Día del idioma
Este fenómeno es más fácil notarlo en los jóvenes que tienden a reducir ese microporcentaje con la nueva forma comunicacional que ellos están imponiendo: la mensajería celular. Es decir, ante la imposibilidad de ser más asertivos, y con el pretexto de ahorrar tiempo, prefieren escribir “t” “k”, en lugar de “te quiero”. Es más, incluso ya han empezado a circular diccionarios con ese nuevo tipo de lenguaje que empobrece más el idioma.
Lo veo todos los días entre mis alumnos. Prácticamente todos tienen celular y observo su relación autista con la pantallita del móvil , jugueteando habilmente con el pulgar escribiendo y enviando mensajes(imagínense lo que vendrá ahora que han aparecido los celulares-TV)
. De seguro se sienten muy bien apretando teclas que, según ellos, tienen hondos significados, indescifrables para el resto, pero lo que no saben es que al reducir sus códigos comunicacionales, se están reduciendo también mentalmente; es decir, su capacidad intelectual y pensamiento crítico derivado de él, es nulo o sujeto a la mínima expresión, en consonancia con su vocabulario empobrecido y vulgarizado.
En su notable “1984”, George Orwell se imagina una nueva dictadura social a partir de la metódica reducción del lenguaje, pues una sociedad donde la gente ya no habla sino prácticamente balbucea, se convierte en cautivos porque sencillamente no tiene libertad de pensamiento y, consiguientemente, libertad de expresión. Hay que empezar a sospechar, por tanto, de un supuesto proyecto que se escondería detrás del rentable negociado de la telefonía móvil al que se suman la televisión y la radio, también cada vez más pobres y vulgares; es decir, la de
idiotizar a la población para su sistemática sumisión.
Advertidos del peligro, a ver si por lo menos por el Día del Idioma, también conocido como el Día del Libro, recordamos que la lectura sigue siendo el único medio para enriquecer el lenguaje y crear un pensamiento crítico y, fundamentalmente, estético. Así que, a superar ese 0,2%, pues una décima menos y te conviertes en un póngido.