Esta semana me invitaron a un evento sobre demanda laboral y mundo académico (o algo parecido), al que no quise asistir; pero también, desde hace 1 mes, estoy obligado a asistir a un curso sobre ética universitaria. En la última sesión el ponente dijo algo así como “los estudiantes deberían estudiar carreras universitarias altamente demandadas por el mercado, que les garanticen altos cargos en las empresas y salarios elevados”. ¿Acaso el mercado debe ser el único que regule la elección de una profesión?
En la sociedad actual, a menudo se tiende a creer que la única razón válida para elegir una profesión es su potencial de generar ingresos y prestigio social. Esta visión, impulsada por la ideología neoliberal, sostiene que solo aquellas carreras que el mercado laboral demanda deben ser consideradas como opciones viables dentro del ámbito académico. Según esta perspectiva, el valor de una profesión se mide en función de la disponibilidad de puestos de trabajo, el nivel de importancia del cargo y la remuneración económica que ofrece. Sin embargo, esta mirada simplista y reduccionista ignora la complejidad y la riqueza que ofrecen otras profesiones que, si bien no se ajustan a las exigencias del mercado, tienen un inmenso valor para la sociedad. Campos como las artes, las humanidades, las ciencias sociales y las profesiones de servicio, a menudo son relegados por no generar altos ingresos o prestigio social, cuando en realidad desempeñan un papel fundamental en el desarrollo integral de las personas y la comunidad. Elegir una profesión debería ser un proceso reflexivo y personal, en el que se consideren no solo las perspectivas laborales y económicas, sino también las inclinaciones, los intereses y las vocaciones individuales. Cada persona tiene habilidades, talentos y pasiones únicas que pueden encontrar su mejor expresión en diversas áreas profesionales, más allá de las demandas del mercado.
Karl Marx escribió: “La guía principal que debe dirigirnos en la elección de una carrera es el bienestar de la humanidad y nuestra propia perfección. No debe pensarse que estos dos intereses pudieran estar en conflicto, que uno tendría que destruir el otro; al contrario, la naturaleza del hombre está constituida de tal modo que solo puede lograr su propia perfección trabajando para la perfección, para el bien de sus semejantes”. Estudiemos no solo para llenarnos los bolsillos de dinero o ser gerentes de grande empresas; estudiemos para el bien común, que esa será nuestra más grande herencia y satisfacción personal.
Publicado el 19 de octubre del 2024, en Diario Viral.