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95 de 131 – Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI: Santa Brígida

95 DE 131 – CATEQUESIS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI: SANTA BRÍGIDA

AUDIENCIA GENERAL DEL 27 DE OCTUBRE DE 2010

 

SANTA BRÍGIDA

Queridos hermanos y hermanas:

En la ferviente vigilia del gran jubileo del año 2000, el venerable siervo de Dios Juan Pablo II proclamó copatrona de toda Europa a santa Brígida de Suecia. Esta mañana quiero presentar su figura, su mensaje y las razones por las que esta santa mujer tiene mucho que enseñar —todavía hoy— a la Iglesia y al mundo.

Conocemos bien los acontecimientos de la vida de santa Brígida, porque sus padres espirituales redactaron su biografía para promover su proceso de canonización inmediatamente después de su muerte, acontecida en 1373. Brígida nació setenta años antes, en 1303, en Finster, Suecia, una nación del norte de Europa que desde hacía tres siglos había acogido la fe cristiana con el mismo entusiasmo con el que la santa la había recibido de sus padres, personas muy piadosas, pertenecientes a familias nobles cercanas a la Casa reinante.

Podemos distinguir dos períodos en la vida de esta santa. El primero se caracteriza por su condición de mujer felizmente casada. Su marido se llamaba Ulf y era gobernador de una importante provincia del reino de Suecia. El matrimonio duró veintiocho años, hasta la muerte de Ulf. Nacieron ocho hijos, la segunda de los cuales, Karin (Catalina), es venerada como santa. Se trata de un signo elocuente del compromiso educativo de Brígida respecto de sus hijos. Por lo demás, su sabiduría pedagógica fue apreciada hasta tal punto que el rey de Suecia, Magnus, la llamó a la corte durante cierto tiempo, con el fin de instruir a su joven esposa, Blanca de Namur, en la cultura sueca.

Brígida, guiada espiritualmente por un docto religioso que la inició en el estudio de las Escrituras, ejerció una influencia muy positiva sobre su familia que, gracias a su presencia, se convirtió en una verdadera «iglesia doméstica». Junto con su marido, adoptó la regla de los Terciarios franciscanos. Practicaba con generosidad obras de caridad con los indigentes; incluso fundó un hospital. Al lado de su esposa, Ulf aprendió a mejorar su carácter y a progresar en la vida cristiana. Al regreso de una larga peregrinación a Santiago de Compostela, realizada en 1341 junto a otros miembros de la familia, los esposos maduraron el proyecto de vivir en continencia; pero poco tiempo después, en la paz de un monasterio donde se había retirado, Ulf concluyó su vida terrena.

Este primer período de la vida de Brígida nos ayuda a apreciar lo que hoy podríamos definir una auténtica «espiritualidad conyugal»: los esposos cristianos pueden recorrer juntos un camino de santidad, sostenidos por la gracia del sacramento del Matrimonio. No pocas veces, precisamente como sucedió en la vida de santa Brígida y de Ulf, es la mujer quien con su sensibilidad religiosa, con la delicadeza y la dulzura logra que el marido recorra un camino de fe. Pienso con reconocimiento en tantas mujeres que, día tras día, también hoy iluminan a su familia con su testimonio de vida cristiana. Que el Espíritu del Señor suscite también hoy la santidad de los esposos cristianos, para mostrar al mundo la belleza del matrimonio vivido según los valores del Evangelio: el amor, la ternura, la ayuda recíproca, la fecundidad en la generación y en la educación de los hijos, la apertura y la solidaridad hacia el mundo, la participación en la vida de la Iglesia.

Cuando Brígida se quedó viuda, comenzó el segundo período de su vida. Renunció a otras nupcias para intensificar la unión con el Señor a través de la oración, la penitencia y las obras de caridad. También las viudas cristianas, por tanto, pueden encontrar en esta santa un modelo a seguir. En efecto, Brígida, tras la muerte de su marido, después de distribuir sus bienes a los pobres, aunque nunca accedió a la consagración religiosa, se estableció en el monasterio cisterciense de Alvastra. Allí comenzaron las revelaciones divinas, que la acompañaron durante todo el resto de su vida. Brígida las dictó a sus secretarios-confesores, que las tradujeron del sueco al latín y las recogieron en una edición de ocho libros, titulados Revelationes (Revelaciones). A estos libros se añadió un suplemento, que lleva por título precisamente Revelationes extravagantes (Revelaciones suplementarias).

