¿Wonderwoman?
Se le vuelve a achacar la crisis del gabinete a la esposa de nuestro mandatario. Se reitera que ella es la que realmente dirige los destinos del país, hay quienes ya han calificado a ese gobierno de “nadinismo” y no faltan los desubicados y figureteros que demandan una renuncia de Humala por “incapacidad moral”, al permitir que sea su esposa quien hace y deshace en el gobierno. ¿Eso es así? ¿Estamos frente a una wonderwoman? No lo creo.
Lo que creo es que este gobierno ha inventado, sin pretenderlo, la mejor excusa para entretenernos y dejar que nuestra mediocre clase política se distraiga con el cuco de la reelección conyugal. Es decir, con la mitad de su mandato a cuestas, el ollantismo no tiene porqué dar cuenta de su medianía en la gestión de gobierno y mucho menos de los logros que debiera mostrar en seguridad ciudadana, inversión, salud y educación. En lugar de eso, vamos entrando al tercer año sin dilucidar si la esposa presidencial postulará o no en el 2016, cayendo en el juego inútil de adelantar la campaña presidencial.
Sería extraordinario que una mujer tome las riendas del país, pero creo que aún no estamos preparados ni política, y mucho menos culturalmente para eso. El caso de la pareja presidencial no escapa de esa realidad, pues si se la escucha o hablamos de ella no son por sus cualidades (que seguramente las tiene, pero que aún no ha demostrado), sino porque es la esposa del mandatario; es decir, ella llega a la política a través del marido, si tiene poder es por el marido que es el presidente de la república. Si Ollanta no fuera detentara ese cargo, estoy seguro que nadie la oiría y mucho menos hablaría de ella, a menos que fuera un escandalete rosa. Es decir, estamos frente a una expresión más del machismo existente en nuestra sociedad que en el mundo de la política es muy sintomático, pero queremos ver otra cosa.
Ahora, es cierto que el poder contagia y su banalidad mucho más. En ese sentido, no sería raro que la pareja de un militar mediano intelectualmente, que se encuentra con la presidencia de un país, se embriague de poder y aspire a mantenerlo. Es natural que eso suceda. A todo grupo de poder le pasa, mucho más a un proyecto político familiar como es el ollantismo. Pero de allí a pensar que tiene posibilidades, sólo demostraría desinteligencia, sin mencionar las violaciones legales que tendría que hacer para postular en el 2016.
Así que, sería bueno dejar de atribuirle superpoderes a la pareja oficial de nuestro mandatario, y en lugar de debatir ese tema o temer su candidatura, nos concentremos en otros temas. Recordemos que en octubre elegiremos a nuevas autoridades regionales y locales; por tanto, hay temas más importantes.