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El Obispo Monseñor Athanasius Schneider nos habla de la comunión en la mano
EL OBISPO SCHNEIDER NOS HABLA DE LA COMUNIÓN EN LA MANO
En su libro: “¡ES EL SEÑOR! Reflexiones sobre la Sagrada Eucaristía”
Me gustaría hablar sobre el tema de la Sagrada Comunión, concretamente sobre el momento de la recepción de la Sagrada Comunión.
Yo me sentía obligado a escribir un libro (pequeño) sobre este tema, porque yo crecí en la clandestinidad soviética, y fui educado por sacerdotes mártires y confesores. Y cuando mi familia dejó la URSS yo tenía 12 años. Cuando nos despedimos de nuestro párroco, que era un mártir confesor, él nos dijo: ?Cuando ustedes lleguen a Alemania estén atentos, no vayan a las iglesias donde se da la Sagrada Comunión en la mano?. Cuando yo escuché estas palabras no podía entenderlas.
Cuando llegamos a Alemania fuimos a una Misa, y observé como se daba la Comunión, de una manera tan simple y superficial, y cuando volvimos a casa le dije a mi mamá: ?Pero mamá, esto era como la distribución de bizcochos en la escuela!?, yo dije esto con toda la inocencia infantil. Después anduvimos por otras iglesias, y la misma situación. Cuando volvimos a casa mi madre comenzó a llorar, y dijo: ?Yo no puedo entender cómo se puede recibir a Nuestro Señor Jesucristo, presente con toda su Divina Majestad en esta Sagrada Hostia en una manera, así, superficial?, y comenzó a llorar. Estas escenas me tocaron tanprofundamente a la edad de 12 años, que nunca me dejaron en la vida. Tampoco nunca pude entender -hasta hoy-, siendo sacerdote y obispo, cómo se puede recibir a Nuestro Señor Jesucristo ¡a nuestro divino Señor Jesucristo! de una manera, así, tan pobre de gestos, de adoración, de reverencia.
Así es que me sentía obligado en conciencia de hablar sobre esto. Tenía la impresión de que se calla, que no se habla de esto, es casi como un tema tabú en la Iglesia. Y observé después de 30 años en occidente, como se divulga esta manera de distribución de la comunión con todas las reglas de la moda, con todas las reglas de una estrategia global. Y así es que contemplo la posibilidad de hablar sobre esto. Y escribí este libro que fue publicado en Brasil y en Portugal.
Y he recibido muchos testimonios de personas simples que agradecieron que se hable sobre esto, hasta un católico japonés que se convirtió del budismo me escribió agradecido; decía que no pensaba que todavía un obispo podía defender la Comunión en la boca y de rodillas, ya que fue acostumbrado por sus obispos, que divulgaban la comunión en la mano, y me citó hasta el Concilio de Trento y el Vaticano II en latín, y me dijo ?Señor obispo: hable sobre este tema, no se deje intimidar?. Un bello ejemplo de un laico.
Cita también el ejemplo de otro laico, norteamericano, convertido del protestantismo, en cuyo culto se le permitía arrodillarse para recibir la ?cena del señor? en la boca, que es un mero símbolo, pero al convertirse al catolicismo, le prohibieron recibir de rodillas a Nuestro Señor en la Eucaristía. Era absurdo que como protestante podía arrodillarse ante un símbolo y se le prohibía, como católico, arrodillarse ante la presencia real de Nuestro Señor.
Otro aspecto que contribuye es que nuestro Santo Padre Benedicto XVI comenzó a distribuir la Sagrada Comunión a personas arrodilladas y en la boca, a partir de la fiesta de Corpus Christi del año pasado. Y ha hecho esto no solamente en Roma, sino en todos los paises que ha visitado, incluso en los paises en los que las Conferencias Episcopales permiten INFELIZMENTE la Comunión en la mano.
Ahora, para nosotros, obispos y sacerdotes, que queremos sentir como Iglesia, sentir como el Papa, verdaderamente, y no solamente con palabras, no podemos comportarnos indiferentes, y cerrar los ojos delante de este ejemplo claro, humilde y modesto del Santo Padre. Es un magisterio práctico en este punto concreto. Entonces pienso que nosotros los obispos y sacerdotes debemos sentirnos obligados a imitar al Papa.
Hoy el mundo occidental, y especialmente Europa, está perdiendo el sentido de la sacralidad. Los pueblos orientales nos pueden enseñar a recuperar el sentido de lo sagrado, que es uno de los fundamentos de toda religión.
Entonces la Iglesia de hoy tiene la misión profética de testimoniar al mundo con gestos concretos, señales de reverencia de su Fe. Debemos profundizar sobre el Misterio de la Encarnación, de Dios Encarnado, con todas sus consecuencias, y profundizar nuestra Fe en el dogma de la Transubstanciación, el dogma de la Presencia Real, con todas sus consecuencias prácticas. Esto exige gestos concretos de adoración: la genuflexión, estar arrodillados, que es un gesto típicamente Bíblico, Neotestamentario, Apocalíptico.
Pienso que debemos profundizar en nuestra Fe, el misterio de Dios encarnado eucarístico, no solamente con palabras, tal vez bonitas, sino con gestos y obras concretas. Y así yo pienso y espero, que a ejemplo del Santo Padre, la Iglesia podrá hacer una contribución concreta también por este gesto de veneración en el momento más sacro, más venerable de nuestra fe que es la sagrada comunión. Es el tributo válido y concreto de una auténtica renovación de la fe, especialmente de la fe en un misterio central, un misterio amado, querido y divino que es la Santísima Eucaristía.
