Hoy recordamos nuevamente uno de los hechos más nefastos de nuestra historia reciente: el autogolpe del 5 de abril de 1992; a través del cual el entonces presidente Alberto Fujimori se hizo de todos los poderes del Estado y que dio origen a lo que destacados académicos como el maestro Henry Pease han llamado el Estado Mafioso.
Esta mañana, desde su prisión, el expresidente Fujimori se ha autodenominado el “arquitecto de la democracia actual”. Permítanme una pequeñas líneas para responderle y afirmar la idea de que él es el arquitecto, pero no de la democracia.
El señor Fujimori es el arquitecto del actual Estado corrupto que tenemos, un Estado elefantiásico que prometió agilizar y que hasta la fecha no responde a las necesidades de los más vulnerables. El señor Fujimori es el arquitecto de una nueva forma de hacer política y ejercer el poder: corrompiendo funcionarios, comprando conciencias, usurpando funciones, etc.
El señor Fujimori es el arquitecto del gran descontento que hoy tiene la gran parte de la población acerca de sus instituciones políticas. Cuando dio el autogolpe hace 25 años, cerca del 80% de la población aplaudió el cierre del Congreso; si hoy se aplicara la misma medida, seguramente el mismo porcentaje estaría a favor; ¿acaso esto no muestra el fracaso en su pretexto de reformar el poder legislativo, uno de los objetivos del autogolpe?
El señor Fujimori es el arquitecto del actual sistema judicial corrupto y lento que solo favorece a los más poderosos, mientras que los pobres mueren esperando justicia. Hemos heredado el mismo poder judicial que prometió reformar a partir del 5 de abril.
El señor Fujimori es el arquitecto del actual ordenamiento político neoliberal que ha profundizado las desigualdades, que ha incrementado la pobreza e sus 10 años de gobierno y que ha ampliado las brechas de desigualdad. El señor Fujimori es el arquitecto del actual modelo económico neoliberal, el mismo que por encima de los intereses de las grandes mayorías, pone los intereses del mercado y de quienes lo manejan.
El señor Fujimori es el arquitecto de la frustración y de que millones de personas no hayan podido mejorar su calidad de vida, ya que en vez de invertir en el desarrollo nacional, se hizo de los recursos del tesoro público para su propio beneficio, de sus allegados y su familia. El señor Fujimori es el arquitecto de los actuales e ineficientes sistemas de salud, educación, asistencia social, etc., que no ha hecho más que mantener a los más pobres olvidados y mendigando por lo que debiera ser la función principal del Estado: el bien común.
Sin embargo; lo peor de todo es que el señor Fujimori es el arquitecto de una nueva forma de pensar: ha institucionalizado en la mente de los peruanos la corrupción, la viveza, la pendejada, el “roba, pero hace obra”, el “fin justifica los medios”; la condena que ahora cumple será poca para pagar tan grande deuda con todos los peruanos que día a día han crecido y siguen creciendo pensando que “todo vale” y “solo importo yo”.
Esta noche me preguntaban, en una entrevista televisiva: ¿Qué de bueno ha dejado el 5 de abril de 1992? y respondo: nada; muy por el contrario, después de ese día se han profundizado todos los problemas que el señor Fujimori juró eliminar. Y es nuestro deber ciudadano informarnos, tener conciencia histórica y autoestima social para que nunca más se vuelva a repetir un 5 de abril.