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EL DESFILE DEL GRAN HOTEL
CUSCO ALWAYS IN FASHION 2011
Las tradiciones de Cusco encuentran en Edward Venero una imaginación cinematográfica decidida a llevar las estructuras profundas de la cosmovisión andina a una expresión ultramoderna, con proyecciones futuristas. Para el diseñador cuzqueño, el futuro significa valorar a grandes dimensiones el contacto con lo natural así como la visión y el talento andino para entrelazar lo artístico con lo utilitario. Cada pieza de la colección exhibe el valor único de su historia, de las fuentes de sus fibras, materiales y técnicas, y de sus referentes al imaginario simbólico andino.
Pluralidad, rescate y renovación en la colección 2011 de Edward Venero
Por Mihaela Radulescu de Barrio de Mendoza
La moda es un fenómeno cultural, que produce no sólo objetos de consumo sino también estilos de vida. Por definición, muestra una forma renovada de abordar lo cotidiano, incorporando la novedad y la identidad de manera festiva y simbólica. Cada manifestación de la moda conlleva una reflexión sobre la realidad de los individuos y de los grupos, incorporada en los conceptos, formas, objetos y acciones de esta representación simbólica del aquí y ahora de la gente, cuya ventaja es que fluye a través de los medios masivos de comunicación y consumo, tanto de los tradicionales como de los más recientes e innovadores.
Edward Venero muestra tener plena conciencia del poder de la moda de representar el sentir actual del ser en el mundo al enfocarlo hacia el ser peruano, hoy, en el inicio del Tercer Milenio, en un mundo que abre progresivamente ventanas de comunicación e interacción. Su más reciente colección, presentada con carácter exclusivo en el Desfile del Gran Hotel, con el cual finalizó el evento de moda peruana Cusco Always In Fashion 2011, exhibe, en un verdadero espectáculo de sensaciones y sentidos, el vínculo con la memoria colectiva de la identidad peruana, considerando como núcleo semántico la ciudad de Cusco, punto de partida para explorar los territorios conceptuales y formales del pluralismo y del diálogo intercultural. La colección integra y expone las huellas de su pasado inca, junto con los signos de la tradición del arte colonial, identificado en su esencia de sincretismo cultural, y de la producción artesanal de fibras y tejidos, que articula en un único mapa las diferentes culturas tradicionales del Perú. Esta dinámica de lo local, que recorre tiempos y espacios, recogiendo los valores representativos del Perú en cuanto a diseño, fibras, técnicas y estructuras se refiere, fusiona armónicamente con las tendencias universales hacia lo natural y lo integrado, hacia la libertad del cuerpo y el juego creativo con las formas y los materiales, barriendo las fronteras propuestas por categorías, usos y usanzas.
La colección se construye en torno de una interacción fundamental, la interacción entre los conceptos de legitimación y poder. La representación de la identidad no se autolimita a un propósito discursivo, como por ejemplo la exaltación de las tradiciones peruanas, aunque las valora de manera enfática y profunda. Su horizonte resulta ser más bien una fiesta de las significaciones, en manos de quien escoge representarse a través de la selección y combinación personal de signos, en función de sus propias necesidades y motivaciones. El individuo se autovalora a través del refuerzo de sus vínculos con la comunidad, pero es una comunidad que el mismo asume y define, por libre decisión, de cuyos signos se apropia para crear nuevos objetos correspondientes a nuevas realidades. Los signos pueden ser procolombinos, coloniales, artesanales o postmodernos, pero la creación que culmina en la colección los ha hecho coexistir e interactuar, hasta una completa integración. La colección ha puesto de manifiesto un procedimento que va más allá de la hibridación compositiva, pues actúa a través de la intertextualidad, la ironía, la re-contextualización, la mezcla de géneros y categorías, la interculturalidad.
Las 40 salidas de la colección son producto de una investigación que recorre varios niveles, conceptual, técnico, artístico y comercial, pero al mismo tiempo son producto de un juego creativo con vocación de síntesis, que se genera a partir de la exploración de la vocación actual de la moda de caracterizar a su usuario social y culturalmente. En este horizonte, la colección se permite de – estructurar y re – estructurar las representaciones de la identidad y los valores del diseño textil y de indumentaria. Los efectos, además de la legitimación de la moda peruana como expresión de un perfil cultural, se remiten al carácter simbólico del vestir : estamos ante una conjunción de recursos expresivos, pero estamos también ante el espectáculo de la diversidad y de la creatividad abierta al diálogo y al intercambio simbólico de valores. El pluralismo de los valores culturales queda resaltado, al igual que el sentido de proyecto de comunicación que el diseño de moda de Edward Venero está desarrollando.
Concluiremos con una observación sobre la presentación de la colección en el Hotel Cusco. La locación y su desempeño como escenario significante, aportaron un contexto vivo, de índole cinematográfica , en el cual el público participó como actor colectivo e individualizado al mismo tiempo, asumiendo un nuevo rol. Sin lugar a duda, hubo una apropiación lúdica del discurso propio de un hotel y sus habitantes, dando otro rango de importancia a su presencia y replanteando la relación con los modelos que transitaban por toda la planta baja, puntos móviles de atracción de las miradas. Copas en manos, atendidos por mozos del hotel, los espectadores legitimados y hegemónicos por su reubicación en tanto que actantes, instalaron nuevas miradas y formas de interacción, simbólicas y festivas, con el universo de sentidos que se expandía en el hotel, asimilándolo, junto con todos los presentes.
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