Zafarrancho educativo

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Está por demás demostrado que nuestro presidente carece totalmente de ademanes políticos, pero lo que no sabíamos de él es que también le hacen falta gestos caballerosos. Eso se colige tras haber empujado al ruedo a Patricia Salas, ministra de Educación, en torno a la nueva Ley de Desarrollo Docente, dejándola allí, sola, sin que ni él, ni nadie de su entorno ministerial la defienda, mientras casi todo el mundo, con los colmillos afilados, piden la cabeza de la ministra.

En Arequipa también observo esa ausencia de apoyo a una paisana que desde hace un año tiene la dificilísima tarea de intentar hacer algo en el caótico sector educativo de nuestro país. Ninguna universidad en las que trabajó Paty, ninguna ONG en las que también trabajó, ningún amigo con los que trabajó, han salido en su defensa, lo cual podría interpretarse que están a favor de aquellos que, incluso, la han calificado de prosenderista por haberse atrevido a cuestionar la Carrera Pública Magisterial.

Hay dos cosas que me llaman la atención de este nuevo episodio ollantista: la primera es la violencia y cinismo con que se aborda el tema; es decir, nuestro parlamento reproduce las mismas características con los que la chusma callejera aborda los problemas del país. La mejor prueba de eso, lo vemos y escuchamos de boca de nuestros propios congresistas que lanzan diatribas y sentencias casi mortales en torno a una ley que sólo está en situación de proyecto. Lo segundo es que, en bloque único, han salido a defender la Carrera Pública Magisterial, como si ésta fuera la panacea para solucionar los problemas de la educación peruana.

Hace dos años participé en alguno de esos procesos de capacitación dirigido a nuestro magisterio. En Lima, los funcionarios del Ministerio de Educación nos presentaron un plan que en el papel era perfecto, pero luego, ya en Arequipa y con los profesores seleccionados (me dijeron que eran de los mejores), la cosa era totalmente diferente. Algunos profesores mostraban un verdadero deseo de estudiar y seguir capacitándose, pero la gran mayoría arrastraban las taras de los que se acostumbraron a lograr cosas “luchando en las calles”; es decir, la consigna sutepista que debe leerse como la mejor criollada usada por los profesores públicos para justificar su mediocridad y obtener mejoras a punta de la violencia y extorsión.

Obviamente muchos salieron desaprobados, pero al no haber sido llamado por la entidad organizadora de ese programa para firmar las planillas, de seguro todos aprobaron y están gozando los beneficios de la Carrera Pública Magisterial. Quizá esa anécdota no descalifica dicha Carrera; pero creo que sí lo hacen las cifras oficiales que demuestran que la situación educativa poco o nada ha mejorado en nuestro país. En otras palabras, nuestros alumnos que están mayoritariamente en colegios públicos reciben una educación pésima, que no los capacita ni siquiera en los dos aspectos básicos de la educación actual: matemáticas y comprensión lectora.

Entonces, no sé qué defienden aquellos políticos que quieren cortarle la cabeza a Paty Salas. Me imagino que lo hacen simplemente por consigna política o lo hacen, también, porque ellos mismos son producto de la educación pública peruana; es decir, no entienden nada, ni siquiera de lo que hablan.

Lo bueno de todo este zafarrancho, es que el tema educativo está en vitrina. Debido a que nuestra política y nuestros políticos son de callejón, son poquísimas las ocasiones donde temas tan trascendentes como el de educación se ponen en debate. Ojalá que esta ocasión no se desperdicie, y podría ser así si es que, para empezar, Ollanta muestra, por lo menos, un poco de caballerosidad, apoyando a Paty Salas. La vieja crisis educativa del país, no merece la mudez más de nuestro callado presidente.

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