Las Revelaciones de santa Brígida presentan un contenido y un estilo muy variados. A veces la revelación se presenta en forma de diálogos entre las Personas divinas, la Virgen, los santos y también los demonios; diálogos en los cuales también Brígida interviene. Otras veces, en cambio, se trata del relato de una visión particular; y en otras se narra lo que la Virgen María le revela acerca de la vida y los misterios del Hijo. El valor de las Revelaciones de santa Brígida, a veces objeto de alguna duda, lo precisa el venerable Juan Pablo II en la carta Spes aedificandi: «Al reconocer la santidad de Brígida, la Iglesia, sin pronunciarse sobre cada una de las revelaciones que tuvo, aceptó la autenticidad global de su experiencia interior» (n. 5).

De hecho, leyendo estas Revelaciones nos sentimos interpelados sobre numerosos temas importantes. Por ejemplo, aparece con frecuencia la descripción, con detalles bastante realistas, de la Pasión de Cristo, hacia la cual Brígida tuvo siempre una devoción privilegiada, contemplando en ella el amor infinito de Dios a los hombres. En labios del Señor que le habla, ella pone con audacia estas conmovedoras palabras: «Oh, amigos míos, yo amo con tanta ternura a mis ovejas que, si fuera posible, quisiera morir muchas otras veces por cada una de ellas con la misma muerte que sufrí para la redención de todas» (Revelationes, libro I, c. 59). También la dolorosa maternidad de María, que la convirtió en Mediadora y Madre de misericordia, es un tema que se repite en lasRevelaciones.

Al recibir estos carismas, Brígida era consciente de ser destinataria de un don de gran predilección de parte del Señor: «Hija mía —leemos en el primer libro de las Revelaciones—, te he elegido a ti para mí, ámame con todo tu corazón… más que a todo lo que existe en el mundo» (c. 1). Por otra parte, Brígida sabía bien y estaba firmemente convencida de que todo carisma está destinado a edificar a la Iglesia. Precisamente por este motivo, no pocas de sus revelaciones iban dirigidas, en forma de amonestaciones incluso severas, a los creyentes de su tiempo, incluidas las autoridades religiosas y políticas, para que vivieran su vida cristiana con coherencia; pero siempre lo hacía con una actitud de respeto y fidelidad plena al Magisterio de la Iglesia, en particular al Sucesor del apóstol Pedro.

En 1349 Brígida dejó Suecia para siempre y peregrinó a Roma. No sólo quería participar en el jubileo de 1350, sino que deseaba también obtener del Papa la aprobación de la Regla de una Orden religiosa que quería fundar, dedicada al Santo Salvador y compuesta de monjes y monjas bajo la autoridad de la abadesa. Este es un elemento que no nos debe sorprender: en el Medievo existían fundaciones monásticas con una rama masculina y una rama femenina, pero con la práctica de la misma Regla monástica, que preveía la dirección de la abadesa. De hecho, en la gran tradición cristiana se reconoce a la mujer una dignidad propia, y —siguiendo el ejemplo de María, Reina de los Apóstoles— un lugar propio en la Iglesia, que, sin coincidir con el sacerdocio ordenado, es igualmente importante para el crecimiento espiritual de la comunidad. Además, la colaboración de consagrados y consagradas, siempre en el respeto de su vocación específica, reviste una gran importancia en el mundo de hoy.

Santa Brígida de Suecia krouillong comunion en la mano sacrilegio

En Roma, en compañía de su hija Karin, Brígida se dedicó a una vida de intenso apostolado y de oración. Y desde Roma se dirigió en peregrinación a varios santuarios italianos, en particular a Asís, patria de san Francisco, hacia el cual Brígida nutrió siempre gran devoción. Por último, en 1371, se cumplió su mayor deseo: el viaje a Tierra Santa, adonde fue en compañía de sus hijos espirituales, un grupo que Brígida llamaba «los amigos de Dios».

