UNSA, entre el virus y la educación virtual
La Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, la principal institución de educación superior del sur peruano, ha decidido poner fin a la incertidumbre creada por la actual plaga, en relación al inicio del año académico, decretando que empiezan el 20 de abril. Esa decisión está acompañada de otros acuerdos, como declarar el presente, un año en emergencia e instaurar la modalidad no sólo presencial en el dictado de clases, sino también el semipresencial y el virtual. Es decir, la UNSA se enrola así a lo que la gran mayoría de universidades están haciendo en el mundo: virtualizar la enseñanza; sin embargo, la reacción de su propia comunidad, tanto de estudiantes como de docentes, ha sido de un mayoritario rechazo.
Puede leerse en los comunicados o simples chats que han empezado a circular, que el rechazo se basa en que la UNSA no tendría ni la infraestructura, ni el personal, ni la preparación de docentes y alumnos para acometerse con la modalidad virtual. Otros la califican de discriminatoria porque muchos alumnos no estarían en condiciones de acceder a las computadoras; y no faltan los que consideran que esta sería una nueva forma de explotación a la que no sólo hay que oponerse, sino sumarse a la agudización de la actual crisis, ya que, como nunca, el demonio capitalista estaría siendo minado por el Covid19. Es decir, lo que no hicieron los grandes modelos teóricos e ideológicos societales, lo estaría haciendo un virus.
Obviamente, existe otro argumento que sí lo considero de fuerza: el temor que, reiniciando clases, el docente está obligado no sólo a salir de su enclaustramiento, sino a ponerse en contacto con la gente, específicamente con los alumnos, aumentando así el riesgo de infectarse. Definitivamente, ese racionamiento es contundente, pero para flanquearlo, se ha dispuesto que los profesores declaren si su curso puede virtualizarse, para que lo hagan desde sus casas. Obviamente, si la asignatura es básicamente teórica, puede hacerse (como ocurre con el 60% de las carreras agustinas); sin embargo, para oponerse a eso, también ha salido el argumento que se estaría mellando la esencia de la formación universitaria: el encuentro docente-alumno. Allí es donde uno descubre que detrás de la oposición a que arranque el año académico agustino, no sólo tiene evasivas reales, sino también un poco caprichosas.
Antojadizas o razonables, lo real es que la actual crisis ocasionada por la pandemia, obliga a que la UNSA, de el gran salto con garrocha hacia la educación en línea, otra de las variantes de la revolución tecnológica que viene experimentando el mundo desde hace años, y que la gran mayoría de universidades por todo el planeta, ya lo hacen; puesto que, reconozcámoslo, es la gran tendencia de la educación superior.
Me consta que la UNSA ha dado pasos iniciales estos años hacia eso, pues no sólo ha implementado sus plataformas virtuales, sino que ha capacitado a la gran mayoría de sus profesores en educación on line; es más, muchas materias ya interactúan entre lo virtual y tradicional, paralelo a su política de Cero papel. En ese sentido, la actual negativa de iniciar clases virtuales, tal vez sea por la aún falta de mayor experiencia o el temor que la virtualización total es muy complejo o trabajoso. Sin embargo, no es así, pues, de hecho, tendrán que hacerse guías o modelos para que el profesor agustino, desde la comodidad de su casa, aprenda cómo desarrollar una clase. Es más, la propia red proporciona modelos como Coursera, Udacity y edX, entre otros. No hay justificación, pues, para seguir con el año académico aún sin empezar, perjudicando así a los cerca de treinta mil estudiantes que tiene la Casa Agustina.
Hoy más que nunca, ante la situación de crisis y urgencia que nos ha traído la plaga, se habla en todo el mundo de teletrabajo, e-commerce, telemedicina, e-learning etc. Justamente, en este escenario de urgencia, la universidad debe estar a la vanguardia de otras soluciones urgentes. No será fácil, pero justamente es momento de demostrar que la academia puede enfrentar esos desafíos. Recordemos, toda crisis trae oportunidades. Quizá ésta sea la gran oportunidad para que, con la virtualización, se produzca en la universidad peruana, y en especial en la UNSA, el despegue académico que tanto deseamos.
Estoy segura que la #UNSA estará a la altura, no sólo por la infraestructura que se creó hace 3 años y que hoy se encuentra en la nube que garantiza el soporte, sino por la capacitación recibida en manejo de entornos virtuales y por el equipo que se encuentra ahora trabajando y que nadie ve. Ahora es el momento de poner en práctica aquello que aprendimos tal vez tímidamente.
Y que tal si un alumno de la UNSA teje una malla curricular utilizando recursos en linea de otras universidades o recursos de estudios de ese nivel. Estaria dispuesta la Universidad a certificarlo? O hay que limitarse a solo lo que hay (que la verdad, es poco).
Claro, ahi a pensar si necesitas al profesor al cual nadie a seleccionado en su malla o lo despides.
Te imaginas, un graduado de la UNSA con cursos de pre grado en Cambridge, Catolica de Chile, etc etc. ? Espectacular no?
Hoy ha catedra libre tiene otro contenido conceptual. Habla de usar los ilimitados recursos de los que disponemos para aprender. No limitarnos a lo impuesto por desactualizados burocratas universitarios.
Bueno, ese es un pecado… sonar.
Buenas noches, profesor Vargas.
Respecto al porcentaje de cursos que podrían no ser virtualizados, que usted estima en 40% ¿Se darían de forma presencial, semi presencial o se aplazarían?
Si se dan de forma presencial o semi presencial, el argumento de fuerza (“salir de su enclaustramiento[…]a ponerse en contacto con los alumnos”) seguiría presente.
En ese caso ¿la universidad podría brindar el kit de protección necesario a docentes, estudiantes y personal administrativo que deba asistir?
Gracias por el blog.