Nuevos vientos agustinos

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Gruñendo, confesando que no estaba de acuerdo  ni con la nueva Ley Universitaria y mucho menos con los resultados de las elecciones para la formación de la Asamblea Estatutaria, pero que cumplía “porque lo ordena la ley”, así fue como el rector Víctor Hugo Linares Huaco instaló la semana pasada la Asamblea que se encargará de confeccionar el nuevo estatuto para la Universidad Nacional de San Agustín.

Como sabemos, la nueva Ley Universitaria obliga que las universidades públicas elaboren un nuevo estatuto. Para San Agustín, ésta no sólo debiera servir para acondicionarse a la ley, sino también para rediseñar el rol de esta universidad en función a los retos del futuro. El antiguo estatuto, aún en vigencia pero pronto a desaparecer, data de hace una treintena de años, los mismos que coinciden con el revés sistemático que ha tenido San Agustín,  fundamentalmente derivados de manejos delictuosos. La nueva Ley y estatuto a elaborarse podrían ser las palancas para que San Agustín supere esta larga etapa del infortunio e ingresar a la de la esperanza.

 Obviamente, las autoridades enraizadas allí desde hace una treintena de años, no quieren eso. Por eso es que, a regañadientes aceptaron la nueva Ley Universitaria y también a regañadientes convocaron a las elecciones estatutarias, pero con la seguridad que ganarían abrumadoramente usando el estilo que los ha perpetuado en estas tres décadas: la gratificación, el chantaje e  intimidación. Esas elecciones tenían otro elemento: realizarse en el más absoluto secretismo, como para que nadie contaminara su plan.

 Sin embargo, los resultados electorales les fueron adversos y, obviamente, empezaron las leguleyadas y bravuconadas para desconocerlas, para no admitir lo que en el fondo es una  derrota. Ha tenido que imponerse la ley e incluso un mandato desde Lima para que el oficialismo acepte los resultados electorales y es así que, como lo decimos arriba, rumiando, el rector agustino ha tenido que  instalar la Asamblea Estatutaria.

 En esta etapa llena de expectativas, la responsabilidad mayor la tiene la lista opositora, denominada IDEAR. A ella le corresponde liderar los grandes cambios que debe contener el nuevo estatuto agustino, fundamentalmente en los temas ligados a los quehaceres que nunca debió abandonar la universidad: la investigación científica, tecnológica y cultural. Pero fundamentalmente, el estatuto debiera ser la base para evitar que la universidad vuelva a caer en manos de la indecencia, tanto a nivel  docente, administrativo y estudiantil. De no hacerlo, IDEAR no sólo habrá perdido la gran oportunidad de generar el cambio agustino, sino también frustrado las expectativas de la colectividad agustina y también la arequipeña.  Pero lo peor es que si IDEAR no cumple con el papel asignado, corroborará lo que muchos rumorean: que es la otra cara del oficialismo.

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