenza y demás sentimientos desagradables.

A veces, este malestar nos acompaña días enteros, semanas, donde  no sabemos qué hacer con eso desagradable que sentimos, que nos invade y no nos permite seguir con nuestras vida.

Bueno pues, es necesario tener claro que, en realidad, eso que nos afecta tanto, esa emoción que desajusta nuestro bienestar se queda en nosotros por poco, muy poco tiempo. Entonces, aquello que nos tortura son nuestros pensamientos que desisten en alejarse de ese dolor emocional, llevándonos a pensar e imaginar mil escenarios, en los cuales en todos seguimos siendo desdichados.

Así es, ese malestar es prácticamente causado por nosotros y nuestro maravilloso cerebro, y no tanto por el dolor causado por un hecho o situación en particular.

¿Ya sabias esto? ¿Te resulta útil esta información? Ojalá que sí.  

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¿Cómo acercarnos a nuestros hijos?

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Caso de la vida real: 

Llegamos a la casa, después de un día difícil en el trabajo. En casa, nos espera la familia, los hijos, con todo su ímpetu, ganas de compartir y, seamos honestos… muchas veces por más que los amemos con locura, lo que más esperamos al llegar a casa es un momento de tranquilidad, de paz, para que ese agobio de la vida se disipe. Entonces, ese desborde natural de nuestros hijos (sean niños o adolescentes),  hace que perdamos la paciencia y reaccionemos, a veces, de maneras que jamás hubiésemos querido de haber estado calmados y… cometemos excesos con ellos y … se nos “pasa la mano” con la disciplina.

Después de esto, ya calmados por supuesto, no siempre buscamos acercarnos,  pretendemos que ya pasó el problema y seguimos con la vida en casa. En otro ambiente, nuestros chicos, es probable que se hayan quedado con un gran signo de interrogación en la cabeza, frustración y, quizá tristeza, por ese momento que quisieron compartir con nosotros y no se pudo, se les negó.

¿Les ha ocurrido alguna vez? 

Ojalá que no, pero si esa historia les parece cotidiana, es importante tener en cuenta que SIEMPRE dependerá de nosotros, los adultos, propiciar buenas y satisfactorias relaciones con nuestros hijos. Nosotros en gran medida, les enseñamos a vincularse de manera adecuada con los demás, con el mundo.

¡Así de importante somos para ellos!

También coincido con que eso es bastante complicado, sobre todo en los días que corren; sin embargo, es VITAL hacer el esfuerzo, no sólo por el bienestar de nuestros chicos, sino por el nuestro, ¡Qué bonito se siente tener la certeza que hacemos felices a nuestros hijos!

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¿Qué pasa cuando padres e hijos juegan?

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Existen personas que entienden al juego como una actividad orientada únicamente a la distracción, satisfacción y ocio de las personas, específicamente de los niños. Si bien esto es parcialmente correcto, no es la definición exacta de juego, ni tampoco es su verdadera y enriquecedora función.

El juego es fundamental en el desarrollo psicológico de niños, los niños no juegan sólo para “matar el tiempo”, esta necesidad de jugar surge en ellos de manera prácticamente innata, llevándolos a involucrar a otros niños, a los padres y demás personas que el niño considere cercanas; es así que si un niño te invita a su juego, eres importante para él. 

Los beneficios que representa el juego en los pequeños son muchísimos, van desde el  desarrollo cognitivo, entrenamiento en habilidades sociales, reforzamiento de la autoestima, control emocional y un largo etcétera, si sólo mencionamos el factor emocional, pues hay una serie de destrezas que también se ven potenciadas al desarrollar esta actividad.

Es de esta manera que, cuando el niño o niña tiene la posibilidad de jugar con los padres, el vínculo emocional se enriquece, se torna saludable, llevándolo a compartir momentos de mucho amor entre ellos, relacionando ese bienestar que sienten del compartir con papá y mamá, con emociones de satisfacción y felicidad. Al ser así, los niños relacionarán de manera automática lo satisfactorio que es compartir con sus padres.

¿Ahora queda un poco más claro de lo VITAL  que es jugar con nuestros chicos?

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¿Realmente existen las madres y padres tóxicos?

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El término “tóxico” lo escuchamos a menudo. Cuando lo usamos, nos referimos a las personas y/o relaciones desagradables, que nos desgastan y hacen daño.

Siempre lo usamos para quejarnos y mostrar a los demás que, al estar cerca de personas “tóxicas” la pasamos mal y, la recomendación siempre será “dejar” a esa persona tóxica. En definitiva, es alguien que no queremos tener cerca nuestro.

Me pregunto si, teniendo claro lo que significa ser “tóxico”, podrían existir padres (mamá o papá) que lo sean con sus propios hijos. Bueno, la respuesta es, Sí.

Los padres tóxicos (referido a padre o madre de manera indistinta) son personas que, debido a las características de su personalidad y vivencias pasadas, dañan la vida de los demás y, en este caso, educan a sus hijos de manera poco o nada aconsejable.

Es así que denominamos como tóxico en los padres cuando hacen sentir mal a sus hijos, sin razón y, la mayoría de veces, de forma sutil. Esto es lo más peligroso, pues se hace aparentemente sin ninguna intención y claro, esto lleva a los hijos a sentir confusión y demás sentimientos encontrados: Cuando sabes que alguien pretende dañarte, lo normal es defenderse; pero cuando esa persona es cercana, no esperas el “golpe”, convirtiéndose todo en doblemente doloroso. En este caso, es más complejo porque se trata de los padres, quienes se supone quieren a sus hijos sobre todas las cosas, haciéndolos sentir así de mal.

 ¿Qué pasa entonces?

La mayoría de niños no se dan cuenta de ese maltrato, crecen pensando que es así, normalizando los sentimientos displacenteros; pero cuando llegan a la adolescencia, es decir, cuando comienzan a sentir ese pesar de forma consciente, reaccionan indiscutiblemente, algunos de manera fuerte, otros simplemente se alejan, sea de manera emocional o física. Debe quedar claro que el maltrato, a la edad que sea y venga de quien venga, anula y, como medida adaptativa, se busca estar lejos de quien hace sentir que tu vida carece de importancia. De tal manera que un día, de repente, los hijos se dan cuenta que pueden vivir sin esa o esas personas que dañan, y que, ya como adultos, son libres de tomar la decisión que más convenga.

Aunque si la personalidad del progenitor es lo suficientemente dominante para mantener anulado a su hijo, también se da el caso contrario: no abandonar jamás el nido por haberse “perdido”, pues habría trastocado su autoestima desde los primeros años de vida.

Es cierto también que muchos padres no son conscientes del daño que le hacen a sus hijos al ser tóxicos con ellos, evidentemente tampoco saben lo que se ocasionan a sí mismos.

Tipos de madres y padres tóxicos.

Absorbentes
Es normal que los niños, en la medida que van creciendo van ganando libertad y, lógicamente, descubriendo el mundo. Cuando llegan a la adolescencia aparecen los amigos, parejas y actividades en grupo fuera de casa que, muchas veces, a este tipo de padres les genera rechazo. Cuando los hijos llegan a la adultez, es esperable que busquen hacer su vida, pero esto, los padres tóxicos no lo entienden. Suelen querer que sus hijos siempre estén muy cerca a ellos y, para eso, truncan su independencia, haciéndoles sentir culpables simplemente por querer hacer su vida fuera de la casa paterna.

Perfectos
“Nadie te va a querer como yo” es la frase que puede resumir este punto, que esconde una autoestima inexistente en el padre o la madre, que pretende llenar su propia vida siendo el eje principal de la vida del hijo. “Nadie te amará, cocinará, cuidará, vestirá como yo. Nadie te conoce igual ni te entiende ni sabe lo que necesitas, sólo yo”. Y si no hay una persona cerca que neutralice esto (sea el otro padre o una figura significativa), ese niño o niña crecerá aislado de la gente porque, según su progenitor, el resto del mundo en su totalidad no le querrá bien. Cuando los niños crecen con estas ideas dentro del seno familiar, no se consigue más que adultos inmaduros, dependientes, irresponsables e incapaces de vincularse de manera saludable con los demás. Lamentable.

Competitivos
Sí, es una pena pero he visto muchos casos donde los padres compiten con sus hijos, aunque nos parezca un absoluto sinsentido. Hay madres que ven a sus hijas como rivales, así como hay padres que ridiculizan a sus hijos por sobresalir. Esta descarga de frustración puede darse por diversos motivos, en algunos casos porque se niegan a asumir el rol de la paternidad (puede ser de manera consciente o no), también ha ocurrido que algunos padres o madres sienten celos de la cercanía que tiene la pareja hacia su hijo o hija, etc. Cuando los padres caen en esto, se niegan automáticamente a brindarles cariño, comprensión y soporte emocional a los hijos. Los chicos crecen sintiendo que conviven con el enemigo y, aprendiendo que el mundo es así también. Terrible.

Indiferentes
La postura tóxica de los padres no sólo puede venir, también, del control excesivo, sino de la falta absoluta de él, sea por desgano, desinterés o “cansancio”, se termina dejando que los niños, y posteriores adolescentes, hagan y decidan su vida, sin estar capacitados del todo para ello. Esto convierte a los hijos en personas con poca noción de responsabilidad, o ninguna tolerancia a la frustración, caprichosas y egoístas.

Manipuladores
Existen padres que manipulan la realidad a su conveniencia; estos padres son realmente dañinos pues les “venden” a sus hijos una realidad que no existe más que en su cabeza o para su propio beneficio, sin importar el de sus hijos. Terminan minando la  vida de sus propios hijos y, además, enseñándoles manera de manipular a los demás. Es bastante probable que estas hijos se conviertan en adultos también manipuladores. De temer.

Distantes
Se refieren a los padres que no brindan afecto ni valoran el que reciben de sus hijos. Es probable que así hayan crecido y repiten ese triste comportamiento con sus hijos, cual si fuese un patrón. Éstos crecen sin recibir amor y acaban por tampoco darlo, ya que son rechazados. Cualquier muestra de atención que tengan hacia sus padres, puede ser recibida sin la emoción esperada, sino con un “es lo que debes hacer, es tu obligación”. Este vacío emocional es perjudicial para los niños, los convierte en adultos con dificultades para relacionarse, poco capaces de experimentar real felicidad, pues fueron criados haciéndoles pensar que no tienen derecho a serlo.

“Limitantes”
Estos padres tienen un estilo de crianza que va más allá de lo “tradicional”, perpetúan los roles de género hasta el extremo, educando niñas sumisas, delicadas, femeninas e híper responsables (lo cual no quiere decir que esté mal si responde a una característica natural de la niña, pero esto cambia cuando es impuesto por los padres), así como niños que no deben mostrar sus sentimientos, agresivos y despreocupados. El problema aquí reside en que los padres no les permiten a los niños que se desenvuelvan de manera natural y sienten las bases para que desarrollen una personalidad sana, en función a sus necesidades y gustos.

Víctimas
En este caso, el afán que tienen algunos padres por llamar la atención los lleva a manipular, con el fin de que sus deseos (y no de los hijos) sea satisfecho, siempre. He podido ver casos donde muchos padres llegan a “enfermarse” si se les lleva la contraria. Tienden a usar el chantaje emocional de manera deliberada, siendo peligrosísimo, pues la culpa que les hacen sentir a los hijos, anula su carácter y voluntad, convirtiéndolos en personas sin decisión.

Así como hemos podido ver, por desgracia, existen diversos tipos de padres tóxicos. Sería ideal que todos podamos entender que tener la oportunidad de criar hijos, si bien es sumamente demandante y preocupante; también es la oportunidad que tenemos de brindarnos un poco, de plasmar nuestro amor, compromiso y debilidades de humanos también. Siempre hay que tener en cuenta que nuestra función como padres es ayudarlos a construirse, no destruirse; en este caso, a lo más preciado en nuestras vidas, nuestros propios hijos.

La influencia que tenemos en ellos es gigantesca en su desarrollo como personas, y si notamos que esa responsabilidad nos lleva a la total preocupación o nos desborda, debemos pedir ayuda profesional.

¡Que siempre estemos bien!

Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.
¿Conversamos?

Lic. Katherinne Roncal Soto
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