La enseñanza de La Haya

haya1.jpg

Ya sabíamos, por las elementales clases de educación cívica recibidas en el colegio, que uno de los elementos básicos en la formación del Estado es el territorio. Parte del territorio es el marino que, a la vez, es un elemento constitutivo de nuestra Nación.  Somos una de las naciones que más territorio ha perdido históricamente, lo que ha contribuido a generar un sentimiento pesimista que forma parte de nuestra identidad.  De allí se entiende por qué la resolución del diferendo  marítimo con Chile, que sabremos en pocos días, ha causado tanto triunfalismo con su buena dosis de  patrioterismo. Es decir, pareciera que por fin ganaremos algo de territorio en los tribunales, ya que en las guerras lo perdemos.

Quienes hoy actúan triunfalistamente parecen olvidar que hay varias posibles resoluciones o sentencias que dicte La Haya respecto al problema marítimo que tenemos con Chile. Por lo que sé del tema, los juristas de ese tribunal internacional actuarán habermasianamente; es decir, construyendo el consenso que no es otra cosa que evaluar los  argumentos de ambas partes (en este caso, Chile y Perú) y decidir sobre la base que ninguna de las dos es dueña de la verdad, pues ambas son dueñas de ella. Por tanto, la resolución deberá favorecer tanto a nuestro país como a Chile. Eso significa que ganaremos algo, pero a la vez perderemos. Así de simple. La teoría de la acción comunicativa de Habermas se fundamenta en eso. Plantear lo contrario, es optar por otra teoría y estrategia política de resolver las cosas, por la del conflicto.

 Es bueno que hayamos optado por la teoría del consenso para resolver nuestro diferendo marítimo. Obviamente hay quienes creen que  eso es mariconería, auspiciando a la vez,  por la estrategia del conflicto como una manera de resarcirnos históricamente y darle a nuestra identidad la cuota de triunfalismo que le falta. Sin embargo, sabemos que quienes auspician eso son los mismos de siempre, aquellos que han pretendido construir nacionalismo fundados en los fantasmas bélicos y que no solamente terminan perdiendo todas las batallas, sino, como está históricamente demostrado, envueltos también en corrupción y pillaje.

 Tengo la sensación que son estos últimos los que hoy alientan un sentimiento patriotero respecto a lo que ocurrirá el lunes, día de la sentencia: generalotes y politicastros, todos embarrados, que  hoy quieren enseñarnos a sacar pecho teñido de un supuesto espíritu de unidad nacional que ellos son los primeros en destruir.

 Espero con ansias la resolución del lunes 27, pero no para llenarme de orgullo sintiéndome más peruano por unos kilómetros más o kilómetros menos de territorio marítimo, sino para que aterricemos y comprendamos que hay problemas más urgentes por resolver en nuestra tarea de construir la nación peruana,  y para que entendamos que si de unidad nacional se trata, entonces concentrémonos en cimentarla sobre la base de lo que hoy nos enseña la Corte de La Haya: búsqueda de consensos; es decir, argumentar para  ganar,  sabiendo que tenemos que ceder o perder algo.

Puntuación: 4.00 / Votos: 2

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *