Un peruano más

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La semana pasada hemos sido testigos de un nuevo escándalo en la política peruana: se ha descubierto que el expresidente Martín Vizcarra, su entorno más cercano y muchos funcionarios públicos han sido inoculados con la vacuna de Sinopharm contra la Covid-19. Hice un pequeño sondeo virtual a través de Facebook e Instagram sobre la siguiente pregunta: Si tuvieras la opción de vacunarte (y a tu familia) antes que los demás, ¿lo harías? Cerca del 80% de los encuestados manifestaron que si lo harían; es decir, hubieran actuado igual que Vizcarra, Mazzetti y demás. Entonces, ¿por qué la molestia?

Muchas personas, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales han cuestionado el comportamiento ético de todos esos “malos” funcionarios que han “traicionado” a la patria. Muchos más se han indignado por este “escándalo de corrupción” que no se veía desde la Guerra con Chile. Pero ¿realmente esto es así? ¿Los políticos deben ser las personas más santas, puras y limpias? ¿Acaso el miedo, en este caso a la enfermedad y a la muerte, no los orillaron a tomar determinadas decisiones? El viejo debate entre la ética y la política tiene muchos años, y quien lo ha desarrollado de una forma magistral es Nicolás Maquiavelo, en su famosa obra “El Príncipe” señala: “Hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que el que deja el estudio de lo que se hace para estudiar lo que se debería hacer aprende más bien lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle la de ella: porque un hombre que en todas las cosas quiera hacer profesión de bueno, entre tantos que no lo son, no puede llegar más que al desastre”. Ser bueno es un ideal muy noble, eso no lo podemos negar, pero la realidad es que los seres humanos no lo somos, y menos aquellos que incursionan en política. Vizcarra y compañía siguieron ese consejo de Maquiavelo, pero se olvidaron de uno igual de importante: “No es necesario que el gobernante sea bueno, pero es muy necesario que lo parezca”; Vizcarra y compañía no eran ni buenos ni tampoco lo aparentaban, su error no fue haberse inoculado la vacuna, sino que se les haya descubierto. Ya que, siendo sinceros, Vizcarra y compañía son el fiel reflejo del peruano vivo, criollo y pendejo que no usa mascarilla, que organiza fiestas Covid, que no respeta la cuarentena, etc. Es el peruano promedio, solo que era más visible porque era presidente.

Ojo, no quiero que se me malinterprete, por eso creo necesaria esta aclaración: mi trabajo como sociólogo no es estar a favor o en contra de algo, ni mostrar el mundo ideal que no existe (para eso están los sacerdotes); mi trabajo es evidenciar la realidad tal como es, así no nos guste.

Publicado el 20 de febrero del 2021, en Diario Viral.

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