El auge del alpinchismo
Lo más sorprendente de la reciente encuesta de opinión sobre Gestión de Gobierno que periódicamente hace la UNSA, es el cada vez más creciente porcentaje de los ninis; es decir, aquellos que no se ubican entre los que “aprueban”, “desaprueban” o “no saben/no opinan”, sino de los que “ni aprueba/ni desaprueba”; o sea, el indiferente, el apático; ese grupo social que fue denominado por Merton como el “anómico retraído” que hay por todo lado y que, recientemente, se autodefinen como los “imparticulistas” (les importa un culo), y que nosotros conocemos como los “alpinchistas” (les llega al pincho).
Así, cuando uno ve los niveles de aprobación o desaprobación, de nuestro mandatario, congresistas arequipeños y autoridades regionales y locales, el índice de los alpinchistas promedia el 25%. Por ejemplo, al 20% de arequipeños les llega al pincho Ollanta Humala; Justiniano Apaza, 29%; Yamila Osorio, 22% y nuestro burgomaestre, 26%. El asunto se agrava cuando se le pide a la población que evalúe la gestión de nuestras entidades públicas, pues allí el índice de alpinchismo llega al 30% (Sunat, 30%; Corte Superior, 32%; Seal, 26%; UNSA, 30%, etc.).
De hecho que esta situación debiera preocuparnos como sociedad, pues con ese índice tan alto (y en crecimiento) de indiferentes sobre el trabajo que hacen nuestras autoridades, y mucho más sobre sus resultados, lo que se avizora es una mayor anomia social, pues, se sabe que un sistema social funciona, se ordena y desarrolla con mayor facilidad cuando logra el compromiso o, por lo menos, el interés de su comunidad con los fines trazados. Que a un 25% de arequipeños nos llegue al pincho lo que hagan o dejen de hacer nuestras autoridades, y que a nivel de entidades públicas eso aumente, sólo puede decirnos que como sociedad estamos aceptando que las cosas sigan así, sin ninguna seña de reacción y ni siquiera de indignación.
Obviamente que los únicos que se benefician de esta situación son nuestros políticos, los actuales y los que vienen. Los actuales, porque saben que hay una estrecha relación entre una creciente población apática y su decisión de gobernar a su antojo, de manera patrimonial; es decir, hacer de la función pública su chacra. Los que vienen, porque se les allana el terreno para lograr el poder, pues se trata de salir, regalar galletitas, lapiceros y obtener el voto. ¿Programa, ideas, muestras de honestidad? ¡Tonterías! Pues, a las finales ¿a quién le importa?
De acuerdo en todo salvo que los alpinchistas son los que están en el porcentaje “no sabe no opina”, los que ni aprueban ni desapruebas son los que creen que la gestión fue “más o menos” o “ni chicha ni limonada”, tal ve de allí la confusión con los “ninis”. Ahora si las encuestadoras querían medir el alpinchismo con la opción que alude el autor, obviamente la pregunta está mal formulada.