Se nos pasó el tren

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Siendo jóvenes y afiebrados estudiantes universitarios, creíamos que la transformación social, o por lo menos, la solución de los problemas más urgentes de nuestra realidad, se hacían a través de la revolución. Con el tiempo, nos convencimos que esa creencia es inútil, y empezamos a creer, ya siendo adultos, que la simple solución (ya no hablamos de transformación) de los problemas urgentes de nuestro entorno, se hacía a través del acceso al poder o, por lo menos, el gobierno; es decir, empezamos a creer que había que llegar al gobierno siendo congresista o ministro o secretario o, por lo menos asesor, para, desde allí, solucionar los problemas. El tiempo, y muy recientes experiencias, también nos han enseñado que esa creencia también es inútil.

Esta afirmación la hago a partir de las últimas experiencias con el poder o gobierno central que han tenido varios conocidos y amigos que han logado ocupar puestos ministeriales o importantes cargos en sectores claves para el desarrollo de nuestra región. Empezamos a creer que con ellos en el timón de sectores como agricultura, educación o descentralización, por fin se cumplirían los anhelos abrazados por años de Arequipa, como por ejemplo Majes Siguas II.

Como sabemos en el anterior gobierno, dos arequipeños han estado manejando la cartera de agricultura y ese proyecto no avanzó nada. En el actual gobierno, son varios los arequipeños que figuran en el Ejecutivo; sin embargo, ningún beneficio ha significado eso para nuestra Región; es más, parece que se ha eternizado la postergación de los proyectos, agigantando así los problemas.

En ese escenario, saltan dos preguntas: ¿es tan gigantescamente difícil entender y manejar el aparato gubernamental , o son tan gigantescamente incapaces nuestros paisanos que últimamente han estado y están manejando el gobierno? Yo prefiero pensar lo primero; es decir, el gobierno y en especial el Estado, está conformado por una serie de telarañas no sólo técnica sino también política que debe marear y luego terminar desmayando a quien no tiene la experiencia, conocimiento y voluntad para ejercer el mando. Si a eso le sumamos, el afán protagónico o simplemente el deseo de aprovecharse del poder para asegurarse de una buena jubilación, cosa frecuente entre nuestros políticos, entonces el asunto empeora.

Obviamente que lo último no es una característica de nuestros paisanos que han paseado y pasean por los pasillos del Palacio de Gobierno, pero el asunto es que al finalizar el primer año del gobierno ollantista, y gobernar con él varios paisanos nuestros, nuestra región sigue en las mismas. Nada, ningún proyecto urgente que puede facilitarnos la vida y mirar con auspicios el futuro mediato, se ha logrado. Parece que otra vez, se nos pasó el tren.

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