Regreso al futuro
La fórmula de compensar la crisis imaginativa de Hollywood con un buen olfato crematístico parece funcionar en casos cómo este: inyectarle de tecnología a todo un clásico que, paradójicamente, en su tiempo (1985) fue un hito de la temática científica que a la vez retoma el viejo sueño del conocimiento de jugar con el tiempo, ya sea para anticiparse a él, sacarle provecho o transformarlo.
Con imágenes renovadas y totalmente en 3d regresa esta película que fue todo un boom en los ochentas y que trajo al estrellato, tanto a su director, Robert Zemeckis, como al protagonista, Michael J. Fox. A ese dúo se suman otras figuras notables, pero quien de hecho se robó la atención de este clásico fue un delicioso Christofer Llyod encarnando al científico loco, mezcla de Einstein y el Pato Lucas, que accidentalmente transporta a Fox a 1955, años antes que él naciera y en donde conocerá a sus futuros padres. La trama, basada además en el también clásico de Frank Capra, Qué bello es vivir, se centra en que Fox tiene que hacer que su padres se conozcan y enamoren para que él pueda nacer.
Así, en medio de situaciones divertidas y con toques de mucho suspenso, podemos acercarnos a la visión que en el pasado reciente se tenía de la modernidad americana (ojo con el diálogo entre el adolescente y el científico loco acerca del futurístico 1985), pero lo que resulta entrañable son aquellas explicaciones que nos entrega la cinta para entender fenómenos culturales como el rock, por ejemplo.
Regreso al futuro es todo un clásico que merece verse, con la ventaja, ahora, de poderla disfrutar con esos trucos de imagen que nos entrega el 3d. Pero estamos seguros que sin esa tecnología, igual nos deleitará.