No seríamos nada sin Puno

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Mi actividad académica ha permitido que en los últimos años viaje a Puno con frecuencia, constatando que sin importar fecha, clima o justificación, igual es una ciudad que vive en torno a la danza, el festejo y el trabajo. Pero a la vez, he constatado que Puno no ha estado ajena a los efectos del crecimiento económico de nuestro país, pues si en el 2008 tenía un índice de pobreza que bordeaba el 70%, hoy tiene casi la mitad, lo cual hace de esta región una de las más pujantes del Perú.

Hoy Puno está de aniversario, cumpliendo 346° años de fundación española y lo primero que se me viene a la cabeza es recordar el libro “La batalla por Puno”, donde su autor, el historiador José Luis Renique, ensaya una serie de respuestas para entender a esta región tan especial en varios sentidos, la cual la convierte, también, en la mejor radiografía o test de nuestro país, como bien señala Renique. Para nosotros, los arequipeños, este conocimiento se hace mucho más importante, pues revisando nuestro historial de los últimos 30 años,  estoy convencido que no seríamos nada sin Puno. Por eso me parece tan risible oír a los “mistis arequipeños” quejarse de su presencia o supuesta invasión cultural, desconociendo así el carácter diverso de nuestra multinación y mucho más  el aporte de Puno a la vida económica y sociocultural de Arequipa.

 Aquí le dejo la entrevista que en su oportunidad le hiciera a José Luis Renique en torno a la publicación que comento.

 Puno es el test del Perú

Has dicho que tu libro es una lectura del país a partir de una zona tan particular como Puno. Si es así; es válido preguntar en qué momento se jode Puno?
Yo no suelo caer en la trampa de vargallosiana. Lo que yo trato de ver en el terreno altiplánico es cómo podemos construir una voluntad colectiva para sacarle el jugo a lo que tenemos y para tratar de hacerle la vida menos fácil a aquellos que viven de explotar a las periferias. Desde esa lógica, creo que la pregunta de Vargas Llosa es una pregunta miraflorina, comodona; es una pregunta que la hace quien se prepara para irse no en el sentido geográfico sino existencial. Es la pregunta de quien abandona, patea el tablero.

 ¿Crees que si hubieras planteado el mismo esquema desde Arequipa, Huancayo, etc. las conclusiones serían las mismas?
Hugo Neira ha dicho que le gustaría escribir un libro como el mío para cada región o valle del Perú. La invitación a descentrar la mirada del Perú tiene un efecto único desde Puno porque no hay otra región del Perú, al menos hasta mi generación, donde más energías se haya invertido en la creación simbólica de su lejanía y de su carácter remoto.

¿Sigue existiendo para Puno el viejo problema de la tierra como lo planteó Mariátegui. No crees que allí hay otro problema, como el de mercado, comercialización, etc.?
Mi libro termina en un momento donde hay una reconceptualización del problema de la tierra. Tienes toda la razón, lo de hoy es una lucha diferente, es una mirada distinta. Creo que en ese sentido mi libro es un record histórico de una época concluida.

Puno es hoy un lugar convulso para el país porque allí los ilaveños, junto con movimientos como el MAS de Evo Morales, quieren construir su propia nación. ¿Qué piensas al respecto?
Puno es un test para la República. Recordemos que bien entrado el s XX, las autoridades centrales detectaron que allí había un subsuelo organizativo. O sea, había una mirada propia, proyectos de organización alternativos. O sea había ese discurso subalterno de “nosotros podemos gobernar esto mejor que ustedes”. Recordemos también que una de las grandes rebeliones campesina del país fue el de Huancané que comenzó con la utopía de construir una ciudad alternativa a Lima. Con respecto a Bolivia y Evo Morales, la coca, el narcotráfico, etc. son partes del paisaje de hoy como lo fueron en su momento los adventistas, los comunistas, el comité Tahiantinsuyo, que son elementos de la politización de una región que pueden tener una conexión, pero lo que no sabemos es qué dirección va a tomar.

Hay aún arequipeños que piensan que Puno, con su proceso migracional, desdibuja la identidad local ignorando que esa zona sostuvo la economía local y que incluso fue uno de los grandes centros de desarrollo cultural y educativo del Perú.
Exacto. Aquí hay arequipeños que me han preguntado “cómo hacemos para educar a esa gente”, cuando no saben que muchas iniciativas, incluyendo las culturales y educativas, partían de Puno.

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