VENERACIÓN DEL CINTURÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN RUSIA, ITALIA Y CHIPRE.
EL CINTURÓN DE LA VIRGEN MARÍA SE VENERA EN RUSIA
Cuando se encuentra en exhibición miles de personas acuden a ver cinturón de la Virgen María en Rusia.
El cinturón de la Virgen María, que se custodia en el Monte Athos, fue llevado a la catedral San Alejandro Nevsky, en la ciudad rusa de Nizhny Novgorod, donde unas 20 mil personas acuden en un día.
El cinturón pertenece al monasterio Vatopedi del célebre Monte Athos, en Grecia, según informa la agencia RIA Novosti.
El Cinturón de la Virgen María y la fe de los creyentes que lo veneran han sido testigos de numerosos milagros, principalmente relacionados con la fertilidad y mujeres que no podían tener hijos y luego de pedirlo a la Madre de Dios y de venerar esta sagrada reliquia los han tenido.
La reliquia fue llevada a Rusia el 20 de octubre y ya ha sido exhibida en San Petersburgo, Yekateringburgo, Norilsk, Vladivostok, Ussuriysk, Krasnoyarsk y Tyumen.
Para poder ver la reliquia algunos de los fieles estuvieron en la puerta de la catedral desde las tres de la mañana. La fila de personas llega a alcanzar varios kilómetros y continúa creciendo en Nizhny Novgorod, donde es expuesta las 24 horas y se deja pasar sin hacer cola a las mujeres embarazadas o que van con sus hijos.
Según la tradición, la Madre de Dios tejió el cinturón con pelo de camello y lo utilizó hasta el fin de sus días terrenales, tras lo cual lo entregó al apóstol Santo Tomás.
Viajando por Europa del este, venerar el cinturón (cíngulo) que tejió y vistió la madre de Jesúcristo, la madre Dios y madre nuestra, y fue cedido por el monasterio Vatopediou del Monte Athos en Grecia para visitar las ciudades rusas. Los fieles ortodoxos hacen largas colas en Moscú para venerar la sagrada reliquia y dejar sus intenciones y necesidades en las manos de la Santísima Virgen María.
La reliquia sagrada Cinturón de la Virgen se expone principalmente en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, al término de la exhibición casi tres millones de rusos veneraron el Cinturón milagroso de la Virgen María, que estuvo en Rusia durante más de un mes en noviembre del 2011 y fue traído desde el monasterio Vatopediou del Monte Athos, en Grecia, comunicó hoy el Patriarca de Moscú y Toda Rusia Kirill.
“Más de un mes el pueblo ruso tuvo la oportunidad de venerar esta gran reliquia. Según cálculos moderados, casi tres millones de personas acudieron a la reliquia”, dijo el Patriarca en la ceremonia de la despedida del Cinturón de la Virgen en el aeropuerto capitalino de Vnukovo-3.
Aunque este lunes la reliquia abandonó Rusia, “numerosas personas sintieron la gracia de Dios y guardarán para siempre en sus corazones los recuerdos sobre los días que el Cinturón de la Virgen estuvo en Moscú”, según el máximo jerarca de la Iglesia Ortodoxa de Rusia.
El Patriarca señaló también que “es inexplicable” que la reliquia atrajera a tantas personas, aunque agregó que “el corazón siente que Dios está donde está la santidad”.
A su vez, el padre Efrem, abad del monasterio Vatopediou, donde se guarda el Cinturón de la Virgen, señaló que los monjes griegos fueron “testigos de una gran fe del pueblo ruso”.
Otros fragmentos del cinturón se guardan también en Chipre e Italia.
El cinturón fue cortado en numerosas ocasiones a lo largo de la historia y actualmente únicamente se conservan tres trozos, el que se exhibe en Moscú y otros dos que se encuentran en Italia y en Chipre.
¿QUE ES EL HAGIA ZONI?
¿Pero qué es el Santo Cíngulo de la Virgen, el llamado “hagia zoni” en griego? Pues bien, se trata de un cinturón realizado en pelo o lana de camello tejido, según la tradición, de la propia mano de la Virgen María (En la imagen de la izquierda, la Virgen lo sostiene en sus manos. En la de arriba pueden Vds. contemplar el relicario de Vatopedy en el que se guarda cortado en tres trozos).
Obtiene carta de naturaleza en la literatura apócrifa, concretamente en el llamado Narración del Pseudo José de Arimatea, donde se cuenta cómo se produjo la entrega del mismo al apóstol Santo Tomás, que tuvo que volver para ello de la India, donde se hallaba:
“Después el bienaventurado Tomás se puso a contarles cómo se encontraba celebrando misa en la India. Estaba aún revestido de los ornamentos sacerdotales cuando ignorando la palabra de Dios, se vio transportado el monte Olivete y tuvo ocasión de ver el cuerpo santísimo de la bienaventurada Virgen María que subía al cielo; y rogó a ésta que le otorgara una bendición. Ella escuchó su plegaria y le arrojó el cinturón con que estaba ceñida. Entonces él mostró a todos el cinturón” (op.cit. 20).