Durante esos años, los Pontífices estaban en Aviñón, lejos de Roma: Brígida se dirigió a ellos pidiéndoles encarecidamente que volvieran a la sede de Pedro, en la ciudad eterna.

Murió en 1373, antes de que el Papa Gregorio XI regresara definitivamente a Roma. Fue enterrada provisionalmente en la iglesia romana de San Lorenzo en Panisperna, pero en 1374 sus hijos Birger y Karin la llevaron de nuevo a su patria, al monasterio de Vadstena, sede de la Orden religiosa fundada por santa Brígida, que conoció en seguida una notable expansión. En 1391 el Papa Bonifacio IX la canonizó solemnemente.

La santidad de Brígida, caracterizada por la multiplicidad de los dones y las experiencias que he querido recordar en este breve perfil biográfico-espiritual, hace de ella una figura eminente en la historia de Europa. Proveniente de Escandinavia, santa Brígida testimonia que el cristianismo ha impregnado profundamente la vida de todos los pueblos de este continente. Al declararla copatrona de Europa, el Papa Juan Pablo II deseó que santa Brígida —que vivió en el siglo XIV, cuando la cristiandad occidental todavía no estaba herida por la división— interceda eficazmente ante Dios para obtener la gracia tan esperada de la unidad plena de todos los cristianos. Por esta misma intención, tan importante para nosotros, y para que Europa sepa alimentarse siempre de sus raíces cristianas, queremos rezar, queridos hermanos y hermanas, invocando la poderosa intercesión de santa Brígida de Suecia, discípula fiel de Dios, copatrona de Europa. Gracias por vuestra atención.

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Oración de Santa Brígida para Honrar las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo

Este domingo 29 de noviembre es el primer día del nuevo Calendario Litúrgico, en dicho dia se inicia el Adviento, pero también es una oportunidad para comenzar a rezar esta oración. Espero les guste y la recen con mucha fe.

Santa Brígida rezó por mucho tiempo para conocer cuantos golpes recibió nuestro Señor durante su terrible pasión. En recompensa a su paciencia, el Señor se le apareció un dia y le dijo:

“Yo recibí 5475 golpes en mi cuerpo. Si tu deseas honrarlos en alguna manera, recita 15 Padrenuestros y 15 Avemarías con las siguientes oraciones por un año completo, las cuales Yo mismo te enseñaré. Cuando se termine el año, habrás honrado cada una de mis heridas.”

En la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma todavía se puede contemplar, en la capilla del Santísimo Sacramento, el Crucifijo Milagroso ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió estas 15 Oraciones de Nuestro Señor. Allí hay una inscripción conmemorando este evento, en latín: “Pendentis. Pendente Dei verba a accepit aure accipit et verbum corde Brigitta Deum. Anno Jubilei MCCCL”
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Oraciones Aprobadas por El Papa Pío IX
Primera Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesucristo! ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores! Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.
Acordaos, Oh Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis lavado los pies; y después, les distéis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra alma, como Vos mismo lo afirmásteis, diciendo: “Mi alma está triste hasta la muerte.”
Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.
Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes, y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados.
Amen.

Segunda Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús! la verdadera libertad de los ángeles, y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza que fuísteis oprimido, cuando Vuestros enemigos como leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración de estos tormentos y las palabras injuriosas, Os suplico, ¡Oh mi Salvador, y Redentor! que me libres de todos mis enemigos visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna.
Amén.

Tercera Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús! Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo; todo es sostenido bajo Vuestra amorosa potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufrísteis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad, extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
Oh Jesús, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros.
Amen.

Cuarta Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos que las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: “Padre, perdónalos no saben lo que hacen.”
Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados.
Amén.

Quinta Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, Espejo de Resplendor Eterno! Acordáos de la tristeza aguda que habéis sentido al comtemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de la compasión y piedad, y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”, hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de mí.
Amén.

