Nueva cruzada católica
Pero la lección más importante de todo este enredo es constatar como la intolerancia exhibida in extremis por ambas partes es la que ha terminado imponiéndose en todo este proceso. No se qué tipo de pecado es ese; pero lo real es que ni la iglesia y mucho menos la universidad demostraron capacidad para superar la terquedad, sectarismo y engreimiento. Pareciera que ninguno quiso ceder y ambos terminaron perdiendo. Es decir, la manera cómo estas dos instituciones han resuelto su conflicto, no han aportado en nada en el objetivo de encontrar una fórmula para superar las relaciones conflictivas por la que atraviesa el país; es decir, entre la iglesia y la PUCP se ha repetido la constante que aquí es todo o nada, o sea ninguna negociación.
Con esa actitud y solución, la iglesia católica peruana nos da un mensaje: que seguirá con esa fórmula para continuar con lo que parece ser una nueva cruzada: recuperar terreno, por lo menos en el campo institucional ligado a bienes y propiedades. En ese sentido, que no nos parezca raro que luego del triunfo obtenido con la PUCP en Lima, ahora lo hagan con la UCSM en Arequipa, a quien ya le advirtieron que tiene que poner la barba en remojo si es que no se adecúan a la bendita Constitución Apostólica.
Muchos dirán que al fin y al cabo, el hecho que la PUCP ya no sea ni católica ni pontificia, no importa ya que lo que cuenta es el prestigio unido a la calidad de la formación profesional; sin embargo, hay que reconocer que eso no pasa de ser una declaración bienintencionada, ya que sí la afectará, pues es reiniciar un proceso, es volver a comenzar para posicionarse como un nuevo proyecto de educación superior. Le corresponde a la comunidad académica y estudiantil que quede, luego de la intervención de la iglesia, la gran tarea de lograr ese objetivo.