El origen
Para nuestro gusto, la propuesta de Nolan es atractiva, pero termina siendo abrumadora y… pesada, pues retoma una historia basada en el mundo onírico; es decir, esos relatos que se zambullen en el imaginario y en los sueños de los protagonistas creando así realidades alternativas que llegan a marear y a confundir si es que uno pierde un solo segundo de atención a la proyección. Allí empieza otro de los problemas, pues a la historia ya enredada se le suma una serie de galimatías “científicos” que confunde mucho más, no porque estemos desatentos o seamos ignaros en el tema, sino porque deliberadamente eso es lo que ha buscado el director. Si a todo eso, le agregamos las dos horas y pico que dura la cinta, entonces, llegará un momento en que la película nos parecerá insufrible.
Nolan demuestra pues, que no sólo está haciendo el cine que le gusta, lo que lo convierte en un director de culto, sino también que está experimentando con historias, filmaciones y también con los espectadores. Si queremos ser parte de ese proyecto, entonces rindámonos incondicionalmente, pues nada malo nos pasará.
esta bien cuando la llaman la matrix del siglo XXI