El 03 de octubre de 1968 se produjo el golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado que dio inicio al Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada (GRFA) y que intentó, hasta cierto punto sin éxito, poner fin al viejo Estado oligárquico que había manejado el poder (económico, político e ideológico) a favor de un grupo reducido de personas, relegando a un segundo plano a las grandes mayorías; es decir, a la población indígena. Luego del 03 de octubre de 1968, se instauró un nuevo tipo de Estado en el Perú, el Estado Intervencionista o Corporativo, centrado más en esas mayorías excluidas.

Para entender un poco lo que destacados académicos como Abraham Lowenthal han denominado “el experimento peruano”, es necesario recordar el contexto en que ocurrió el golpe de Estado: un poder ejecutivo débil, sin mayoría en el parlamento y con serias acusaciones de corrupción; un poder legislativo manejado por la coalición APRA-UNO que ejercía un poder aplastante y en claro enfrentamiento al ejecutivo (lo que se vio reflejado en las constantes censuras a los ministros de Belaúnde); un poder judicial deslegitimado; y una población que veía los enfrentamientos entre poderes, pero no una clara solución a sus múltiples demandas. ¿Les parece un escenario familiar? Una primera reflexión a estas alturas sería que en el Perú los procesos sociales, económicos y políticos son cíclicos y dadas ciertas condiciones el desenlace podría ser similar. Pero ¿cuáles fueron las intenciones de este nuevo régimen? Dejemos que el mismo Velasco nos responda: “La acción del Gobierno Revolucionario se inspirará en la necesidad de transformar la estructura del Estado, en forma tal que permita una eficiente acción de Gobierno; transformar las estructuras sociales, económicas y culturales; mantener una definida actitud nacionalista, una clara posición independiente y la defensa firme de la soberanía y dignidad nacionales; restablecer plenamente el principio de autoridad, el respeto y la observancia de la ley, el predominio de la justicia y de la moralidad en todos los campos de la actividad nacional”.

Podemos discutir si realmente se cumplieron o no las grandes ambiciones del Manifiesto del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, también podemos discutir si eran las medidas que el país necesitaba en ese preciso momento, o si era Velasco (o los militares) quien o quienes debieron llevar a cabo dichas reformas, o si el golpe de Estado era la forma de iniciar esas grandes transformaciones. Lo cierto es que lo que se hizo durante esos 12 años, en parte, configuró la realidad nacional que hoy tenemos.