Sexta Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido, cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También, fuísteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a María: “¡Mujer, he aquí a tu hijo!” Y a Juan: “¡He aquí a tu Madre!”
Os suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mi. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte.
Amén.

Septíma Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mi! En un profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: “¡Tengo sed!” Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concuspiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos.
Amén.

Octava Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite de espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedédnos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte para servir de remedio y consuelo a nuestras almas.
Amén.

Novena Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, Virtud Real y Gozo de alma! Acordáos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judíos, clamásteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Por esta angustia, Os suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte.
Amén.

Décima Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sóis la Vida y la Virtud plena! Acordáos que por causa nuestra fuísteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que Os aman.
Amén.

Décimo Primera Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado contra mi. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado.
Amén.

Décimo Segunda Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad! Acordáos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de Vuestra adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día hasta que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo.
Amén.

Décimo Tercera Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordáos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como físicas, inclinásteis la Cabeza y dijisteis: “Todo está consumado.”
Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia.
Amén.

Décimo Cuarta Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de Su Esencia! Acordáos de la sencilla y humilde recomendación que hicísteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: “¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!” Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas la Entrañas de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los santos, confortadme. Socorredme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos.
Amén.

Décimo Quinta Oración
01 Padre Nuestro – 01 Ave Maria.

¡Oh Jesús, verdadera y fecunda Vid! Acordáos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De Vuestro Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la médula de Vuestros Huesos.
Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre, Os suplico, Oh dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando y esté sufriendo en la agonía de mi muerte.
Amén.

Conclusión
¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. Y que mi conversación sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos.
Amén.

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Son 15 oraciones que se refieren a diferentes dolores de la Pasión de Nuestro Señor Jesucrsto y cada una de ellas va acompañada de 01 Padre Nuestro y 01 Ave María. En total son 15 oraciones, 15 Padre Nuestros y 15 Ave María y la Conclusión por día.
Según las indicaciones se deben rezar todos los días del año, para que, finalizado el año, se hayan honrado cada una de las llagas y heridas que Nuestro Señor Jesucristo recibió durante su Pasión: 5475 en total.

BIOGRAFÍA DE SANTA BRÍGIDA (EWTN)

Las quince promesas

01.- El que rezare estas oraciones durante un año alcanzará el primer grado de perfección.
02.- Cada vez que un alma rezare estas oraciones ganará 100 días más de indulgencia.
03.- Este alma obtendrá todo cuanto le pidiere a Dios y a la Santísima Virgen.
04.- Le preservaré de una muerte repentina.
05.- Preservaré y guardaré sus cinco sentidos.
06.- Yo le defenderé contra graves tentaciones: pondré el Signo de mi Victoriosa Cruz delante de él para que sea su amparo y defensa contra las asechanzas de sus enemigos.
07.- Su alma será librada de la muerte eterna.
08.- Quince días antes de su muerte vendré a él con mi carísima y bien amada Madre, tendrá conocimiento perfecto de todas sus culpas, sentirá contrición profunda por todos sus pecados.
09.- Le daré el Alimento de mi Sagrado Cuerpo para que se escape del hambre eterna y le daré de beber de mi Preciosísima Sangre para que no padezca de sed eternamente.
10.- Benignamente recibiré su alma y le conduciré a las Delicias Eternas. Y habiendo conducido a esta alma hasta las Mansiones Eternas, allí le daré de beber del Manantial de mi Divinidad, cosa que no haré con los que no hayan recitado mis oraciones durante un año.
11.- Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Ángeles.
12.- Libraré del purgatorio a quince almas de su parentela o linaje, quince serán convertidas y quince serán preservadas y confirmadas en la gracia.
13.- Haz saber que el que haya vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida o en estado de pecado mortal aun por 30 años, si rezare devotamente estas oraciones durante un año o si, habiéndose propuesto rezarlas, debiera morir al día siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que se confiese bien y le perdonaré todos sus pecados.
14.- Donde quiera que se rezaren estas oraciones o si se rezan en algún tiempo futuro, allí estará Dios presente con su Gracia.
15.- Al que enseñare estas oraciones a otra persona se le asegura gozo continuo y el mérito perdurable por toda la eternidad.

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