Juanito

Juan Guillermo Carpio Muñoz, fue sociólogo, historiador, catedrático, maestro, político, parlamentario, legislador, director del Instituto Nacional de Cultura, escritor, editor, animador cultural, periodista, jüergero, músico, poeta, cantante, compositor, sibarita, picantero, viajero, amante de la tauromaquia y de la pelea de toros, amigo, esposo, padre, notable conversador y polemista, alfeñique, regionalista, melómano, coreuta, barítono, cinéfilo, tradicionalista, hijo ilustre y medalla de oro de la ciudad y del gobierno regional de la ciudad, coleccionista, Agustino; pero, por encima de todo, arequipeño, arequipeñista, o, mejor, arequipeñólogo. Eso y mucho más fue Juan Guillermo Carpio en sus 74 años de vida.

Tuve el privilegio de ser, primero, su alumno, luego colega y, finalmente, cómplice de alguna de sus obras e investigaciones. La última de ellas, la segunda parte de TEXAO, fue la más ambiciosa (porque sabía que la llama de la vida se le apagaba), monumental trabajo sobre la historia de Arequipa contemporánea, que la quería plasmar en siete tomos y en donde no deseaba dejar ningún cabo o tema suelto.

Para Juanito, como le decíamos, Arequipa fue su fuente de estudio, investigación y reflexión permanente y obsesiva, que la plasmó en una vastísima obra que debería ser reeditada, y que bien podría ser la base de una maestría o doctorado de especialización. Sé que eso es mucho pedir, pero, por lo menos, que su obra máxima, TEXAO, vea la luz, como él lo quiso. Esa sí sería la mejor manera de homenajear, a quien fue galardonado permanentemente, como Hijo Ilustre de Arequipa.

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