Thor
La Marvel, aquella maquinaria creadora de esos personajes que alimentaron de fantasía nuestra niñez, está decidida a convertirlos, a todos, en estrellas de la pantalla grande, adaptándolos a la lógica de esa industria y sacrificando su esencia. Eso lo hemos visto en cintas como Hulk, Iron Man, entre otros y ahora nos toca ver lo mismo con Thor, su nueva estrella sacrificada.
Como sabemos, Thor, el dios del trueno, es una adoración nórdica, que cumple en la tierra una sanción dada por su padre, Odin, y lo hace ocultando su identidad en la figura de un lisiado médico que vive secretamente enamorado de la enfermera Jane Foster y luchando contra los enemigos de la tierra. Nada de esto se encuentra en esta versión cinematográfica dirigida por el gran Henneth Branagh, que ha decidido sacarle la vuelta a toda esta historia para entregarnos una versión cargada de efectos y volteretas visuales que terminan entreteniéndonos, pero a costa de sacrificar su esencia.
Además de los coloridos efectos, lo más destacable es la actuación de Anthony Hopkins como el dios Odin, quizá el papel más soberbio al extremo que opaca a mismísimo Thor encarnado en un Harris Zambarloukus que solo se dedica a exhibir sus músculos. Grata también resulta la presencia de Natalie Portman, representando a una científica pero a millas de distancia de su notable actuación en el Cisne negro.
Después de eso, nada más de esta cinta que, seguramente tendrá otra versión ya que la historia entre el musculoso y la científica queda más que suelta.