Asu mare
Por mi condición de cinéfilo, y, además, por un sentimiento de apoyo a lo nacional, fui a ver Asu mare, la película que ya ha logrado un sitial en la pobre historia del cine peruano, por el número de asistentes que ha convocado: la friolera que se acerca a los dos millones de espectadores. Ni siquiera La teta asustada, la única cinta nacional que ha escalado hasta los umbrales del Oscar, logró tanta audiencia; es más, la cinta de Claudia Llosa está por debajo de la que hasta hace unas semanas era la cinta más taquillera del cine peruano: Pantaleón y las visitadoras que fue vista por cerca de quinientos mil personas. ¿Cómo explicar el taquillazo de Asu mare?
Creo que la respuesta hay que encontrarla en varios ángulos o entradas. Una de ellas es la simpleza de la cinta; es decir, tanto Ricardo Maldonado, su director, como Carlos Alcantara, su protagonista, decidieron embarcarse en este proyecto sin mayores pretensiones, o en todo caso, una única pretensión: ganar plata. Así, decidieron poner en marcha un plan que pensaron que funcionaría ya que está basado en un stand up comedy que Alcantara venía haciendo con éxito hace cuatro años: la historia de su relación infantil y adolescente con su madre y cómo, supuestamente, ese trato le ayudó a sobresalir y ser exitoso.
Justamente ese espectáculo es el eje de la película; es decir, la cinta alterna momentos del stand up comedy con la historia de esa relación materna, destacando la biografía de Alcantara como la del niño y adolescente que sin mayor formación o con aspiraciones truncadas logra convertirse en un personaje famoso y casi un ícono de la cultura clasemediera peruana. La película es así de simple y elemental.
Pero esa simpleza del producto, ha sido tratada muy profesionalmente, presentándose aquí otra de las razones de su éxito es decir, la cinta y, principalmente, su promoción, ha sido trabajada con un marketing impecable. Desde esa perspectiva, es probable que sea la primera película peruana que se hace con todos los recursos que hoy son necesarios para lanzar un producto al mercado y que tiene como principal objetivo vender y ganar plata.
Justamente, en ese punto es donde estallan las críticas que he leído y escuchado sobre la cinta; es decir, que es una película que no aporta a la cultura nacional, que en lugar de educar contribuye a la ignorancia por estar plagada de groserías o que el modelo negativo que vende Machín (Alcantara), es la del pendejito coquero que sin necesidad de ir a la universidad, triunfa.
Esas críticas valen si es que manejamos un concepto de cultura como lo hacían los clásicos griegos y que últimamente ha sido reivindicada por Vargas Llosa a través de La civilización del espectáculo; es decir, la cultura concebida y vivida como un don o cualidad especial que requiere de un nivel o preparación tan especializado que, muchas veces, está desconectado de la vida cotidiana del hombre. Con ese enfoque, Asu mare es, efectivamente, una cinta que no aporta en nada a la cultura peruana y, al contrario, ayuda a su banalización o embrutecimiento.
No trato de justificar a Maldonado y Alcantara, pero hay que recordar que cuando ambos se embarcaron en ese proyecto, no pensaron en la variable cultural, menos aún con ese enfoque, sino que lo único que los ha movido es lo crematístico, cosa que, al fin y al cabo, no está mal. Como no está mal que muchas personas vayan al cine exclusivamente para divertirse o pasar un buen rato, riéndose o llorando, pues de lo que se trata es sacudir las emociones primarias. Los que van al cine con una intención más pensante o buscan que la cinta los eleve culturalmente, definitivamente Asu mare no es la película; es más, ni siquiera, el Perú es el país para eso, pues reconozcamos que el mundo cinematográfico peruano está dominado por la industria americana que nos hace ver sólo cintas comerciales, ya sea de guerra, ficción o comedia, nada más. Son poquísimas las ocasiones que llega a nuestras salas alguna cinta culta, y todos sabemos que no dura una semana en cartelera sencillamente porque el público no asiste.
Regresando al enfoque cultural, por suerte, el clásico o vargallosiano no es el único que existe. Los antropólogos y sociólogos han abierto el abanico donde se cobijan nociones como cultura popular. Creo que es justamente allí donde encaja mejor una cinta como Asu mare, explicando, de paso, otra razón de su éxito; es decir, a partir de lo popular encontramos un campo riquísimo de análisis que, ojalá, las ciencias sociales nacionales empiecen a explotar.
Por ejemplo, creo que en el campo de la cultura popular peruana, es la primera vez que se construye un personaje tan real y sólido donde la figura central es el blanquiñoso clasemediero pobre o afectado por la crisis económica que a punta de imaginación y no pocas pendejadas, se vuelve exitoso. Alguien podrá decir que “El papá” de Chuiman, ya era ese personaje, pero, recordemos, “El papá” era pura ficción, no era imaginativo, solo “criollazo” y, principalmente, no era exitoso, siempre andaba “aguja”.
Creo que esta es una novedad en el imaginario de la cultura popular peruana, ya que ésta ha estado plagada de personajes tratados racial y excluyentemente, sino recordemos a Nemesio Chupaca, el Cholo Cirilo, la Paisana Jacinta, la Chola Chabuca, el Negro Mama, y un largo etc. Desde esa óptica, Carlos Alcantara ha construido un personaje que es él mismo, no Machin; es decir, alguien real o, más específicamente, un blanquiñoso criollo clasemediero real, que llega a abrazar el éxito, luego de mil avatares.
Creo que es allí donde está el punto central del éxito de esta cinta, pues encaja perfectamente con la coyuntura nacional atravesada por el exitismo que nos da la bonanza económica que venimos atravesando y que ha dibujado un nuevo país plagado de neoyorkinos malls donde nadie quiere sentirse Chupacas, Nemesios o Cirilos, sino Alcantaras; es decir, populares sí, pero urbanos o citadinos, de malls; ya no populares migrantes, del cerro o la sierra como fue hasta los ochentas y noventas.
Hay mucho más para explorar, pero creo que hasta aquí algunos puntos para, ojalá, iniciar un reconfortante debate.