Como el zumbido al moscardón
Una de las cosas que más me animó a aceptar la invitación de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNIP) fue la de estar con el cabecilla de esa organización, el mismísimo Gabriel García Márquez. Así que sin dudarlo dos veces empaqué inmediatamente para viajar a Buenos Aires, lugar donde ese año se realizaría ese encuentro que anualmente organiza dicha fundación para capacitar a los hombre de prensa, pues, de esa manera, Gabo materializaba lo que siempre fue una de sus obsesiones: mejorar el trabajo de lo que él consideraba no sólo un género literario sino también el mejor oficio del mundo, el periodismo.