Petulancia mediática

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Creo que ningún listado de pronósticos socio-políticos que se hicieron para el 2014 acertó con lo que hoy viene ocurriendo. Es decir, más importante que debatir sobre cómo superar el mediocre crecimiento económico del 2013, o cómo resolver el tema de la inseguridad ciudadana, cómo garantizar un mejor proceso electoral, destrabar los grandes proyectos de desarrollo, o simplemente desentrañar el caso López Meneses, más importante que todo eso, digo, es el lío entre los grupos de El Comercio y La República.

Es decir, un lío eminentemente empresarial, atravesado, obviamente,  por celos y rencillas económicas y comerciales, pretende convertirse en el principal problema del país, acicateado, torpemente por el siempre inoportuno pensamiento de nuestro mandatario. En otras palabras, un lio de privados, Humala lo ha convertido o lo quiere convertir en un asunto público, con el pretexto  que eso afecta a la libertad de prensa. Obviamente, el grupo de La República (LR) viene estimulando el tema a su favor con otro argumento: “lo pernicioso que es la concentración mediática ya que afecta a la opinión pública”. Como era de esperarse el grupo de El Comercio (EC) ha salido a defenderse señalando que no hay concentración y, por tanto, la opinión pública no corre peligro.

 Me parece que detrás de sus líos empresariales, ambos grupos mediáticos tocan varios temas de manera ligera que, obviamente, no les interesará profundizar. Uno de ellos es el de la opinión pública, tema complicadísimo desde las ciencias sociales, y últimamente desde las ciencias políticas, pero que desde los medios se le aborda simplonamente. El mejor ejemplo de ello es justamente la posición de ambos grupos mediáticos al considerar que ellos son los “formadores de la opinión pública”. Está ampliamente demostrado que no es así, mucho menos con el tipo de prensa que esos grupos producen. Por ejemplo, el propio grupo EC  señala que su principal producto periodístico es El Trome (600,000 ejemplares diarios). ¿Alguien puede creer  que ese diario que se ubica más en el formato amarillista “forma opinión pública”? Lo mismo sucede con el grupo LR; es decir, desde hace mucho tiempo, esos grupos han tenido que crear, a tono con lo que sucede en el mundo, prensa amarillista para sostenerse. El caso más clamoroso es el de Caretas que, como sabemos, hoy se sostiene, con su frívola revista de Ellos y Ellas.

 Esto tiene que ver con lo que en realidad se encierra en la llamada opinión pública, o, como lo plantean los especialistas, ¿qué tipo de opinión es la opinión pública? Ya el viejo Platón creía que la opinión es el estadio intermedio entre el conocimiento y la ignorancia. Mucho más enfático fue Kant quien sí la considera como sinónimo de ignorancia. Es decir, desde hace muchísimo tiempo se sabe que la “opinión”,  en el mejor de los casos, es  un “saber a medias” de lo que ocurre en nuestro entorno, de lo que ocurre en el  “público” del cual formamos parte y que tiene que ver en última instancia con el Estado.

 Es más, también desde hace mucho tiempo, se sabe que el periodismo en nuestro país, entre ellos EC y LR, más que construir opinión crítica y racional, como lo plantearía Habermas, lo han envilecido, vedetizado y/o vanalizado. Sin opinión pública sólida, es imposible construir espacio público y sin él no hay institucionalidad que funcione, y, como sabemos, la institucionalidad es el fundamento de la democracia.

 De estos temas jamás discutirán EC y LR. Petulantemente preferirán hacernos creer que de ellos depende, la opinión pública, la democracia y el país en general, cuando lo único que los mueve son sus negocios (hay que reconocer que los medios, también, son eso, negocios). Obviamente, Humala tampoco entiende estos temas y si se ha metido en él es por piconería o porque, retomando su triste pasado periodístico, quiere relanzar el periódico que editaba. ¿Alguien recuerda el panfleto titulado “Ollanta”?

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