La Narración de José de Arimatea forma parte, dentro de la literatura apócrifa, del género que se da en llamar “literatura asuncionista”, en la base de la tradición cristiana de la Asunción de la Virgen María, junto con otros títulos como el Libro de San Juan Evangelista o el Libro de Juan Arzobispo de Tesalónica. Y aunque dentro del género es uno de sus más tardíos títulos, -es improbable que date de antes del s. IX-, tiene entre sus atractivos precisamente el de aportar esta bonita historia del cíngulo de María que llena la iconografía y la literatura de corte sacros. Recibe su título por venir firmado por el discípulo que aportó la tumba de Jesús, cosa que hace con estas palabras:
“Yo soy José, el que depositó el cuerpo del Señor en mi sepulcro y le vi resucitado; el que guardó de continuo su templo sacratísimo, la bienaventurada Virgen María, antes y después de la ascensión del Señor; el que escribió finalmente en el papel y en mi corazón las palabras que salieron de la boca de Dios y el modo como llegaron a realizarse los acontecimientos arriba consignados” (op.cit. 24).
En cuanto a la Asunción de María, en el seno de la Iglesia católica, la consolidada tradición es elevada a dogma en 1950 por el Papa Pío XII, mediante la Bula Munificentissimus Deus, en lo que constituye a la vez el último dogma proclamado de la fe católica, y la primera y única manifestación hasta la fecha del dogma de la infalibilidad papal. Aunque en la Iglesia ortodoxa la Asunción de María no ha sido declarada dogma, reviste, como vemos, consolidada veneración, manifestación de la cual, por ejemplo, la presente reliquia.
Por lo que se refiere al Cíngulo de Vatopedy, quiere la tradición que la reliquia se hubiera conservado en Jerusalén hasta el s. IV, en la que aparecen indicios de hallarse en Zela, Capadocia. El Emperador español Teodosio el Grande la habría devuelto a Jerusalén, y luego su hijo Arcadio trasladado a Constantinopla. En tiempos del Emperador León VI el Sabio se le atribuye la curación de la Emperatriz Zoe. En 1185, con motivo de la derrota del Emperador Isacio por el rey de los búlgaros Asán, la reliquia habría sido llevada a Bulgaria, de donde habría partido posteriormente a Serbia. Precisamente el príncipe serbio Lázaro I (1372-1389) habría hecho entrega de la misma al monasterio de Vatopedy para su custodia.
Es norma que los monjes de Vatopedy entreguen a las feligresas pequeñas reproducciones del cinturón de la Virgen las cuales acompañan con unas oraciones y las instrucciones de unos ayunos encaminados, precisamente, a tratar problemas de infertilidad. Es la única manera en la que las mujeres pueden venerar esta reliquia, pues como es bien conocido, los espectaculares y monumentales monasterios del Monte Athos no son visitados más que por hombres.
EL CÍNGULO DE LA CATEDRAL DE PRATO
El Santo Cíngulo de Vatopedy no es, sin embargo, el único que se venera en el mundo, pues se conserva otro con parecida tradición en la catedral de San Esteban en Prato (Italia), donde existe de hecho una capilla del Santo Cíngulo.
En Prato, localidad italiana de unos 185.000 habitantes, la veneración de la reliquia está llamativamente enraizada en la cultura popular y se halla, de hecho, en la mismísima base de la concesión de la categoría de diócesis a la ciudad.
El cíngulo de Prato tiene una longitud de 87 cms., está realizado en lana de cabra, frente al pelo de camello de la que está hecha el de Vatopedy, y es de color verdusco y brocado en hilo de oro.
La presencia de la reliquia en Prato se remonta a los tiempos de la I Cruzada, en los que la recibe en la dote de su mujer, María, -una cristiana de Jerusalén hija de un sacerdote de rito oriental (probablemente caldeo y por lo tanto no sometido al voto de castidad)-, Michele del Prato, un italiano enrolado en los ejércitos cruzados. Según la tradición, la cristiana en cuestión, así como su padre sacerdote, pertenecían a la familia encargada de la custodia de la reliquia desde su hallazgo en el inicio de los tiempos.
De vuelta a Prato en 1141, y en articulo mortis, Michele habría hecho donación de la reliquia al preboste catedralicio Ruberto della Pieve en 1171, momento a partir del cual, empezó a ser objeto de una acendrada veneración que se unió a los muchos prodigios que se producían en torno a ella.
Uno de los episodios más remarcables vinculados a la reliquia habla del intento de robo perpetrado en el s. XV por Giovanni di ser Landetto, conocido como Musciattino, al solo efecto de trasladarla a Pistoia para su veneración, un robo, pues, de lo más “pío”. Capturado el ladrón, habría sido quemado en la hoguera, no sin previamente serle cortada la mano derecha, produciéndose el prodigio de que apareciera en el quicio de una de las puertas de la catedral una mancha de sangre con forma de mano, que algunos atribuyen a un milagro y otros a un capricho del mármol, perfectamente visible hoy día.
Conservada primero en el altar mayor de la luego catedral, tras el intento de robo del Musciattino se construye una capilla en el lado izquierdo para alojarla, ornamentada con los frescos de Agnolo Gaddi con los episodios de la historia de la Virgen María y del Cíngulo.
En 1786 se produce dentro de la propia Iglesia un proceso de cuestionamiento de la reliquia, con una declaración del obispo Scipione de Ricci desacreditándola, seguida de una revuelta que terminó con la pública retractación del obispo.
Actualmente se conserva custodiada bajo tres llaves, una de las cuales en posesión del obispo, y se procede a su ostensión cinco veces al año: por pascua, el primero de mayo mes de la Virgen, la asunción, en Navidad, y el 8 de septiembre, natividad de María con especial solemnidad.