Benedicto XVI dice que en un mundo como el actual hay que volver a rezar
Benedicto XVI dice que en un mundo como el actual hay que volver a rezar
Fuente: Noticias EFE
Ciudad del Vaticano, 13 jun (EFE).- El papa Benedicto XVI dijo hoy que en un mundo como el actual, “en el que se corre el riesgo de confiar sólo en la eficacia”, los hombres están llamados a descubrir de nuevo y a testimoniar el poder de la plegaria, el poder de Dios.
Ante varias decenas de miles de personas que asistieron en la plaza de San Pedro del Vaticano a la audiencia pública de los miércoles, el Pontífice habló de la experiencia contemplativa y de la fuerza en la plegaria, comentando el capítulo 12 de la carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Benedicto XVI afirmó que el rezo diario con Dios y la frecuencia de los sacramentos permiten abrir la mente del hombre y su corazón al Señor, “ya que la plegaria no es solamente el respiro del alma sino también el oasis de paz en el que podemos extraer el agua que alimenta nuestra vida espiritual y transforma nuestra existencia”.
El papa agregó que contemplar al Señor es “fascinante porque Él nos atrae y cautiva el corazón, experimentando paz, belleza, amor; pero es a su vez tremendo, porque se evidencia la debilidad humana, las incapacidades, la dificultad de vencer el mal”.“
“En un mundo en que se corre el riesgo de confiar solamente en la eficacia y la fuerza de los medios humanos, estamos llamados a descubrir y dar testimonio del valor de la plegaria”, subrayó.
El Obispo de Roma señaló que en la oración se dan momentos de especial intensidad, en los que se experimenta vivamente la presencia del Señor, pero que es necesaria la constancia y la fidelidad, “sobre todo en las situaciones de aridez, de dificultad, de sufrimiento”.
A este respecto destacó que en el momento en el que el hombre experimenta su propia debilidad se manifiesta la potencia de Dios, “que no nos abandona, no nos deja solos, sino que se convierte en nuestro apoyo y fuerza”.
“La fe nos dice que si permanecemos junto a Dios, aunque nuestro mundo exterior se desplome, el interior se renueva día a día”, aseguró.
A la audiencia asistieron numerosos fieles de España, México, Puerto Rico, Venezuela y otros países latinoamericanos, a los que exhortó a dedicar más tiempo a la oración, “para que nuestra vida sea transformada y animada por la fuerza concreta del amor de Dios, y así afrontar cada adversidad, convencidos de que todo lo podemos en Aquél que nos conforta”. EFE
Divorciados vueltos a casar deben ir a Misa y comulgar espiritualmente
Vaticano: Divorciados vueltos a casar deben ir a Misa y comulgar espiritualmente
Mons. Jean Laffitte
En entrevista concedida a ACI Prensa el 25 de julio en Roma, Mons. Laffitte señaló, que las personas divorciadas que contrajeron segundas nupcias, aunque no puedan recibir la comunión eucarística “siguen estando plenamente dentro de la Iglesia” y “siempre pueden tener una comunión espiritual fructífera”.
Al recordar la Exhortación Apostólica del Beato Juan Pablo II, Familiaris Consortio, el Prelado explicó que existe una distinción entre la comunión espiritual y la comunión eucarística, que afirma que sin la primera, no puede existir la segunda.
En este sentido, Mons. Laffitte indicó que la comunión espiritual es la forma en la que la persona se une personalmente a Cristo en el momento de la redención del Santo Sacrificio, para así, después, recibir la comunión eucarística.
En esta perspectiva, “las personas que por una u otra razón no pueden recibir la Santa Comunión, o comulgar, siempre pueden tener una comunión espiritual fructífera”, remarcó.
“Esto no es una disciplina inventada por la Iglesia”, recordó, y por lo tanto, en el matrimonio, “los cónyuges hacen un pacto con Dios, y Dios hace un pacto con ellos”, que crea un sacramento indisoluble. Una segunda unión “lo convertiría en algo contradictorio y contrario a lo sacramental”.
Finalmente, Mons. Laffite explicó, que para la comunión hace falta preparar el corazón para recibir al Señor, y de este modo, cuando los divorciados vueltos a casar se abtienen de recibirla, “dan mucho más honor al Señor con su sacrificio y ofreciéndose ellos mismos, a través del dolor que tienen en sus corazones, en el sacramento de la Eucaristía”.
“Ellos sufren por esto, pero, hay más honor dado por el cuerpo de Cristo en esta situación, que en cuando los bautizados van de manera superficial y a veces, de manera poco digna, a tomar la Comunión, sea cual sea el estado de sus almas”, concluyó.
Los divorciados vueltos a casar y el sacramento de la Comunión
La Congregación de la Doctrina para la Fe expresó en su carta a todos los obispos del mundo de octubre de 1994, que una persona divorciada vuelta a casar no puede participar de la Comunión, porque el matrimonio “es la imagen de la relación entre Cristo y su Iglesia”.
En ese aspecto, la Iglesia explica que los divorciados vueltos a casar sin un decreto de nulidad para el primer matrimonio, se encuentran en una relación de adulterio que no les permite arrepentirse honestamente, para recibir la absolución de sus pecados y por consiguiente, la Santa Comunión.
Dentro de este marco, para acercarse a los Sacramentos de la Penitencia y a la Eucaristía, deben resolver la irregularidad matrimonial por el Tribunal de los Procesos Matrimoniales u otros procedimientos que se aplican a los matrimonios de los no bautizados, de ser el caso.
Al respecto el Beato Juan Pablo II señala que “la Iglesia desea que estas parejas participen de la vida de la Iglesia hasta donde les sea posible (y esta participación en la Misa, adoración Eucarística, devociones y otros serán de gran ayuda espiritual para ellos) mientras trabajan para lograr la completa participación sacramental”.