“La política es la moral en marcha”
Presentación.- Increíblemente el público arequipeño abarrotó la sala cuando se presentó “El topo en su laberinto. Introducción a un filosofar posible hoy”, último libro del P. Vicente Santuc, lo cual demuestra el interés aun latente en la filosofía. Estuvimos allí para conversar con su autor, quien a la vez es Rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.¿Cuál es la propuesta central de su último libro “El topo en su laberinto”?
Hay dos o tres acentos que me parecen importantes subrayar. Primero, hacer ver que la filosofía no es un manejo de conceptos abstractos, de ideas desencarnadas, sino que la filosofía trata de la vida cotidiana y asume los problemas que cualquier ser humano tiene en su vida. Lo segundo es que no podemos llevar una vida humana si no pensamos nuestra vida y pensarla no en una especie de ensimismamiento sino pensarla en todas las dimensiones que tiene; es decir, en su relación con los demás, con la naturaleza, el trabajo, la política y también las dimensiones que hay en uno mismo. Lo importante no es tener ideas sobre la vida, sobre las cosas, sobre la sociedad. Lo importante es llegar a habitar nuestra propia vida, habitarla en verdad y eso se hace desde el cuerpo. Insisto mucho sobre eso, a partir de lo que se da, a partir de nuestra experiencia. No habitamos nuestra vida en base a las ideas que tenemos sobre ella, sino desde un hacer, desde una praxis.
¿Por qué es importante filosofar hoy en nuestro país?
Creo que en el Perú el lenguaje está enfermo, se dice cualquier cosa, se puede hacer cualquier promesa, etc. Quiero enfatizar que cuando decimos lenguaje queremos decir la relación entre nosotros, no que las palabras están enfermas sino la relación entre nosotros que es el espacio de la intersubjetividad, de la confianza está enfermo. Cuando el lenguaje no genera confianza y se convierte más bien en un instrumento para jugar con el otro, entonces ingresamos a un terreno sumamente grave. En ese sentido la filosofía nos ayuda a reconocer eso y a detectar y sanar la enfermedad del lenguaje.
Cuando la relación sociedad-autoridad está atravesada por la desconfianza, quién debe filosofar primero: el gobernante o el gobernado?
El acto de filosofar lo hacemos todos y empieza cuando tomamos distancia con la vida que llevamos, cuando tomamos distancia con las palabras de tal político, con sus promesas o el sistema económico en que estamos. Allí estamos haciendo filosofía. Dejemos de creer que la filosofía es un acto esotérico de unos cuantos.
Filosofía y política nunca debieron separarse, pero, lamentablemente, la política está concebida más desde la pasión, ¿qué podemos hacer para que se reencuentre con la razón, específicamente en el actuar de nuestros políticos?
Una de las primeras cosas es rescatar la esencia de la política; es decir, como preocupación del bien común, la convivencia humana presidida por la justicia, la libertad y la garantía de las condiciones para que cada no viva una vida con dignidad. Hay que regresar a eso. Erick Wiel dice que la política es la moral en marcha, o sea no puede haber conducción política si no hay preocupación por el bien común. Si no es así la política se reduce en una mera técnica que sirve para cualquier proyecto ya sea dictatorial, aristocrático, etc.
Nuestra clase política es vergonzosa en su gran mayoría. ¿Cómo actuar filosóficamente para que mejore?
Recuerda que cada país tiene los gobernantes que merece. Es decir, eso depende del ciudadano. Saldremos adelante en el Perú si es que empezamos a tener ciudadanos activos. Actualmente el peruano es un ciudadano pasivo: vota en las elecciones buscando un salvador; es decir, alguien que le permite renunciar a ser ciudadano. Hay que recordar que la democracia es de los regímenes políticos más exigentes. Supone que todos los queramos la democracia, la defendamos, vivamos, etc. No hay democracia con ciudadanos pasivos y eso supone que empecemos a pensar lo que es la política y cómo podemos participar.