China e India son países vecinos, comparten cerca de 3800 Km. de frontera, en forma conjunta albergan a más de un tercio de la humanidad (agarras a 10 personas al azar de todo el orbe terrestre y 4 son chinos o indios). Cabe mencionar que la participación de estos dos países es la economía mundial viene creciendo en forma sostenida.
India está viendo los frutos de invertir en educación, contando con una ingente mano de obra calificada, lo cual atrae inversiones que tienen que ver con tecnologías de la información. Por otro lado China, convertida en la práctica en una economía de mercado, y sus 1300 millones, aunque de todos ellos cerca de 800 viven en la miseria, es un fabuloso mercado para las inversiones. En China todo es numerosísimo: la cantidad de ricos, de pobres, de la clase media, etc. Los trabajadores chinos no conocen el significado de “derechos laborales”, trabajan 12, 14 horas, con salarios míseros, en condiciones de hacinamiento y nada de reclamos, eso no existe. Es que también un trabajador chino no se puede “botar” y decir: no tío, págame más; hay como 20 que lo podrían reemplazar. Es por eso que transnacionales como Nike, Wal-Mart, INtel, no dudan en invertir en China.
Estos dos países asiáticos pretenden, además adquirir un mayor protagonismo en la política internacional del siglo XXI. No es secreto, por ejemplo, que India aspira a ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En el plano geopolítico los gobiernos de ambos países tienden a coincidir el objetivo de promover un sistema internacional multipolar, que sea capaz de contener iniciativas unilaterales del Gobierno de EE.UU. (como las invasiones a Afganistán e Irak respectivamente).
Sin embargo India y China son países que sostienen una disputa territorial de hace mucho tiempo atrás, que los llevó en 1962 a una confrontación bélica, y que aún en la actualidad surgen ciertos roces (como cuando India probó sus mísiles nucleares en 1998). Nueva Delhi no olvida que China apoyó Pakistán en la adquisición del secreto nuclear. Este antagonismo explica tanto la decisión del Gobierno Indio de dar asilo político al Dalai Lama, así como el respaldo del Gobierno Chino a Islamabad en su larga disputa territorial con India.
Son precisamente esas diferencias las que el Gobierno de Estados Unidos pretende aprovechar para introducir una cuña en las relaciones de ambos países.
Tanto por el hecho de su economía y su poderío militar son sensiblemente mayores a los de la India, como x el hecho de que se trata de un régimen autoritario distante, cuya evolución futura incierta, Estados Unidos tiende a percibir a China como un potencial rival estratégico. Por ello tiene un interés en evitar que el régimen chino logre establecer algún tipo de alianza con India, país que asía a convertirse por lo menos en una potencia regional.
Lo anterior explica el hecho de que el programa nuclear de India no solo haya dejado de ser una preocupación para el Gobierno de Estados Unidos, sino, además, el que este último haya ofrecido su cooperación técnica a India (China a Pakistán y EE.UU. a India) en materias de energía nuclear. Es decir, el propósito de apartar a india de China es de importancia suficiente como para relegar al olvido las sanciones que en su momento el Gobierno Estadounidense aplicó a ese país por desarrollar y detonar bombas nucleares.
A su vez, la más reciente evidencia de que las rencillas entre India y China distan de ser un asunto del pasado es el hecho de que, según todos los indicios, fue este último país el que vetó el 2006 el candidato de India para ocupar el puesto de secretario general de la ONU.
lo q no estoy dew acuerdo es q haygan cerrado rctv chaves pa fuera