Entre vizcachas y atornillados
Mientras eso sucede en el campo militar, en el político vemos otro triste espectáculo: dos ministros atornillados al cargo, que se niegan a dar un paso al costado porque, según ellos, no tiene responsabilidad alguna por los resultados de las recientes operaciones contra el narcosenderismo en la selva del Cusco y, dos, porque si renuncian “el senderismo lo festejaría”. Es decir, Alberto Otárola y Daniel Lozada luciendo impúdicamente su descomunal y briosa concha.
Ahora, es cierto que la salida de ambos ministros no soluciona nada, ya que está por demás demostrado que el ollantismo no tiene gente y mucho menos cuadros de recambio. Los mínimamente capaces, o, en todo caso, los que le armaron todo el discurso programático y político que se propagandizó en la campaña, se han ido o han sido botados del gobierno, tal como se pronosticó. Es decir, de irse, Otárola y Lozada, y, de paso, el primer ministro Oscar Valdez (quién debió irse desde hace mucho tiempo debido, también, a su incapacidad monumental), no hay cambios a la vista de gente proba que garantice la continuidad del gobierno en condiciones mínimamente favorables.
Así, sin rumbo o, en todo caso, en piloto automático, como dicen los especialistas, camina nuestro país. A menos que, en medio del boato monárquico de algunos países asiáticos, a la pareja presidencial se le ocurra algo para que, a su retorno al Perú, sintamos que en nuestro país realmente hay conducción o manejo; es decir, gobierno.